Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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SepuKaron sus hijos el sagrado cuerpo de san F(llix,
con gran concurso de los que á la noticia acudieron de los
puebloscomarcanos, en el mismo convenio de Ciervo-Frígido
: y es ti arlicion inconcusa qtic se vieron por algunos
dias luces milagrosas sobre su sepulcro. Ha hecho Dios
por su intercesión muchos milagros, por los cuales y por
sus grandes virtudes ha sido venerado y tenido por santo
como veremos en la vida de san Juan de Mala ; y «u religión
celebra sn íies'a con oración y lecciones propias , á
los 4 do noviembre, que es el dia de su glorioso tránsito.
Largo fuera nombrar todos los hisloriadoros que escriben
de san Félix de Valois : cítalos el maestro Gil González
Dávila en la vida de los dos patriarcas san Juan y
san Félix, y Tamayo de Salazar en su Martirologio á 21
de diciembre, y el apéndice que hizo el muy R. P. Fr.Juan
de la Concepción, del órden de Descalzos de la Sanlisima
Trinidad y procurador general en Roma , á la vida que
escribió de los dos santos patriarcas Fr. Francisco Macedo,
déla órden de san Francisco : de la cual y de las lecciones
de san Félix, aprobadas de la Iglesia, hemos sacado pi incipalmenle
lo que queda dicho.
LA LEYENDA. DE ORO.
D1A 20.
nes y sábado, no queriendo en estos dias tomar el pecho
mas (pie una vez.
Crióle su madre con gran cuidado, y el niño tenia un natural
nacido para la santidíid ; porque era de cera para la
virtud, y de acero para los vicios, recibiendo fácilmente
lodo lo bueno, y rechazando constantemente todo lo malo.
Sus virtudes eran mas que sus años: y quien midiese su
virtud con su edad, bailara ta edad muy desigual ála virtud,
ira obediente á sus padres, rendido á sus mayores,
pacifico con sus iguales, compasivo con los pobres; á los
sanios tenia gi'an devoción, á María santísima singularafecto,
á Dios mucho amor y temor: todos sus entretenimientos
eran sagrados: todo indicio de la sanlidad fulnra: nada
tenia de niño, sino los años; y estos los desmenlia la prudencia
y los negaba la madurez. Al llegar á los siete años
pidió á sus padres que le enseñasen lelras; y ellos le enviaron
á la ciudad de Aix, que es en la Provenza, con el
porte conveniente á su calidad. Aquí aprendió lelras humanas
y los ejercicios de caballero; y el tiempo que no lo
ocupaba el estudio gastaba en los templos, en las cárceles
ó en los hospitales, conversando con Dios, ó con
los enfermos ó con los presos; porque todos sus di-
eran las obras de caridad y los ejercicios de
SAN JUAN DE MATA , COM-ESOI» Y FUNDADOB.—En la Pro-vcrlimientovenza
, que es provincia de Francia , en el condado de
Niza, en el villaje de Faloon , n;ció san Juan de Mala
de Eufemio y Marta , esclarecidos en sangre y señalados
en virtud, el año de nuestra salud 1160, según el cómpu!o
mas ajustado, y podemos decir el primero de la libertad de
los caulivos cristianos: porque en él nació el que los habia
de redimir del cautiverio de los moros. Bien lo mostraba
devoción.
Aun no sabia bien qué cosa era el mundo, y ya le daba
en rostro el mundo y deseaba dejarle: y así después de algunos
años que habia permanecido en Aix, volvió á Falco»
con deseo de retirarse al desierto; mas cuando el amor de
Dios lo llamaba, el amor de sus padres le detenia; hasla
que rotas estas cadenas con la gracia del Señor, salió de
el blasón de la casa de Mata, que era un cautivo cargado su casa ocultamente, por inspiración del Espíritu Santo, y
de cadenas con esta letra : O Domine, libérame ab islis vinculis.
Eran estas armas profecía de las proezas venideras,
mas que blasón de las hazañas pasadas; y así mas recibió
estos blasones la familia de Mata de san Juan, que él las
recibió de sus mayores: porque llenó esta empresa libertando
innumerables caulivos de las cadenas de los moros.
Así se lo reveló María santísima á su madre; porque estando
Marta preñada, se encomendó á la Reina de los ángeles
suplicándola afectuosamente que la favoreciese en su paito,
y tomase debajo de su protección la criatura que ella
traia en sus entrañas; y fué tan poderosa su oración, que
luego bajó dtd cielo María santísima cercada de inmensos
resplandores, y la dijo: No temas, porque parirás un hijo
que será santo y redentor de cautivos cristianos, y padre
de muchos hijos que se emplearán en el nTismo ministerio
con grande provecho de las almas. Con esto desapareció
la visión, y Marta quedó llena de gozo y esperanzas del
hijo que habia de nacer de sus entrañas; pues nó un ángel
sino María santísima habia queridoser la que anunciase su
yacimiento, mostrando con tan extraordinario favor la extraordinaria
santidad á que habia de llegar el niño, ycuán
favorecido habia de ser d» Dios en naciendo, el que ánles
de nacer era tan favorecido de su santísima Madre. Cuando
salió á luz se vió resplandece su rostro, como que nada
para nuevo sol del mundo, que le habia de alumbrar
con los rayos de su doctrina y con los resplandores de su
santidad. ¡Nació vlspeiadeSan Juan Buuíisla, y por eso
le llamaron Juan en el bautiMiio: y fué Juan en las asperezas
y penitencia, que se adelantó no solo alas culpas, mas
también á la razón; porque luego en naciendo empezó á
ayunar cualro dias en la semana, lunes, miércoles, vierse
retiró á los montes que hoyse llaman Pomas de Marsella,
donde habia hecho penilencia sania María Magdalena.
Aquí entró el santo mancebo, sin guia, sin maestro, y se
halló solo, sin casa, sin padres, sin amigos, sin compañeros,
pero en Dios lo halló todo mejorado, y con tener á
Dios no le fallaba nada. Su habitación era una gruta horrorosa:
su cama la peña dura: su vestido un cilicio áspero:
su comida las yerbas silvestres: no tenia abrigo para
el frió, pi defensa contra el calor, ni reparo de los vientos,
siempre expuesto á todas las inclemencias de los tiempos;
pero loque afligíaá la carne, regalabi al espíritu; y tenia
el alma por delicias lo que el cuerpo tenia por lormonlo: y
así era su regalo el ayuno, su descanso el trabajo, su sueño
la contemplación, su gozóla penitencia y su gloria tratar
con Dios y con los ángeles, de quienes recibió sin duda
muchos favores; pero quiso el Señor darlos á nuestro
discurso, mas que á nueslra noticia. Deseaban los demonios
echar al santo mancebo de este desierto, no pudiendo
sufrir la vida admirable que en él hacia: para esto procuraron
espantarle y atemorizarle con diversas trazas y ardides,
semejantes á las que usaron antiguamente con san
Antonio; pero no pudieron vencer, ni hacer huir ó dejar el
campo al valeroso soldado de Cristo, que armado de fé y
coniianza no temia sus espantos y se burlaba de sus amenazas.
Como no le salían bien las otras trazas, usó una,
verdaderamente diabólica: tomó el rostro y disposición do
un su amigo y condiscípulo, á quien habia tralado en Aix.
Díjole, que la fama de su vida, que á ól lo parecía estar
oculta á todos los hambres, habia llegado á su noticia, y le
habia traído áaquel desierto,para imitarle y aprender de él
á servirá Dios, y que no rehusase enscñ;;i' al que venia cen