Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DIA 4.
llamó Pió IV, que por eslc medio quiso Dios dará san Carlos
grandes cargos en su Iglesia, para mucho bien de ella
y reformación de los eclesiásticos, encendiendo en ella lan
clara lambi era: y parece que fué significación de esto, un
prodigio que sucedió á Pió IV, que siendo niño le cubrió
en la cama una gran llama, que al pasar dejó encendida
una vela, que acaso estaba en la pieza; siendo seílal la
llama de la dignidad pontilicia, á que ascendió el niño,
cuyo resplandor había de encender la gran astorcha del
sobrino Carlos, luz del mundo, poniéndole en elcandelero
de lan suprema dignidad.
No se alegró san Cárlos con las nuevas de la elección de
su lio, ni quiso ir á Roma hasta que se lo mandó el mismo
sumo ponliljce, que juntándose á la cercanía de sangre las
grandes prendas de su sobrino le hizo cardenal: eligióle
por arzobispo de Milán, y le dió otras muchas dignidades
y cargos; y lo que mas es, cargó sobre él la mayor parle
del gobierno. San Cárlos en medio de tantas felicidades
y ocupaciones , ni se envaneció ni se distrajo; antes se
desengañó mas de la vanidad del mundo, y adelantó en
grandes deseos de la perfección evangélica. Fué cosa admirable
que cuanto poseía (causa comunmente de ruítia
en los mas) le fué de no poca ayuda para la perfección á
que anhelaba; porque ocupando tan gran puesto y gozando
de los bienes que apenas el ánimo rna? altivo se
atreviera á prometerse , lo hallaba lodo lan sin jugo y
substancia, que generosamente so dió á buscar un solo y
perfecto bien, en que hallase llena satisfacción y paz cabal:
en que se vió claramente el especial cuidado que
nuestro Señor tuvo de su siervo, y que su divina y dulcísima
disposición le guiaba por las seguras sendas de
una vida santísima , poco entendidas del mundo. Gonsidcramlo
algunos años después el santo cardenal csíos beneliciós
divinos, solía decir que la majestad de Dios le
había guiado por camino extraordinario á su sanio servicio,
nó por medio de tr íbulationes,trabajos y adversidades,
como suele; mas por la prosperidad y colmo de las
mayores grandezas, y descubriendo con luz divina su vanidad
é insuficiencia y la ceguedad del mundo, que hace
tan poca estima de buscar las cosas sólidas y de sola importancia
queso hallan en solo Dios y su servicio. Ayudóle
mucho haber escogido por maestro y guia de la
vida espiritual al padre Juan Bautista de Ribera, déla
Compañía de Jesús, varón de gran virtud, experiencia y
lelras, el cual le adelantó mucho, y puso en gran perfcecKin
: hizole hacer los ejercicios espiriluales de san
Ignacio de Loyola , con los cuales sintió san Cárlos tan
notable aprovechamiento de su espíritu y desprecio del
mundo, que les quedó muy aüeíonado y devoto de san
Ignacio. Recogíase á hacer sus ejercicios muy á menudo,
al principio cada año, después dos veces al año, exhortando
á todos los que podía que los hiciesen , ordenando á
los sacerdotes de un seminario insigne que fundó que los
hiciesen todos los años, edilicando solo para este efecto
una casa. Sin esto , en otras ocasiones ocurrentes los hacia
, no perdiendo ninguna en que pudiera crecer en virtud
con tan saludable medio.
listando en Roma , heredó san Carlos los estados de su
hermano el conde Federico, que murió .sin hijos, y no
tenia otro hermano sino el santo cardenal: quisieron sus
parientes , y el mismo sumo pontílice (pie se casara [tat a
adelantar en su persona su familia y casa : mas no si-.
NOVIEMBRE. 317
pudo recabar con el sanio mancebo, que ya había puesto
su corazón en los bienes del cielo: con que despreció varonilmente
todas las grandezas de la tierra , que Je prometía
el mundo : y para desesperar á los que le impoi tunaban
con mucha brevedad y secreto recibió los órdenes
sagrados. Antes de celebrar la primera misa se preparó
para aquel tremendo sacrificio con los ejercicios espirituales
de san Ignacio, que hizo en la casa profesa de la
Compañía de Jesús de Roma. Después quiso decir la segunda
misa en la misma capilla que usaba san Ignacio;
porque fué muy devolo suyo el santo cardenal, procurando
imitar su grande espíritu y zelo ; y para ser verdadero
discípulo suyo, no tenia libromas estimado ni leído
que el de los Ejercicios, el cual traía de ordinario consigo.
Y una vez dijo al duque de Manlua , que alababa su librería,
como tenía en la raUriquera un libro (hablando del libro
de los Ejercicios) que contenía mas que todos los
libros de ella..
En medio del ruido de la córle romana, y multitud de
ocupaciones que tenia, fué la principal la de su espíritu.
Cada dia iba el padre Juan Raulisla Ribera al palacio apostólico,
donde vivia san Cárlos: encaminábale por las
verdaderas y sólidas virtudes, ejercilábule en los actos
mas perfectos de ellas, y gastaba largos ratos en pláticas
espirituales. Algunos parientes del cardenal que le
asistían, instigados sin duda del demonio, lievaban á mal
lanío retiro con un religioso , y la compostura que su
trato había causado en el santo mancebo, que le descuban
mas esparcido y desenvuelto : mostraban el rostro torcido
al padre, se burlaban de él de mil modos, y perseguíanlo
de la manera que podían para impedirle la entrada y las
visitas, sufriendo el buen padre por esta causa muchos escarnios
y afrentas, ha«ta que el santo cardenal lo entendió
y dió traza como sin saberlo nadie le viese cada dia,
dándolo paso á su cámara por un retrete secreto.
Tanto era mas admirable la virtud de este santo mancebj,
cuanto inas contradicciones venció, y salió libre de
los estorbos y peligros que le causaban los suyos. Tn señor
principal pariente suyo , llevando á mal tanta modestia
en persona tan moza y entre las delicias c'el mundo,
le convidó á comer á una villa distante de Roma algunas
millas,lugar amenísimo. Descando este principe desviarle
de aquel su modo de vida tan severo , entre otras provisiones
llevó de Roma con secreto una hermosa cortesana,y
oculta la tuvo en el palacio, hasta que siendo hora de retirarse
la hizo meter por una puerta secreta en la cámara
del cardenal, gallardamente, aderezada, habiéndole, dejado
solo de propósito los gentiles hombres del señor, advertidos
del caso. Entonces aquella Circe é inslrumeulo
del infierno usó todas las artes que pudo para hacer caer
al constante mancebo viéndole solo: púsosele delante,
instando con sus halagos y donaire para inducirle al pecado
; mas el religioso mozo viendo el pernicioso lazo que
con tanto peligro le habían puesto, todo conmovido por el
horror grande de aquel vicio , sin hablar palabra á la
mujer , corrió á la puerta de la pieza, llamando á voces á
sus camareros quejándose de ellos gravemente; mas ellos
no sabían nada: entraron en la cámara donde hallaron
¡myel lazo de Satanás, y echaron á ta mujer fuera con
gran confusión suya. No pudo reposar el cardenal aquella
noche congojado con la memoria del caso; y habiendo
sabido el au'or, partióse tres horas ántes del dia sin des-