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416 LA LEYENDA DE ORO.<br />
d sumo ponlífico, en que 1c dabancuenla <strong>de</strong> lo sucedido, y<br />
recomendaban la persona <strong>de</strong> Juan.<br />
Escribe Macedo Andra<strong>de</strong> y el M. Fr. Jacinto <strong>de</strong> Barra,<br />
déla or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Santo Domingo, en su Rosa laureada, triunfo<br />
VI, que reveló Dios en Espafía á santo Domingo <strong>de</strong> Guzman<br />
esta elección <strong>de</strong> san Juan <strong>de</strong> Mala para primer re<strong>de</strong>ntor<br />
<strong>de</strong> cautivos; y por eso no lo quiero callar y lo contaré<br />
como lo refiere Macedo. Estudiando en Valencia santo<br />
Domingo, vino a él una mujer afligida á pedirle limosna<br />
para rescatar un hermano suyo que estaba en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />
los moros: y no teniendo qué darla, movido <strong>de</strong> ar<strong>de</strong>ntísima<br />
caridad, la rogó le vendiese á él para rescatar á su<br />
hermano; y no pudiéndolo alcanzar, ofreció rogarla á Dios<br />
con instancia para el rescate <strong>de</strong> su hermano y <strong>de</strong>más cautivos.<br />
Lleno <strong>de</strong> aflicción y compasión, se postró á los piés<br />
d > una imagen <strong>de</strong> un santo crucifijo, lamentándose <strong>de</strong> que<br />
no hubiese algún remedio para rescatar cautivos, ofreciéndose<br />
con toda voluntad á emplearse en obra <strong>de</strong> tan alta<br />
caridad ; y le respondió con voz clara el Señor por su santa<br />
imagen las siguientes palabras: Uijo, no le toca á tí<br />
esto que me pi<strong>de</strong>s, sino á Juan, doctor parisiense, y á sus<br />
conipnñeros,á quienes tengo encargado este ministerio. A<br />
tiesta reservado otro no ménos principal que ejercitarás<br />
con los tuyos. Quedó santo Domingo consolado con el divino<br />
oráculo, y también suspenso por no conocer á Juan,<br />
hasta que <strong>de</strong>spués, en Francia se encontraron ejercitando<br />
sus divinos instituios.<br />
Partióse, pues, <strong>de</strong> París san Juan con intento <strong>de</strong> ir á<br />
Roma : pasó por la Provenza, llegó á Falcon, su patria, y<br />
entregándose á la contemplación, se vió tirar <strong>de</strong> nuevas<br />
ansias <strong>de</strong> la soledad, acordándose <strong>de</strong> aquella paz interior<br />
y consuelos celestiales que en ella habia gozado. Andaba<br />
aun dudoso <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>bia hacer; poi que aunque había<br />
entendido que Dios le queria tomar por instrumento para<br />
fundar una nueva or<strong>de</strong>n; no sabia el tiempo ni el modo<br />
con que esto se habia <strong>de</strong> ejecutar, y así, <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong>eplen<strong>de</strong>r<br />
la voluntad <strong>de</strong> Dios, se dió á larga oración, repitiendo<br />
muchas veces las palabras <strong>de</strong> san Pablo: Domine,<br />
quid me vis ¡Mcrel Seflor, /.qué queréis que baga? Respondióle<br />
interiormente el Señor, que saliese <strong>de</strong> su patria<br />
y <strong>de</strong> sus parientes y se fuese peregrinando por el mundo<br />
á la tierra que él le moslraria. Así lo ejecutó el sanio: salió<br />
<strong>de</strong> Falcon á pié con un vestido bumil<strong>de</strong> y un báculo en<br />
Ja mano: caminaba <strong>de</strong> pueblo en pueblo predicando la<br />
palabra <strong>de</strong> Dios y sustentándose <strong>de</strong> lo que le daban <strong>de</strong> limosna:<br />
llegá á París: restituyó á los prelados las carias<br />
que le habian dado: excusóse <strong>de</strong> no hacer por entonces<br />
aquella jornada, diciendo que Dios le mandaba que se<br />
apartase <strong>de</strong> los hombres para tratar con él á solas, quizá<br />
porque no era tiempo <strong>de</strong> poner en ejecución obra tan gran<strong>de</strong><br />
ni estar él sazonado para ser instrumento <strong>de</strong> ella : que<br />
Dios dispondrá á su tiempo <strong>de</strong> la ejecución <strong>de</strong> su voluntad;<br />
y que á los hombres loca obe<strong>de</strong>cer, nó escudriñar los juicios<br />
<strong>de</strong>l Señor.<br />
Salió <strong>de</strong> París, ignoranle <strong>de</strong>l camino é incierto <strong>de</strong>l término;<br />
y el espíritu que le llevaba al <strong>de</strong>sierto, le gm'ó a la<br />
íialia Bélgica, al lerritoi io Mel<strong>de</strong>nse, á la montaña líro<strong>de</strong>lia,<br />
tierra fragosa y áspera, <strong>de</strong>spoblada <strong>de</strong> hombres y poblada<br />
<strong>de</strong> fieras: y habiendo penetrado lo interior <strong>de</strong> la<br />
montaña con gran<strong>de</strong>s fatigas y peligros, halló diversas<br />
cuevas mas á propósito para habitación <strong>de</strong> fieras que para<br />
morada <strong>de</strong> hombres: escogió la mas horrorosa por ser la<br />
DIA 20.<br />
mas á propósito para sepultura, en que <strong>de</strong>seaba sepultarse<br />
vivo, para vivir en el mundo como muerto, mientras la<br />
muerte no le sacaba <strong>de</strong>l mundo. Entre las sombras <strong>de</strong> su<br />
cueva se ocultaron sus ayunos, penitencias, oraciones, revelaciones,<br />
batallas y triunfos, para que aun no llegasen<br />
á la noticia <strong>de</strong> tos hombres las obras <strong>de</strong>l que asi huyó <strong>de</strong><br />
ser conocido <strong>de</strong> los hombres. Habiendo estado casi pi<strong>de</strong><br />
meses en esta cueva, le reveló el Señor que moraba en<br />
otra soledad no iéjos <strong>de</strong> la suya un varón sanio á quien le<br />
convenia ir á buscar. Temió no fuese engaño <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio<br />
para sacarle <strong>de</strong> su soledad y volverle al mundo; gas*-<br />
ló toda una noebe en oración fervorosa, suplicando al Señor<br />
le guiase y no permitiese que fuese engañado <strong>de</strong>! eneraigo;<br />
y á la mañana halló á la puerta <strong>de</strong> su cueva un<br />
mancebo <strong>de</strong> mas que humana hermosura. Admiróse al<br />
principio con la novedad, y <strong>de</strong>spués le preguntó á quién<br />
buscaba y á qué venia; y respondió que venia enviado <strong>de</strong><br />
Dios para guiarle en aquella soledad. Dió el santo gracias<br />
al Señor porque le enviaba como á Tobías, s» santo ángel,<br />
para que fuese guia y compañero <strong>de</strong> su camino. Anduvieron<br />
juntos algunas millas conversando <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong>l cielo,<br />
los que cuanto se diferenciaban en la naturaleza, tanto<br />
se parecían en la santidad : el ángel que se habia vestido<br />
<strong>de</strong> la figura <strong>de</strong> hombre, y el hombre que se habia vestido<br />
<strong>de</strong> las propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ángel, hasta que fatigado san<br />
Juan <strong>de</strong>l camino, se sentó sobre una piedra para <strong>de</strong>scansar<br />
un breve ra'o. Cerró sus ojos al dulce saeño, que al<br />
<strong>de</strong>spertar fué muy amargo porque no vió á su guia y compañero:<br />
miró por todas partes, dió voces, y como nadie le<br />
respondiese, prosiguió su camino, triste y arrepentido <strong>de</strong><br />
haber dormido el sueño que le privó <strong>de</strong> tal compañía, hasla<br />
que pasó el rio Materna, y halló un pastor <strong>de</strong> ovejas, á<br />
quien preguntó si sabia dón<strong>de</strong> habitaba un varón do gran<strong>de</strong><br />
santidad que hacia vida solitaria: y por las señas que<br />
el pastor le dió, vino á bailar la ermita y encontrar con el<br />
ermitaño, que era san Félix <strong>de</strong> Valois, que habia mas <strong>de</strong><br />
veinte años habitaba en aquel <strong>de</strong>sierto, y tenia cerca <strong>de</strong><br />
setenta <strong>de</strong> edad. La noche antes babia tenido revelación san<br />
Félix <strong>de</strong> que el dia siguiente babia <strong>de</strong> venir á visitarle san<br />
Juan! y en viéndose los dos santos, se saludaron por sus<br />
nombres, como antiguamente Pablo y Antonio. Pidió san<br />
Fél¡\ á san Juan qnese sentase porque venia cansado <strong>de</strong>l<br />
camino; no quiso san Juan hasta que se sentase san Félix<br />
por mas anciano; y tuvieron semejanle contienda que Pablo<br />
y Antonio sobre el partir el pan. Ninguno quiso ce<strong>de</strong>r<br />
al otro en la humildad por ce<strong>de</strong>rle la honra ; y terminóse<br />
la piadosa porfía sentánd«se los dos á un mismo tiempo,<br />
listando sentados los dos santos, preguntó san Félix á san<br />
Juan, qué le habia movido á buscar á un siervo inútil <strong>de</strong>l<br />
Señor, que no tenia nada para que mereciese ser buscado<br />
ni conocido <strong>de</strong> ningún hombre. Dios me ha enviado á l(,<br />
ó Félix (dijo san Juan), como discípulo á maestro, como<br />
mancebo á anciano, como sm experiencia al experimentado,<br />
para que me enseñes el camino <strong>de</strong> la virtud, me<br />
aconsejes en mis dudas y me guies en mis ignorancias. Yo<br />
empiezo el camino <strong>de</strong> la perfección ; tú lias andado por él<br />
mochos años, y quiere Dios que viva en lu compañía, para<br />
que yo siga al que va <strong>de</strong>lante y no me pierda dando pasos<br />
sobre tus huellas. No te <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñes <strong>de</strong> admitirme por compañero;<br />
que annque soy imperfecto, vengo <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong><br />
apren<strong>de</strong>rla perfección; y porque soy libio, <strong>de</strong>seo con tus<br />
ejemplos enfervorizarme. En tus manos me pongo, para