Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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innunioiable gente , que se >novi;;n á aconi|jaDarlo por
sola devoción, conioá un Mevo apóstol.
(Conoció san QárhM por las visitas la falla que bahía de
saberse los niislei ios de la fe, y que esto fué causa (¡lie se
introdujese en tnucbts pai'les la herejía ; y para poner
eficaz remedio, inventó su santo zelo unas escuelas de
la dodiiua cristiana con adtnirahle traza, para que tuviesen
el fruto que convenía , y perseverasen en todo el arzobispado.
Constaha la mayor parte de seglares, hombres
de gran virtud , formando todos una compañía y un gobierno,
divididos en diferentes escuelas, en la ciudad y diócesis.
Señaló diversos ministerios , todos encaniinados á
esta enseñanza de ocupar híen el tiempo y desterrar lu
ignorancia. Los domingos y Gestas del año daha señal la
campana ánles de v ísperas en las partes donde hahia estas
escuelas, que de ordinario estaban en parroquias. Enviábanlos
padres de familia sus hijos y criados, adonde también
concurria gran número do personas descosas de
aprender, sin lo que no h'jy salvación. Estaban los hermanos
operarios de la doctrina cristiana en sus bancos,
de que estaba llena la iglesia: cada uno reconocía su puesto
y discípulos , que no pasaban de seis: á estos hacia
decirlas oraaiones : pedia cuenta déla lección del domingo
antecedente: declaraba la doctrina y enseñaba
buenas costumbres, modestia, obediencia á los padres, teimor
de Dios y todas las obligaciones de un cristir.no.
Después de este ejercicio , á la señal que hacia el prior,
se arrodillaban todcs , y decían ciertas oraciones que andaban
cu libritos uniformes en todas las escuelas. Había
luego dispulas, puestos dos niños en lugar eminente, y de
io que iban diciendo se hacían preguntas ya á este , ya
á aquel niño , por tenerlos atentos , á cada cual según su
capacidad. Dividiéndose en-varían clases, pasaban de unas
á otras, mejorando de maestro , siendo capaces de mayor
enseñanza. Leíase luego en altas voces la tabla de las costumbres,
volviendo á arrodillarse y rezar otras oraciones-
¡airábase los que faltaban : había prácticas de personas
religiosas para los operarios y personas capaces de mayor
doctrina. Para mayor ürmeza de esta santa costumbre
hizo una congregación en Milán (que llamó Primaria) do
veinte hombres de los prudentes y píos de esta compañía,
que se mudasen coda año, y los electos confirmase el arzobispo,
la cual constaba de estos oficios , un prior general,
cabeza de las escuelas, y un sustituto con título de superior,
dos visitadores generales, dos distritos, un avisador
general, un canciller, doce que llamó primarios y
seis asistentes.
Eué también de singular provecho la congregación de
los oblatos que inventó el prudentísimo zelo de san Carlos,
la cual instituyó para bien universal de su diócesis,
con voto de obediencia al arzobispo. Llamóla congregación
de los oblatosporque en ella entraban los que se ofrecian
de su libre voluntad al servicio de la Iglesia, á imitación
del Seftor, que se ofreció voluntaiiamente por nosotros.
Fué el inlcnU) del sanio, que los sacerdotes, como
miembros unidos á su cabeza, viviesen de un mismo espíritu,
voluntad y zelo de la divina gloria y de la salud de
las almas, y en todas partos aspirasen á aquella santidad
de vida y excelentes virtudes sacerdotales que les hiciese
dignos de esta unión; y que esta congregación tuviese
particular cargo de ayudar al arzobispo en el gobierno de
la Iglesia de Milán, y cooperar con ó! en todo;: los oficios y
minislei ios del oficio pastoral. Los principales son visitar
la ciudad y arzobispado: ir á las misiones á que les enviare
el arzobispo, al modo de los sagrados apóstoles, en
particular á los lugares ásperos y montuosos, donde las
almas carecen de toda ayuda espiritual: suplir en las
ocurrencias los curatos vacantes hasta su provisión: ejercer
los oficios mayores del gobierno, como vicarios urbanos
y foráneos, y otros principales de la casa arzobispal:
gobernarlos colegios, los seminarios, las escuelas
de ladocirina cristiana y los monaslerios de monjas: instruir
en los ejercicios espirituales á los que se han de ordenar
(al modo que les de la Compañía de Jesús): examinar
su vida y suficiencia : en suma, ejercitarse en todos
los mimsteríos de un verdadero sacerdote, predicar, administrar
sacramentos, guiar en el camino del espíritu,
enseñar y trabajar en todas obras pías. Ordenó también,
que en su iglesia, que es la del Santo Sepulcro, se hicieran
por todo el año los oratorios que en Roma en Santa
María de Valifída tiene la consregacion de sacerdotes que
instituyó san Felipe Neri, haciéndose allí muchos ejercicios
de oración y penitencia, y lodas las tardes pláticas
espirituales.
Para mayor fruto de esta congregación la dividió san
Carlos en dos géneros de sacerdotes: unos libres de residencia
y que vivian junios vida común : otros que estallan
obligados á algunas iglesias y vivian en sus casas. Para
lener á estos unidos y como presos con vínculo do caridad
y que fuesen un solo cuerpo, halló un modo admirable,
que fué dividir la congregación en seis consorcios ó jmitas,
dos en la ciudad y cuatro en la diócesis. Dió un prepósito
á cada junta, con un prefecto espiritual y orden de congregarse
los oblatos de cada consorcio una vez al mes: los de
la ciudad en el Santo Sepulcro, en presencia del arzobispo;
y los de la diócesis en este ó en aquel lugar, con asistencia
del prepósito general, ó por lo menos del prepósito
de aquel consorcio. En estas congregaciones se
leen las reglas: tratan después por via de conferencia
el modo de guardarlas punlualmenle, y de cómo so
pueda hacer mayor progreso en la vida espiritual, y
aprovechar á las almas. El que preside á la congregación
hace una plática ; exhorta á las virtudes; y dos de los
sacerdotes de la junta hacen sermones públicos al pifcblo
de materia importante. Por este medio, no solo viven unidos
los oblatos con vínculo de caridad fraternal y espíritu
uniforme; mas estando esparcidos por la ciudad y diócesis,
el arzobispo, su cabeza, influyendo en ellos, como en
sus miembros vivos, envía su espíritu y le dilata por su
medio en el pueblo. Estas fueron las artes de este santo
arzobispo, para ayudar las almas, que con tan encendido
amor amaba.
Eslimaba tanto á sus oblatos san Carlos, por el fi uto que
con ellos experimentaba en todo su arzobispado, que los
llamaba sus hijos: visitábalos frecucn'cmente en las casas
del Sanio Sepulcro: tenia allí una ecldita para su habitación:
aquí se retiraba algunas veces para gozar familiarmente
de su conversación, mas con tanta humildad, como
si fuera el menor. Acudía á las observancias de su casa
puntualmente con gran contento y consuelo de su alma:
llamaba á esta asistencia sus delicias; y que estas debian
ser las del arzobispo de Milán. Si alguno estaba enfermo,
no se contentaba con visitarle; él mismo queria servirlo
con singular benevolencia. Cayó el año de 80 en una en-