Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 15. vivo y en su fuerza el dolor) , entendiendo los dondoí de Ja imtjer la causa de su muerte, tomaron á la pobre esclava y encerráronla en la misma bóveda en que babian sepultado á la seílora , para que allí muriese y fuese enterrada viva con la muerta, y pusieron una gran losa encima y guardas á la puerta para mas seguridiíd. ¡O Señor, cómo probáis á los vnesli os y cómo dejais caer en los abismos á los hombres para que sacándolos de ellos seáis mas giot ificado ! En entrando la infeü?, esclava en aquella sepultura, sintió un olor tan malo y pcslilentc que salla del cuerpo de su seiíora,que fal!ó poco que.no espirase allí luego; pero confortada de Dios cobró ánimo, y con las lágrimas y ternura que se puede pensar, le suplicó que por los merecimientos de aquellos sanios márlii cs la ayudase, y á los mismos márlires que no la desamparasen , pues liada de su amparo y palrccinio, se babia entregado á aquel hombre báibaro, y se veia en aquella angustia sin esperanza alguna de remedio. Haciendo oración vió á los tres santos mártires vestidos de una claridad admirable; y al mismo punto despedido el mal olor, sintió una fragancia del cielo, y oyó una voz que la dijo: ATo temas; que presto alcanzarás lo que deseas, y como buenos fiadores te libraremos. Oidas estas palabras quedó ia mujer dormida, y por la virtud de aquel Señor, que por un ángel llevó por nn cabello al otro profeta de Judea á líabilonia, cuando despertó se halló en Edesa, en el mismo templo donde estaban los cuerpos de los tres sanios mártires, los cuales la preguntaron si sabia dónde esfaba; y fila reconociendo aquel lugar espantada por una parte, y como fuera de sí, y por otra alegre y gozosa, se tendió en el suelo delante de su sepulcro, haciendo gracias con increíbles lágrimas al Señor y á aquellos santos íiadores; y ellos la dijeron : Ya habernos salido de nuestra fianza; véle á tu madre; y con esto desaparecieron. Vino la madre, llamada del cura, á la iglesia donde estaba su hija, y cuando la vió tan mallralada y vestida, apenas la conoció, hasta que la hija la contó toda la historia que ya queda referida, y la misericordia que Dios habla usado con ella por iníercesion délos sanios márlires. No se puede creer los abrazos que ia madre daba á la hija, y los sollozos y lágrimas de las dos, cuando se vieron y conocieron. NOMIiMIíRR. Mas para que se vea como nueslro Svñor acompaña la justicia con la misericordia, y da á cada uno el pago conforme á sus obras, volviendo los hunos y los persas á cercar la ciudad de Edesa, los romanos enviaron también su ejército para defenderla. En este ejército vino el godo, y fuese derecho á casa de su suegra, crevendo cierto que no había persona qne pudiese saberlo que él había hecho con su hija , á la cual la madre hahia encerrado en un aposento apartado, luego como llegó el godo á su casa ántes que él la pudiese ver. Finalmente, después de haberle recibido con muestras de amor, aunque fingido v oido de 61 las mentiras que la dijo de su bija, com ha¿¡a llegado sana y buena, y parido un hijo, y quedaba alegre y contenta; se la sacó y mostró, y le convenció de todo lo que babia hecho contra ella, con tanta evidencia que no lo pudo negar, y fué preso y condenado á ser ahorcado y quemado; y por grandes ruegos del obispo de Edesa, que se llamaba Eulogio, el juez le perdonó el fuegoyle mandó ahorcar, y con este infame suplicio v rauerle el desventurado godo pagó su maldad, y luda la 3S7 geníe alabó al Señor por haber librado con un raro y prodigioso milagro aquella pobre mujer per iníercesion de los santos mártires,á los cuales cobraron mayor devoción, y entendieron la reverencia, devoción y respeto que se debe á los santos y amigos de Dios, y con cuánla seguridad y confianza podemos acudirá ellos en todós nuestros trabajos y angustias. Hacen mención de estos santos mártires, á mas de ios autores arriba alegados, que escriben su martirio, los griegos en su Menologio , y el Martirologio romano á los 15 de noviembre, y el cardenal Baronio en las anotaciones sobre aquel lugar. SAN LEOPOLDO, CONFESOS.—Leopoldo, llamado por su gran piedad el Pió, marqués VI de Atísltin , fué hijo d* Leopoldo el Hermoso, asimismo marqués de Austria, príncipe clarísimo y de grande estado y poder. Desdo niño parece que con la leche mamaba-¡a piedrrd y devoción ; y cuanto mas iba creciendo en edad, mas iban creciendo estas vil ludes en él. Era muy compuesto, muy honeslo, suave y grave, apacible en sus costumbres , y retirado de toda vanidad; de manera que siendo mozo no tenia los vicios de mozo , y siendo tan gran Señor, entre lanta^delicias y regalos era espejo de templanza, recogimiento y honestidad. Murió el marqués su padre: y nueslro Leopoldo, como hijo primogénilo, le sucedió en el oslado, y tuvo ocasión para mostrar mas su bondad, y los dones del Señor qne tenia encerrados en su pecho; porque luego comenzó á gobernar, nó como príncipe y soberano señor de sus vasallos, sino como padre benigno y amoroso , desvelándose, nó en desollarlos y quitarles las haciendas, sino en acrecenlarlas y mirar por su bien en administrarla justicia con igualdad y con misericordia v en conservarlos en paz y concordia y abundancia (Í6 las. cosas-para la vida humana necesarias, en alentar y premiar á los virtuosos, y reprimir y cebar de sus oslados á los insolentes y escandalosos, y finalmente en vivir con tal ejemplo, que lodos sus vasallos le pudiesen tomar per dirbado y por un vivo ivlralode virtud. ¡So lo ayudó poco para esto el haberse casado con Inés, hija de! emperador Knriquc IV, que era princesa cristianísima, de la cual tuvo diez y ocho hijos, las diez bijas y ocho varones; y con haber parido tantas veces fué raro ejemplo en su estado de castidad, y tan devota y piadosa, que corriendo tcopobló su marido á rienda suelta en todas las obras virtuosas y do piedad, olla le incitaba y h era espuela, para que corriese mas; Eran estos dos príncipes muy devotos, y dados al culto y reverencia de Dios, y deseosos que todos sus vasallos lo fuesen : para esto determinaron edificar un templo y poner en el ministros , que continuamente alai asen al Señor ; y estando en duda del lugar que escogerían para labrar esto templo, de repente se levantó un aire que arrebató el velo que la marquesa Inés traía sobre la cabeza, y le llevó muy lejos de donde estaba , y á parle muy remota y distante. Pasados muchos dias, yendo el marqués á holgarse al campo , vió acaso el velo de su mujer sobre unos espinos , tan entero y lindo , como cuando votó déla cabeza de la marquesa: lomóle con alegría; y enlondicndo que la voluntad del Señor era que en aquel lugar se edificase el templo, lo mandó labrar rico y suntuoso, y lo dedicó á la gloriosa Virgen María nuestra Señora, y lo dotó de rentos y posesiones para el sustento (le los canónigos seglares que allí se instruyeron , ocho millas de Vic-

3S8 na. Mas andando el liempo, los mudó en canónigos reglares, para que con mayor ejemplo de vida y mayor cuidado sirviesen al Señor. Olio monasterio de la órden desan Bernardo edificó, doce leguas de Viena, en un valle do mucha arboleda , con Ululo de la Sania Cruz, en el cual se susinuiron muchos monges y ministros de Dios. También , ¡ ó o ro que habia sido fundado de sus projenitores, y desjjues arruinado en guerra de los enemigos , al cual iCVecettló con reñías parasustonlo de los que en él vivian. Cnarenla años gobernó sus estados nuestro Leopoldo con gran amplificación déla gloria de Dios, utilidad de la Iglesia , beneücio de sus vasallos y honra y alabanza suya; porque como resplandecía en los ojos de todos la santidad de Leopoldo, y los rayos do sus virtudes se descubrian y daban á conocer, era su fama grande por todas partes , y los otros príncipes , provincias y naciones le estimaban y vciieraban , y muchos le deseaban conocer y servir : que esto tiene la rara virtud, que se hace conocer, amar y eslimar, aun de los extraños; y mas la de los grandes príncipes : poique campea mas en el lugar eminente y alto, y eslá expuesta á los.ojos de todos. Habiendo, pues, corrido su carrera tan feliz y santamente este bienaventurado marqués, ipieriendo el Señor darle otro reino incomparab'emente mas glorioso, le vinouna enfermedad déla cual murió tan cristianamente como habia vivido, el año del Sefior de 1136 ; siendo sumo poulílice Inocencio , II de este' nombre , que le honró y alabó mucho su gran san­ tidad- Obró nuestro Señor por intercesión de san Leopoldo innumerables milagros : libró á muchas personas endemoniadas : dió vista á los ciegos, oidós á los sordos, lengua á los mudos , pies á los cojos , dichosos partos á las mujeres que estaban en peligro , salud á muchos enfermo» en todo género de enfermedades ; y finalmente á muchos muertos resucitó y dió vida , como se puede ver en el Libro de los milagros y canonización de san Leopoldo,, que escribió Juan Francisco de Pavines , y en la oración que hizo Francisco Patavo, abogado consistorial, delante de Inocencio , papa VIH, en público consistorio, cuando le canonizó. Solo quiero referir aquí en pocas palabras algunos en particular. Habia una mujer cargada de deudas : afligíanla y sacábanla el alma los acreedores para que las pagase; y ella era tan pobre, que no les podía pagar. Fuése al sepulcro de san Leopoldo, y postrada delante de su sagrado cuerpo le suplicó con muchas lágrimas, que la amparase y la socorriese en aquella extrema necesidad. Oyó una voz que interiormente la decia, que se volviese á su casa , y que abriese la alacena, y que allí hallarla las cartas de pago, de todo lo que debia. Fué á su casa : abrió su alacena; halló sus cartas de pago ; y con ellas se fué á sus acreedores, se las mostró, y les pidió que la diesen las obligaciones que contra ella tenian ; y ellos la respondieron que las habían dado á cierto hombre vestido de azul , que les habia pagado todo lo que ella les debia. Quedó la mujer por una parle muy contenta y alegre, por haber salido de tan grande congoja y angustia ; y por otra muy agradedjecida y devota al santo , entendiendo que por su medio Dios nuestro Señor la habia hecho aquella merced. Otra mujer, llamada Isabel, fué citada por testigo, para que declarase lo que sabia acerca de algunos milagros de san Leopoldo ; y parte por escrúpulo y no querer jurar, LA LEYEND A DE ORO. DÍA 15. y parte por descuido , iba dilatando el decir su dicho. Dióla de repente un grave dolor : vióse en peligro : conoció su culpa, y que aquel era castigo de Dios : arrepinlióse , y suplicó al santo que la alcanzase salud : porque ella le servirla , y le diria lo que sabia ; y luego se halló sana y libre del dolor. t n hombre que se llamaba Juan Ruperger estaba en la cárcel, aprisionado con esposas en las manos y grillos en los piés : encomendóse á san Lepoldo , é hizo voló , promeiiendo hacer cierta cosa en su servicio. Fué cosa maravillosa que $e halló fuera de la cárcel, habiendo ( para salir de ella) pasado por un lugar tan estrecho que no cabia un hombre, y tres murallas y un lago de agua tan grande, que humanamente no se podia pasar. Cuando el hombre se vió libre, olvidóse (como muchos suelen) de Dios, y de lo que al santo habia prometido ; y al cabo de un año le tornaron á prender y echar en la misma cárcel , y con las mismas prisiones que ánles tenia. Allí estuvo cuatro meses, y reconoció su culpa, y renovó el voto que ánles habia hecho ; y el santo como benigno y piadoso, de nuevo le libró. Lo mismo sucedió á otro, que estaba sordo, y humanamente sin esperanza de sanar, el cual acudió por favor á san Leopoldo y le hizo otro voto : sanó y no cumplió lo que habia prometido : volvióle la sordera ; y conociendo de donde le venia el mal, tornó á hacer su voto, y con él cobró de nuevo la salud ; porque Dios nuestro Sefior así como es liberalísimo en honrar á sus santos y en hacernos mercedes por su intercesión ; así quiere que nosotros los honremos y que cumplamos enteramente lo que les prometemos, en reconocimiento de las mismas mercedes que por su mano recibimos. La vida de san Leopoldo escribió Francisco Patavo, en aquella oración que recitó (como dijimos) en preserjeia del papa Inocencio VIH, que fué el que lo puso en el catálogo de los santos, y lo canonizó el año de 148í), como lo dice Neuciero ; tráela el P. Fr. Jacobo Mosandro en el séptimo tomo de las Vidas de los santos de Surio. Hace mención de san Leopoldo el Martirologio romano a los 1ÍJ de noviembre, y el cardenal Baronio en aquel lugar ; y mas largamente los autores que escriben las cosas de la casa de Austria. * SAN FÉLIX , OBISPO T CONFESOR.—Solo contaba quince años este sanio cuando el Señor le enriqueció con el don de milagros. Era natural do Italia y fué consagrado obispo de Ñola, en Campaña, en cuya diócesis brilló como luz puesta en el candelero de la Iglesia. Sufrió el martirio en la misma ciudad de Ñola en la compañía de otros treinta cristianos de órden del gobernador Marciano , por no haber querido ofrecer incienso. SanPaulino, que le sucedió en el obispado , escribió su martirio. Los SANTOS SEGUNDO , FIDENOANO Y VAUICO , MÁRTIUES. —Derramaron su sangre con una gloriosa confesión de la fe de Jesucristo en África , durante la persecución del emperador Decio, á mediados del siglo III. SAN MAVITO ó MALO, OBISPO Y CONFESOR.—Nació en Bretaña y fué bautizado por san Brendan , que se encargó luego de formarlo en las ciencias y la piedad. Dedicóse al estado eclesiástico, recibió las sagradas órdenes, y después de haber sido consagrado obispo regionario , segnn la opinión de algunos escritores, se fué ála Armórica. Civilizó á los habitantes de estepais, en el sentido verdadero de

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na. Mas andando el liempo, los mudó en canónigos reglares,<br />

para que con mayor ejemplo <strong>de</strong> vida y mayor cuidado<br />

sirviesen al Señor. Olio monasterio <strong>de</strong> la ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong>san<br />

Bernardo edificó, doce leguas <strong>de</strong> Viena, en un valle do mucha<br />

arboleda , con Ululo <strong>de</strong> la Sania Cruz, en el cual se<br />

susinuiron muchos monges y ministros <strong>de</strong> Dios. También<br />

, ¡ ó o ro que habia sido fundado <strong>de</strong> sus projenitores, y<br />

<strong>de</strong>sjjues arruinado en guerra <strong>de</strong> los enemigos , al cual<br />

iCVecettló con reñías parasustonlo <strong>de</strong> los que en él vivian.<br />

Cnarenla años gobernó sus estados nuestro Leopoldo con<br />

gran amplificación déla gloria <strong>de</strong> Dios, utilidad <strong>de</strong> la Iglesia<br />

, beneücio <strong>de</strong> sus vasallos y honra y alabanza suya;<br />

porque como resplan<strong>de</strong>cía en los ojos <strong>de</strong> todos la santidad<br />

<strong>de</strong> Leopoldo, y los rayos do sus virtu<strong>de</strong>s se <strong>de</strong>scubrian y<br />

daban á conocer, era su fama gran<strong>de</strong> por todas partes , y<br />

los otros príncipes , provincias y naciones le estimaban y<br />

vciieraban , y muchos le <strong>de</strong>seaban conocer y servir : que<br />

esto tiene la rara virtud, que se hace conocer, amar y eslimar,<br />

aun <strong>de</strong> los extraños; y mas la <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s príncipes<br />

: poique campea mas en el lugar eminente y alto,<br />

y eslá expuesta á los.ojos <strong>de</strong> todos. Habiendo, pues, corrido<br />

su carrera tan feliz y santamente este bienaventurado<br />

marqués, ipieriendo el Señor darle otro reino incomparab'emente<br />

mas glorioso, le vinouna enfermedad déla cual<br />

murió tan cristianamente como habia vivido, el año <strong>de</strong>l<br />

Sefior <strong>de</strong> 1136 ; siendo sumo poulílice Inocencio , II <strong>de</strong><br />

este' nombre , que le honró y alabó mucho su gran san­<br />

tidad-<br />

Obró nuestro Señor por intercesión <strong>de</strong> san Leopoldo<br />

innumerables milagros : libró á muchas personas en<strong>de</strong>moniadas<br />

: dió vista á los ciegos, oidós á los sordos, lengua<br />

á los mudos , pies á los cojos , dichosos partos á las<br />

mujeres que estaban en peligro , salud á muchos enfermo»<br />

en todo género <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s ; y finalmente á<br />

muchos muertos resucitó y dió vida , como se pue<strong>de</strong> ver<br />

en el Libro <strong>de</strong> los milagros y canonización <strong>de</strong> san Leopoldo,,<br />

que escribió Juan Francisco <strong>de</strong> Pavines , y en la<br />

oración que hizo Francisco Patavo, abogado consistorial,<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Inocencio , papa VIH, en público consistorio,<br />

cuando le canonizó. Solo quiero referir aquí en pocas palabras<br />

algunos en particular.<br />

Habia una mujer cargada <strong>de</strong> <strong>de</strong>udas : afligíanla y sacábanla<br />

el alma los acreedores para que las pagase; y ella<br />

era tan pobre, que no les podía pagar. Fuése al sepulcro<br />

<strong>de</strong> san Leopoldo, y postrada <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su sagrado cuerpo<br />

le suplicó con muchas lágrimas, que la amparase y la<br />

socorriese en aquella extrema necesidad. Oyó una voz que<br />

interiormente la <strong>de</strong>cia, que se volviese á su casa , y que<br />

abriese la alacena, y que allí hallarla las cartas <strong>de</strong> pago,<br />

<strong>de</strong> todo lo que <strong>de</strong>bia. Fué á su casa : abrió su alacena; halló<br />

sus cartas <strong>de</strong> pago ; y con ellas se fué á sus acreedores,<br />

se las mostró, y les pidió que la diesen las obligaciones<br />

que contra ella tenian ; y ellos la respondieron que<br />

las habían dado á cierto hombre vestido <strong>de</strong> azul , que les<br />

habia pagado todo lo que ella les <strong>de</strong>bia. Quedó la mujer<br />

por una parle muy contenta y alegre, por haber salido <strong>de</strong><br />

tan gran<strong>de</strong> congoja y angustia ; y por otra muy agra<strong>de</strong>djecida<br />

y <strong>de</strong>vota al santo , entendiendo que por su medio<br />

Dios nuestro Señor la habia hecho aquella merced.<br />

Otra mujer, llamada Isabel, fué citada por testigo, para<br />

que <strong>de</strong>clarase lo que sabia acerca <strong>de</strong> algunos milagros <strong>de</strong><br />

san Leopoldo ; y parte por escrúpulo y no querer jurar,<br />

LA LEYEND A DE ORO. DÍA 15.<br />

y parte por <strong>de</strong>scuido , iba dilatando el <strong>de</strong>cir su dicho.<br />

Dióla <strong>de</strong> repente un grave dolor : vióse en peligro : conoció<br />

su culpa, y que aquel era castigo <strong>de</strong> Dios : arrepinlióse<br />

, y suplicó al santo que la alcanzase salud : porque<br />

ella le servirla , y le diria lo que sabia ; y luego se<br />

halló sana y libre <strong>de</strong>l dolor.<br />

t n hombre que se llamaba Juan Ruperger estaba en la<br />

cárcel, aprisionado con esposas en las manos y grillos en<br />

los piés : encomendóse á san Lepoldo , é hizo voló , promeiiendo<br />

hacer cierta cosa en su servicio. Fué cosa maravillosa<br />

que $e halló fuera <strong>de</strong> la cárcel, habiendo ( para salir<br />

<strong>de</strong> ella) pasado por un lugar tan estrecho que no cabia<br />

un hombre, y tres murallas y un lago <strong>de</strong> agua tan gran<strong>de</strong>,<br />

que humanamente no se podia pasar. Cuando el hombre<br />

se vió libre, olvidóse (como muchos suelen) <strong>de</strong> Dios, y<br />

<strong>de</strong> lo que al santo habia prometido ; y al cabo <strong>de</strong> un año<br />

le tornaron á pren<strong>de</strong>r y echar en la misma cárcel , y<br />

con las mismas prisiones que ánles tenia. Allí estuvo cuatro<br />

meses, y reconoció su culpa, y renovó el voto que ánles<br />

habia hecho ; y el santo como benigno y piadoso, <strong>de</strong><br />

nuevo le libró.<br />

Lo mismo sucedió á otro, que estaba sordo, y humanamente<br />

sin esperanza <strong>de</strong> sanar, el cual acudió por favor á<br />

san Leopoldo y le hizo otro voto : sanó y no cumplió lo<br />

que habia prometido : volvióle la sor<strong>de</strong>ra ; y conociendo<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> le venia el mal, tornó á hacer su voto, y con él<br />

cobró <strong>de</strong> nuevo la salud ; porque Dios nuestro Sefior así<br />

como es liberalísimo en honrar á sus santos y en hacernos<br />

merce<strong>de</strong>s por su intercesión ; así quiere que nosotros los<br />

honremos y que cumplamos enteramente lo que les prometemos,<br />

en reconocimiento <strong>de</strong> las mismas merce<strong>de</strong>s que<br />

por su mano recibimos.<br />

La vida <strong>de</strong> san Leopoldo escribió Francisco Patavo, en<br />

aquella oración que recitó (como dijimos) en preserjeia <strong>de</strong>l<br />

papa Inocencio VIH, que fué el que lo puso en el catálogo<br />

<strong>de</strong> los santos, y lo canonizó el año <strong>de</strong> 148í), como lo dice<br />

Neuciero ; tráela el P. Fr. Jacobo Mosandro en el séptimo<br />

tomo <strong>de</strong> las <strong>Vidas</strong> <strong>de</strong> los santos <strong>de</strong> Surio. Hace mención <strong>de</strong><br />

san Leopoldo el Martirologio romano a los 1ÍJ <strong>de</strong> noviembre,<br />

y el car<strong>de</strong>nal Baronio en aquel lugar ; y mas largamente<br />

los autores que escriben las cosas <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong><br />

Austria.<br />

* SAN FÉLIX , OBISPO T CONFESOR.—Solo contaba quince<br />

años este sanio cuando el Señor le enriqueció con el don<br />

<strong>de</strong> milagros. Era natural do Italia y fué consagrado obispo<br />

<strong>de</strong> Ñola, en Campaña, en cuya diócesis brilló como luz puesta<br />

en el can<strong>de</strong>lero <strong>de</strong> la Iglesia. Sufrió el martirio en la<br />

misma ciudad <strong>de</strong> Ñola en la compañía <strong>de</strong> otros treinta<br />

cristianos <strong>de</strong> ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l gobernador Marciano , por no haber<br />

querido ofrecer incienso. SanPaulino, que le sucedió en<br />

el obispado , escribió su martirio.<br />

<strong>Los</strong> SANTOS SEGUNDO , FIDENOANO Y VAUICO , MÁRTIUES.<br />

—Derramaron su sangre con una gloriosa confesión <strong>de</strong> la<br />

fe <strong>de</strong> Jesucristo en África , durante la persecución <strong>de</strong>l<br />

emperador Decio, á mediados <strong>de</strong>l siglo III.<br />

SAN MAVITO ó MALO, OBISPO Y CONFESOR.—Nació en Bretaña<br />

y fué bautizado por san Brendan , que se encargó<br />

luego <strong>de</strong> formarlo en las ciencias y la piedad. Dedicóse al<br />

estado eclesiástico, recibió las sagradas ór<strong>de</strong>nes, y <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> haber sido consagrado obispo regionario , segnn<br />

la opinión <strong>de</strong> algunos escritores, se fué ála Armórica. Civilizó<br />

á los habitantes <strong>de</strong> estepais, en el sentido verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>

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