Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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ftt 11. miar Al iií¡Wp6 la» eslnigado y perdido como al pi esonfc tenemos. Admirable fué la humildad y devoción de la emporalriz para honrar en su siervo al Sefíor, y leslilicar la eslima que tenia de aquel sanlísimo prelado , á guien servia y veneraba en la tierra como si fuera venido del ciclo: pero ( aunque con diferente camino ) no es menos admirable lo que una santa doncella hizo por san Martin, nó por menospreciarle , sino por aprecio y guarda de la castidad. IJabia una doncella principal y de extremada virtud, la cual por vivir en mayor recogimiento, apartada de los ojos y peligros de los hombres, se habia retirado á una casa suya de campo , donde habia vivido muchos afios con gran fama de santidad. San Martin, yendo camino, pasó por allí cerca donde aquella virgen inoraba : y quei ¡eiido el santo honrarla y animarla á llevar adelante sus santos propósitos, determinó visitarla, y hacer con ella lo (pie nunca solia hacer con otras mujeres, porque no las solia visiiar. Ya que llegaba á la puerta de su casa , avisaron á la doncella de la gran merced que Dios le hacia, yendo á visitarla un varón tan eminente y admirable. Creyeron todos que habia de alzar las manos al cielo y recibirle como á tan gran ministro de Dios, y lomar por toslimonio de m recogimiento el ver á san Martin en su casa; pero ella estuvo tan en sí, que envió á suplicar al santo que no la viese, para que la puerta de su casa quedase mas cerrada á lodos los otros hombres ; pues no se abria al que era mas que hombre. El santo aceptó la excusa y ia alabó, y .sceutemliócu; n recalada y cuán zelosa era de guardar su honestidad ia que no quería ser vista de hombre, auiique fuese dcMarliu. Envióle después la santa doncella un presente y refresco : y el santo le recibió con gran voluntad, diciendo, que no era justo que el sacerdote desechase lo que aquella santa vii geu le enviidja ; pues merecia ser pi eferkla á muchos sacerdotes : y los que iban en su compañía se maravillaban que lo recibiese , porque nunca solia recibir presente que se le enviase. NOVIEMBRE. Acabando de contar san Severo Sulpicio el ejemplo de esta virgen, dice estas palabras : « Oigan las vírgenes este ejemplo : y para (pie los malos no rodeen sus puertas, ciérrenlas también á los buenos, y para que no lleguen á ellas con libertad los ruines , no tengan empacho de excluir á los sacerdotes con recalo. Todo el mundo sepa (¡no una doncella no caasiulio que sau Martin ia viese. No desechó solamente á cualquier sacerdote; pero no quiso ver al (pie diibu salud á los que le veían.» Esto es de este autor. Pero ¿qué maravilla es que baya tenido san Martin tan gran paciencia, tan extremado sufrimiento , tan excelente nianscdumbi-e , [;in ardiente zelo de la gloria de Dios y de propagar su religión , tanta fortaleza y constancia en los disfavores, y lanía humildad y modestia en los favores de los príncipes y un espú itu excelso, magnánimo y snpericr á lodos los casos prósperos y adversos de la tierra"' pues aunque estaba con el cuerpo en ella , con el corazón habitaba siempre en el cielo, y por medio de la oración se regalaba y entrolcma con e! Señor, y con los espíriius bienaventurados de su corte celestial. Siempre tenia á Dios presente, y en todas las criaturas veia á Dios . y ellas le serviau de un libro, en que leia y contemplaba las iñlinilas perfecciones del Criador , y de todas las cosas sacaba conceptos delicados y documentos provechosos , Vsei'ñejanzas acomodadas á la edificación de los que ¡ralabau con él. En la iglesia eslaba con tan grande devoción y reverencia, que ninguno le vió en ella sentado ; siempre eslaba de rodillas, ó en pié, y con un rostro amarillo y temeroso ; y preguntada la causa, decia : ¿ No queréis que lema ; que está aquí Dios ? Era muy visitado de los santos ángeles, de san Pedro, de san Pablo, de santa Tecla , de santa Inés y de la Reina de los ángeles y Sefíora nuestra, la Virgen María. Ofreciendo el santo sacrilicio de la misa, fué vista de su mano adornada de riquísimas pieJras preciosas ; y en lodo era muy regalado y favorecido del Señor : y tenia tan clara y tan soberana luz por medio de su oración, que no seleescondia cosa, y con grande facilidad dislinguia las tinieblas de la luz , y los embustes y lazos de Satanás, déla verdadera y sólida visitación divina, como se ve en lo que una vez hizo. No lejos del monasterio desanMariin habia un lugar muy frecuentado de la gente, por pensar que habia en él algunas reliquias de los mártires, y haber puesto los obispos pasados un altar en honra de ellos : y como san Martin inquiriese el origen de aquella devoción , y no hallase ni fundamento de ella; túvola por sospechosa , y determinó no ir á aquel lugar por no autorizarle con sn presencia, ni quitar su devoción al pueblo. Pero un dia, llevando consigo algunos ^ocos de sus frailes, se fué á él, é hizo oración á Dios, suplicándole que le revelase lo (pie habia en aquel sepulcro. Yió luego una sombra hoirible y espantosa, á la cual mandó que le dijese quién era : y respondió que era el alma de un ladrón, que habia sido muerto por sus deittoÉ , y era celebrado como mártir por engafio del pueblo ; pero que él no tenia que ver con los mártires : porque ellos estaban en la gloria, y él en las penas del iulierno. Con esto el sanio mandé derribar el altar, y libró á su pueblo de aquel eogaño. V por este ejemplo, y algunos olios (pie lian sucedido, hace la sania Iglesia tan grande. e\ámen de la vida y milagros de los que ha de canonizar, para no proponer á los líeles p ts sanios, sino á los que es muy cierto y averiguado que lo son. Prelendiendo el coimm enemigo engañarle , un dia , estando san Martin en s» celda orando, vino á él rodeado de luz, vestido con ropas reales, y con una corona de oro y piedras preciosas, y el calzado rico y dorado á maravilla, con un rostro sereno y alegre , y que ninguna cosa parecía menos que lo que era. Estuvo san Martin algo suspenso á la primera vista, hasta que el demonio le dijo , que era Cristo que bajaba del cielo á la lierra, y que le habia querido visitar y manifestarse primero á él, que á otros : y el santo, entendiendo por revelación de Dios , que aquel no era Cristo , si no anticristo y enemigo de toda verdad, le respondió : Nuestro Señor Jesucristo no dijo que habia de venir vestido de púrpura y coronado y adornado de diadema , ni yo jamás creeré que es Cristo el (pie no viniere con el hábito y figura en que Cristo padeció , y no trajere las señales de la cruz en su cuerpo. A esta voz desapareció como humo aquel enemigo del genero humano, dejando un olor tan sucio y abominable en la celda, que solo bastaba para declarar quién era Y lo que pretendía. Fué tanto lo que esta bestia temia á san Martin, y él la menospreciaba y coi ria, que no se puede fácilmente creer. Por donde, habiendo engañado á un monge , llamado Auatolio , con varias ilusiones , por las cuales el pobre daba á enlender que los ángeles le visitaban ; para probar que esto era verdad , una noche apareció entre los oíros monges muy resplandeciente, vestido m

856 LA LEYENDA DE ORO ni A n . con una ropa labrada con extremada arle y primor, y estando lodos sospechosos y temiendo que no fuese , como era, engaño del enemigo; llevando al monge así vestido, como por fuerza, á san Martin , aquella ropa desapareció, y el demonio descubrió la maraña , y no se atrevió á parecer delante del santo , entendiendo que toda aquella oscuridad se habia de deshacer en presencia de tan grande luz. Porque tenia san Martin tan grande imperio sobre los demonios, que, cuando llevaban á la iglesia b.s que de ellos eran atormentados para que el santo los sanase, en saliendo de la celda de su monasterio para venir á la ciudad, eran tan espantosos los gestos que hacían y tan horribles los alaridos que daban, que luego se entendía por cierto qu« el santo obispo venia á la iglesia. Y no echaba á los demonios con amenazas, voces y espantos (como lo hacían los otros exorcistas); mas vestido de un áspero cilicio y cubierto de ceniza, se postraba en tierra, y con las armas de la santa oración, los rendia y sujetaba. Fueron tantos los milagros que son Martin hizo en este género y lodos los demás, para salud de las almas y de los cuerpos, y para remedio de todos los males de los que á éi se encomendaban, que no se pueden en pocas palabras referir. Véalos quien quisiese en san Severo Sulpicio, que con escribir muchos, dice que son pocos, respecto de los que deja: y en san Gregorio Turononse, que escribió cuatro libros enteros de los milagros de san Martin: á nosotros bástanos brevemente decir, que fué tan milagroso y tan enriquecido do prodigios divinos este santísimo varón, que parece que Dios le habia hecho señor de todas las criaturas, y dádole dominio sobre los demonios y sobre los hombres, sobre los cielos y sobre los elementos, sobre todas las enfermedades y sobre la misma muerte, sobre las aves, los peces y los animales; y que con su oración, con su palabra, con su invocación, con oleo por él bendito, y con las cerdas de su cilicio y polvos de su sepulcro, y con solo el nombre de Martin, hizo innumenables milagros el Señor en su vida, y después de muerto, para hacerle mas glorioso y venerable en todo el mundo. Y n ) solamente hizo el Señor milagros por intercesión de san Martin, para beneficio demuclios otros, sino también para librarle á él de los peligros y males en que estaba : como le aconteció una vez, que estando durmiendo en el suelo, se pegó fuego al aposento en que estaba, y despertando el santo y viéndose cercado por todas partes de las llamas, y queriendo abrir la puerta que estaba cerrada, no pudo: y volviéndose á Dios, se puso en oración en medio de las llamas, las cuales se retiraron y recogieron y huyeron, y el incendióse apagó, y él quedó libre y sin lesión alguna. Acusábase después por haber tardado tanto en recurrir á la oración y hacer la señal déla cruz, y por haber tomado ántes otros medios humanos. También tuvo el don de profecía, y alumbrado con el espíritu del cielo, anunció las cosas que habían de suceder, mucho ántes que sucediesen : enlrc las cuales dijo á Máximo, emperador, que no pasase á Italia; •porque si pasaba, aunque al principio alcanzaría victoria do Valcntiniano emperador, el Mozo; después sería vencido y perderia, como se perdió y pereció. Con haber sido este gloriosísimo pontífice tan admirable y tan grande en los ojos de Dios, permitió que cayese en una culpa, para ejemplo y aviso nuestro : y fué así, que iiabiendo el emperador Maximiano mandado matar á Trisciliano, hereje, poracnsacion y zelo indiscreto de algunos obispos que le hicieron jnez de aquella causa eclesiáslica, y siendo por ello excomulgados, y comunicando con él los otros obispos; por lisonjear á Máximo, san Martin vino á Tréveris, donde el emperador estaba, para tratar con él algunos negocios de grande importancia para bien de la Iglesi-i. Y no queriendo al principio comunicar y tratar con aquellos obispos, por verlos apartados de la comunión de !a Iglesia, después se dejó vencer; porque el emperador sentía mucho que no lo hiciese, y deseaba ganarle la voluntad, para alcanzar de él mas fácilmente el buen despacho de los negocios que traía. Mas después lloró tanto esta culpa, que para consolarle, fué menester que Dios le enviase un ángel, que le dijo, que con razón se compungía y lloraba aquella culpa, aunque habia tenido alguna excusa, por la ocasión y fin de hacer mejor los negocios do Dios; pero que se enmendase y cobrase su antigua constancia. Y como después no echase los demonios de los cuerpos, ni sanase á los enfermos con tanta facilidad como solía, decía con muchas lágrimas, que por haber comunicado con aquellos obispos apartados de la Iglesia (aunque por tan breve tiempo, y compelido de la necesidad) Dios le habia castigado y disminuido la gracia de hacer milagros; y los diez y seis años que después de esto vivió, se apartó con gran cuidado de las juntas de los obispos, por no caer en otro semejante peligro. Habia ya llegado nuestro santo obispo áedad de ochenta y seis años, con grandes ansias de verse libre de las miserias de esta vida, y de gozar en la otra do la vista del Señor, y tuvo revelación que Dios le quería cumplir sus deseos y que se llegaba ya su fin, y claramente lo dijo á sus discípulos; mas no por esto dede velar sobre su grey, y de hacer oficio de vigilante y solícito pastor; porque habiendo sucedido en aquellos dias cierta discordia enlrc los clérigos de un lugar que se llamaba Condato, determinó ir en persona á pacificarlos, juzgando que no podía acabar mas dichosamente su vida, que dejando todas sus iglesias en buena paz y concordia. Habiendo, pues, ido, y con la divina gracia concertado las cosas á su gusto; oslando para volverse á su monasterio, comenzó á sentir «na gran flaqueza y falla de fuerzas; y juntando sus discípulos, les dijo, que ya aquella su casa do barra estaba para caer, y que necesariamente los habia de dejar. Levantaron luego todos un grito al cielo, y con tristes suspiros, sollozos y lágrimas, le dijeron: ¿Por qué nos desamparas, padre santo? ¿A quién nos dejas, desconsolados y afligidos'? Los lobos hambientos darán en este tu rebaño; y perdido el pastor, ¿quién de sus dientes se podrá defender? Bien sabemos tus ansias y deseos encendidos de ver á Cristo; mas tu premio está seguro, y por dilatarse un poco, no se disminuirá. Ten cuenta con nuestra necesidad; que quedamos en tan manifiesto peligro. No pudo el siervo de Cristo dejar de enternecerse, cuando oyó las palabras tan tiernas y dolorosas de sus discípulos, ni de llorar con los que lloraban; y volviendo los ojos con grande afecto al cielo, dijo: O Señor, si yo todavía soy necesario á tu pueblo, no huyo de trabajo: hágase tu santísima voluntad en lodo. En las cuales palabras mostró que estaba suspenso, y que no sabia cuál de las dos cosas debía escoger, ó quedar en la iierra por Cristo, ó dejar la tierra por el mismo Cristo; y diónos ejemplo que enlodas las cosas nos debernos remitir a la voluntad del Señor, y ponernos en sus benditas manos con

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miar Al iií¡Wp6 la» eslnigado y perdido como al pi esonfc<br />

tenemos. Admirable fué la humildad y <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> la<br />

emporalriz para honrar en su siervo al Sefíor, y leslilicar<br />

la eslima que tenia <strong>de</strong> aquel sanlísimo prelado , á guien<br />

servia y veneraba en la tierra como si fuera venido <strong>de</strong>l<br />

ciclo: pero ( aunque con diferente camino ) no es menos<br />

admirable lo que una santa doncella hizo por san Martin,<br />

nó por menospreciarle , sino por aprecio y guarda <strong>de</strong> la<br />

castidad. IJabia una doncella principal y <strong>de</strong> extremada<br />

virtud, la cual por vivir en mayor recogimiento, apartada<br />

<strong>de</strong> los ojos y peligros <strong>de</strong> los hombres, se habia retirado á<br />

una casa suya <strong>de</strong> campo , don<strong>de</strong> habia vivido muchos<br />

afios con gran fama <strong>de</strong> santidad. San Martin, yendo camino,<br />

pasó por allí cerca don<strong>de</strong> aquella virgen inoraba : y<br />

quei ¡eiido el santo honrarla y animarla á llevar a<strong>de</strong>lante<br />

sus santos propósitos, <strong>de</strong>terminó visitarla, y hacer con ella<br />

lo (pie nunca solia hacer con otras mujeres, porque no las<br />

solia visiiar. Ya que llegaba á la puerta <strong>de</strong> su casa , avisaron<br />

á la doncella <strong>de</strong> la gran merced que Dios le hacia,<br />

yendo á visitarla un varón tan eminente y admirable. Creyeron<br />

todos que habia <strong>de</strong> alzar las manos al cielo y recibirle<br />

como á tan gran ministro <strong>de</strong> Dios, y lomar por toslimonio<br />

<strong>de</strong> m recogimiento el ver á san Martin en su casa;<br />

pero ella estuvo tan en sí, que envió á suplicar al santo<br />

que no la viese, para que la puerta <strong>de</strong> su casa quedase<br />

mas cerrada á lodos los otros hombres ; pues no se abria<br />

al que era mas que hombre. El santo aceptó la excusa y<br />

ia alabó, y .sceutemliócu; n recalada y cuán zelosa era <strong>de</strong><br />

guardar su honestidad ia que no quería ser vista <strong>de</strong> hombre,<br />

auiique fuese dcMarliu. Envióle <strong>de</strong>spués la santa doncella<br />

un presente y refresco : y el santo le recibió con<br />

gran voluntad, diciendo, que no era justo que el sacerdote<br />

<strong>de</strong>sechase lo que aquella santa vii geu le enviidja ; pues<br />

merecia ser pi eferkla á muchos sacerdotes : y los que iban<br />

en su compañía se maravillaban que lo recibiese , porque<br />

nunca solia recibir presente que se le enviase.<br />

NOVIEMBRE.<br />

Acabando <strong>de</strong> contar san Severo Sulpicio el ejemplo <strong>de</strong><br />

esta virgen, dice estas palabras : « Oigan las vírgenes este<br />

ejemplo : y para (pie los malos no ro<strong>de</strong>en sus puertas,<br />

ciérrenlas también á los buenos, y para que no lleguen á<br />

ellas con libertad los ruines , no tengan empacho <strong>de</strong> excluir<br />

á los sacerdotes con recalo. Todo el mundo sepa (¡no<br />

una doncella no caasiulio que sau Martin ia viese. No <strong>de</strong>sechó<br />

solamente á cualquier sacerdote; pero no quiso<br />

ver al (pie diibu salud á los que le veían.» Esto es <strong>de</strong> este<br />

autor.<br />

Pero ¿qué maravilla es que baya tenido san Martin tan<br />

gran paciencia, tan extremado sufrimiento , tan excelente<br />

nianscdumbi-e , [;in ardiente zelo <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong><br />

propagar su religión , tanta fortaleza y constancia en los<br />

disfavores, y lanía humildad y mo<strong>de</strong>stia en los favores <strong>de</strong><br />

los príncipes y un espú itu excelso, magnánimo y snpericr<br />

á lodos los casos prósperos y adversos <strong>de</strong> la tierra"' pues<br />

aunque estaba con el cuerpo en ella , con el corazón habitaba<br />

siempre en el cielo, y por medio <strong>de</strong> la oración se regalaba<br />

y entrolcma con e! Señor, y con los espíriius bienaventurados<br />

<strong>de</strong> su corte celestial. Siempre tenia á Dios<br />

presente, y en todas las criaturas veia á Dios . y ellas le<br />

serviau <strong>de</strong> un libro, en que leia y contemplaba las iñlinilas<br />

perfecciones <strong>de</strong>l Criador , y <strong>de</strong> todas las cosas sacaba<br />

conceptos <strong>de</strong>licados y documentos provechosos , Vsei'ñejanzas<br />

acomodadas á la edificación <strong>de</strong> los que ¡ralabau con<br />

él. En la iglesia eslaba con tan gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>voción y reverencia,<br />

que ninguno le vió en ella sentado ; siempre eslaba<br />

<strong>de</strong> rodillas, ó en pié, y con un rostro amarillo y temeroso<br />

; y preguntada la causa, <strong>de</strong>cia : ¿ No queréis que lema<br />

; que está aquí Dios ? Era muy visitado <strong>de</strong> los santos<br />

ángeles, <strong>de</strong> san Pedro, <strong>de</strong> san Pablo, <strong>de</strong> santa Tecla , <strong>de</strong><br />

santa Inés y <strong>de</strong> la Reina <strong>de</strong> los ángeles y Sefíora nuestra,<br />

la Virgen María. Ofreciendo el santo sacrilicio <strong>de</strong> la misa,<br />

fué vista <strong>de</strong> su mano adornada <strong>de</strong> riquísimas pieJras preciosas<br />

; y en lodo era muy regalado y favorecido <strong>de</strong>l Señor<br />

: y tenia tan clara y tan soberana luz por medio <strong>de</strong><br />

su oración, que no seleescondia cosa, y con gran<strong>de</strong> facilidad<br />

dislinguia las tinieblas <strong>de</strong> la luz , y los embustes y<br />

lazos <strong>de</strong> Satanás, déla verda<strong>de</strong>ra y sólida visitación divina,<br />

como se ve en lo que una vez hizo. No lejos <strong>de</strong>l monasterio<br />

<strong>de</strong>sanMariin habia un lugar muy frecuentado <strong>de</strong><br />

la gente, por pensar que habia en él algunas reliquias <strong>de</strong><br />

los mártires, y haber puesto los obispos pasados un altar<br />

en honra <strong>de</strong> ellos : y como san Martin inquiriese el origen<br />

<strong>de</strong> aquella <strong>de</strong>voción , y no hallase ni fundamento <strong>de</strong> ella;<br />

túvola por sospechosa , y <strong>de</strong>terminó no ir á aquel lugar<br />

por no autorizarle con sn presencia, ni quitar su <strong>de</strong>voción<br />

al pueblo. Pero un dia, llevando consigo algunos ^ocos <strong>de</strong><br />

sus frailes, se fué á él, é hizo oración á Dios, suplicándole<br />

que le revelase lo (pie habia en aquel sepulcro. Yió luego<br />

una sombra hoirible y espantosa, á la cual mandó que le<br />

dijese quién era : y respondió que era el alma <strong>de</strong> un ladrón,<br />

que habia sido muerto por sus <strong>de</strong>ittoÉ , y era celebrado<br />

como mártir por engafio <strong>de</strong>l pueblo ; pero que él no<br />

tenia que ver con los mártires : porque ellos estaban en<br />

la gloria, y él en las penas <strong>de</strong>l iulierno. Con esto el sanio<br />

mandé <strong>de</strong>rribar el altar, y libró á su pueblo <strong>de</strong> aquel eogaño.<br />

V por este ejemplo, y algunos olios (pie lian sucedido,<br />

hace la sania Iglesia tan gran<strong>de</strong>. e\ámen <strong>de</strong> la vida<br />

y milagros <strong>de</strong> los que ha <strong>de</strong> canonizar, para no proponer<br />

á los líeles p ts sanios, sino á los que es muy cierto y averiguado<br />

que lo son. Prelendiendo el coimm enemigo engañarle<br />

, un dia , estando san Martin en s» celda orando,<br />

vino á él ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> luz, vestido con ropas reales, y con<br />

una corona <strong>de</strong> oro y piedras preciosas, y el calzado rico y<br />

dorado á maravilla, con un rostro sereno y alegre , y que<br />

ninguna cosa parecía menos que lo que era. Estuvo san<br />

Martin algo suspenso á la primera vista, hasta que el <strong>de</strong>monio<br />

le dijo , que era Cristo que bajaba <strong>de</strong>l cielo á la<br />

lierra, y que le habia querido visitar y manifestarse primero<br />

á él, que á otros : y el santo, entendiendo por revelación<br />

<strong>de</strong> Dios , que aquel no era Cristo , si no anticristo<br />

y enemigo <strong>de</strong> toda verdad, le respondió : Nuestro Señor<br />

Jesucristo no dijo que habia <strong>de</strong> venir vestido <strong>de</strong> púrpura<br />

y coronado y adornado <strong>de</strong> dia<strong>de</strong>ma , ni yo jamás creeré<br />

que es Cristo el (pie no viniere con el hábito y figura en que<br />

Cristo pa<strong>de</strong>ció , y no trajere las señales <strong>de</strong> la cruz en su<br />

cuerpo. A esta voz <strong>de</strong>sapareció como humo aquel enemigo<br />

<strong>de</strong>l genero humano, <strong>de</strong>jando un olor tan sucio y abominable<br />

en la celda, que solo bastaba para <strong>de</strong>clarar quién era<br />

Y lo que pretendía. Fué tanto lo que esta bestia temia á<br />

san Martin, y él la menospreciaba y coi ria, que no se pue<strong>de</strong><br />

fácilmente creer. Por don<strong>de</strong>, habiendo engañado á un<br />

monge , llamado Auatolio , con varias ilusiones , por las<br />

cuales el pobre daba á enlen<strong>de</strong>r que los ángeles le visitaban<br />

; para probar que esto era verdad , una noche apareció<br />

entre los oíros monges muy resplan<strong>de</strong>ciente, vestido<br />

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