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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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ni A 13. 39<br />

dioses. Tuvo gran (lolor MauiÜio por ver al <strong>de</strong>monio lau<br />

señoreado <strong>de</strong> los corazones <strong>de</strong> los hombres, y adorado en<br />

"quel templo: y <strong>de</strong>seando sobremanera asolarle, y viendo<br />

que no tenia po<strong>de</strong>r para hncerlo, se puso en oración,<br />

suplicando á Dios nuestro Señor, que le <strong>de</strong>rribase y no <strong>de</strong>jase<br />

<strong>de</strong> él [liedi a sobre piedra. Al momento bajó fue^o <strong>de</strong>l<br />

cielo que abrazó al templo y los ídolos que en él estaban,<br />

y los hizo ceniza. Ko este lugar fundó el santo una iglesia<br />

á Jesucrislo, Dios verda<strong>de</strong>ro, que fué muy frecuentada con<br />

mucha piedad y <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> todos aquellos pueblos, y él<br />

la gobernó doce años, obrando nuestro Señor muchos miingios<br />

por su siervo; porque con la señal <strong>de</strong> la cruz curó<br />

un hombre que tenia las manos secas <strong>de</strong> su nacimienlo, á<br />

una mujer en<strong>de</strong>moniada y ciega, y atada con ca<strong>de</strong>nas, á<br />

un muchacho que estaba para morir, por haberle mordido<br />

una víbora, y á una mujer vieja y estéril le alcanzó hijos:<br />

y con estos y oíros milagros creció su fama, y él cobró<br />

•Tnimo para hacer con mayor esfuerzo guerra á los <strong>de</strong>mo-<br />

"ios, quitándoles la adoración que la gente engañada les<br />

•l^ba. Allí, junto don<strong>de</strong> el santo vivia, habia un ídolo íamoso<br />

á quien el pueblo con extraña superstición acudia.<br />

Fué allá el sanio traspasado <strong>de</strong> dolor, y haciendo la señal<br />

<strong>de</strong> la cruz, luego cayó el ídolo y salieron los <strong>de</strong>monios <strong>de</strong><br />

él, <strong>de</strong>jando en aquel lugar un olor pestilencial. También<br />

en este mismo lugar, habiendo primero quemado todas las<br />

estatuas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>monios, edilíco otro monasterio, y libró<br />

á muchos <strong>de</strong> la tiranía <strong>de</strong> los mismos <strong>de</strong>monios que los infe&laban.<br />

basaban ciertos merca<strong>de</strong>res una vez cerca <strong>de</strong> la casa<br />

(lon<strong>de</strong> habitaba el santo, y Cnlre las otras merca<strong>de</strong>rías,<br />

llevaban por esclavosalgunosilaliancs, hombres y mujeres<br />

para ven<strong>de</strong>r en España. Uno <strong>de</strong> aquellos esclavos, viendo<br />

la iglesia, con gran<strong>de</strong> ímpetu se arrojó á ella, suplicando<br />

con muchas lágrimas al santo confesor, que le ayudase<br />

y le librase d(? ¡iqael cauliverio. Kl, movido <strong>de</strong> compasión,<br />

comenzó á rogar al ducuo por el esclavo; mas el amo, no<br />

haciendo caso <strong>de</strong> los ruegos <strong>de</strong> Jlaurilio, mandó á sus criados<br />

que sacasen por fuerza al esclavo déla iglesia. Volvió<br />

el venerable sacerdote los ojos al cielo, puso las rodillas<br />

eu el suelo, <strong>de</strong>rramó lágrimas al Señor por el cautivo, y<br />

súhitamenle le dió un mal tan repentino y vehemente al<br />

dueño, que allí espiró. Quedaron los <strong>de</strong>más atónitos y dcsl):,voridos,<br />

temiendo que la tierra no se abriese y los Iraj^80:<br />

mas el bienaventurado sucerdote, postrado en el stic-<br />

1 Sl|[dicó á nuestro Señor que le restituyese la vida, y no<br />

ev;,n(ó hasta que el Señor se la dió, y el esclavo quedó<br />

COn.l¡l>ertad.<br />

' san Martin á la ciudad <strong>de</strong> Auxerrc, que á la sazón<br />

* ^''ha sin pastor: y como conocía tan bien los méritos <strong>de</strong><br />

,ll>riIio5 su discípulo, procuró que le hiciesen obispo, y<br />

'os <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo dió signiflencion <strong>de</strong> ser aquella su vo-<br />

U|ílad; porque bajó una paloma estando él en la iglesia<br />

^ se puso sobre su cabeza, y él viendo que aquella era la<br />

Vülunlad <strong>de</strong>l Señor, bajó la cerviz á la carga y aceptó<br />

'ulUellíi dignidad para servir mas al que se la daha. Estanco<br />

muy ocupado en ejercer su olicio <strong>de</strong> santo y vigilante<br />

l'i'stoi, le sucedió una cosa digna <strong>de</strong>notarse; para que los<br />

P' elados vean el cuidado que <strong>de</strong>ben tener <strong>de</strong> his ovejas<br />

'loe nios ios encomendó, y el escrúpulo y angustia con<br />

fiuc viven los santos obispos, cuando temen haber fallado<br />

1111 cualquiera cosa por pequeña que sea, locante á la sa<strong>de</strong><br />

las almas. Estando un dia el santo pontiíice dicien -<br />

do misa, vino á él una mujer con un hijo suyo que eslaba<br />

para morir (y ella le habia alcanzado <strong>de</strong> Dios siendo esléril,<br />

por las oraciones <strong>de</strong> san Maurilio), para que le diese<br />

el sacramento <strong>de</strong> la conlirmacion, y muriese (siendo Dios<br />

<strong>de</strong> ello servido) su hijo con mayor gracia <strong>de</strong>l Señor. Detúvose<br />

mucho el santo prelado en el sacrosanlo sacrilicio, y<br />

en aquel espacio el muchacho acabó la vida. Cuando san<br />

Maurilió vió muerto al hijo, y las lágrimas y sollozos <strong>de</strong> la<br />

madre, y la causa por queselo habia traído; no se pue<strong>de</strong>,<br />

creer fácilmente el dolor , que como clavo le traspasó las<br />

entrañas, temiendo que por culpa suya aquel muchacho<br />

fuese muerto sin el sacramento <strong>de</strong> la conlirmacion (que los<br />

santos temen que hay culpa suya don<strong>de</strong> no la hay), y fué<br />

tanto su sentimiento (pie no se podia consolar, y <strong>de</strong>terminó<br />

darse á mayores ayunos, esperanzas y penitencias, para<br />

pagar con ellas aquella culpa que á su parecer habia cometido.<br />

Tara esto secretamente se salió <strong>de</strong> la ciudad, llevando<br />

consigo las llaves <strong>de</strong>l sagrario <strong>de</strong> su iglesia, don<strong>de</strong><br />

estaban muchas reliquias <strong>de</strong> santos, y cscrihiendo en una<br />

piedra que eslaba á la orilla <strong>de</strong>l mar, el dia en que partía,<br />

entró en una nave, y habiendo navegado un rato, las llaves<br />

que llevaba en las manos se le cayeron en el mar. Entonces,<br />

con nuevo sentimiento y dolor, dijo: Hasta quees_<br />

tas llaves vuelvan á mis manos, no volveré yo á mi casa n¡<br />

á mi Iglesia. Llegó á la tierra, concerlósc con un caballero<br />

por hortelano para tener cuidado <strong>de</strong> su huerta, y con<br />

aquella humildad y trabajo alligir su cuerpo y borrar el<br />

pecado que tanto le congojaba.<br />

El clero y pueblo, y toda la ciudad <strong>de</strong> Auxerre, cuando<br />

se vió sin su pastor, quedó atónita y confusa, y mucho mas<br />

<strong>de</strong>spués que Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo con varias visiones los iba<br />

amoiieslando que buscasen su prelado; porque <strong>de</strong> otra<br />

suerte alguna gran calamidad vendría sobre ellos. Trataron<br />

<strong>de</strong> esto en su consistorio, y escogieron cuatro ciudadanos<br />

<strong>de</strong> los mas á propósito para esto, y proveyéndoles<br />

<strong>de</strong> todo lo necesario para el camino, les mandaron que no<br />

volviesen hasta hallarle. Siete años anduvieron en su busca,<br />

sin hallar rastro <strong>de</strong> él en parle alguna : y volviéndose<br />

ya sin esperanza, llegaron á un puerto <strong>de</strong> mar <strong>de</strong> la menor<br />

ISretaña, y hallaron escritas en aquella piedra que dijimos,<br />

estas palabras: «Por aquí pasó Maurilio, obispo <strong>de</strong><br />

Auxerre.» Alegres con este solo indicio, se embarcaron<br />

para pasar á la otra parte <strong>de</strong>l mar en busca <strong>de</strong> su prelado:<br />

mas navegando (¡ó bondad y po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios!) un pez gran<strong>de</strong><br />

saltó <strong>de</strong>l mar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la nave; y abriéndole, hallaron<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> él las llaves <strong>de</strong> las reliquias que se le habiau<br />

caidoal santo <strong>de</strong> las manos , y reconociéndolas, temieron<br />

que el mismo santo hubiese caído en el mar, y allí fuese<br />

ahogado. Trataron entre sí si volverían á su ciudad con solas<br />

las llaves ó qué harían: y estando en esta duda, luvieron<br />

una revelación <strong>de</strong>l cielo, que les mandaba que siguiesen<br />

su <strong>de</strong>rrota hasta hallar al mismo santo. Alentados con<br />

esta revelación, saltaron en tierra, y guiados <strong>de</strong>l áu^el<br />

<strong>de</strong>l Señor, llegaron á casa <strong>de</strong> aquel caballero, y vieron á<br />

Maurilio que llevaba verdura para servicio <strong>de</strong> su amo.<br />

Conociéronle y espantáronse, echáronse á sus piés, dijéronle<br />

quiénes eran y á qué habían venido, y suplicáronlo<br />

que se volviese con ellos, para bien y consueto <strong>de</strong> aquellas<br />

ovejas que Dios le habia encargado. Turbóse el santo<br />

con aquella novedad , y aunque le hacían gran fuerza los<br />

i liegos y Ingrimas <strong>de</strong> aquellos mensajeros, no se <strong>de</strong>jó<br />

vencer, antes se dijo, que él habia hecho juramento y voto

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