Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 10. NOVIEMBRE. 347 monaslerio de monjas, llamado de San Miguel, nombrándole vicario suyo pata que hiciese rellorecer en él la observancia regular y el ejercicio délas virtudes; y en particular la castidad y pureza tan conveniente á las sagradas vírgenes, que son esposas de Jesucristo, y la escogida porción de la grey del Señor. Aceptó Andrés, por consejo del mismo beato Mariaomo, este difícil oficio encargado de los superiores ; y es indecible el zelo con que se aplicó á procurar el bien espiritual y teiupural de aquellas religiosas; les amplió la iglesia que lenian muy reducida, procuró con suma diligencia concluir la clausura del monasterio, para que nadie pudiese entrar escondidamente en él, llevando á veces él mismo sobre sus hoiubnis las piedras á los oficiales que trabajaban; y las compi aba lo que necesitaban para su sustento, á fin de que la necesidad no las obligase á mantener correspondencia con personas seculares. Teniendo bien asegurada la clausura, y provistas las monjas del necesario sustento, procuró alejar del monasterio la frecuencia de personas seculares, é impedir del lodo acercarse á él las personas sospechosas. Pero no pueden ordinariamente remediarse los desórdenes, c impedirse los escándalos, sin padecerse muchos disgustos y sin exponerse á los malos Iralaraienlos de las personas escandalosas y libertinas. Asi sucedió á nue&l;-o santo, el cual en recompensa de su zelo padeció afrentas c injurias, singularmente de un joven que vivia mal con una monja; el cual después de haberle iuúlilmenteamenazado, para hacerle desistir de sus santos intentos, so enfureció de tal modo contra Andrés, que le hizo acometer por dos asesinos, los cuales le hicieron dos grandes heridas en la cara, que le pusieron en grave peligro de perder su vida. Sub ió el sanio esta atrocísima injuria, no solo con paciencia sino también con alegría y júbilo de su alma ; y mientras los demás se corapadecian de la deformidad, que las heridas dejarian en su rostro, san Andrés se alegraba porque podia decir con el Apóstol, que lleva^ ba en su cuerpo las llagas de Jesuci isto y las señales de su ministerio apostólico. De esta su interior alegiia nos lia dejado el santo un auténtico leslimonio en la exposición del salmo ííi, donde explicando la poderosísima asistencia con que Dios ayuda á los que en sus trabajos esperan en él, dicelas siguientes palabras: «Yo lo he experimentado en mí mismo en mi tribulación, cuando fui gravemente herido de un asesino, pues no solo no senlí la menor tristeza, sino que al contrario fui lleno de una alegría sobre abundante, porque el Señor fué mi ayudador y mi consolador.» Perdonó Andrés á sus enemigos como babia perdonado antes á un homicida que á traición había muerto á un sobrino suyo : y á fin de que pudiesen librarse del castigo, que por su enorme delito merecían , no quiso jamás descubrirlos á los ministros-, que de parte del virey le preguntaron quiénes habían sido los autores de aquel alentado. Mas aunque se libraron de la justicia humana , m escaparon déla justicia divina, que no suele dejar sin castigo las. injurias que se hacen á sus siervos; porque al ióven escandaloso, que había alquilado el asesino, lo mataron poco después sus enemigos al pié délas -radas ó escalera de la iglesia de San Pablo, sin pedir confesión ; el asesino que hirió al santo , murió infelizmente en las galeras á que habia sido desterrado por otros delitos- la monja, que habia sido causa de tanto mal, muñó i epentinamcnle sin confesión, tomando nna medicina: y finalmente, el mismo monasteiio fué extinguido por el beato cardimal Arecio, arzobispo de Ñápeles, que repartió en oíros monasterios de la misma órden las monjas que habían quedado. Disgustándose Andrés cada dia mas del., mundo, y deseando unirse mas csirechamenle con Dios nuestro Señor, resolvió abrazar el oslado religioso en la sagrada órden de clérigos regulares, llamados leatínos; cuyas excelentes virtudes tenia bien ccnccid.is, no solo por haber frecuentado mucho la casa de San Pablo , con motivo de haber tenido allí siempre sus directores, sino también por haberse retirado á la misma casa para hacerse curar de la herida recibida del asesino, y haber experimentado enloiTces la mucha caridad de aquellos retí* • giosos. Fué recibido, pues , en esla sagrada órden con inexplicable contento desús religiosos, en la vigilia do la Asunción de la Virgen santísima del año 1550, hallándose en la edad-de treinta y cinco años. Luego que hubo vestido el hábito religioso, compareció imperfecto ejemplar de todas las virtudes , singularmente de mortificación , de obediencia y de exacta observancia de todas lasreglasdesu órden por mínimas que fuesen. Desuelle que pasados solos cuatro anos, tos superiores le hicieron maestro de novicios, para que críase estas nuevas plañías en la observancia del instituto, y en el espíritu de devoción de que él estaba tan dichosamente poseído. Ejerció Andrés osle importante oficio por el espacio de diez años con mucha prudencia y provecho de la religión; porque con sus sabias instrucciones y mucho mas con sus santos ejemplos, formó muchos religiosos eminentes en virtud y piedad. Concluido el decenio, se puede decir que continuó aun este oficio por medio de dos tratados que escribió, intitulados, el uno: El director del maestro de novicios; y el otro: Instrucciones para la vida espiritual á los mismos novicios. Obtuvo después varios oficios honoríficos de ta religión , fué prepósito de diferentes casas y dos veces do la de San Pablo de Ñapóles, y fué visitadu1 du las casas de Lombardía; y ardiendo en fervorosos deseos de hacer nuevos progresos en la perfección crisíiüua, á los tres votos de castidad i pobreza y obediencia que observo con mucha exactitud, añadió otros dos votos paríicularcí; el primero, de contradecir siempre á su propia Noluntad y obrar contra su propio genio; ,y el segundo de crecer cada dia mas en la perfección y de adelantarse en el camino de la santidad ; en el cual en efecto hacia cada dia estupendos progresos. Este era su tenor de vida: levantábase de la cama dos ó tres horas antes de los maitines; las cuales empleaba en la oración y en esbribir cartas y tratados de materias espirituales; asistía después al coro á los maitines, y concluidos, permanecía allí con Ja comunidad á tener media hora de oración que ordena la regla. Después se prepaba con otra hora de oración para celebrar la santa misa, y acabada gastaba otra hora en dar gracias. Visitaba inmediatamente los enfermos mas cercanos, para ver si habia alguno que necesitase de su asistencia : después se ponia en el confesonario para oír las confesiones de los fieles, y permaneeia allí inmoble hasta la hora de comer: por la larde iba á visitar los enfermos y afligidos para consolarlos ; y como le llamaban en tantas partes , á fin de que por detenerse demasiadamente con uno, no le faltase el tiempo para consolar á los otros, llevaba pendiente del ce-

348 LA LEYENDA DE ORO. DIA 10. fiidor un relajito de arena, con el cual medía el liempo que debía permanecer en cada casa. En este tenor de vida poi icvcrú el santo por el largo csji', 10 fiü's de cincuenta años, no solo en la ciudad [I • Ná| oh'8, sino en oirás ciudades, singularmente en Mí- , ,1 l'^isencia, doade fundó casas de su órden , favo- Pé ido de srn Carlos Borromco, que lo amaba muchísimo. ¡Nada pudo detener el fervoroso Zi'lo con que Andrés procuraba la salud de las almas; iba pronto donde alguna necesidad le llamaba sin reparar en lluvias, ni en los rigores del tiempo, ya fuese de invierno , ó ya de verano, ni en sus achaques y edad decrépita. Sus amigos le persuadían suspendiese algún poco su- fatigas, para dar algún descansoá su cuerpo debilitado por sus enfermedades y edad avanzada; pero el santo jamás se dejó vencer de sus persuasiones, antes mirando á su cuerpo como enemigo, le trató siempre con suma aspereza, y para tenerle sujeto al espíritu , le daba el alimento con lasa tan rigurosa , quo apenas bastaba para sustentarse. Observaba los ayunos de la Iglesia , y los que son particulares de la órden , con tal rigor, que no lomaba cosa alguna hasta el mioilierer, y on los últimos años do su vida , desde los selenla hasta los ochenta y ochó en que falleció, fué tan asombrosa su abstinencia, que en ellos no comió jamás, ni ana estando enfermo , ni carne, ni huevos, ni pescado, sustentándose solo de pan , yerbas y habas cocidas, que tomaba en el refectorio (lelos convalecientes para evilar la singularidad. Pero cuanto mas el santo aíligia y atormentaba su cuerpo , tanto mas el Señor regalaba su espíritu, porque mientras tomaba esle escaso y basto alimento , era nmchas veces inundado de tales consuelos del cielu , que le hacían suspender la comida ; y olvidado de lo que hacia , juntando las manos y levantando los ejos al cielo , se derrelia en liemas lágrimas do amor. Rezando el oticio divino (lo que ejecutaba siempre en pié, y con un recogimiento y devoción muy extraordinaria) oia algunas veces los santos ángeles, que cantaban las divinas alabanzas.'Una vez estando en oración, vióla sacralísima humanidad de Jesucristo, rodeada de inmensa luz , tan bella y hermosa, que en su comparación todo lo que habia mas hermoso en el mundo, le parecía una fealdad. Favoreció á mas de esto el Señor á su siervo con el don de profecía, el de conocer los pecados de sus penitentes y el de hacer milagros; enlrc los cuales es digno de referirse lo que le acaeció una noche , volviendo de confesar á doña Catalina Garrafa, mujer de don Camilo de Cmiis , prcsidonle del consejo de Kápoles. Hallándose muy enferma esta ilustre sellara, fué á visitarla Andrés, y contra lo que acoslumbiaba hacer en semejantes ocasiones , se detuvo con ella en santos coloquios hasta la tercera hora de la noche ; queriendo entonces restituirse á su casa, le insló la enferma admitiese su carroza: pero no pudiendo conseguir que aceptase aquel ofrecimiento, mandó á un lacayo que fuese acompañándole con una hacha encendida: como la noche era muy oscura y el tiempo tan cerrado, que amenazaba una grande tempestad de viento y lluvia; don Juan Pablo Orlaudio , capellán del presidente. considerando que Andrés se hallaba en la edad de ochenta y cuatro años , que su compañero Lbaldo Pellicer era un viejo de ochenta y seis años, y que la casa del presidente distaba un cuarto y medio de hora de la casa de San Pablo, quiso también acompañarle hasta dicha casa ; pero apenas habían andado algunas calles, rezando salmos como lo practicaba siempre que iba por la ciudad , cuando empezó á llover copiosamente, y á soplar un viento tan recio que apagó la hacha del lacayo. Kn esle lance los que acompañaban al sanio no sabían qué hacerse, cuando de improvislo vieron al cuerpo de Andrés rodeado de una luz milagrosa que les enseñaba el camino, y suplía bien la falla de la hacha del lacayo: alumbrados de esta luz prosiguieron su camino, y llegaron felizmente á la casa de San Pablo; pero habiendo entrado en ella, se desvaneció aquella luz y repararon que ni el santo, ni los tres que le acompañaban se habían mojado los vestidos, ni enlodado los zapatos: restituyéronse inmediatamente á la casa del presidente el capellán y el lacayo , sin parar jamás la lluvia; y llegados á ella advirtieron que se había repetido el prodigio, [mes se vieron enteramente enjutos y sin lodo en los zapatos, como si no se hubiesen movido de casa. Con esle y otros prodigios hizo conocer Dios al mundo cuánto amaba á Andrés y cuán agradables le fueron sus ejercicios y santas ocupaciones; por lo que toda la ciudad deNápoles le veneraba y respetaba como á santo. Pero no obstante, era tan rara y profunda su humildad, que se tenia por un grande pecador. Un padre, coníidenlesuyo, 1c encontró una vez en su aposento deshaciéndose en lágrimas; preguntóle por qué lloraba; y le respondió: Lloio porque con mí malicia, bajeza y negligencia he menoscabado y oscurecido las obras de Dios. Cuanto pensaba , le parecía impropio ; cuanto decía, inútil; cuanto obraba imperfecto ; y teniéndose por el mas ingrato de los hombres , vivía en un perpetuo temor de su salvación ; por lo que preguntaba repetidas veces á sus confesores, sí so salvarla, y respondiéndole que sí, quedaba lleno de conlenlo. No se sosegaba si no se confesaba tres ó cuatro veces al dia ; pues decia que era tan ruin y miserable, que nada conseguiría sino fuese por los méritos de la pasión del Señor, que por tan grande sacramento se comunican: otras veces decia: Será gran misericordia de Dios hacerme estar hasta el dia del juicio en el purgatorio : y levantando los ojos al cíelo y suspirando exclamaba: ¿Será posible que un hombrecillo tan vil y miserable como yo, haya de ser puesto en el paraíso ? Habiendo por fin llegado Andrés á la edad decrépita de ochenta y ocho años, empezando ,1a sania misa al decir aquellas palabras: lulroibo ad aliare Iki, fué acometido de una apoplejía ; repitió el santo tres veces las mismas palabras, y perdida el habla, iba á caer en tierra si no fuera sostenido del quo le ayudaba á la misa: acudiendo luego otras personas al socorro de aquella necesidad , fué llevado en brazos ajenos á la sacristía, donde le desnudaron los sagrados ornamentos, y después le llevaron á su aposento, donde recibió con mucha devoción el santísimo viático y extremaunción ; y dentro de pocas horas entregó su santa alma en manos de su Criador, á 10 de noviembre do 1606. Beatiiicó á san Andrés la santidad de Urbano Vilí, en el año 162o , y después Clemente XI, en el año 1112 le canonizó solemnemente , habiendo antes aprobado á este fin los tres milagros siguientes. El primero sucedió con Jaime Gíovío, el cual tenia encogida y seca de tal modo la organización ó trabazón de. los nervios en la mitad de la parle superior del cuerpo,

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monaslerio <strong>de</strong> monjas, llamado <strong>de</strong> San Miguel, nombrándole<br />

vicario suyo pata que hiciese rellorecer en él la observancia<br />

regular y el ejercicio délas virtu<strong>de</strong>s; y en<br />

particular la castidad y pureza tan conveniente á las sagradas<br />

vírgenes, que son esposas <strong>de</strong> Jesucristo, y la escogida<br />

porción <strong>de</strong> la grey <strong>de</strong>l Señor. Aceptó Andrés, por<br />

consejo <strong>de</strong>l mismo beato Mariaomo, este difícil oficio encargado<br />

<strong>de</strong> los superiores ; y es in<strong>de</strong>cible el zelo con que<br />

se aplicó á procurar el bien espiritual y teiupural <strong>de</strong> aquellas<br />

religiosas; les amplió la iglesia que lenian muy reducida,<br />

procuró con suma diligencia concluir la clausura<br />

<strong>de</strong>l monasterio, para que nadie pudiese entrar escondidamente<br />

en él, llevando á veces él mismo sobre sus hoiubnis<br />

las piedras á los oficiales que trabajaban; y las compi aba<br />

lo que necesitaban para su sustento, á fin <strong>de</strong> que la necesidad<br />

no las obligase á mantener correspon<strong>de</strong>ncia con<br />

personas seculares. Teniendo bien asegurada la clausura,<br />

y provistas las monjas <strong>de</strong>l necesario sustento, procuró alejar<br />

<strong>de</strong>l monasterio la frecuencia <strong>de</strong> personas seculares, é<br />

impedir <strong>de</strong>l lodo acercarse á él las personas sospechosas.<br />

Pero no pue<strong>de</strong>n ordinariamente remediarse los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes,<br />

c impedirse los escándalos, sin pa<strong>de</strong>cerse muchos disgustos<br />

y sin exponerse á los malos Iralaraienlos <strong>de</strong> las<br />

personas escandalosas y libertinas. Asi sucedió á nue&l;-o<br />

santo, el cual en recompensa <strong>de</strong> su zelo pa<strong>de</strong>ció afrentas<br />

c injurias, singularmente <strong>de</strong> un joven que vivia mal con<br />

una monja; el cual <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberle iuúlilmenteamenazado,<br />

para hacerle <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> sus santos intentos, so<br />

enfureció <strong>de</strong> tal modo contra Andrés, que le hizo acometer<br />

por dos asesinos, los cuales le hicieron dos gran<strong>de</strong>s heridas<br />

en la cara, que le pusieron en grave peligro <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r<br />

su vida. Sub ió el sanio esta atrocísima injuria, no solo<br />

con paciencia sino también con alegría y júbilo <strong>de</strong> su<br />

alma ; y mientras los <strong>de</strong>más se corapa<strong>de</strong>cian <strong>de</strong> la <strong>de</strong>formidad,<br />

que las heridas <strong>de</strong>jarian en su rostro, san Andrés<br />

se alegraba porque podia <strong>de</strong>cir con el Apóstol, que lleva^<br />

ba en su cuerpo las llagas <strong>de</strong> Jesuci isto y las señales <strong>de</strong><br />

su ministerio apostólico. De esta su interior alegiia nos lia<br />

<strong>de</strong>jado el santo un auténtico leslimonio en la exposición<br />

<strong>de</strong>l salmo ííi, don<strong>de</strong> explicando la po<strong>de</strong>rosísima asistencia<br />

con que Dios ayuda á los que en sus trabajos esperan<br />

en él, dicelas siguientes palabras: «Yo lo he experimentado<br />

en mí mismo en mi tribulación, cuando fui gravemente<br />

herido <strong>de</strong> un asesino, pues no solo no senlí la menor<br />

tristeza, sino que al contrario fui lleno <strong>de</strong> una alegría<br />

sobre abundante, porque el Señor fué mi ayudador y mi<br />

consolador.»<br />

Perdonó Andrés á sus enemigos como babia perdonado<br />

antes á un homicida que á traición había muerto á un<br />

sobrino suyo : y á fin <strong>de</strong> que pudiesen librarse <strong>de</strong>l castigo,<br />

que por su enorme <strong>de</strong>lito merecían , no quiso jamás<br />

<strong>de</strong>scubrirlos á los ministros-, que <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l virey le<br />

preguntaron quiénes habían sido los autores <strong>de</strong> aquel alentado.<br />

Mas aunque se libraron <strong>de</strong> la justicia humana , m<br />

escaparon déla justicia divina, que no suele <strong>de</strong>jar sin castigo<br />

las. injurias que se hacen á sus siervos; porque al ióven<br />

escandaloso, que había alquilado el asesino, lo mataron<br />

poco <strong>de</strong>spués sus enemigos al pié délas -radas ó<br />

escalera <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> San Pablo, sin pedir confesión ;<br />

el asesino que hirió al santo , murió infelizmente en las<br />

galeras á que habia sido <strong>de</strong>sterrado por otros <strong>de</strong>litos- la<br />

monja, que habia sido causa <strong>de</strong> tanto mal, muñó i epentinamcnle<br />

sin confesión, tomando nna medicina: y finalmente,<br />

el mismo monasteiio fué extinguido por el beato<br />

cardimal Arecio, arzobispo <strong>de</strong> Ñápeles, que repartió en<br />

oíros monasterios <strong>de</strong> la misma ór<strong>de</strong>n las monjas que habían<br />

quedado. Disgustándose Andrés cada dia mas <strong>de</strong>l.,<br />

mundo, y <strong>de</strong>seando unirse mas csirechamenle con Dios<br />

nuestro Señor, resolvió abrazar el oslado religioso en la<br />

sagrada ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> clérigos regulares, llamados leatínos;<br />

cuyas excelentes virtu<strong>de</strong>s tenia bien ccnccid.is, no solo<br />

por haber frecuentado mucho la casa <strong>de</strong> San Pablo , con<br />

motivo <strong>de</strong> haber tenido allí siempre sus directores, sino<br />

también por haberse retirado á la misma casa para hacerse<br />

curar <strong>de</strong> la herida recibida <strong>de</strong>l asesino, y haber experimentado<br />

enloiTces la mucha caridad <strong>de</strong> aquellos retí* •<br />

giosos. Fué recibido, pues , en esla sagrada ór<strong>de</strong>n con<br />

inexplicable contento <strong>de</strong>sús religiosos, en la vigilia do la<br />

Asunción <strong>de</strong> la Virgen santísima <strong>de</strong>l año 1550, hallándose<br />

en la edad-<strong>de</strong> treinta y cinco años. Luego que hubo<br />

vestido el hábito religioso, compareció imperfecto ejemplar<br />

<strong>de</strong> todas las virtu<strong>de</strong>s , singularmente <strong>de</strong> mortificación<br />

, <strong>de</strong> obediencia y <strong>de</strong> exacta observancia <strong>de</strong> todas lasreglas<strong>de</strong>su<br />

ór<strong>de</strong>n por mínimas que fuesen. Desuelle que<br />

pasados solos cuatro anos, tos superiores le hicieron maestro<br />

<strong>de</strong> novicios, para que críase estas nuevas plañías en la<br />

observancia <strong>de</strong>l instituto, y en el espíritu <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción <strong>de</strong><br />

que él estaba tan dichosamente poseído. Ejerció Andrés<br />

osle importante oficio por el espacio <strong>de</strong> diez años con mucha<br />

pru<strong>de</strong>ncia y provecho <strong>de</strong> la religión; porque con sus<br />

sabias instrucciones y mucho mas con sus santos ejemplos,<br />

formó muchos religiosos eminentes en virtud y piedad.<br />

Concluido el <strong>de</strong>cenio, se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que continuó<br />

aun este oficio por medio <strong>de</strong> dos tratados que escribió, intitulados,<br />

el uno: El director <strong>de</strong>l maestro <strong>de</strong> novicios; y<br />

el otro: Instrucciones para la vida espiritual á los mismos<br />

novicios. Obtuvo <strong>de</strong>spués varios oficios honoríficos <strong>de</strong> ta<br />

religión , fué prepósito <strong>de</strong> diferentes casas y dos veces<br />

do la <strong>de</strong> San Pablo <strong>de</strong> Ñapóles, y fué visitadu1 du las<br />

casas <strong>de</strong> Lombardía; y ardiendo en fervorosos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong><br />

hacer nuevos progresos en la perfección crisíiüua, á los<br />

tres votos <strong>de</strong> castidad i pobreza y obediencia que observo<br />

con mucha exactitud, añadió otros dos votos paríicularcí;<br />

el primero, <strong>de</strong> contra<strong>de</strong>cir siempre á su propia Noluntad<br />

y obrar contra su propio genio; ,y el segundo <strong>de</strong> crecer<br />

cada dia mas en la perfección y <strong>de</strong> a<strong>de</strong>lantarse en el camino<br />

<strong>de</strong> la santidad ; en el cual en efecto hacia cada dia<br />

estupendos progresos.<br />

Este era su tenor <strong>de</strong> vida: levantábase <strong>de</strong> la cama dos<br />

ó tres horas antes <strong>de</strong> los maitines; las cuales empleaba<br />

en la oración y en esbribir cartas y tratados <strong>de</strong> materias<br />

espirituales; asistía <strong>de</strong>spués al coro á los maitines, y concluidos,<br />

permanecía allí con Ja comunidad á tener media<br />

hora <strong>de</strong> oración que or<strong>de</strong>na la regla. Después se prepaba<br />

con otra hora <strong>de</strong> oración para celebrar la santa misa, y<br />

acabada gastaba otra hora en dar gracias. Visitaba inmediatamente<br />

los enfermos mas cercanos, para ver si habia<br />

alguno que necesitase <strong>de</strong> su asistencia : <strong>de</strong>spués se ponia<br />

en el confesonario para oír las confesiones <strong>de</strong> los fieles, y<br />

permaneeia allí inmoble hasta la hora <strong>de</strong> comer: por la<br />

lar<strong>de</strong> iba á visitar los enfermos y afligidos para consolarlos<br />

; y como le llamaban en tantas partes , á fin <strong>de</strong> que<br />

por <strong>de</strong>tenerse <strong>de</strong>masiadamente con uno, no le faltase el<br />

tiempo para consolar á los otros, llevaba pendiente <strong>de</strong>l ce-

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