Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DIA 10.
SET1EMME.
ayuno, y ponitcnciH; de suei le, que ora espejo de religiosos
eomolo fii6de sacerdoles, siendo saceiilole, y de predicadores,
siendo predicador, Pero aunque en lodas las virtudes
se esmeró nuielio y filé exceicule, lo que se esc ribe de
su absíinéncia pone grande admiración; porque treinta
aíios estuvo en el convento de Toleulia sin comer carne,
ui huevos, ni peces, ni cosa de leche, ni aun manzanas,
ahora estuviese sano, ahora enfermo. Fue esto con lanío
exlrcnio, que habiendo una vez caido malo y llegado á
punto de muerte, los médicos le mandaron que comiese
carne porque asi convenía á su salud: y como ellos no se
lo pudiesen persuadir, fué necesario que su superior se lo
mandase en virtud de sania obediencia. Bajó la cabeza el
santo y probó la carne que le trajeron, y pidió al prior
que se contentase con aquella obediencia y que no le apretase
mas fii le hiciese quebranlar el propósito que tenia;
porque Dios no oslaba atado á la carne ni á las reglas de
medicina para darle salud; y asi se la dio el Señor muy
entera dcnlro de pocos dias. Ayunaba cada semana los lunes,
miércoles, viernes y sábados á pan y agua, y comia
una sola vez: y desde los siete afios de su edad a y uñó tros
días cada semana, imitando en estoá san Nicolás, obispo,
el cual, siendo nifio, los miércoles y viernes no queria lomar
mas de una vez el pecho, Disciplinábase las noches
con una cadena de hierro: su túnica era pobre, áspera y
remendada: la cama era dura y propia de penitente: su
oración era muy fervorosa y continua; y casi lodas las
noches se le pasaban ó en el coro (en el cual era primero),
ó en atenta y regalada contemplación del Seflor. Mas el
demonio que siempre vela para nuoslro mal, procuró con
varias tentaciones apartar al santo de su dulce conversación:
y una noche, oslando orando delante de un altar
como solia, mató la lámpara y la arrojó en el suelo, y la
hizo pedazos : y poniéndose sobre el techo de la iglesia,
comenzó á desrejarle y hacer tanto ruido que parecía que
se queria caer la ¡glosia. Tomó varias y horribles figuras
de beslias fieras para cspanlarlc: y como el santo no se
moviese de su oración, le dió tantos y tan grandes golpes
ípcrmilíéndolo el Seíior para mayor prueba y corona de
su siervo), que por muchos dias ic quedaron en el cuerpo
las señales de las heridas. Otra vez, entrando á hacer oración
delante de un crticilijo, el demonio le derribó y le
malu-aló de manera, que le dejó por'muerto y quedó cojo
f>0r toda la vida; pero él, esforzado por el Seíior, selevanffi
é hizo su oración y gracias, porque así 1c probaba y le
('aba victorias de su enemigo. Fué devotísimo de las almas
del purgalorio, por una visión que luvo, en la cual vió
S''an número de almas del purgatorio, que con grande ins-
'^iicia le pedían el sufragio de sus oraciones y misas; y
habiéndolas dicho, le dieron gracias por olio. No era menor
su caridad para con los vivos que para con los difuntos.
Visitaba con gran cuidado á los enfermos y compadecíase
de «líos: recreábalos con sus palabras, animándolos
a llevar con padenda su trabajo, y dábalos todo lo que
podía para su regalo. UedlHa á los frailes huéspedes, como
Si fueran ángeles del cielo. Alegraba los tristes, consolaba
á los afligidos, reconciliaba á los discordes, socorria á los
pobres, libraba á los cautivos y á los encarcelados. Finalmente,
la vida de san Nicolás era como de un hombre perfectísimo
y venido del cielo: y como á tal le favoreció y
regaló mucho nuestro Sofior. Seis meics antes que muriese,
cada noche, á hora de maitines, le dieron musica los
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ángeles; y él entendió que llegaba la hora de su dichosa
muerte: así lo pruielizó y avisó de ella á sus frailes. "V
liabíondo caido malo y agravándosele la enfermedad, los
llamó y rogó que le perdonasen sus fallas, y al prior que
le diese la absolución de lodos sus pecados y le administrase
los santos sacramentos de la Iglesia, los cuales recibió
con grandisima devoción y abundancia de lágrimas.
Después se hizo traer una cruz en que estaba un pedazo
de la de. nuestra redención, la cual adoró con profundísima
humildad, suplicando al Señor que por virtud de la
santísima cruz le salvase y le defendiese en aquella jornada,
del malencueulro y ongafío del común enemigo. Jubilaba
su espíritu, y regocijábase sobre manera, por el
deseo que tenia de salir de la cárcel de este cuerpo y ver
á Dios: y como los frailes le preguntasen, por qué estaba
tan conlerflo y alegre, respondió: Porque mi Señor Jesucristo,
acompañado de su dulce Madre y de nuestro padre
san Agustín, me convida á la partida y me dice que me
alegre y entre en el gozo de mi Dios; y diciendo aquellas
palabras: IH mmus lúas, Domine, conmendospirilum meum,
levantadas las manos y los ojos hacia la cruz (pie tenia
presente, con maravillosa tranquilidad dió su alma al Señor
á los 10 de setiembre del año de 1306. Ilustró Dios á
san Nicolás con muchos y grandes milagros en vida y en
muerte. Tuvo don de profecía, dió salud á muchos enfermos
que estaban afligidos con graves dolencias, dió vista
á los ciegos, libró muchos endemoniados. Y no solamenle
los que vivían en la ciudad de Tolentin y en loda su comarca,
sino otros muchos mas apartados recibieron grandes
beneficios y singulares gracias por su intercesión. Kntre
las otras cosas notables con que Dios le esclareció, fué
una: que una noche le apareció una eslrella de gran claridad,
la cual venia de la aldea de San Alltel, donde él
había nacido, y por derecha línea iba á dar á Tolentin, y
se paraba sobre el altar donde el santo solia decir misa y
hacer oración; queriendo Dios con esta visión declarar que
este santo era como una estrella muy resplandeciente de
su Iglesia; y que habiendo tenido su origen en un lugar
de poco nombre, se acabaría y lendria fin en Tolenliu, y
seria enterrado debajo de aquel altar, donde se paraba la
estrella, como lo fué. \ después de muerto, cada abo el
mismo día aparecía en aquel lugar la misma estrella, la
cual veía la gente que aquel día concurría de lodas partos
al sepulcro del santo por su devoción y por alcanzar salud
en sus enfermedades y alivio de sus (rabajos, y esto duró
muchos años. Después el papa Eugenio IV, año del Señor
de 1446, le canonizó y le puso en el catálogo de los santos?
y el papa Sixto Y, el primer año do su ponliücado,
que fué eldelüSS, mandó que á los 10 dias de seliembr«i
se rezase de san Nicolás de Tolentino, con solemnidad de
dúplex, en loda la Iglesia católica íaunqne después cu el
breviario reformado de la santidad do Clemente YIII se
pone semidupieJC) : \i\ cual, habiendo sido muchos afius
afligida con grandes divisiones y con un largo cisma, luego
que fue san Nicolás canonizado por sus merecimienlos
y oraciones, tuvo paz y unión. La vida de san Nicolás
escribió un fraile grave y antiguo de su orden; y la
refiere el l\ Fr. Lorenzo Surio cu el quinto lomo de las
Yitlas de los santos, y el Martirologio romano hace mención
de él.
4 SAN SOSTENES y SAN YICTOR, MÁaTinES.—Estando en
cierta ocasión santa Eufemia en presencia de Prisco, pro-