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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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ni A 4.<br />

lado el fruto (jue produjo este primer concilio: diósc con<br />

01 principio á la roforniaciou lan (leseada <strong>de</strong>l sanio; y si<br />

I)icn nmclios dudaron cjiie tanlos dccrelos y ór<strong>de</strong>nes pudiesen<br />

tener efecto ni guardarse; la conlianza en Dios <strong>de</strong>l<br />

santo arzobispo le aseguró <strong>de</strong> dudas, y el suceso^ ha mostrado<br />

bien lograda su esperanza, con gran aprovechamiento<br />

<strong>de</strong> las almas en Milán y su diócesis y provincia, y<br />

otras parles. Causó esta acción admiración en todos: concurrió<br />

á verla gran número <strong>de</strong> gente, aun <strong>de</strong> partes remotas,<br />

no tanto por la gran<strong>de</strong>za y majestad con que se celebró,<br />

como por ver un car<strong>de</strong>nal en los lloridos años <strong>de</strong> su<br />

edad puesto en lan supremo grado, predicar al puehlo,<br />

tratar <strong>de</strong> reformación, celebrar concilio, formar <strong>de</strong>cretos,<br />

ser el primero en su ejecución, inflamar los obispos mas<br />

auliguos en el celo <strong>de</strong> las almas, y exhortarles á la resisi<strong>de</strong>ncia<br />

y vigilante cuidado <strong>de</strong> sus Iglesias.<br />

C>uiso nuestro Señor que fuera san Garlos ejemplo <strong>de</strong><br />

prelados; y así le <strong>de</strong>scadnirazó <strong>de</strong> la asistencia <strong>de</strong> Roma<br />

con la muerte <strong>de</strong> su lio Pió IY, á cuya muerte asistió y le<br />

administró los sacramentos. Y habiéndose elegido otroponliflce,quü<br />

fué I'io V, tornó con la mayor bi evedad que pudo<br />

á su Iglesia ; porque le tenia lastimado el miserable estado<br />

en que la halló. Ilabia carecido el arzobispado <strong>de</strong> Milán<br />

óchenla años (menos algunos en diferentes tiempos) <strong>de</strong> la<br />

presencia <strong>de</strong> su arzobispo, gobernándose esta gran máquina<br />

por solo un vicario, hombre á veces <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>radas prendas,<br />

que ta menor parte <strong>de</strong>l tiempo se ocupaba en el gobierno,<br />

l'or este <strong>de</strong>-amparo y calamidad <strong>de</strong> los tiempos, molestados<br />

<strong>de</strong> varias allicciones, guerra, revolución do estado^,<br />

pestilencias y oíros acci<strong>de</strong>ntes, esta viña <strong>de</strong>l Señor se había<br />

reducido á lamentable estado. La vida y trato <strong>de</strong> los<br />

eclesiásticos ni podia sor <strong>de</strong> mayor escándalo, ni <strong>de</strong> ejemplo<br />

mas pernicioso á los seglares, aseglarada y sensual,<br />

peor que la <strong>de</strong>l pueblo : veslian á lo seglar : traían armas<br />

en público, atollados los mas en escandalosas y envejeridas<br />

amista<strong>de</strong>s: no residían sus benefleios, y lo que á esto<br />

<strong>de</strong> ordinario acompaña, <strong>de</strong>scuido gran<strong>de</strong> y aun aversión al<br />

culto divino: tenían con mayor in<strong>de</strong>cencia las iglesias y<br />

cosas sagradas, que sus cosas profanas: era lan gran<strong>de</strong> la<br />

ignorancia, que muchos curas <strong>de</strong> almas no sabían aun la<br />

forma sacramental do la confesión, ni que hubiese censuras<br />

ó casos reservados: y f n algunas parles <strong>de</strong> la diócesis<br />

(¡cosa lamentable!) había dilatado dn manera su imperio<br />

la ignorancia, que muchos curas jamás se confesaban,<br />

creyendo no estar obligados á la confesión por confesar á<br />

otros.<br />

No tenia el pueb!o casi cimiento <strong>de</strong> los fundamentos y<br />

principios do la fé católica : no sabían la oración <strong>de</strong>l Palernosier,<br />

la Saluladoa angélica, ni formar la seña! <strong>de</strong> la cruz,<br />

ni persignarse. Habíase reducido nuestra santa religión á<br />

tan miserable estado, que hombres medio embriagados se<br />

atrevían á bailar <strong>de</strong>l confesor, Ungiendo querer confesarse,<br />

y para hacerle huir entraban enmascarados en la iglesia:<br />

daban muestras <strong>de</strong> ofrecer al sacerdote en la misa; y<br />

por irrisión cogían el dinero ofreeido por los otros: qnehranlábase<br />

la observancia <strong>de</strong>l ayuno <strong>de</strong> la mayor parte<br />

<strong>de</strong>l pueblo; parlicularmenieen la cuaresmase comían laclicinios<br />

y aun carne sin licencia.<br />

A tal extremo <strong>de</strong> males había llegado aquella gente<br />

cuando Dios nuestro Señor se dignó <strong>de</strong> remediarlos por su<br />

siervo san Carlos : el cual <strong>de</strong>terminó no per<strong>de</strong>r punto en<br />

su reformación y reparo. Diré en particular algunas cosas<br />

que or<strong>de</strong>nó, aunque me <strong>de</strong>tenga algo en ellas, porque<br />

pue<strong>de</strong>n ser <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> ejemplo á los prelados y enseñanza<br />

<strong>de</strong> una pru<strong>de</strong>ncia admirable, en la cual se aventajó san<br />

Carlos, procurando con rail diligencias y santas industrias<br />

hacer la causa <strong>de</strong> Dios, las cuales son muy dignas <strong>de</strong> saberse,<br />

y porque no se hallan en las vidas <strong>de</strong> otros santos,<br />

no se tendrá por trabajo excusado referirlas aquí. Empezó<br />

á dar mayor ejemplo el santo car<strong>de</strong>nal en su persona y familia,<br />

y poniéndose en mayor austeridad y ejemplo <strong>de</strong> vida.<br />

Había en su concilio provincial establecido algunos <strong>de</strong>creíos<br />

tocantes á la vida <strong>de</strong>l obispo: <strong>de</strong>terminó ejecutarlos<br />

en su persona puntualmente: y por hallarse mas libre y<br />

<strong>de</strong>socupado <strong>de</strong> negocios y emplearse en solo el gobierno<br />

<strong>de</strong> las almas, se exoneró do diversos cargos que podían<br />

serle <strong>de</strong> algún estorbo. Poseía casi doce abadías y muchas<br />

pensiones, y todas las renunció, algunas libremente en<br />

manos <strong>de</strong>l pontífice, y oirás aplicó con autoridad apostólica<br />

á colegios y lugares píos. Vendió el principado <strong>de</strong> Oria,<br />

en el reino <strong>de</strong> Aápoles, <strong>de</strong> que gozaba doce mil ducados<br />

<strong>de</strong> renta : <strong>de</strong> tres galeras armadas que heredó <strong>de</strong>l con<strong>de</strong><br />

Fe<strong>de</strong>rico, su hermano, su precio convirtió en obras pías:<br />

<strong>de</strong>sembarazóse <strong>de</strong> toda cosa sobrada: la riquísima recámara<br />

(¡uc, como sobrino <strong>de</strong>! ponlíQce, trajo <strong>de</strong> Roma, parle<br />

dió á la Iglesia raelropolitana, parle vendió en Milán y en<br />

Venceia : su precio dió á Dios y á sus pobres con liberalidad<br />

increíble, para quedar libre <strong>de</strong> cualquier impedimento<br />

<strong>de</strong> la tierra y po<strong>de</strong>rse emplear lodo en el servicio <strong>de</strong> Dios:<br />

con que teniendo ochenta mil escudos <strong>de</strong> renta, que llegaban<br />

á cien mil con los gajes <strong>de</strong> las legaciones y oficios, se<br />

redujo á veinte raíl escudos: <strong>de</strong> que so hubiera también<br />

<strong>de</strong>spojado, por el afecto gran<strong>de</strong> que tenia á la santa pobreza,<br />

á no ser necesarias al sustento <strong>de</strong> la casa, ejercer la<br />

hospitalidad y hacer liaiosnas: cosas lan convenienlcs d<br />

obispo.<br />

En su casa admitia solamente eclesiásticos, y los que<br />

hallaba <strong>de</strong> buenas y aprobadas costumbres (<strong>de</strong> que se informaba<br />

<strong>de</strong> personas <strong>de</strong> crédito), y que no trajesen <strong>de</strong>signios<br />

<strong>de</strong> recompensa <strong>de</strong> beneficios eclesiásticos; porque como<br />

no tuvo pensamiento jamás <strong>de</strong> gratificar criado por este<br />

medio, menos gustaba <strong>de</strong> que viniesen á su casa con pensamientos<br />

lan interesados; y si ea alguno <strong>de</strong>scubría esle<br />

intento, se <strong>de</strong>shacía <strong>de</strong> él. Cuando recibía algún criado,<br />

aunque hubiese tenido satisfacción <strong>de</strong> su vírlud, hacia do<br />

él varias pruebas, ejercitándole en alguna ocupación loable,según<br />

el talento que <strong>de</strong>scubría. Si le conocía á propósito<br />

para a<strong>de</strong>lantar la disciplina eclesiástica, le hacia reducir<br />

el concilio <strong>de</strong> Trenlo ó los suyos provinciales á notas<br />

y sumarios; sí era hombre <strong>de</strong> espíritu, le hacia entresacar<br />

las sentencias <strong>de</strong> buenos libros: ejercitábalos en actos do<br />

virtud, en particular <strong>de</strong> humildad, que ansiosamente <strong>de</strong>seaba<br />

y procuraba en los suyos; y aunque e! sugeto fuese<br />

<strong>de</strong> prendas y graduado, hacia que acudiese á los ministerios<br />

humil<strong>de</strong>s, como trasladar alguna materia útil, ó llevar<br />

la falda ó bagajes en las jornadas, ó la cruz arzobispal (si<br />

bienquería (pie esle oíicío tuviese, eslimacicn) y teníalos<br />

lal vez por algún tiempo sin darlos ocupación, por probarles<br />

la paciencia. Retiraba á algunos, antes <strong>de</strong> entrar en palacio,<br />

por muchos días en los seminarios, sujetos á obediencia,<br />

para que se conociese el talento y atendiesen á<br />

ejercicios espirituales, y echasen buen fundamento en ¡a<br />

vida y profesión eciesiáslica ; y salían probados como oro<br />

<strong>de</strong>l crisol. Si en estas pruebas no los hallabu huniildcs, su-

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