Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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Iiaciendo HHBMijW C^APMfM pMI la religión, l;is eiiítlos
í'.xcilubau d odio de los pacanos, estos lo premlinon;
pero dospucs de algunos dias lo dejaron en libertad. Conlinnó
Anlononio sus predicaciones y sus muchas conversiones,
y no pudiendo conlener ya su cólera los genlilcs,
lo buscaron, y cnconlráudole. que estaba diciendo misa,
le maluron en ei mismo altar, á principios deí siglo 1Y.
Los s wros MACEDOMD, TIÍÓDI IX) y TACIÍNO, MÁRTIHES.—
Eran de Mora, ciudad de Frigia, y allí consumaron también
su martirio. Eu tiempo del emperador Juliano el
Apóstata, el prel'ecto de aquella provincia, llamado Arnaco,
mandó abrir un templo, donde volviesen á adorarse
los antiguos ídolos de Roma. Los cristianos estaban sumergidos
en la mayor amargura por aquel suceso, cuando
una noebe, los tres santos que boy celebramos, forzaron
las puertas del indicado templo, entraron en 61, rompieron
todas las estatuas de los ídolos que encontraron y
despedazaron cnanto en él habla para el sacrilego culto.
Al dia siguiente el prefecto ordenó una conscripción general
conlra todos los crislianos; pero los tres jóvenes se
prcsenlaion volimlarianiente y se eunfesaron solos autores
de aquel suceso. Rabioso y fuera de sí el tirano, todos los
suplicios le parecían poco, y así después de haberles mandado
azotar con varas de hierro, y desgarrarles sus carnes
con garbos, los hizo extender sobre unas parrillas en las
ascuas, dotide fueron
quemados á fuego lento. Los esforzados
confesól es no dejaron de cantar las alabanzas del
Señor, hasta que le entregaron su espíritu, coronados con
la diadema resplandeciente del martirio. Sucedió este en
el año 362.
S.VN GcnoNOTo, OBISPO Y núiiTiu.—Nació en la ciudad de
Iconio, en Licaonia, de la cual era después presbítero
ciianilo el Señor lo elevó á obispo de Cogni. Sus virlmles
y milagros, junto con una incesante predicación del Kvangelin,
le hicieron el apóstol de aquellas regiones, y también
le merecieron la palma del martirio, que alcanzó
siendo arrastrado por todas las calles de Iconio, y últimamente
degollado.
SAN SII.VINO, orusi-o Y CO.VFESOK.—Uno de los primeros
obispos de Verona, en Italia, recomendable por su afán en
propagar las lucos del Evangelio, lo cual logró, desterrando
de su diócesis casi entera mente la idolatría. Nunca
se le veía mas alegre, que cuando podia distribuir ainindantes
limosnas á los pobres, y después de haber castigado
su cuerpo con fuertes penitencias, murió entre sus
ovejas, de imicrte repentina, un dia 12 de setiembre, ignoramos
de que ano.
SAN SACBimoTE, OBISPO Y CONFESOR.—Floreció durante el
siglo VI, y fué arzobispo de Lyon. El año 5i9 asistió al
quinto concilio de Orleans, celebrado para atajar y condenar
los errores de Neslorio y de Eutiques contra la fé
católica, y publicar algunos cánones acerca de la reforma
de la disciplina. Algún tiempo después fue el santo á París,
sin que se sepa el verdadero motivo de aquel viajo, y
durante su permanencia en esta ciudad fuó atacado do
una violenta enfermedad, que lo condujo al sepulcro,
siendo visitado en sus úl'imos momentos por el rey
tlliildeberto , que le eslimaba mucho. Su sagrado cuerpo
fue trasladado á Lyon, donde se conserva, y el Señor ba
obrado por su intercesión muchos milagros.
SAN ULIDOX, CONFESOR. — Este sanio es llamado por los
franceses «san Güi», En vida fue conocido por el pobre
LA LEYENDA DE ORO.
DIA 13.
de Anderlech, y había nacido en un pueblo cerca de Bruselas,
de padres pobres pero virtuosos, que lo instruyeron
en el conocimiento de la religión, repitiéndole con frecuencia
aquellas palabras de Tobías:
«Nosotros seremos
bastante ricos, si tememos al Señor.» Aun ora Güi no mas
que mi niño de muy pocos años, y ya era un modelo do
todas las virtudes. Enamorado de ia bajeza y humildad de
su condición, se contemplaba feliz en ella, por ser así mas
semejante á Jesucristo. Era el consuelo de los pobres, coi)
las rellexioncs que les hacia para que en su miseria glorilicasen
á Dios, que habia hecho á su Hijo semejante á
ellos, y los animaba con su ejemplo, pues no solo amaba
la pobreza, sino que buscabi las penalidades y privaciones
que le son consiguiente.1'. Su caridad con el prójimo
igualaba á su amor por la mortilicacion y ia penitencia,
visitaba á los enfermos y encarcelados, y les llevaba e!
alivio que sus facultadas lo permitían. Después de un;»
jiiveniiul empleada en estas obras di; caridad, enlró el
santo de sacristán en la iglesia de Nuestra Señora de Laken,
donde se le vió ejercer sus funciones con sania alegría,
y pasarlas noches enteras postrado á los piés de ios
albires; Su compunción, su piedad y su amor á Jos pobres
llegaron á un alto grado de perfección, y los milagros
que obró le atrajeron la admiración de todos. Entonces,
para huir el aplauso de sus admiradores, se fué á Roma y
á Jerusaleoá visitar los lugares santos, y de vuelta á su
patria
murió de una enfermedad epidémica, el dia 12 do
setiembre del año 1012. Sus restos fueron enterrados en
Anderlech, donde poco después se edilicó una iglesia bajo
su invocación.
SANTA EANSWIDA, VÍUOEN V AIUDI-SA—I'loicció en el
siglo VII. Fué nieta de san Klelberto, primer rey crisliano
délos ingleses. Fué famosa por sus milagros, y su festividad
so guarda por los católicos ingleses en 12 de seliembre,
probablemente por ser el dia de la traslación de sus
reliquias á alguna iglesia.
SAN Ai.nro, OBISPO l i;oNFF,son.—ES honrado como principal
patrono deMnnster. l'lorecióá últimos del siglo Y, y
mediados del VI, y murió, según unos, ol año de ;»¿!», y
según otros, el de 341
DÍA 13.
SAN MAUIUMO, OBISPO Y CONFESOR.—Fué san Mamilio
italiano de nación y de patria milanés, hijo de ilustres padres,
y desde mozo criado y enseñado del glorioso san
Martin, obisp), cuando estuvo en aquella ciudad; pero
después habiendo sido el santo echado de ¡Hilan, por el fu ­
ror y rabia de los herejes arrianos que no podían sufrir
su gran celo y constancia, quedó Maurilio algún tiempo
en Milán, donde fué ordenado de san Ambrosio de lector.
Murió en este tiempo su padre, que era gobernador piincipal
en Haba ; y él, iollamado del amor de las cosas del
cielo, se determinó á dejarlas de la tierra y ásu madre, e
irse en busca de san Martin, que ya entonces era obispo
de Tours. Fué, y estuvo en su compañía hasta limUi (pie lo
ordenó de sacerdote, sirviéndole en todo y aprendiendo
de él las virtudes que después mostró en toda su vida. Paso
mas adelante Maurilio. y para abiazar mas estrecbamoole
ia perfección evangélica, tomando la bendición de su padre
san Martin, se fué á la ciudad de Anxerre, donde halló
cerca del rio Luera, un templo dedicado á los falsos