Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DIA 12.
SETIKMBRE. U 37
luna; por lo cunhm caballt!ro uiozo, rico y principal como
ella, la pidió en malrimonio para cuando tuviese edad: á
•juicn ella respondió, que ya eslaha desposuda con Cristo
desde su infancia, y le liybi'i dedicado su virginidad; y
que le quitaba el velo de ia cabeza, y le escondía y guardaba
en una caja : y pregunlándole, que (pieria pígniticar
aquello; respondió, (pie aquel día quedaría sin Buena:
porque se la quitaría su Esposo y se la llevaría á su gloria.
La mañana siguiente, juntas todas las monjas, y entre
üsi (pie ofreciese sus grandes riquezas á otra, como á Hla
so las ofrecia, (píelas eslimaria mas, porque ella ni las ellas Buena, buena y sana, refirió la abadesa el sueño que
«slimaba, ni hacia caso de las su\as, cuanto y mas de las
íijenas; y que tuviese en'endido que jamás mudarla de
¡'mimo. Con esta respuesta se volvieron como unas fieras
había tenido aipiella noche : y al inslante se o\ ó la voz
de un ángel que la llamaba á la patria celeste: la cual,
obedeciendo á la dulce y deseada voz, puesta cu medio
los parientes, á cuyo cargo estaba, contra ella, y ya con de todas las religiosas, sus hermanas, levantó los ojos al
ruegos y promesas, ya con amenazas crueles, procuraban
disuadiría de su sanio propósito. La sania niña Buena, temiendo
cielo, dando gracias á su divino Ksposo por tan singular
beneficio, gozosa y regocijada . cantando salmos (á (pie
la violencia que podían é inlenlaban hacerle, se todas la ayudaban, sin dejar de llorar y derramar copio­
huyó secrctameule de casa de sus deudos, y se fué á un
monasterio de sagradas vírgenes, donde pidió con lágrimas
á la madre portera la recihies? : á que respondió ia
religiosa, (pie ella no podia recihirh sin orden y licencia
de la madre abadesa. Ksfaba en oración la santa abadesa,
>' tuvo revelación de !o (pie pasaba en !a portería, y quién
era la que (pieria entrar: y así al instante dió orden de
que le abriesen la puerta y dejasen entrar.
Tan gozosa es!aba liuena, como si hubiera entrado en
la gloria : pidió el santo hábito con humildad, el cual le
dió al punto gustosa la abadesa, «uscáronla sus (lívidos
con gran cuidado y solicitud; y al tín la hallaron: que el
oro tiene calidades de sol, que todo lo descubre, y de rey,
que todo lo sujola. Al punto que supieron donde estaba,
hiéron al monasterio, y dijeron á la madre abadesa, que
'•M'U'lla niña era gentil: con cuya noticia daban por ron-
S( oiiido su inlenlo, que era llevársela ; porque juzgaban la
uespodirum al inslante las monjas, liuena confesó buenamenle
ser verdad lo que decian ; pero pidió al instante*el
MBOJ bautismo, el cual le dió un santo sacerdote, que gobernaba
sas lágrimas, por la ausencia de su querida bernuma,
aunque mezcladas con el gozo de considerar cuánto mejoraba
de vida); despidió su purísimo espíritu, (pie entregó
á su Criador, á los doce de setiembre. Sti cuerpo quedó
tan hermoso, que cansaba admiración mirarle: y luego le
rodeó una luz del cielo tan clara y resplandeciente, (¡ue
era una gloria todo el monasteiio ; y tanto mas, cuanto al
resplandor de la luz se llegaba la fragancia suavisima de
de un olor celestial que despedía el mismo cuerpo, durando
la luz y olor admirable todo el tiempo que lardaron
á darle la debida sepullura. Escribió la vida de esta sania
virgen, de la misma forma [que aquí va referida, Pedro
de Nalalibns M Vulhalog. nanri. , ¡ib. vin. m;). TI, á
quien cila el Martirologio romano, y Baronio en sus anotaciones.
* EMIKATO Mino\. COM-FISOU. —Fué calalan, nacido en
el pueblo de Tagamanent, en la diócesis de Vich. Hijo de
padres piadosos, le inclinaron ya desde niño á la virtud,
y al estudio de las ciencias edesiáslicas, en las que salió
muy aventajado. Siguió la carrera eclesiástica, y cuando
y tenia cuidado de la iglesia del monaslerio: con sacerdote, adelantó mucho en la peí lección, deseando visas
(pie se fueron hurlados los deudos de la santa virgen, y
ella se quedó en su cielo, recihiondo han!¡sino y velo á un
tiempo, y consagrando de nuevo con solemne y pei-peino
voto á Dios su virginidad y pureza, siendo de edad de
(toce aííos. Comenzó á hacer una vida tan santa, penilenfe
y ejemplar, que era envidia á todas las santas religiosas
y gloria á su divino esposo y amante Jcsus.
vir en la soledad. Bara no errar el paso, cnnsultó con los
monges de Rtpoli, quienes aprobando su resolución, salió
por los desiertos de la ribera del Ter. A pesar de esto pedia
continnameiile al Señor le moslrase su voluntad, y so
le apareció mi ángel didendole entrase en el monaslerio
de San Juan de las Abadesas, de canónicos regulares de
san Aniistin. Vistió el hábüo agiistiniano, dislinguiéndose
Tenia especial amistad y cariño, entre las demás, á nna luego entre los monges por su santidad. Su compasión
Ba^fl8¡tna religiosa, cuyas virtudes en todo seguia. Tsia lu-
" ,,n;' grande enfermedad; y siendo visitada de todas las
/"''K'osas del monasterio, solo Ruena, su querida y grande
r^&i ñola vino á ver; porque se estaba en oración en
, .'•í'osia, donde le reveló Dios como se quería llevar para
Bstu grande amiga para darle el premio de sus virludes:
00,1 'a cual divina revelación. Buena, perseverando en su
para con los pobres era extraordinaria, grande su humildad
y obediencia, brillando por el don de profecía. Murió
santamenle en el mismo monaslerio el 12 de selíembre del
año 11 til. Los nalurales de aquel país han enconlrado
alivio en sus necesidades, cuando han invocado á san
Mirón.
LOS SANTOS (ÍRROMDER, LEONCIO, SEUAIMON, SEI.ECIO, VA-
0lllcion, le pidió á su dulce Esposo, que pues se hallaba á I.KIUANO Y KSTUATON, MÁBTUIKS. FtlOrOU piCSOS 011 Alnjamlria,
Sl1 Si'aride amiga y compañera, fuese servido de llevársela
ella, para que las que liahian sido compañeras
0n el monaslerio, lo fuesen lambien en el cielo. Al punió
'l'ie acabó su humilde pelícion, bajó una voz del cielo que
dljb, como había sido oída su petición, y se le había
''"'icedido. Knlonces, dando infinitas gracias á Dios por
'^nr tan singular, se levanló gozosa y alegre, y so fué á
V|s¡lar a su amiga, á quien contó cuanto le haba pasado;
^n cuya alegre nueva la amiga dió su alma á Dios. De
ft'l< á t¡-es dias, la tercera noche después del gloriosoIrán-
Sno de esta santa religiosa, estando la abadesa en oración,
^ sueño dulce, vió uu jóven hermoso y resplandeciente.
y habiendo confesado que eran crislianos y que
nunca adorarían á las falsas divinidades del paganismo,
fueron atormeulados con varios suplicios , y liualmcnle
los echaron al mar alados de pies y manos, y así murieron.
Después de alfíimos dias, sus cuerpos salieron á la
orilla, y unos crislianos, que babian sido avisados por un
ángel, los recogieron y dieron sepullura. Esle martirio
fue durante el imperio de Maximino.
SAN AUTÓNOMO, jiAnna—Fué obispo l egionario, y por
consiguiente predico el Evangelio en muchas provincias
de Occidente, particularmente en Italia y Francia, Hallándose
en Bitinia, durante la persecución de Diocleciano,