Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DÍA 4. mm Estando una noche muy fría esludiando con sola una ropa de paño pardo, como lo usan los de la Compañía , la cual oslaba muy gaslada, y exhortándote uno á tomar otro por no morir do frió ; le respondió risueño su razón ordinaria : A'i tengo otra ni la quiero: las demás ropas son de la dignidad, no son mias : para mí de invierno y verano me basta esta sola i con ella me contento, ni quiero tener otra en mi vida. A oli o que le exhortaba á que se dejase calentar la cama ; respondió : Tengo un lindo modo de no senlir el frió déla cama ; y es, llevar tan frió el cuerpo, que en su comparación la cama no lo parezca. Pasaba frecuentemente las noches sin entrar en calor, mayormente no cenando y siendo tales los abrigos de la cama : y al modo que los hombres sensuales, huyendo el padecer, buscan todas las comodidades y se entregan al gozo de todos los deleites; el santo cardenal, criado en tan gran regalo, andaba en buscado todas aquellas cosas que le hacían padecer y afiigian mas gravemente su cuerpo. Retiróse una vez á darse á mas oración en una de las celdas que fabricó para los espirituales en el seminario de la Canónica, y era tiempo de lluvias: Baustista Castaño , su camarero, le rogó con instancia dejase aquel lugar, porque caía agua en gran copia del lecho que le bañaba lodo , y apenas pudo alcanzar poner una tabla sobre la cama, que podia reparar mal el agua y no quiso salir de allí, aunque eri el seminario había otras estancias acomodadas en que retirarse. Gozábase de padecer esta moleslia , mostrando en los hechos lo que dijo alguna vez , que sentía conlento en estas atlicciones , y se le veia en el rostro ; porque en ellas daba muestras de alegría, que es testimonio grande del desasimienlo de sí mismo, y de «na extremada unión con Dios. Siendo huésped en casa de un obispo de su provincia, sentado á la mesa oyó locar instrurnenlos para música : desügradüle grandemente, y reprendiólo diciendo: El obispo ha de repugnar á todas las cosas que deleitan el sentido. Viendo otra vez á un sacerdote, su ministro,beber fuera de comida, lecorrigió con decirle que consintiendo al apetito del gusto, se le baria esclavo, y que al día siguiente volvería beber á aquella hora: y excusándose con que solamente se bahía enjuagado , le dijo, que aquella aun era sensualidad , que debía mortificarse y padecer la sed, y así lo hacia el sanio. Quiso Dios premiar tantos trabajos y virtudes heroicas de san Cárlos, y así se dispuso para una muerte felicísima con los ejercicios espirituales de san Ignacio, que un mes ántes hizo en el monte Váralo, y se los dió el padre Francisco Adorno , de la Compañía de Jesús , su confesor y padre espirilual muy querido del santo, por cuya dirección se gobernaba y á quien lenia dada la obediencia. Era gran siervo de Dios, como elegido del sanio cardenal para aprovechamiento de su espíritu: teniale tanto respeto san Cárlos, que si pasaba delante deélT aunque estuviese durmiendo le hacía reverencia con profunda inclinación de la cabeza. Uncían juntamente los ejercicios lodos los criados del sanio. El padre Adorno se levantaba cada mañana á dísperlarlos ; pero para que lo pudiese hacer con ma* comodidad , madrugaba antes sao Carlos, y él mismo le llevaba la luz. Fué extraordinario el fervor que tuvo en estos ejercicios. Viéronle echar del rostro resplandecientes rayos de claridad , y andaba todo absorto en Dios. Diéronle entre lan santos ejercicios TOMO 111. UmiL 321> unas tercianas, las cuales disimuló algunos días, prosiguiendo en su oración y ocupaciones sanias. Al fin le forzaron á volverse á Milán: pasó por Arona , donde se había fundado un noviciado de la Compañía , donde quiso hospedarse, desechando los palacios que sus parienles le ofrecían: y hallándose con disposición para ello, dijo misa, que fué la última de su vida, en la cual comulgó á todos los novicios : después de haber oído otra misa del padre Simón Arpi, rector de aquella casa, le vino la quinta terciana mas recia que otras veces. Úllimamente llegó á Milán , donde se le agravó el mal : mandó llamar al punto su médico ordinario : dióle menuda cuenta del discurso de su enfermedad , para que le aplicase los remedios convenientes ; mas que advirtiese que no había de impedirle sus devociones y oraciones espirituales. La mañana siguiente a 3 de noviembre, habiendo á las nueve del medio dia tomado la refección que le ordenó el médico, hizo llamar sus camareros para rezar en su compañía el oficio divino, como acostumbraba siempre; pero advirliéndole que le haría gran daño, por ser la calentura conlinua, y podia aumentarse, que bastaba oírle, se detuvo, y pidió parecer al padre Adorno, que le aconsejó lo loísmo, con lo que se aquietó . Rezóle arrodillado á los piés de la cama Gerónimo Castaño, su camarero, con el oficio de difuntos, estando el sanio atento con gran devoción oyéndole. En todas las demás cosas no se resolvia. sino por el órden del dicho padre Adorno, que tenía en lugar de Dios. Creció el mal desuerte, que los médicos, lomándole el pulso, conocieron que la virtud iba faltando y lo quedaban pocas horas de vida: cosa inesperada y que llenó do increíble dolor y espanto los corazones de lodos. Al punto el padre Adorno lo intimó al cardenal, y le dijo con lágrimas había llegado su hora de partir de esta vida:quo el Señor loquería paras!, y si quería el santísimo viático. Oyó la determinación de Dios con igualdad de ánimo, respondiendo que le pedia instantáneamente con lodo afecto. Trajéronsele de la iglesia mayor con grande acompañamiento y senlimiento de lodos que venían verlíendo lágrimas. Quiso salir de la cama y ponerse de rcdillas para recibirle; mas no pudo por la flaqueza con que estaba. Fue singular la devoción con que le recibió y luego la santa extremaunción. Llenóse en breve la sala de sacerdotes y familiares de casa que arrodillados ceicaban el santo lecho: unos recomendaban el alma : otros leian la pasión; y el padre Adorno con el crucifijo en ta mano atendía conlinuamenteálos recuerdos de las consideraciones santas de aquel paso, hasta que élúllimamenleííjólosojos en elcrucifijo, cubierto de cilicio y ceniza, y como él habia deseado, despidió su purísimo espíritu con gran quietud y sosiego de aquel cuerpo afligido. Fué su muerte á 3 dé noviembre, sábado á tres horas de la noche, año de ISSí: ora la edad de san Cárlos cuarenta y seis años, un mes y un dia. No se puede explicar el senlimicnlo que hizo toda la ciudad de Milán con la muerle de su amado pastor: el concurso de la gente para reverenciar el santocuerpo, besarle los piés ó locarle sus vestiduras, fué grandísimo. Enterráronle con llanto y lágrimas de todos y postrábanse en tierra muchos del pueblo al pasar el santo cadáver Mostró el Señoría gloria de su siervo con muchas maravillas. Habia asistido siempre el padre Francisco Adorno á la cabecera 43

330 LA LEYENDA de ían Cárlos hnsía lo úhinio de la vida, como sn padre csjiiriliiai, y que lo dohta el amor y rospelo que liemos vislo. Ueliróse luego á su casa el podre Adorno; y echándose en h cama no pudo en (odo lo róstanle de la noche lomar sueno, atravesándole un íntimo dolor el corazón polla pérdida de la Iglesia católica en un tan gran prelado. Cerca del amanecerle venció el sueilo; y en este tiempo h apareció el santo cardenal en háhito pontificio, lodo respla?idecienle y glorioso, con el rostro alegre. Maravillándose el padre, le dijo: ¿Y cómo os oslo? paréceme que estuvisteis enfermo y aim muerto; y el santo 1c respondió: Dowinus morliftcat, et Dominvs vivifical. Yo estoy hien; y vos me seguiréis presto. Kl padrequedó consoladísimocou esta aparición, y la refirió á muchos de sus amigos y en el púlpilo ea.im sermón, y para que se eníemliese que no fué ÍO'O sueño, mas cosa verdadera, se verificó con brevedad lo que el sanio predijo; poi que á pocos meses fué el padre Adorno á Genova, su patria, donde de una enrermedad grave pasó á mejor vida dejando gran opinión de santidad. Uevei enció el pueblo su cuerpo como do santo locándole los rosarios,- y haciendo otras demostraciones semejantes. Apareció asimismosan íárlos en sueños enháliilo de cardeiial,rqjo, alegre y resplandeciente el rostro, ai doctor Juan Pedro Guisano, casi inmedialamenlo después de muerto, y diciendole: ¿Qué novedad es esta, señor ilusliísimo? Él ¡e respondió: Consuélate; queá mí me va bien y estoy en la gloria del paraíso; y desapareció al punto. 4íabia en Milán algunas mujeres piadosas que tenian singular devoción consanCárlos, siguiéndole á todas las iglesias á oir su misa y sermón, y comulgaban de su mano casi todos los dias : entre ellas Ursula Ycyola, do familia noble, que dejados los matrimonios se dedicó al Esposo celestial, hacia-ejcmplar vida en la casa de sus padres, y por la larga oración se le hinchó notablemente nna rodilla que ron el tiempo-se confirmó en una goma, que la afiigia con dolor continuo, sin poder doblar aquella parte ni fijarla en fierra, y era ya el mal incurable. Muerto el santo le lloraba como á padre, é trizóse llevar á la capii'a donde estaba para hacer compañía a! sanio cuerpo y encomendarle á Dios: siguió el entierro sin dejarlo jamás el tiempo que pudo verle; y vuelta á casa, no sintiendo dolor en la rodilla, descubrióla y la halló sana, hábiéndoso quitado rnilagrosaisiente !a goma ó inflamación, sin haberse acordado de pedir su salud al santo; pero reconoció la gracia de la bondad divina y méritos del santo cardenal, porse- \erándole la sanidad lo que le duróla vida. Octavio Varase, devoto del cárdena!, había tres meses que le postraban en la cama unas tercianas dobles sin hallar los médicos remedio, con peligro de la vida ó de mal largo: dolíale no poder venerar y acompañar el cuerpo; y confiando que estaba el santo en el cielo se encomendó á su intercesión, y alcanzó al punto salud cumplida, y cumplió con su devoción. Estaban muy afligidas la? doncellas de Santa Bárbara, las cuales elsanto habia ordenado fuesen monjas capuchinas, porque se lo quuria estorbar una señora que las habia de fundar queriéndolas dar otras reglas é instituto, y muy resuelta que si no lo admitían las habia de echar de ia casa donde estaban ya juntas en forma de monasterio. Llegó en esto punto monseñor Fontana vicario general, y muy apriesa con solos dos criados: h'\io llamar luego ála superiora que regia aquel devoto colegio: preguntóla qué P ORO. DÍA 4. habia sucedido, ó qué necesidad tenían : porque estando en su aposento en la casa arzobispal, habia oido una voz, que tres veces lo dijo: Leváníate y véá Santa Bárbara ; que aquellas doncellas tienen necesidad do tí; y así á toda priesa habia venido á saber y remediar lo que había sucedido. Entonces la madre y las doncellas conociendo este caso por un efecto claro de la divina misericordia, tuvieron por cierto que san Cárlos, su protector, les habia alcanzado favor del Señor: con que llenas de alegría y animadas, refirieron al vicario la aflicción en que se hallaban y la resolución con que habia venido su fundador para echarlas: suplicáronle las amparase procurando con brevedad darles el hábito y erigiendo el colegio en cenvenlo de monjas capuchinas, conforme á las reglas yv.órden de san Cíiiks. El vicario se lo prometió con la brevedad posible y consolólas, exhortándolas á permanecer en su propósito. Apenas se hubo despedido, cuando llegó al colegio Luis ¡íoccadulio, penitenciario mayor del Domo,uno do los diputados díd mismo colegio : llamó á la superiora al locutorio, y dijo: Yo venia de San Mareosa casa doíarzohispo;llegando al principio de esla calle la muía, de suyo volvió hácia el colegio: no he podido encaminarla á otra parte por mas violencia que ho bicho: he imaginado si acaso se tiene necesidad de mí; y por esto lie llamado. Este caso causó mayor admiración eu las doncellas, y con él tuvieron por cierto andaba allí la mano del Señor, yque la divina Majestad iiabiaoido sus ruegos. La rectora infermú al penitenciario de cuanto pasaba, el cual las prometió toda su ayuda. Con sucesos tan notables se hizo una congregación en las casas arzobispales, en que se resolvió la ejecución de esta fundación, que se hizo dia de san Francisco, á los 4 de octubre, ano de 83, á gloria do Dios 3 IK1- neficio do la ciudad de Milán. En Pavía cajó un niño en el rio: al caer se encomendó á san Cárlos, por haberle oido invocar á sus padres. Aparecióse luego elsanto: recibióle en sus brazos y le llevó por espacio de cien brazas, mas de un cuarto de hora, sustentándole sobre las ondas, hasta que un barquero le lomó, diciendo el niño la causa de no haberse hundido en tanto tiempo con el ímpetu del rio, que fué haberle sustentado el santo cardenal. En Milán nació un niño sin ojos, antes en lugar do ellos tenia dos como apostemas, de donde le salia gran cantidad de materia muy asquerosa. Estándolc encomendando su madre á san Cárlos, comenzó á dar veces una hermanila suya de cuatro aflos, diciendo: Madre, madre, el beato Cárlos ha dado la bendición á mi hermano, y abiértole los ojos. Volvióla gente que eslaha presente á mirarlo; y halláronle con sus ojos naturales, sin haber rastro de algún mal. Otros muchos fueron los milagrosque obró el Señor por intercesión de su siervo, honrándole cada dia mas y creciendo su fama y nombre. Canonizóle el papa Paulo V, día de Todos los Santos, año de ICIO, mandaudo que la fiesta de san Cárlos se celebrase cada año á los i de noviembre. Escribieron de san Carlos el doctor Juan Pali o Cuísano; don Cárlos líaeape, obispo de Novaia; Marco Aureliano Gratarola; Juan Bautista Posevino y otros. Ültimamenle con gran piedad y diligencia escribió la vida de este santo prelado en estilo español el licenciado Luís Muñoz : de la cual hemos recogido lo mas que aquí hea;os dicho. SAN EMEIUCO, CONFESOU.—Bien es que con la vída del

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Estando una noche muy fría esludiando con sola una<br />

ropa <strong>de</strong> paño pardo, como lo usan los <strong>de</strong> la Compañía , la<br />

cual oslaba muy gaslada, y exhortándote uno á tomar otro<br />

por no morir do frió ; le respondió risueño su razón ordinaria<br />

: A'i tengo otra ni la quiero: las <strong>de</strong>más ropas son <strong>de</strong><br />

la dignidad, no son mias : para mí <strong>de</strong> invierno y verano<br />

me basta esta sola i con ella me contento, ni quiero tener<br />

otra en mi vida. A oli o que le exhortaba á que se <strong>de</strong>jase calentar<br />

la cama ; respondió : Tengo un lindo modo <strong>de</strong> no<br />

senlir el frió déla cama ; y es, llevar tan frió el cuerpo,<br />

que en su comparación la cama no lo parezca. Pasaba frecuentemente<br />

las noches sin entrar en calor, mayormente<br />

no cenando y siendo tales los abrigos <strong>de</strong> la cama : y al<br />

modo que los hombres sensuales, huyendo el pa<strong>de</strong>cer,<br />

buscan todas las comodida<strong>de</strong>s y se entregan al gozo <strong>de</strong> todos<br />

los <strong>de</strong>leites; el santo car<strong>de</strong>nal, criado en tan gran regalo,<br />

andaba en buscado todas aquellas cosas que le hacían<br />

pa<strong>de</strong>cer y afiigian mas gravemente su cuerpo. Retiróse<br />

una vez á darse á mas oración en una <strong>de</strong> las celdas<br />

que fabricó para los espirituales en el seminario <strong>de</strong> la Canónica,<br />

y era tiempo <strong>de</strong> lluvias: Baustista Castaño , su<br />

camarero, le rogó con instancia <strong>de</strong>jase aquel lugar, porque<br />

caía agua en gran copia <strong>de</strong>l lecho que le bañaba lodo<br />

, y apenas pudo alcanzar poner una tabla sobre la cama,<br />

que podia reparar mal el agua y no quiso salir <strong>de</strong><br />

allí, aunque eri el seminario había otras estancias acomodadas<br />

en que retirarse. Gozábase <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer esta moleslia<br />

, mostrando en los hechos lo que dijo alguna vez , que<br />

sentía conlento en estas atlicciones , y se le veia en el rostro<br />

; porque en ellas daba muestras <strong>de</strong> alegría, que es<br />

testimonio gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sasimienlo <strong>de</strong> sí mismo, y <strong>de</strong> «na<br />

extremada unión con Dios. Siendo huésped en casa <strong>de</strong> un<br />

obispo <strong>de</strong> su provincia, sentado á la mesa oyó locar instrurnenlos<br />

para música : <strong>de</strong>sügradüle gran<strong>de</strong>mente, y reprendiólo<br />

diciendo: El obispo ha <strong>de</strong> repugnar á todas las<br />

cosas que <strong>de</strong>leitan el sentido. Viendo otra vez á un sacerdote,<br />

su ministro,beber fuera <strong>de</strong> comida, lecorrigió con<br />

<strong>de</strong>cirle que consintiendo al apetito <strong>de</strong>l gusto, se le baria<br />

esclavo, y que al día siguiente volvería beber á aquella<br />

hora: y excusándose con que solamente se bahía enjuagado<br />

, le dijo, que aquella aun era sensualidad , que<br />

<strong>de</strong>bía mortificarse y pa<strong>de</strong>cer la sed, y así lo hacia el<br />

sanio.<br />

Quiso Dios premiar tantos trabajos y virtu<strong>de</strong>s heroicas<br />

<strong>de</strong> san Cárlos, y así se dispuso para una muerte felicísima<br />

con los ejercicios espirituales <strong>de</strong> san Ignacio, que<br />

un mes ántes hizo en el monte Váralo, y se los dió el padre<br />

Francisco Adorno , <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Jesús , su confesor<br />

y padre espirilual muy querido <strong>de</strong>l santo, por cuya<br />

dirección se gobernaba y á quien lenia dada la obediencia.<br />

Era gran siervo <strong>de</strong> Dios, como elegido <strong>de</strong>l sanio<br />

car<strong>de</strong>nal para aprovechamiento <strong>de</strong> su espíritu: teniale<br />

tanto respeto san Cárlos, que si pasaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>élT<br />

aunque estuviese durmiendo le hacía reverencia con profunda<br />

inclinación <strong>de</strong> la cabeza. Uncían juntamente los<br />

ejercicios lodos los criados <strong>de</strong>l sanio. El padre Adorno<br />

se levantaba cada mañana á dísperlarlos ; pero para que<br />

lo pudiese hacer con ma* comodidad , madrugaba antes<br />

sao Carlos, y él mismo le llevaba la luz. Fué extraordinario<br />

el fervor que tuvo en estos ejercicios. Viéronle echar<br />

<strong>de</strong>l rostro resplan<strong>de</strong>cientes rayos <strong>de</strong> claridad , y andaba<br />

todo absorto en Dios. Diéronle entre lan santos ejercicios<br />

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unas tercianas, las cuales disimuló algunos días, prosiguiendo<br />

en su oración y ocupaciones sanias. Al fin le<br />

forzaron á volverse á Milán: pasó por Arona , don<strong>de</strong> se<br />

había fundado un noviciado <strong>de</strong> la Compañía , don<strong>de</strong> quiso<br />

hospedarse, <strong>de</strong>sechando los palacios que sus parienles<br />

le ofrecían: y hallándose con disposición para ello,<br />

dijo misa, que fué la última <strong>de</strong> su vida, en la cual comulgó<br />

á todos los novicios : <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber oído otra misa <strong>de</strong>l<br />

padre Simón Arpi, rector <strong>de</strong> aquella casa, le vino la<br />

quinta terciana mas recia que otras veces. Úllimamente<br />

llegó á Milán , don<strong>de</strong> se le agravó el mal : mandó llamar<br />

al punto su médico ordinario : dióle menuda cuenta <strong>de</strong>l<br />

discurso <strong>de</strong> su enfermedad , para que le aplicase los remedios<br />

convenientes ; mas que advirtiese que no había<br />

<strong>de</strong> impedirle sus <strong>de</strong>vociones y oraciones espirituales.<br />

La mañana siguiente a 3 <strong>de</strong> noviembre, habiendo á las<br />

nueve <strong>de</strong>l medio dia tomado la refección que le or<strong>de</strong>nó el<br />

médico, hizo llamar sus camareros para rezar en su compañía<br />

el oficio divino, como acostumbraba siempre; pero<br />

advirliéndole que le haría gran daño, por ser la calentura<br />

conlinua, y podia aumentarse, que bastaba oírle, se <strong>de</strong>tuvo,<br />

y pidió parecer al padre Adorno, que le aconsejó lo<br />

loísmo, con lo que se aquietó . Rezóle arrodillado á los<br />

piés <strong>de</strong> la cama Gerónimo Castaño, su camarero, con el<br />

oficio <strong>de</strong> difuntos, estando el sanio atento con gran <strong>de</strong>voción<br />

oyéndole. En todas las <strong>de</strong>más cosas no se resolvia.<br />

sino por el ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l dicho padre Adorno, que tenía en<br />

lugar <strong>de</strong> Dios. Creció el mal <strong>de</strong>suerte, que los médicos, lomándole<br />

el pulso, conocieron que la virtud iba faltando y lo<br />

quedaban pocas horas <strong>de</strong> vida: cosa inesperada y que llenó<br />

do increíble dolor y espanto los corazones <strong>de</strong> lodos. Al<br />

punto el padre Adorno lo intimó al car<strong>de</strong>nal, y le dijo con<br />

lágrimas había llegado su hora <strong>de</strong> partir <strong>de</strong> esta vida:quo<br />

el Señor loquería paras!, y si quería el santísimo viático.<br />

Oyó la <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> Dios con igualdad <strong>de</strong> ánimo, respondiendo<br />

que le pedia instantáneamente con lodo afecto.<br />

Trajéronsele <strong>de</strong> la iglesia mayor con gran<strong>de</strong> acompañamiento<br />

y senlimiento <strong>de</strong> lodos que venían verlíendo lágrimas.<br />

Quiso salir <strong>de</strong> la cama y ponerse <strong>de</strong> rcdillas para<br />

recibirle; mas no pudo por la flaqueza con que estaba. Fue<br />

singular la <strong>de</strong>voción con que le recibió y luego la santa<br />

extremaunción. Llenóse en breve la sala <strong>de</strong> sacerdotes y<br />

familiares <strong>de</strong> casa que arrodillados ceicaban el santo lecho:<br />

unos recomendaban el alma : otros leian la pasión; y el<br />

padre Adorno con el crucifijo en ta mano atendía conlinuamenteálos<br />

recuerdos <strong>de</strong> las consi<strong>de</strong>raciones santas <strong>de</strong><br />

aquel paso, hasta que élúllimamenleííjólosojos en elcrucifijo,<br />

cubierto <strong>de</strong> cilicio y ceniza, y como él habia <strong>de</strong>seado,<br />

<strong>de</strong>spidió su purísimo espíritu con gran quietud y sosiego<br />

<strong>de</strong> aquel cuerpo afligido. Fué su muerte á 3 dé noviembre,<br />

sábado á tres horas <strong>de</strong> la noche, año <strong>de</strong> ISSí:<br />

ora la edad <strong>de</strong> san Cárlos cuarenta y seis años, un mes y<br />

un dia.<br />

No se pue<strong>de</strong> explicar el senlimicnlo que hizo toda la ciudad<br />

<strong>de</strong> Milán con la muerle <strong>de</strong> su amado pastor: el concurso<br />

<strong>de</strong> la gente para reverenciar el santocuerpo, besarle<br />

los piés ó locarle sus vestiduras, fué grandísimo. Enterráronle<br />

con llanto y lágrimas <strong>de</strong> todos y postrábanse en tierra<br />

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Señoría gloria <strong>de</strong> su siervo con muchas maravillas. Habia<br />

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