Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 4. potliasus ropas. Enconlríimloleima buena peregrina , se conniovió tle inanera , que llevada de una vehcmenle devoción, se Í€ ai rojó á los piés, besándolos con reverencia, bien que él no lo penniló y procuró relirarses, no sin diíicullad, lan asidos los tenia , confesando publicamente era santo. Hizo lo mismo una matrona noble, apeándose del cocbe sola á hacerle reverencia cuando pasaba , y personas pias cuidaron con devoción haber algunas cosas del santo por reliquias. El cardenal César Uaronio, sacerdote enlonces déla congregación del Oratorio, procuró haber los zapalos con que anduvo las iglesias, conservándolos como un precioso tesoro. Mostró Dios con brevedad ei agrado de aquellos santos pasos; porque fué este calzado severo verdugo del demonio, expeliendo con exorcismos á un espirilu tenazmente apoderado de una moza , en presencia de san Felipe Neri, en su iglesia de Santa María de Valicela: tocado del zapato daba el demonio aullidos y bramidos, como si le acrecentaran intolerables penas. Al fin salió el demonio de aquel cuerpo por la virtud Ae las palabras de la Iglesia y méritos de san Carlos. NOVIKMBKR. Padeció muchas persecuciones el santo cardenal por defender la jurisdicción eclesiástica, y por quitar algunos abusos di' Milán , mostrándose en todas ocasiones con un ánimo invencible, y saliendo de ellas victorioso. Tuvo evidentes peligros de la vida,de que Dios nuestro Sefíor le libró milagrosamente. Habia reformado san Cárlos la órden de los Humillados ¡ que después deshizo Pió Y por sus excesos : sintieron tanto algunos religiosos esta reforma, que determinó uno de ellos matar al santo cardenal: aguardó cuando estaba en su oratorio con otros de su familia haciendo oración, como tenia costumbre. Solian, para excitarse á mayor devoción, cantar algunos moteles; y entonces uno, tomado del Evangelio : Tmpus est, u( reverlar ad eum, qui me misil: y cuando llegaron los músicos á aquellas palabras : A'on turbelur corvestrum, ñeque formidel; el i mpío palricida en hábito seglar desdo la puerta del oratorio, no dislaudo cuatro brazas del cardenal, disparó el arcabuz de rueda, cargado de bala y muchas postas. Dió el golpe al inocente cardenal, arrodillado ante el aliar en oración : espantó ol tronido á los presentes, que atemorizados se levantaron, dejando la oración. Cesó la música, y el mansísimo cardenal, sin alteración ninguna, les mandó aquietar y proseguir la oración : con que el sacrilego no conocido, sin que nadie le siguiese, se escapó fácilmente. Sintió el cardenal herirse como de un fuerte golpe de lanza, (jue le impelió con gran violencia á un apresurado movimiento, hasta tocar la tierra con las manos: entendió eslar herido de muerte por la fuerza del golpe: tentó luego coa la mano el lugar que temió herido; y levantando los ojos y manos al cielo , se ofreció en voluntario sacrificio á la Majestad divina, dando gracias de haberle favorecido en permitir muriese por la justicia. Perseveró en la oración inmóvil mas de un cuarto de hora | y al levantarse, hallaron que la bala , habiendo dado el golpe en medio del espinazo, no habia pasado el vestido manchó solo el roquete, y dejando una sehal grande de su forma, habia caido á sus piés. Una de las postas , pasando las ropas todas hasta la carne, paró sin hacer ofensa alguna, no atreviéndose (mas piadosa que el impío religioso) á teñirse en la ¡nocente sangre del sagrado prelado, ni hacer daño al que con sumo ardor y caridad cristiana era un perpetuo bienheí hor ile todos. Las postas qtffe no tocaron al santo , mostrando 327 bien la violencia que llevaban, hicieron gran estrago en la pared de enfrente, y una agujereó una tabla muy gruesa y dura. No quiso el siervo de Dios que se siguiese ni buscase al malhechor, ni inquiriese el origen de aquel crimen ; pero el sumo pontífice y el gobernador de Milán no perdonaron diligencia alguna para aprehender al malhechor, y averiguar los autores: los cuales todos padecieron un público y ejemplar castigo, con harto sentimiento del manso cardenal, que queria que no fuesen castigados. Con otras muchas obras y milagros ¡lustró Dios á su siervo, é hizo glorioso entre los hombres. Yiviaen el convento de monjas de Santa María de Milán una devotísima sierva de Dios, llamada sóror Blanca Lucia Cayma: ejercitóla el Seílor largo tiempo con la enfermedad de un ojo que le trabajaba grandemente , con peligro de perder la vista : teníale el cirujano por mal incurable: no le aprovechaba remedio alguno humano, y se habia convertido el mal en una fístula, de que manaba gran copla de humor y materia corrompida , que la impedia el ver, y obligaba á estar uracbas veces en la cama por la gravedad del mal. Una mafiana cerca del año 1581, esla religiosa, «yendo misa de san Cárlos en su monasterio , inspirada de Dios hizo esta oración : Señor, Dios mió, ruego á vuestra divina Majestad, me concedáis sanidad á este ojo por los méritos de este fidelísimo siervo vuestro, si es aquel santo que por mí y otros es tenido. Hecho el ruego, se halló sana al instante milagrosamente. Uu mozo que habia estado trabajado de los espíritus malignos por mas de un afio y medio; no habiéndole aprovechado muchos exorcismos (pie lo hablan dado, tomó por último remedio ponerse de rodillas á los piés de san Cárlos. El santo le cebó su bendición, y al punto cayó en tierra como muerto y se huyeron de él los demonios , levantándose luegolibre y sano sin padecer mas persecución del enemigo. Juan Bautista Battcta, milanés, padecía ílnjo de sangre de narices desde muy nulo, saliéndole gran copia seis ó siete veces entre dia y noche, por espacio de dos años continuos, no aprovechándole remedio alguno : con que al pobre mozo le tenían por muerto, mayormente habiendo faHocido un lio suyo de este mal. Llegó á eslar tan descolorido y exangüe, que parecía difunto. Estando una vez leyendo el milagro que hizo Cristo nuestro Señor, sanando del flujo de sangre de doce años á aquella mujer del Evangelio que le locó la orla de la vestidura , vino en esperanza cierta de sanar si tocase Jas vestiduras del cardenal , por ser hombre tan sanio. Lleno de esta fé, le locó los vestidos el segundo dia de las letanías del año do 81, cuando entraba en procesión en la iglesia de San IS'azar¡o; y quedó desde aquella hora sano, aunque era en tiempo de calores , cuando otras veces se le aumenlaba el mal. Margarita de Vertuna estaba desahuciada y tan deshecha que no tenia sino la piel sobre los huesos. Viéndose desamparada de los médicos y de todo remedio humano, deseosa de alcanzar la bendición de su santo prelado , se hizo poner en la puerta de su casa , cuando pasaba por allí san Cárlos en una procesión. Al pasar por delante de la puerta de la enferma, donde se habia heohcí llevar, paró el cardenal algún tanto de propósito y la bendijo con la señal de la cruz; y al punto Margarita sintió tomar vigor y quitársela el mal, y con poquísima ayuda subir

328 LA LI?YENDA DE ORO. las escaleras, y hall/indose sana sin volver mas á la cama , tornando una refección, salió de casa y anduvo á pié sin ayuda las calles todas de la procesión , larga por lo inénos una milla, para ganar la indulgencia plenaria concedida á quien visitaba aquel dia el hospital. Visitando en Monza , expelió con su bendición un demonio, que mucho tiempo habia infestado un convento de monjas. En el mismo lugar vivía una mujer principal recien casada, afligida mucho tiempo habia de una enfermedad molestisima , tenia continua conmoción de estómago , é inquietud de ánimo con gran melancolía , parcciéndola tener en el estómago" un manojo de espinas que siempre la atormentaba y quitaba el respirar. Arrebatábala una agitación y furor tan grande, que no podia estar á la vista del santísimo Sacramento : aborrecía la presencia de los sacerdotes : era implacable á sus criados: acometía furiosamente á su madre ; y quebrantada con íntimo tormento, en ninguna cosa y parte sosegaba. Atribuíanlo á hechizos; otros á espirilus inmundos: remedios ni exorcismos no la daban un lijero alivio. La mujer, que tal vez la quedaba libre el juicio para conocer su miseria, salió á la calle , pasando el santo cardenal, y arrodillada recibió su bendición : parecióla recibir una eficaz medicina, y con una gran conmoción sintió debilitarse y alijerar el estómago; y cobró al punto las fuerzas y la sanidad entera en un instante, sin quedarla una reliquia del mal. Sentía mucho san Carlos la pérdida de un sacerdote de los oblatos; porque estaba con una ética incurable, desahuciado de los médicos: fué el santo á servirle , como solia hacer , con suma caridad y humildad : confesóle él mismo y le dió el santísimo viático, sin cesar continuamente de rogar al Señor por su salud, porque le veia ir muriendo, y cuando llegó al extremo de espirar, continuando el santo su oración le fué restituida la salud con maravilla de todos por la evidencia del milagro, como lo leslificaron los médicos. No fué menor milagro el conservarse tanto tiempo su vida, juntando con tan grande multitud de negocios y trabajos, el sumo rigor con que trataba el santo su persona. Habia llegado á tan extremada aspereza y penitencia, que su ayuno era casi cotidiano á pan y agua : en las fiestas de precepto comía alguna otra cosa; pero nó carne, J^uevos , ó pescado, sin beber vino: en la cuaresma dejaba el pan y se sustentaba de higos secos y habas blandas ; y la semana santa ayunaba con solos altramuces. Gomia una sola vez al dia: lodo el año dormía sobre nn jergón de paja que le servia de cama, con una cubierla semejante, almohada ó cabezal de paja, las sábanas de cánamo grueso y áspero, como venia del telar i solia dormir vestido sobre las tablas de la cama, con una manta grosera : traía un duro cilicio sobre su carne: castigaba severamente su cuerpo con ásperas disciplinas, trayendo todo el cuerpo lastimado y sangriento. En las montanas y lugares pobres parecía gozarse sumamente, cuando no se hallaba pan, y le era forzoso valerse de las castañas . leche y otros manjares groseros , y habfir de dormir sobre los bancos ó tablas. No parece gustaba de la comida y bebida , y no se quejaba si le daban lo que no quería, ó en otra forma, sino es que fuese contra el rigor que había propuesto: con que se luvo por cierto , que la continua pelea que trajo con su cuerpo no le dejó tomar gusto en cosa alguna, y le habia mortificado de manera, que pareuu 4. cía, como que no se sirviese del uso do los sentidos y apetitos, habiendo cautivado y rendido su libertad, y sujeládolos á una entera y perfecta obediencia á la razón y al espíritu, porque no comia y dormía, sino cuando y aquello que quería. En tiempos de negocios y extraordinarias necesidades, como de concilios provinciales y diocesanos, de traslaciones de cuerpos de santos y en otras muchas ocurrencias, ó no dormía, ó muy poco , usando en estas ocasiones reposar un rato sobre una silla: este modo do dormirle era agradable y habia hecho familiar, por una razón que solia traer ai propósito: sabia de algunos capitanes tan vigilantes , que en campaña dormían vestidos, no recostados en el lecho , mas solo en una silla. Valíase del ejemplo de Jacome de Médicis , su lio; y así decía que el obispo que tiene el gobierno de las almas, y ha de hacer guerra, nó á hombres solamente, mas á los ejércitos de los infiernos, no debe ser ménos vigilante que un capitán de milicia mundana. Aun teniendo calentura , perseveraba en sus trabajos y penitencias ordinarias como si estuviera en la mas asegurada salud, encubriendo el accidente muchos dias; y era ordinario en su boca , que la persona que tiene cargo de almas no debe rendirse á la cama hasta pasadas tres accesiones de calenturas. Un estío hizo la visita de Valtraballe, en la feligresía de Canobía, país montuoso é inaccesible en los confines del lago Mayar, con diez y siete términos de terciana , sin interrumpir la visita, visitando y trabajando el tiempo de la accesión: veíanle ahora temblar de frío , y luego encendido de gran calor del mal. Consagró en esta ocasioa la iglesia de los padres capuchinos en Canobía ! perseveró en la acción , aunque le sobrevino el rigor de la calentura , haciendo un largo sermón fuera de la iglesia , para que pudiese oírle la multitud, tolerando á un mismo tiempo el fuego interior de la calentura y el exterior del sol, pero refrigerándole la marea suave del espíritu de Dios. Hacía de ordinario las visitas de la diócesis en los tres meses de mayor calor del ano, y acabada la visita de un lugar , pasaba de largo á otro: y porque esto era de ordinario después del medio día, por no perder tiempo caminaba á aquella hora del mas fuerte calor del sol, sin reparo ó defensa contra el rigor de sus rayos; y si ocurrían lugares peligrosos ó inaccesibles para los caballos, caminaba á pié á aquella misma hora. Veíale muchas veces bañado de sudor que le pasaba las ropas: y aunque llegado á un lugar podia enjugarse y descansar, no lo hacía: iba de largo á la iglesia á hacer oración, predicar y dar principio á las funciones de la visita, sin darse por entendido á las mayores molestias y fatigas: lo mismo hacía calado de recias lluvias, 6 por haber pasado ríos ó lagos, aplicándose al instante á las cosas que había de hacer. Yendo una vez á visitar la iglesia de Séllala , le cogió una agua tan recia que le bañó todo hasta la camisa ¡ no dede ir á la iglesia sin pararse á mudar ropa ni enjugarse, comenzando á entender en la visita. No permitía se le previniese el hospedaje, particularmente en dias de ayunos, para poder añadir esta incomodidad á los tesoros de sus merecimientos. En las consagraciones de iglesias, cementerios y otros ministerios, cuando lo pedia la sacra ceremonia , estaba siempre la cabeza descubierta á los rayos del sol, aunque fuese ardentísimo y del medio dia: y porque estas acciones eran muy frecuentes , tenia la cabeza pelada y abrasada.

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potliasus ropas. Enconlríimloleima buena peregrina , se<br />

conniovió tle inanera , que llevada <strong>de</strong> una vehcmenle <strong>de</strong>voción,<br />

se Í€ ai rojó á los piés, besándolos con reverencia,<br />

bien que él no lo penniló y procuró relirarses, no sin diíicullad,<br />

lan asidos los tenia , confesando publicamente era<br />

santo. Hizo lo mismo una matrona noble, apeándose <strong>de</strong>l<br />

cocbe sola á hacerle reverencia cuando pasaba , y personas<br />

pias cuidaron con <strong>de</strong>voción haber algunas cosas <strong>de</strong>l<br />

santo por reliquias. El car<strong>de</strong>nal César Uaronio, sacerdote<br />

enlonces déla congregación <strong>de</strong>l Oratorio, procuró haber<br />

los zapalos con que anduvo las iglesias, conservándolos<br />

como un precioso tesoro. Mostró Dios con brevedad ei<br />

agrado <strong>de</strong> aquellos santos pasos; porque fué este calzado<br />

severo verdugo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, expeliendo con exorcismos á<br />

un espirilu tenazmente apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> una moza , en presencia<br />

<strong>de</strong> san Felipe Neri, en su iglesia <strong>de</strong> Santa María <strong>de</strong><br />

Valicela: tocado <strong>de</strong>l zapato daba el <strong>de</strong>monio aullidos y bramidos,<br />

como si le acrecentaran intolerables penas. Al fin<br />

salió el <strong>de</strong>monio <strong>de</strong> aquel cuerpo por la virtud Ae las palabras<br />

<strong>de</strong> la Iglesia y méritos <strong>de</strong> san Carlos.<br />

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Pa<strong>de</strong>ció muchas persecuciones el santo car<strong>de</strong>nal por <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

la jurisdicción eclesiástica, y por quitar algunos<br />

abusos di' Milán , mostrándose en todas ocasiones con un<br />

ánimo invencible, y saliendo <strong>de</strong> ellas victorioso. Tuvo evi<strong>de</strong>ntes<br />

peligros <strong>de</strong> la vida,<strong>de</strong> que Dios nuestro Sefíor le libró<br />

milagrosamente. Habia reformado san Cárlos la ór<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong> los Humillados ¡ que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>shizo Pió Y por sus excesos<br />

: sintieron tanto algunos religiosos esta reforma, que<br />

<strong>de</strong>terminó uno <strong>de</strong> ellos matar al santo car<strong>de</strong>nal: aguardó<br />

cuando estaba en su oratorio con otros <strong>de</strong> su familia haciendo<br />

oración, como tenia costumbre. Solian, para excitarse<br />

á mayor <strong>de</strong>voción, cantar algunos moteles; y entonces<br />

uno, tomado <strong>de</strong>l Evangelio : Tmpus est, u( reverlar ad<br />

eum, qui me misil: y cuando llegaron los músicos á aquellas<br />

palabras : A'on turbelur corvestrum, ñeque formi<strong>de</strong>l; el<br />

i mpío palricida en hábito seglar <strong>de</strong>sdo la puerta <strong>de</strong>l oratorio,<br />

no dislaudo cuatro brazas <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal, disparó el arcabuz<br />

<strong>de</strong> rueda, cargado <strong>de</strong> bala y muchas postas. Dió el<br />

golpe al inocente car<strong>de</strong>nal, arrodillado ante el aliar en<br />

oración : espantó ol tronido á los presentes, que atemorizados<br />

se levantaron, <strong>de</strong>jando la oración. Cesó la música, y<br />

el mansísimo car<strong>de</strong>nal, sin alteración ninguna, les mandó<br />

aquietar y proseguir la oración : con que el sacrilego no<br />

conocido, sin que nadie le siguiese, se escapó fácilmente.<br />

Sintió el car<strong>de</strong>nal herirse como <strong>de</strong> un fuerte golpe <strong>de</strong> lanza,<br />

(jue le impelió con gran violencia á un apresurado movimiento,<br />

hasta tocar la tierra con las manos: entendió eslar<br />

herido <strong>de</strong> muerte por la fuerza <strong>de</strong>l golpe: tentó luego<br />

coa la mano el lugar que temió herido; y levantando los<br />

ojos y manos al cielo , se ofreció en voluntario sacrificio á<br />

la Majestad divina, dando gracias <strong>de</strong> haberle favorecido en<br />

permitir muriese por la justicia. Perseveró en la oración<br />

inmóvil mas <strong>de</strong> un cuarto <strong>de</strong> hora | y al levantarse, hallaron<br />

que la bala , habiendo dado el golpe en medio <strong>de</strong>l espinazo,<br />

no habia pasado el vestido manchó solo el roquete,<br />

y <strong>de</strong>jando una sehal gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> su forma, habia caido á sus<br />

piés. Una <strong>de</strong> las postas , pasando las ropas todas hasta la<br />

carne, paró sin hacer ofensa alguna, no atreviéndose (mas<br />

piadosa que el impío religioso) á teñirse en la ¡nocente<br />

sangre <strong>de</strong>l sagrado prelado, ni hacer daño al que con sumo<br />

ardor y caridad cristiana era un perpetuo bienheí hor<br />

ile todos. Las postas qtffe no tocaron al santo , mostrando<br />

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bien la violencia que llevaban, hicieron gran estrago en la<br />

pared <strong>de</strong> enfrente, y una agujereó una tabla muy gruesa<br />

y dura. No quiso el siervo <strong>de</strong> Dios que se siguiese ni buscase<br />

al malhechor, ni inquiriese el origen <strong>de</strong> aquel crimen<br />

; pero el sumo pontífice y el gobernador <strong>de</strong> Milán no<br />

perdonaron diligencia alguna para aprehen<strong>de</strong>r al malhechor,<br />

y averiguar los autores: los cuales todos pa<strong>de</strong>cieron<br />

un público y ejemplar castigo, con harto sentimiento <strong>de</strong>l<br />

manso car<strong>de</strong>nal, que queria que no fuesen castigados.<br />

Con otras muchas obras y milagros ¡lustró Dios á su<br />

siervo, é hizo glorioso entre los hombres. Yiviaen el convento<br />

<strong>de</strong> monjas <strong>de</strong> Santa María <strong>de</strong> Milán una <strong>de</strong>votísima<br />

sierva <strong>de</strong> Dios, llamada sóror Blanca Lucia Cayma: ejercitóla<br />

el Seílor largo tiempo con la enfermedad <strong>de</strong> un ojo<br />

que le trabajaba gran<strong>de</strong>mente , con peligro <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la<br />

vista : teníale el cirujano por mal incurable: no le aprovechaba<br />

remedio alguno humano, y se habia convertido el<br />

mal en una fístula, <strong>de</strong> que manaba gran copla <strong>de</strong> humor y<br />

materia corrompida , que la impedia el ver, y obligaba á<br />

estar uracbas veces en la cama por la gravedad <strong>de</strong>l mal.<br />

Una mafiana cerca <strong>de</strong>l año 1581, esla religiosa, «yendo<br />

misa <strong>de</strong> san Cárlos en su monasterio , inspirada <strong>de</strong> Dios<br />

hizo esta oración : Señor, Dios mió, ruego á vuestra divina<br />

Majestad, me concedáis sanidad á este ojo por los méritos<br />

<strong>de</strong> este fi<strong>de</strong>lísimo siervo vuestro, si es aquel santo que por<br />

mí y otros es tenido. Hecho el ruego, se halló sana al instante<br />

milagrosamente.<br />

Uu mozo que habia estado trabajado <strong>de</strong> los espíritus<br />

malignos por mas <strong>de</strong> un afio y medio; no habiéndole<br />

aprovechado muchos exorcismos (pie lo hablan dado, tomó<br />

por último remedio ponerse <strong>de</strong> rodillas á los piés <strong>de</strong> san<br />

Cárlos. El santo le cebó su bendición, y al punto cayó en<br />

tierra como muerto y se huyeron <strong>de</strong> él los <strong>de</strong>monios , levantándose<br />

luegolibre y sano sin pa<strong>de</strong>cer mas persecución<br />

<strong>de</strong>l enemigo.<br />

Juan Bautista Battcta, milanés, pa<strong>de</strong>cía ílnjo <strong>de</strong> sangre<br />

<strong>de</strong> narices <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy nulo, saliéndole gran copia<br />

seis ó siete veces entre dia y noche, por espacio <strong>de</strong> dos<br />

años continuos, no aprovechándole remedio alguno : con<br />

que al pobre mozo le tenían por muerto, mayormente habiendo<br />

faHocido un lio suyo <strong>de</strong> este mal. Llegó á eslar tan<br />

<strong>de</strong>scolorido y exangüe, que parecía difunto. Estando una<br />

vez leyendo el milagro que hizo Cristo nuestro Señor, sanando<br />

<strong>de</strong>l flujo <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong> doce años á aquella mujer<br />

<strong>de</strong>l Evangelio que le locó la orla <strong>de</strong> la vestidura , vino en<br />

esperanza cierta <strong>de</strong> sanar si tocase Jas vestiduras <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal<br />

, por ser hombre tan sanio. Lleno <strong>de</strong> esta fé, le locó<br />

los vestidos el segundo dia <strong>de</strong> las letanías <strong>de</strong>l año do<br />

81, cuando entraba en procesión en la iglesia <strong>de</strong> San IS'azar¡o;<br />

y quedó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquella hora sano, aunque era en<br />

tiempo <strong>de</strong> calores , cuando otras veces se le aumenlaba el<br />

mal.<br />

Margarita <strong>de</strong> Vertuna estaba <strong>de</strong>sahuciada y tan <strong>de</strong>shecha<br />

que no tenia sino la piel sobre los huesos. Viéndose<br />

<strong>de</strong>samparada <strong>de</strong> los médicos y <strong>de</strong> todo remedio humano,<br />

<strong>de</strong>seosa <strong>de</strong> alcanzar la bendición <strong>de</strong> su santo prelado , se<br />

hizo poner en la puerta <strong>de</strong> su casa , cuando pasaba por<br />

allí san Cárlos en una procesión. Al pasar por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

la puerta <strong>de</strong> la enferma, don<strong>de</strong> se habia heohcí llevar,<br />

paró el car<strong>de</strong>nal algún tanto <strong>de</strong> propósito y la bendijo<br />

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vigor y quitársela el mal, y con poquísima ayuda subir

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