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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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34G LA LEYENDA DE OUÜ. DIA. 10.<br />

Tuvieron bs^adres <strong>de</strong> Andrés un Dtiidado singular <strong>de</strong><br />

criar á este hijo en la cristiHna pitdad; la madre en particular,<br />

que era mujer <strong>de</strong> mucha virtud, procuraba <strong>de</strong>stilar<br />

en el tierno corazón <strong>de</strong> su hijo la <strong>de</strong>voción hacia la<br />

Virgen sanlisima, y el bienaventurado niño se aprovechaba<br />

tan bien <strong>de</strong> las santas instrucciones <strong>de</strong> su madre, que<br />

rezaba todos los dias á honor <strong>de</strong> la Virgen santísima el<br />

santo rosario; visitaba en las iglesias á sus imágenes, oraba<br />

<strong>de</strong>lante do ellas con mucho recogimiento, y sabiendo<br />

que esta Reina <strong>de</strong>l cielo es muy amante <strong>de</strong> las almas puras,<br />

procuraba conservar una gran pureza <strong>de</strong> conciencia,<br />

para hacerse agradable á sus purísimos ojos.<br />

Advirtiendo un tio <strong>de</strong> Andrés, que era arcipreste <strong>de</strong>l<br />

mismo lugar, las bellas inclinaciones <strong>de</strong>l sobrino, tomó á<br />

su cuidado el educarle: le enseñaba la doctrina cristiana,<br />

que el santo aprendía con tanta pei feccion, que juntando<br />

ú oíros niños. Ies enseñaba lo mismo que acababa <strong>de</strong><br />

apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su lio. Después le hizo estudiar la gramática<br />

en su mismo lugar, y cuando le vio bastante radicado en<br />

ella, para perücionarse en la latinidad y elocuencia, le<br />

envió á estudiar á Senis, que es un lugar vecino <strong>de</strong> Casti<br />

o-NoNo. Vivió aquí Andrés con singular mo<strong>de</strong>stia y recogimiento,<br />

a<strong>de</strong>lantándose siempre en el camino <strong>de</strong> la virlud:<br />

castigaba su carne, morlilicaba sus sentidos, evitaba<br />

la ociosidad, <strong>de</strong> la cual fué siempre capital enemigo, y<br />

huia todo lo posible <strong>de</strong> las ocasiones <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>r á Dios.<br />

Mas no obstanle leda esta cautela, luvo que sufrir varias y<br />

fuertes tentaciones contra la castidad: porque algunas<br />

mujeres impuras, enamoradas <strong>de</strong> la gallard.a y singular<br />

hermosura <strong>de</strong>l santo mancebo, que se hallaba entonces en<br />

la florida edad <strong>de</strong> diez y seis anos, le tendieron varios lazos<br />

para amancillar su pureza; pero el casto joven echo<br />

siempre <strong>de</strong> sí con mucho <strong>de</strong>nuedo á aquellas esclavas <strong>de</strong><br />

Satanás.; y á una, que solicitándole al mal por medio <strong>de</strong><br />

una tercera le envió á <strong>de</strong>cir que se hallaba cautiva <strong>de</strong> la<br />

hermosura <strong>de</strong> sus ojos, respondió el santo con mucho fervor<br />

<strong>de</strong> espíritu, que se sacaria sus ojos con sus propias<br />

manos, para no ocasionar con ellos la ruina <strong>de</strong> su prójimo,<br />

si esto fuera <strong>de</strong>l divino agrado.<br />

Viendo el siervo <strong>de</strong> Dios los muchos peligros que se<br />

encucnlran en el numdo, le volvió las espaldas, abrazando<br />

el estado eclesiástico y vistiendo el hábito clerical.<br />

Vestido <strong>de</strong> este santo hábito, empezó á trabajar en la viña<br />

<strong>de</strong>l Señor; y en la villa <strong>de</strong> Rocanova, poco dislante <strong>de</strong> su<br />

patria, juntaba todos los niños que podia, y por las mañanas<br />

gastaba una hora en enseñarles la doctrina, é inspirarles<br />

horror ai vicio y amor á la virtud; <strong>de</strong>spués los<br />

acompañaba á la iglesia, don<strong>de</strong> oian misa, y acabada la<br />

misa se resliluian á sus casas, dando á lodos singular<br />

ejemplo: por la la;<strong>de</strong> se volvían á juntar, so daba cuerda<br />

<strong>de</strong> lo que por la mañana babian aprendido, y repelidos<br />

los mismos ejercicios, rezaban las letanías <strong>de</strong> nuestra Señora.<br />

Kn los días <strong>de</strong> íicsla añadía un breve pero eficaz razonamiento,<br />

y por la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> dos en dos, formando una<br />

<strong>de</strong>vola procesión, iban á alguno <strong>de</strong> los lugares vecinos,<br />

cantando la oración <strong>de</strong>l Padre nuestro y <strong>de</strong> la Ave María,<br />

ú otras canciones <strong>de</strong>votas; y como peregrinos vísitalKin<br />

algunas <strong>de</strong>. las iglesias <strong>de</strong> particular <strong>de</strong>voción, y al anochecer<br />

se restituían al lugar <strong>de</strong> don<strong>de</strong> habían salido, tegalándolos<br />

nuestro Andrés varias estampas, rosarios y<br />

olí as cosas semejantes, para ganarlos la voluntad, y aücionarlos<br />

á estos <strong>de</strong>votos ejercicios.<br />

Aunque Andrés se hallaba tan santamente ocupado on<br />

su patria, quiso no obstante su madre que pasase áNápoles,<br />

á estudiaren su célebre unívej-sidad, esperando que<br />

con su ingenio y aplicación haría en las letras tales progresos,<br />

que se abriría camino á los mas ricos beneficios y<br />

sublimes dignida<strong>de</strong>s. Andrés, que estaba poseído <strong>de</strong> los<br />

mismos ambícioses <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> medrar y hacer fortuna en<br />

el mundo, abrazó con mucho gusto este <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> su<br />

madre, y con el pobre equipaje que ella le previno, se<br />

pattió á dicha ciudad. Habiendo llegado á aquella capital,<br />

fué á aposentarse en una posada cercana á la iglesia <strong>de</strong><br />

San Pedro Celestino, don<strong>de</strong> hallándose solo, fué <strong>de</strong> improviso<br />

acometido <strong>de</strong> una mujer lasciva, que asiendo <strong>de</strong><br />

él, hacia lodo esfuerzo para inducirle al pecado; pero el<br />

sanio jóven, á imitación <strong>de</strong>l patriarca José, procuró <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse<br />

como pudo <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> aquella insolente<br />

mujer, y huyó al momento á ia calle, y no quiso jamás<br />

volver á aquella casa á buscar su ropa, queriendo mas<br />

presto per<strong>de</strong>r sus bienes, que exponerse á otro peligro <strong>de</strong><br />

ofen<strong>de</strong>rá Diosjiueslro Sefior.<br />

Ks; udió Andrés con mucha aplicación en la universidad<br />

<strong>de</strong> Ñapóles el <strong>de</strong>recho civil, y recibió el grado <strong>de</strong> doctor<br />

en esta facultad. Después se or<strong>de</strong>nó <strong>de</strong> sacerdote, y consi<strong>de</strong>rando<br />

los superiores su notoria virtud y ciencia, le dieron<br />

licencia para oír ias confesiones <strong>de</strong> los fieles, Andrés,<br />

<strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> gloria y <strong>de</strong> hacienda, abrió estudio <strong>de</strong> abogado,<br />

y empezó á patrocinar pleitos, aunque solo en los tribunales<br />

eclesiásticos, conforme lo or<strong>de</strong>nan los sagrados cánones.<br />

Patrocinando pues una causa <strong>de</strong> un amigo suyo, que<br />

se hallaba injustamente molestado <strong>de</strong> su contrario, echó<br />

una mentira lijera, para asegurar mas el feliz éxito <strong>de</strong> su<br />

justa <strong>de</strong>fensa. No hizo entonces nuestro Andrés algún caso<br />

<strong>de</strong> esta mentira oficiosa y lijera ; mas como acostumbraba<br />

leer siempre alguna cosa <strong>de</strong> la sagrada Escrilurn<br />

antes <strong>de</strong> acostarse, en aquella noche dispuso Dios, que<br />

abriendo este sanio libro, encontrase aquellas palabras:<br />

Os, qnod menlilur, occidil animam: la boca que miente da<br />

mueile al alma. Andrés las lomó como dichas para sí mismo,<br />

por lo que se persuadió que con aquella menlii a había<br />

dado la muerte á su alma ; <strong>de</strong> aquí empezó á alligírse<br />

y angustiarse, á pa<strong>de</strong>cer terribles remordimientos <strong>de</strong> conciencia<br />

, y á concebir tan gran<strong>de</strong> dolor <strong>de</strong> aquella culpa,<br />

que pasó toda la noche llorando, gimiendo y pidiendo<br />

perdón á Dios , sin po<strong>de</strong>r lomar un momento <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso.<br />

Por la mañana fué luego á arrojarse á los piés <strong>de</strong> su<br />

confesor, que era el beato Marínonio, y <strong>de</strong>shecho en lágrimas<br />

, le confesó su pecado , resuelto enteramente á<br />

abandonar la abogacía y consagrarse enteramente al<br />

divino obsequio. El beato Marínonio aprobó mucho su <strong>de</strong>lewnirwcion<br />

; con loque, renunciando para siempre ai|iR'-<br />

lla peligrosa profesión, se entregó tolalmenle al <strong>de</strong>sempeño<br />

<strong>de</strong> las funciones eclesiásticas. Comenzó pues á oír las<br />

confesiones <strong>de</strong> los fieles, y á instruir y dirigir las almr.s<br />

por el camino <strong>de</strong> la salvación. Scipion Rebiba (que <strong>de</strong>spués<br />

fué car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> la santa Iglesia romana) gobernaba<br />

entonces el arzobispado <strong>de</strong> ¡Nápoles por ausencia <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal<br />

Juan Pedro Carrafa, que era su arzobispo, el cual,<br />

elevado á la silla <strong>de</strong> san Pedro, se llamó Paulo IV í y teniendo<br />

noticia <strong>de</strong> la pru<strong>de</strong>ncia y singulares virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

Andrés, por el informe que <strong>de</strong> ellas le hizo el beato Marinonio,<br />

que era su confesor, le encargó la reforma <strong>de</strong> un

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