Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 3. Los mmiEiuBiES JIÁRTIHES DE ZARAGOZA.—A principios del siglo IV, durante la persecución do Diocleciano, ofrecieron los cristianos de Zaragoza un ilustre espectáculo de constancia y de viva fé en Jesucristo. Viendo Daciann, prefecto de la llspaña citerior, que la matanza que habia hecho en los cristianos nohles no disminuía el fervor y la constancia de! pueblo, inventó un meilio digno de su ferocidad para acabar (Je una vez con los fu'les que allí habh. Tingiódar licencia á los cristianos paraqueviviesen en su religión, con tal que todos juntos saliesen cíe Zaragoza á avecindarse en otros lugares. Al mismo tiempo puso fuera déla ciudad apostados unos soldados, que en saliendo los lieles, se echasen sobre ellos de repente, y los pasasen á cuchillo. Corrároüse todas las puertas, raénr)s una, la occidental, para que saliendo todos por allí, ninguno se escapase. Salieron en efecto; pero así que lo hubieron verilicado, vino sobre ellos la pelea de la fé, y de la mano de Dios recibieron la fidelidad y el premio de ella, que es la corona que á los soldados leales de su milicia liene guardada en el cielo. Para que loscrislianos no recogiesen los cuerpos de aquellos márlires, Dacianolos mandó qüemar jumamente con los de algunos facinerosos, con el fin de que se mezclasen unas cenizas con oirás; pero Dios frustró sus intentos. Del ftiego salieron los cuerpos de los malhechores en la misma forma que ántes, y los do los márlires reducidos á una masa muy blanca, la cual recogieron los fieles y la ocullaron en el campo, hns!a que restituida ¡a pazá la Iglesia en tiempo de Constantino, hicieron en el mismo silio una iglesia subterránea y en ella los colocaron, y se llamó esta capilla, p desde muy antiguo, la iglesia subterránea de las Santas Masas. Abainos han supuesto que todos estos santos fueron llevados presos á Zaragoza, donde sufrieron mai lirio; pero esto no es exacto: de sus actas, escriias por san Rraulio, se ve claramente que todos estaban avecindados en la ciudad, y que eran muchos miles los que perecieron. LOS SANTOS YALEMIN é IIií.\ii[o,MÁaTiiirs.—Eran de Vilerbo, y vivían en la misma ciudad, en tiempo del emperador Maximiano. Por haberse negado á ofrecer sacrilicio á los dioses, fueron arrojados al Tdjer, con un gran peñasco alado al cuello; pero habiéndolos sacado milagrosamenle de las aguas un ángel, los degollaron, recibiendo la corona del martirio. San Valenlin era •presbítero, y san Hilario diácono. SAMA YENEFUIDA, VÍRGEN Y MÁRTIR.—Eia hija de un señor anglo-sajon, piadoso "y distinguido en sus virtudes, que cuido escrupuiosamenle de la educación de su hija. Mas crecida eu aíios, fué confiada á la dirección de mi venerable obispo, pariente suyo, que le ensenó las virtudes de la religión y las ciencias sagradas. Empezó su vida de perfección, consagrando á Dios su virginidad, y tomando después el velo de reügiéár. Vivió primero en un pequeño monaster.o que habia hecho edificar su padreen Holy-Well, y después se trasladó al de Gulcrin, de! cual fué luego abadesa. Cradoe, príncipe de aquel pais, concibió por ella una pasión tan brutal, que no pudiendo satisfacerla, la hizo asesinar, y Venefrida fué de esle modo mártir de su pureza y virtud. Su muerte snn-di,, á fmesdel siglo VH. Algunos escritores añaden.que la tierra tragó á Cradoe en el' mismo sitio de su crimen, y qntí do él Sdió una fuente de agua, que aun existe. SAN Hi'nr.RTO, OBSPO Y CONFESOR.—Díscendienle de una NOVIEMBRE. 315 familia noble de Aquilania, pasósu juvcnlud en la córledc Tierri 111. Entregado entonces á las vanidades mundanas, la gracia le locó de repenle para hacerle digno vaso do elección. Resolvió no vivir mas que para Jesucristo. Púsose b;ijo la dirección de san Lamberto, obispo de Maslrich', y adelantó tanto en santidad, que cuando murió aquel obispo, Huberto fué unánimenfe elegido para sQceáeríe', el año 708. Puso desde luego todo su cuidado eu imünr en sus acciones á su glorioso predecesor, y en efecto, llegó á conseguirlo de tal manera, que su episcopado fué de los mas gloriosos que la religión haya producido. Su zelo no se limitó á su diócesis; los países mas distantes fueron testigos del ardor y del fruto de sus penosos viajes, emprendidos para ganar almas para Jesucristo. Como su ministerio era el de un apóstol, el SeSor le concedió el don de milagros, que aumenlaron considerablemenle el fruto de sus misiones. Un dia que estaba haciendo la procesión de rogaciones con lodo su clero, la ceremonia fus iníernmqiida por los gritos de una mujer que estaba poseída del demonio : el sanio hizo sobre ella la señal de la cruz, y al momenlo quedó libertada. Trasladó su sede, episcopal 'de Maslrich á Liego, y cuesta última ciudad, después debabers? despedido de su rebaño, en un tierno y palelico discurso, en que ansiaba el fin de su vida, murió tranquilamente, el dia 30 de mayo del año 121. Su fiesta se celebra hoy, en memoria de una traslación de sus reliquias. SAN DOMNO, ODISPO Y CONFESOR.—Fué el XIX obispo de Yien.i, instruido en las ciencias sagradas y profanas, y dotado de admirables virtudes. El autor de su vida dice que sobresalió principalmente en él la humildad ; eJ amor á los pobres y su zelo en reducir caulivos. Parece que murió en Viena el año lili. SAN-POPULO, MÁRTIR.—Sacerdote de ta Iglesia de Tolosn, compartió con su santo obispo Saturnino los trabajos apostólicos, predicando el Evangelio eu los pueblos del mediodía de la l'iMncia. Floreció durante el siglo Ifí, y Ja corana del martirio fué la dichosa recompensa de su zelo. Jinrió mártir en un pueblo del Langucdoc, al principio del reinado de Diocleciano. SAN FLORO, OUISPO Y CONTÉSOR.—Fué el primer obispo (leLodeve, y el apóstol de tuda aquella parte del Langucdoc. Pero no se contenió con predicar el Evangelio en toda la Galia Narbonensc: penetró hasta las Cevcnas y la Auvernia, y por todas partes hizo numerosas conquistas para Jesucristo. Murió el año 389, y sus reliquias fueron tenidas en gran veneración. SAN GUENÓ, ABAD.—Nació en Bretaña, y fué monge y luego abad de uno de sus monasterios. Después pasó á Inglaterra con doce do sus religiosos, con la esperanza do vivir allí enteramente ignorado de los hombres. Predicó el Evangelio en Inglaterra, y pasó luego á Irlanda para hacer también conocer á Jesucristo. Algunos años después se volvió á Bretaña, donde ilustre en milagros, murió el 3 de noviembre del año ííTO. SAN PIRMIN, OBISPO Y COMT.SOR.—Fué el XX obispo meldense. Habiendo ido á Roma á visitar el sepulcro de los santos apóstoles, le conoció allí el papa Juan VH, quien le colmó de distinciones, y en adelante lo tuvo en grande estimación. Murió el año "703. SAÍÍT.V SILVIA.—Nació en Mesina de Sicilia, de la nebilisima familia Octavia. Crióse en el temor de Dios, y en

ÍH6 las máximas de la mas pura piedad. Fué modelo áa vírgenes, de esposas y de madres; y Dios le concedió el consuelo de dar á la Iglesia el gran papa san Gregorio, que confiesa haber mamado con la leche de su buena madre los mas raros ejemplos de santidad. Vivió algunos años en Roma, junto á la iglesia de San Sahas, con pobrera y abstinencia, entregada á las prácticas de la caridad y á los fervores do la oración. Cierto dia se apareció un ángel á san Gregorio, y 1c habló de su madre dándole el título de bienaventurada. Santa Silvia murió en Roma el año C02. SAN híDiio AtiiiENGOL.—Aunque está en este dia en el martirologio, se halla colocado en el dia 21 de abril, que es donde corresponde ciisenlir de sabios autores. DIA SAN CÁULOS BoauoMEO, .uizouisro v CONFESOR.—San Carlos Uorromeo nació en el año de U>V,8, en el castillo de Arona, distante cuarenta millas de la ciudad de Milán, forlaloza principal entre las muchas que posee la casa liorromca en el lago Mayor, siendo pontífice Pablo III, y emperador Carlos V. Fué su padre el conde Gibcrlo, hijo del conde Federico Uorromeo: su madre Margarita de Médicis, bermana do Jacobo de Médicis, marqués de Marifumo, y del papa Pió IV. Tuvo el conde Giberlo dedos matrimonios siete hijos, los dos varones, de los cuales el segundo fué san. Cárlos. Apareció aquella misma hora, sóbre la s.da en que nació, mi lucidísimo resplandor, á modo de faja del sol, de seis bi azas de anchura. Comenzó dos horas antes del dia, porque entonces fué el nacimiento del niño, hasta que se mezcló el sol, haciendo la noche oscura un clarísimo dia, nó sin admiración del castellano y soldados que estaban de guardia y oíros muchos que lo vieron. Apenas dejó las primeras fajas, cuando dió el niño grandes muestras de piedad y devoción, y de una inclinación grande á la profesión-eclesiástica, con aversión á todo lo que no era de la Iglesia. Siendo de mas edad, huia de los juegos y entretenimientos pueriles; solo tenia puesto el gusto en hacer altaricos y adornarlos, cantar alabanzas á Dios y cosas semejantes, que daban manifiesto indicio de su singular vocación. Estas pfimerae acciones (que en los sanios son siempre misteriosas, como se vio en el bautismo de san Alanasio), no solo le mostraban gran eclesiástico, mas singular varón en el gobierno. Uabiéndosc un dia relirado á uua pieza apartada, se entretenía haciendo compai timientoy división de unas manzanas: y reprendido de un criado por haberse así escondido, habiéndole-buscado sus padres con cuidado, temiendo no se hubiese ahogado en el foso del castillo; respondió con admirable senlimiento: ¿Para qué me buscábades? Estaba yo aquí ocupado en repartir el mundo en diversas parles y regiones; formándose desde entonces sus pensamientos á grandes empresas y gobiernos. Adelantábase en Garlos la devoción á los afíos, mostrando cada dia mayor inclinación á las cosas sagradas y á la profesión eclesiástica. Advirliéndolo el conde Gibcrlo, su padre, le dedicó á la Iglesia con hábito clerical, aun ántcs de salir de la puericia, que fué al devoto niño de sumo gusto, por su natural inclinación, procurando siempre con sus religiosas costumbres no mostrarse indigno de aquel hábito santo. Después del liempo que daba al estudio de LA LEY1ÍNDA DE ORO DIA las letras (en que conforme á la edad iba aprovechando con ventajas), se recogía luego á sus altares y oratorios, recreándose allíespiritualmente, cuando sus cdbpañeros se divertían en los juegos de la edad. Entrando en mas afios, cuando tal vez salia de la casa acabado el estudio, no iba á pasearla ciudad, sino visitaba los templos sagrados, y en particular, por ser muy devoto de la sacratísima Virgen, frecuentaba dos iglesias dedicadas á su nombre. Era en extremo retirado, modesto y siqcero en su trato. Huia lodo enlrelenimiento vano, y cualesquicr estorbos que le pudiesen distraer de sus santos intentos, de servir á Dios nuestro Señor. Si se bacian en su casa algunos juegos de armas y otros cnlrelenimientos, aunque honestos, para ejercitarse el conde Federico, su hermano; huia sin querer hallarse á ellos. Si lal vez le convidaban á ver jugar á la pelota, en la plaza de su palacio, ó no lo acoplaba, ó si iba, era estando retirado en una ventana, sin que pudiese ser visto, pareciéndole aquel acto indigno, ó indecente de su hábito y profesión. Frecuentaba de ordinario la oración, y recibía cada semana los sacramentos de la confesión y comunión. Sus compañeros de estudio, y aun sus mismos criados se burlaban de él, y de sus devociones para divertirle de ellas, de que el santo mancebo no cuidaba, haciendo poca eslima délos vanos juicios y pareceres del mundo. Oíros mas advertidos alababan su bondad, y le lenian por un ejemplo raro de costumbres, mayormente en aquel liempo que se vivía con suma libertad. Entre otros, un anciano y venerable sacerdote, de gran doctrina y zelosísimo de la religión católica, deseoso de una gran reformacicn en la Iglesia, las veces que veía á san Cárlos, se paraba á mirarle comoá una cosa rara, y le hacia reverencia; y y preguntado de la causa, respondió: Vosotros no conocéis este mancebo: será el refurmudor de osla Iglesia, y hará cosas grandes. Siendo ya mayor, le renunció el conde Julio César Uorromeo, su lio,, la abadiado San Graciano y Felino, situada en la villa de Arona. Reconociendo san Cárlos la obligación que acompaña á las rentas eclesiásticas, era su conlinuo pensamiento favorecer á los pobres con sus frutos: á que también 1c movia su inclinación grande á la misericordia y piedad: y así, viendo impedidos sus deseos, por administrar la abadía el conde Giberto, su padre, le dijo con valor que él estaba enterado que las rentas eclesiásticas no podían mezclarse con las del mayorazgo, ni con segura conciencia de ambos, servir al gasto ordinario de la casa ; porque era patrimonio de Cristo y de sus pobres, y él mayordomo, nó señor absoluto, de que habia de dar á Dios estrecha cuenta, y suplicóle que lo remediase. El buen condesil padre, aunque interosado con las rentas que gozaba, admirado de la entereza y piedad de su hijo, le,dejó libre la administración de la abadía: la cual admitió san Cárlos, satisfaciendo sus piadosos deseos. Distribuía á los pobres todo lo que sobraba de su gasto forzoso: y si lal vez sucedía babei1 de socorrer al conde, su padre, en necesidad in ­ gente, hacia se advirtiese en los libros de la cuenta, y que se restituyese á los pobres en la primera ocasión. Acabados los primeros estudios de humanidad, fué á la universidad de Pavía, donde salió eminente estudiante: y siendo de veinte y dos años, se graduó de din Im en ambos derechos. En esta sazón fué sublimado al sumo pontificado su tio el cardenal Juan Angelo do Mediéis, que se L

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las máximas <strong>de</strong> la mas pura piedad. Fué mo<strong>de</strong>lo áa vírgenes,<br />

<strong>de</strong> esposas y <strong>de</strong> madres; y Dios le concedió el consuelo<br />

<strong>de</strong> dar á la Iglesia el gran papa san Gregorio, que<br />

confiesa haber mamado con la leche <strong>de</strong> su buena madre<br />

los mas raros ejemplos <strong>de</strong> santidad. Vivió algunos años en<br />

Roma, junto á la iglesia <strong>de</strong> San Sahas, con pobrera y abstinencia,<br />

entregada á las prácticas <strong>de</strong> la caridad y á los<br />

fervores do la oración. Cierto dia se apareció un ángel á<br />

san Gregorio, y 1c habló <strong>de</strong> su madre dándole el título<br />

<strong>de</strong> bienaventurada. Santa Silvia murió en Roma el<br />

año C02.<br />

SAN híDiio AtiiiENGOL.—Aunque está en este dia en el<br />

martirologio, se halla colocado en el dia 21 <strong>de</strong> abril, que<br />

es don<strong>de</strong> correspon<strong>de</strong> ciisenlir <strong>de</strong> sabios autores.<br />

DIA<br />

SAN CÁULOS BoauoMEO, .uizouisro v CONFESOR.—San Carlos<br />

Uorromeo nació en el año <strong>de</strong> U>V,8, en el castillo <strong>de</strong><br />

Arona, distante cuarenta millas <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Milán, forlaloza<br />

principal entre las muchas que posee la casa liorromca<br />

en el lago Mayor, siendo pontífice Pablo III, y emperador<br />

Carlos V. Fué su padre el con<strong>de</strong> Gibcrlo, hijo <strong>de</strong>l<br />

con<strong>de</strong> Fe<strong>de</strong>rico Uorromeo: su madre Margarita <strong>de</strong> Médicis,<br />

bermana do Jacobo <strong>de</strong> Médicis, marqués <strong>de</strong> Marifumo, y<br />

<strong>de</strong>l papa Pió IV. Tuvo el con<strong>de</strong> Giberlo <strong>de</strong>dos matrimonios<br />

siete hijos, los dos varones, <strong>de</strong> los cuales el segundo fué<br />

san. Cárlos. Apareció aquella misma hora, sóbre la s.da en<br />

que nació, mi lucidísimo resplandor, á modo <strong>de</strong> faja <strong>de</strong>l<br />

sol, <strong>de</strong> seis bi azas <strong>de</strong> anchura. Comenzó dos horas antes<br />

<strong>de</strong>l dia, porque entonces fué el nacimiento <strong>de</strong>l niño, hasta<br />

que se mezcló el sol, haciendo la noche oscura un clarísimo<br />

dia, nó sin admiración <strong>de</strong>l castellano y soldados que<br />

estaban <strong>de</strong> guardia y oíros muchos que lo vieron. Apenas<br />

<strong>de</strong>jó las primeras fajas, cuando dió el niño gran<strong>de</strong>s<br />

muestras <strong>de</strong> piedad y <strong>de</strong>voción, y <strong>de</strong> una inclinación gran<strong>de</strong><br />

á la profesión-eclesiástica, con aversión á todo lo que no<br />

era <strong>de</strong> la Iglesia. Siendo <strong>de</strong> mas edad, huia <strong>de</strong> los juegos<br />

y entretenimientos pueriles; solo tenia puesto el gusto en<br />

hacer altaricos y adornarlos, cantar alabanzas á Dios y<br />

cosas semejantes, que daban manifiesto indicio <strong>de</strong> su singular<br />

vocación. Estas pfimerae acciones (que en los sanios<br />

son siempre misteriosas, como se vio en el bautismo<br />

<strong>de</strong> san Alanasio), no solo le mostraban gran eclesiástico,<br />

mas singular varón en el gobierno. Uabiéndosc un dia relirado<br />

á uua pieza apartada, se entretenía haciendo compai<br />

timientoy división <strong>de</strong> unas manzanas: y reprendido <strong>de</strong><br />

un criado por haberse así escondido, habiéndole-buscado<br />

sus padres con cuidado, temiendo no se hubiese ahogado<br />

en el foso <strong>de</strong>l castillo; respondió con admirable senlimiento:<br />

¿Para qué me buscába<strong>de</strong>s? Estaba yo aquí ocupado<br />

en repartir el mundo en diversas parles y regiones; formándose<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces sus pensamientos á gran<strong>de</strong>s empresas<br />

y gobiernos.<br />

A<strong>de</strong>lantábase en Garlos la <strong>de</strong>voción á los afíos, mostrando<br />

cada dia mayor inclinación á las cosas sagradas y á la<br />

profesión eclesiástica. Advirliéndolo el con<strong>de</strong> Gibcrlo, su<br />

padre, le <strong>de</strong>dicó á la Iglesia con hábito clerical, aun ántcs<br />

<strong>de</strong> salir <strong>de</strong> la puericia, que fué al <strong>de</strong>voto niño <strong>de</strong> sumo<br />

gusto, por su natural inclinación, procurando siempre con<br />

sus religiosas costumbres no mostrarse indigno <strong>de</strong> aquel<br />

hábito santo. Después <strong>de</strong>l liempo que daba al estudio <strong>de</strong><br />

LA LEY1ÍNDA DE ORO<br />

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las letras (en que conforme á la edad iba aprovechando<br />

con ventajas), se recogía luego á sus altares y oratorios,<br />

recreándose allíespiritualmente, cuando sus cdbpañeros<br />

se divertían en los juegos <strong>de</strong> la edad. Entrando en mas<br />

afios, cuando tal vez salia <strong>de</strong> la casa acabado el estudio, no<br />

iba á pasearla ciudad, sino visitaba los templos sagrados,<br />

y en particular, por ser muy <strong>de</strong>voto <strong>de</strong> la sacratísima Virgen,<br />

frecuentaba dos iglesias <strong>de</strong>dicadas á su nombre. Era<br />

en extremo retirado, mo<strong>de</strong>sto y siqcero en su trato. Huia<br />

lodo enlrelenimiento vano, y cualesquicr estorbos que le<br />

pudiesen distraer <strong>de</strong> sus santos intentos, <strong>de</strong> servir á Dios<br />

nuestro Señor. Si se bacian en su casa algunos juegos <strong>de</strong><br />

armas y otros cnlrelenimientos, aunque honestos, para<br />

ejercitarse el con<strong>de</strong> Fe<strong>de</strong>rico, su hermano; huia sin querer<br />

hallarse á ellos. Si lal vez le convidaban á ver jugar á<br />

la pelota, en la plaza <strong>de</strong> su palacio, ó no lo acoplaba, ó si<br />

iba, era estando retirado en una ventana, sin que pudiese<br />

ser visto, pareciéndole aquel acto indigno, ó in<strong>de</strong>cente <strong>de</strong><br />

su hábito y profesión. Frecuentaba <strong>de</strong> ordinario la oración,<br />

y recibía cada semana los sacramentos <strong>de</strong> la confesión y<br />

comunión.<br />

Sus compañeros <strong>de</strong> estudio, y aun sus mismos criados<br />

se burlaban <strong>de</strong> él, y <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>vociones para divertirle <strong>de</strong><br />

ellas, <strong>de</strong> que el santo mancebo no cuidaba, haciendo poca<br />

eslima délos vanos juicios y pareceres <strong>de</strong>l mundo. Oíros<br />

mas advertidos alababan su bondad, y le lenian por un<br />

ejemplo raro <strong>de</strong> costumbres, mayormente en aquel liempo<br />

que se vivía con suma libertad. Entre otros, un anciano<br />

y venerable sacerdote, <strong>de</strong> gran doctrina y zelosísimo<br />

<strong>de</strong> la religión católica, <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> una gran reformacicn<br />

en la Iglesia, las veces que veía á san Cárlos, se paraba á<br />

mirarle comoá una cosa rara, y le hacia reverencia; y<br />

y preguntado <strong>de</strong> la causa, respondió: Vosotros no conocéis<br />

este mancebo: será el refurmudor <strong>de</strong> osla Iglesia, y hará<br />

cosas gran<strong>de</strong>s.<br />

Siendo ya mayor, le renunció el con<strong>de</strong> Julio César Uorromeo,<br />

su lio,, la abadiado San Graciano y Felino, situada<br />

en la villa <strong>de</strong> Arona. Reconociendo san Cárlos la obligación<br />

que acompaña á las rentas eclesiásticas, era su conlinuo<br />

pensamiento favorecer á los pobres con sus frutos: á que<br />

también 1c movia su inclinación gran<strong>de</strong> á la misericordia y<br />

piedad: y así, viendo impedidos sus <strong>de</strong>seos, por administrar<br />

la abadía el con<strong>de</strong> Giberto, su padre, le dijo con valor<br />

que él estaba enterado que las rentas eclesiásticas no podían<br />

mezclarse con las <strong>de</strong>l mayorazgo, ni con segura conciencia<br />

<strong>de</strong> ambos, servir al gasto ordinario <strong>de</strong> la casa ; porque era<br />

patrimonio <strong>de</strong> Cristo y <strong>de</strong> sus pobres, y él mayordomo,<br />

nó señor absoluto, <strong>de</strong> que habia <strong>de</strong> dar á Dios estrecha<br />

cuenta, y suplicóle que lo remediase. El buen con<strong>de</strong>sil padre,<br />

aunque interosado con las rentas que gozaba, admirado<br />

<strong>de</strong> la entereza y piedad <strong>de</strong> su hijo, le,<strong>de</strong>jó libre la administración<br />

<strong>de</strong> la abadía: la cual admitió san Cárlos, satisfaciendo<br />

sus piadosos <strong>de</strong>seos. Distribuía á los pobres<br />

todo lo que sobraba <strong>de</strong> su gasto forzoso: y si lal vez sucedía<br />

babei1 <strong>de</strong> socorrer al con<strong>de</strong>, su padre, en necesidad in ­<br />

gente, hacia se advirtiese en los libros <strong>de</strong> la cuenta, y que<br />

se restituyese á los pobres en la primera ocasión.<br />

Acabados los primeros estudios <strong>de</strong> humanidad, fué á la<br />

universidad <strong>de</strong> Pavía, don<strong>de</strong> salió eminente estudiante:<br />

y siendo <strong>de</strong> veinte y dos años, se graduó <strong>de</strong> din Im en ambos<br />

<strong>de</strong>rechos. En esta sazón fué sublimado al sumo pontificado<br />

su tio el car<strong>de</strong>nal Juan Angelo do Mediéis, que se<br />

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