Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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esta palabra; puesquo K-scnseíjó el conocimiento deDios y
sus deberescomociudadanos, y plantó por todas a(piellasregiones
el Evangelio, que produjo los frutos mas opimos. En
semejante empresa tuvo el santo que sufrir grandes conlraliompos;
pero su paciencia y constancia, superiores á todo
encarecimiento , lograron que el cielo ablandase por ün
aquellos corazones, y los milagros que acompañaron muchas
veces á sus discursos obraron la completa conversión
de aquellos naturales. San Malo fundo entonces la Iglesia
de Alet, y fijó en ella su sede episcopal, sin dejar de predicar
y de instruir continuamente á sus ovejas. En medio
de tanto trabajo, no olvidó nunca su propia santificación:
dábase con mucha frecuencia á la oración , al ayuno y á
la penitencia, y queriendo en sus últimos años prepanu so
para el tránsito á la eternidad , dimitió su obispado y se
fué á Saintes á terminar en paz sus dias. San Malo murió
el dia 13 de noviembre del año SGü , habiendo gobernado
en calidad de obispo la Iglesia de Alet por espacio de cuarenta
años.
SAN LEONCIO , OBISPO V CONFESOR.—Fué el segundo de
su mismo nombre que'ocupó la silla episcopal de Burdeos.
Ilabia nacido en Sainles por los años de 510. En su juventud
sirvió en la milicia é hizo la guerra en España contra
Jos visogodos. La integridad de su conducta, la pureza de
sus costumbres, su amor á la justicia, su piedad y sus
limosnas le hicieron digno del episcopado. El clero y pueblo
de Burdeos lo eligieron por pastor, y fué consagrado
el año íiíi. Consagróse todo entero á la santificación de
sus ovejas ; asistió á los concilios segundo y tercero de
París, vendió todos sus bienes , que eran considerables,
euyó producto empleó en beneficio de los pobres y de las
Iglesias, y murió en paz el año 565.
SAN PAVINO, CONFESOR.—Natural delMaine, dejó al mundo
en su juventud para consagrarse á Dios con el retiro.
A una santidad eminente juntó un talento privilegiado
para la predicación. Cuando fué elegido superior del monasterift
de Santa Alaría en el territorio de Beaugé, dió en
su destino las mejores pruebas de su humanidad , de su
vigilancia, de su zelo , de su paciencia y caridad. Murió
á fines del siglo VI, circundado de la gloria de los milagros.
SAN DIDIEB, OBISPO Y CONFESOR.—Los franceses le llamnn
san (Jery. Nació de padres nobles en el territorio de Alb
el año 580. Educóse en la córtede ClotarioII: hizo rápidos
progresos en la carrera dex la ciencia y se hizo notable
por su elocuencia. Obtuvo empleos distinguidos en la corte
; pero siempre vivió en ella como un religioso en su
claustro. El tiempo que le dejaban libi e los asuntos de su
desüno, lo empleaba en la meditación déla ley deDios,
en el estudio de los libros santos y en la oración. Procuraba
imitar en todoá los santos, y mantener su corazón inmaculado.
Mereció la confianza de los reyes y príncipes
de su nacon. ES notable la carta que dirigió el rey Dagoberto
al clero de la diócesis de Cahors, cuando uropuso á
Didier para ob.spode aquella iglesia. En ella'se pintan
los méritos del siervo de Dios, y refiere el rey los motivos
que le han decidido á la elección con colores tan natura
msdesu dignidad, trabajó principalmente para hacer
brillar la religión y extirpar el vicio en su diócesis. Los
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pobres fueron el primer objeto de su solicitud ; y su crédito
en la córte, que conservó .toda la vida, lo empleó en
inclinar el ánimo del rey y el de los poderosos á fundar
en Francia varios monasterios y muchos eilablecimiciilos
de beneficencia. Llegó á una edad muy avanzada, y cumulado
de méritos, murió en el Señor el día 15 de noviembre
de 65i, en el territorio de Albi, después de haber
gobernado mucho tiempo con gloria la diócesis de
Cahors.
SAN LUPEÍUO, OBISPO Y CONFESOR.—Floreció siendo obispo
de Verona en el siglo VIH. Su episcopado, glorioso en virtudes
y milagros, fué además notable por la fundación de
algunas iglesias y monasterios, y por la dotación de algunos
establecimientos en favor de los pebres.
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SAN EDMUNDO, OB;SPO Y CONFESOR.—San Edmundo, arzobispo
canfuariense, nació en Inglaterra, en una villa llaiñada
Albendon, de padres honrados, no pobres ni muy
ricas: su padre se llamó Eduardo y su madre Moabilia ; y
eran tan temerosos de Dios, que el padre, con consenlimienlo
de su mujer, se entró en un monasterio, y allí
acabó santamente su vida ; y la madre, aunque quedó en
el siglo, vivió en él mas como religiosa que como seglar,
y enseñó á su hijo Edmundo (á quien dió este nombre por
reverencia de san Edmundo, rey de Inglaterra y mártir)
la vida espiritual, exhortándole á guardar perpetuamente
su virginidad, y domar su carne con ayunos y cilicios y no
ofender á su Criador y Señor por ninguna cosa, y desde
niño le persuadió que ayunase los viernes á pan y agua,
y para que se inclinase á hacerlo, le prometia y daba algunos
regalillos, con que los niños se suelen contentar; y
cuando estudiaba, con la ropa blanca le solia enviar algún
cilicio de su mano, para que le usase, temiendo la santa
madre que las ocasiones y malas compañías que se hallan
en las universidades no engañasen á su hijo y le despeñasen
en los vicios de la juventud. Tomó Edmundo tan bien
la doctrina c instrucción de su madre, que toda su vida
guardó su alma limpia de toda torpeza carnal, é hizo voto
de guardarla á la sacratísima Virgen nuestra Señora, tomándola
por abogada y patrona: y para ganarla mas la
voluntad, hizo hacer una sortija en que estaba esculpida
el Ave-María, y la puso en el dedo de una imágen de la
Virgen, como quien se desposaba con ella : la cual sortija,
después de muerto Edmundo, milagrosamente se halló en
su dedo. En los ayunos, penitencias y asperezas, se esmeró
tanto, que no se puede fácilmente creer, buscando siempre
nuevas invenciones de cilicios y penas para afligir mas
su carne, y conservar la virginal pureza que por medio de
su sacratísima madre habia ofrecido á Jesucristo nuestro
Redentor. Todo el favor de la Virgen hubo menester Edmundo,
para defenderse de las duras batallas que tuvo
con el común enemigo, que le pretendía despojar de la
preciosa joya de la castidad, porque estando estudiando
en la universidad de París, una hija de su huéspeda, moza,
hermosa y lasciva, instigada del demonio, se prendó de
él tan locamente, que le descubrió la llaga de su corazón,
y le dió gran batería para atraerle á su voluntad, á la cual
Edmundo resistió, favorecido de la Virgen, valerosamento,
reprendiendo á la mujer de su ceguedad, y procurando
inclinarla al amor sanio de la castidad; pero como ella