Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

404 LA LEYENDA
lidad do superiora, se ocupaba en los mas vües ejercicios
de la casa, y si alguna vez se le advertía que aquellos
oficios no correspondian á su encargo, contpslaba que basta
era indigna de servir á sus hermanas. Con semejanfes
ejemplos se estimulaba de tal modo la virtud en aquel monasterio,
que llegó á ser un verdadero coro de vírgenes celestiales.
El amor que profesaba Gertrudis á Jesucristo la
hacia asimismo amar tiernamente á la santísima Virgen,
de la cual fué muy devota, ofreciendo siempre sus oraciones
en favor de las almas que sufren en el purgatorio, las
cuales fueron constantemente el mas interesante objeto de
su caridad. Por fin, después de una vida consumida en el
altar del amor divino, llegó la hora dichosa de que esta
santa virgen fuese á juntarse con su celestial Esposo, por
el cual habia suspirado continuamente, y al cual se iba á
presentar pura y casta como en el día del bautismo. Anegada
Gertrudis en suavísimas consolaciones, recreada con
la vista del cielo abierto para recibirla, y teniendo á su
lado á Jesucristo, que la esperaba, no murió, se trasladó
deliciosamente á la Jerusalen celestial, el dia n de noviembre
del año 1331, después de cuarenta años de abadesa.
Como su enfermedad no fué conocida por los facultativos,
quisieron hacer autopsia do su cadáver, y encontraron
que en el corazón tenia impresas las señales de los
instrumentos de la pasión del Salvador. Sus milagros antes
y después de su muerte son innumerables; pero lo que
la ha hecho mas famosa en la Iglesia, son las muchísimas
visiones celestiales con que el Señor la favoreció, y que
están consignadas en el «Libro de las revelaciones« que
ella misma escribió por mandato de sus superiores. En esle
libro se ve que la santa estuvo toda su vida en una unión
íntima con Dios, y que después de santa Teresa, fué santa
Gertrudis la virgen mas favorecida del divino Esposo, Jesucristo.
SAN EUGENIO, COJÍFBSOR.—Fué natural de Florencia y
diácono de san Cenobio, obispo de la misma ciudad. Ejerció
su ministerio cual correspondía al discípulo de tan gran
prelado, acompañó á este en sus expedickmes apostólicas,
fué testigo y participante de sus ruidosos milagros, y su
heredero en la gracia de curar á los enfermos y resucitar
los muertos. Eugenio era por todas partes acompañado de
una multitud de pobres que vivían de sus extraordinarias
limosnas, y habiendo llegado al término de su peregrinanación
en la tierra, murió en el Señor, por los años
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L\ DKDIOACION DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO,
—Escribiendo san Juan Grisóstomo sóbrela epístola segunda
de san Pablo á los corintios, y hablando déla gloria
que da Dios á sus siervos aun en esta vida, y como los ensalza
mas que á los reyes y emperadores, dice estas palabras
: « Los sepulcros de los que han servido á Cristo
crucificado, sobrepujan á los palacios de los reyes, no
tanto en la grandeza y hermosura de los edificios (aunque
también en esto les hacen ventaja), sino con otra cosa mas
importante, que es en la muchedumbre de los que con devoción
y alegría acuden á ellos. Porque el mispo emperador
que anda vestido de púrpura, va á los sepulcros de los
santos y los besa sin fausto, postrado en el suelo, suplica
á los mismos santos que rueguen á Dios por él: y el que
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trae corona real en la cabeza, tiene por gran favor de Dios
qm Pedro, pescador, y Pablo, que ganaban de comer con
el trabajo de sus manos, sean sus prolectores y defensores,
y se lo suplican y piden con muchas veras, n Esto es
de san Crisóslomo: y el gloriosisimo padre san Agustín
dice: «Ahora á la memoria del pescador, se inclinan las
rodillas del emperador: resplandecen las piedras preciosas
de la corona imperial, donde mas se sienten los beneficios
del pescador:» y en otro lugar: «Bien veis como la
eminencia y suprema majestad del imperio romanóse humilla
delante del sepulcro del pescador, y pone sus pies en
la corona imperial.» Cuán gran verdad sea la que dicen
estos santísimos y sapientísimos doctores, claramente se
ve hoy en la fiesta que la santa Iglesia celebra en la Dedicación
de los templos de San Pedro y San Pablo: porque
el emperador Constantino, despuesque fué bautizado, queriendo
honrar á estos dos príncipes de los apóstoles, y edificarles
templos en aquel lugar que llamaban la Confesión
de san Pedro (por estar allí sepultado su santo cuerpo);
quitándose la diadema imperial de la cabeza, y postrado
en tierra, hizo oración con muchas lágrimas, y luego tomó
un azadón y abrió las zanjas, y sacó doce espuertas de
tierra, que por sí mismo llevó de allí en honra de los doce
apóstoles, y señaló un lugar donde se hiciese una iglesia
al príncipe de todos ellos, san Pedro. Acabóse el templo
y consagróle san Silvestre, papa, en 18 de noviembre,
año de Cristo de 32í, y puso en él un aliar de piedra,
mandando que de allí adelante los altares fuesen de piedra.
Edificó también el mismo emperador Constantino al
apóstol san Pablo, en la vía Ostiense, otra iglesia, y enrirjuecio
la una y la otra con muchas rentas, y adornólas de
ricas y preciosas joyas j y esta es la fiesta que hoy celebramos,
y con mucha razón ; porque ¿qué argumento podemos
tener del poder de Cristo crucificado mas eficaz,
que ver postrado al emperador y monarca del mundo al
sepulcro de un pescador, que también fué crucificado
por el mismo Cristo? O ¿qué triunfo se puede imaginar
mas ¡lustre y glorioso, que ver á Constantino vencedor y
triunfador del mundo, llevar las espuertas de tierra sobro
sus hombros para servir de jornalero en el edificio del
templo del pescador? O ¿ quémayor gloria y ensalzamiento
se puede dar á un hombre mortal acá en la tierra, que
laque dió el Señor á san Pedro tal dia como hoy, con esto
hecho de Constantino? ¿Y la que después le ha dado, sujetando
á sus piés la cumbre de los imperios y reinos, y trayendo
á su sagrado sepulcro tantas gentes y naciones, que
vienen de tan diferentes provincias y tierras á Roma, para
reverenciar y adorar sus preciosos huesos y cenizas, y encomendarse
al patrocinio de este glorioso príncipe de los
apóstoles, teniéndole por su principal amparo y defensor?
Y no solamente después que el emperador Constantino edificó
en Roma en el Vaticano, aquel suntuosísimo templo á
san Pedro, han venido á él en romería los fieles (como habernos
dicho), sino también antes que se edificase, habia
en la Iglesia católica esta devoción : y muchos, aun en
tiempo de las persecuciones atrocísimas de los tiranos, do
muy lejas tierras venían á Roma para visitar Ümxna Aposlolorum,
que así llamaban aun entonces las iglesias de San
Pedro y San Pablo : porque á los umbrales de las puertas
desús templos se postraban y derribaban en el suelo, besándolas
con singular piedad y devoción. Y siempre so
han tenido en grao veneración aquellos sagrados lugares.