Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 3. pesiad de palabras coléricas y de ira i era alrevida y lemeraria, echaba llamas de fuego, mordia con la lengua, jugaba de manos y era insufrible y odiosa á lodos. No hallamlo otro remedio, la llevaron sus hijos delante de san Malaqmas, llorando amargamente su infelicidad y la de su madre. El santo, mansa y benignamente, le preguntó ?¡ babia confesado alguna vez en su vida, y ella respondió que nó. Knloncesla dijo que se confesase. Confesóse con ól, y habiéndola dado la penitencia que le pareció conveniente, la mandó de parle de Cristo nuestro Señor, que no se enojase mas de allí adelante. Parece cosa incrcible pero es verdad: infundióle Dios siibilanirnie lanía mansedumbre y tan gran paciencia, que todos entendieron que aquella verdaderamente era mudanza del cielo; y después vivió algunos años con una paz y quietud de su alma, tan extraña, que ningún trabajo, Irihulacion ó daño que te viniese la pedia Un bar. San bernardo después de haber conladoquc san Malaquías babia resucitado á una mujer muerta, dice, que fué, mayor milagro á su parecer, el babel' mudado el corazón de ta mujer brava que el baber dado vida ú la mujer muerta; pues en launa resucitó al hombre interior y en la otra al exterior. Vino á san Malaquías nn hombre lego y calificado, muy triste por ta sequedad que decia sentir en su alma : suplicóle que le alcanzase don de lágrimas del Sefior. Mucho se consoló el sanio, por ver que un hombre lego le mandaba aquel don de Dios: y llegando su rostro como por bimevolencia al rostro del hombre, le dijo: Dios te dé lo que pides. Desde aquella hora los ojos de aquel buen hombre fueron dos fuentes de lágrimas. Yendo predicando, llegó á una isla en que se solia pescar gran número de peces, y después por los pecados de los moradores de ella habían desaparecido los peces y ellos no tenían con qué suslentarse. Fué revelado á una mujer, que el único remedio para que hubiese peces, era que Malaquías lo pidiese á Dios, y á este tiempo llegó el sanio á la isla : cercáronle luego los isleños, y echándose • á sus piés, le suplicaron que los librase con sus oraciones de aquel azote de Dios y tan extrema necesidad. Fueron tantos sus ruegos y sus lágrimas, que hincadas las rodillas alliá la orilla del mar, hizo oración al Seííor, suplicándole que renovase su misericordia y echase su bendi- CÍOB á aquella gente; y luego al punto vino tan gran cantídad de peces cuanta jamás allí se habia visto, y duró de allí adelante. No es desemejante á este milagro otro que le sucedió. Habiendo llegado con oíros li es obispos á hospedarse en casa de un clérigo que no tenia qué darles de comer, porque en el rio que estaba allí cerca, ya de mucho tiempo no se hallalran peces, y los pescadores, como cosa desesperada, habían dejado su oíicio; diciendo eslo el clérigo á san Malaquías, él le mandó que echase la red en el nombre de Dios; y de aquella primera redada cogió doce salmones y la segunda oíros lanío, con los cuales los obispos y toda su compañía tuvieron qué comer almndanlemente, y materia de alabar á nuestro Señor: y para qnc so viese que esta habia sido obra suya, volvió después la misma esterilidad y falla de pesca, y duró los dos años siguientes. Dubo un clérigo en lo exterior de buenas costumbres y de agudo ingenio, pero vano y confiado de sí. Permitió nuestro Señor que el demonio le engañase en materia de TOMO III. NOVIEMBRE. 313 ta fé, y en confesarla verdadera y real presencia de Cristo nuestro Señor en el sacrosanto sacramento de la eucarislía. Amonestólo san Malaquías primeramente á solas, de su error: y no bastando esto para reducirle, hizo dos veces una junta de otros clérigos y hombres doctos para desengañarle: y aunque lodos los que allf estaban le rcprendian y convencían su error con los lugares evidentes de la sagrada Fscrilura; él estuvo tan obstinado y perlinaz, que le declaró por hereje y apartado del gremio de la sania Iglesia: y viendo que aun no se reconocía, antes que como soberbio é hinchado, se tenia por mas sabio y docto que lodos; encendido de santo celo Malaquías, alzó la voz y dijo: Pues no quieres degrado confesar la verdad, Dios le haga confesarla por fuerza; y el mismo her eje respondió: Amen. Vino después el desventurado hombro á tanto aborrecimiento de sí mismo, que no pudiendo vivir enlrcla genle, se quiso ir como desesperado á lejanas tierras: y poniéndose en camino, le sobrevino una enfermedad tan grande, que no pudo pasar adelante, y viendo su peligro, mal de su grado volvió á la ciudad, y haciendo llamar al obispo, confesó su culpa, detestó el error, recibió la absolución, y luego espiró. Allercaban dos pueblos y traían grandes pleitos sobre los términos y linderos: y queriendo llevar por armas aquel negocio, se junlaron para pelear. Envió el santo (por oslar ocupado) á otro obispo, para que en su nombre los apaciguase y sosegase aquella discordia. El obispo, aunque de mala gana (por pensar que no baria nada, ni lendria la autoridad que era menester con aquella gente furiosa y armada) todavía obedeció: fué, y halló que estaban ya para venir á las manos; y con el nombre de san Malaquías los amansó y concertó, 6 hicieron sus capitulaciones. Pero después uno de los pueblos se embraveció de manera, (pie quiso dar de repente en los contrarios y motarlos, sin que. el buen obispo los pudiese detener; porque Coman como caballo sin freno y desbocado. Volvióse entonces el obispo con el corazón á pedir favor á san Malaquías, aunque estaba lejos, y de repente corrió una voz end e toda aquella gente furiosfl, que oíros enemigos suyos habían entrado en sus tierras, y las desiruian y llevaban cautivos á sus hijos y mujeres. Oida esta voz, aunque falsa, al punto dejaron aquella empresa, y se volvieron á sus casas; y no bailando á los enemigos, entendieron qnc habían sido engañados por volnntad de Dios, por el poco respeto que habían tenido al mensajero de san Malaquías : el cual, habiendo ido él mismo á concertar á aquellos pueblos, y no habiendo podido acabar con ellos lo que deseaba (porque el olro pueblo, habiendo sabido lo pie los contrarios hahian prelendido hacer contra él, se quería vengar), Dios nuestro Señor tomó ta mano, haciendo crecer un pequeño rio que estaba en el camino, de tal manera, que no le pudieron pasar, ni ejecutar su mal intento. Uno de los reyes de Iliberuia vino á desabrirse ecn nn cabídlero principal, y tratando de reconciliarse con el rey y volverá su gracia, no liándose del rey, tomó á san Malaquías jior medianero, y sobre su palabra, que le dióel sanio, se concertó aquella diferencia; mas estando el caballero sobre seguro, fué preso por mandato del rey, que no podia vencer el enojo y enemistad que con él tenia Sintiólo el sanio, como era razón : acudió á Dios, y cegú el rey. Con este manilieslo castigo conoció su culpa: pi- 40

314 LA LEYEiSDA DE ORO, DIA 3. (íió perdón; y rindióso á la voluntad dei santo ponlifico. Habiendo comenzado un oratorio de piedra de sillería, conforme á la traza que le habiasido mostrada del ciclo, en la abadía de Doncor; un caballero que tenia cargo de las rentas de la abadía, y un bijo suyo, de tal manera le persiguieron, tratándolo de loco é insensato, por haber comenzado una obra t-an suniuosa, siendo pobre y sin caudal para acabarla, que el santo les dijo, que la obra se acabarla y el bijo ñola veria. Conforme á su profecía murió dentro de un año, y el padre fué castigado del Señor; ífiorque un demonio le arrebato y le echó en el fuego, de dahde le sacaron los de su casa, quemados sus miembros, pelidido el seso, Icrcido el rosti ó, echando espumajos por La !boca y dando terribles alaridos: y aunque el santo, compadecido de su mal, hizo oración áDios por él, y no íraurió; pero quedó con muchos malos accidentes, que le • duraran por toda la vida, y la obra comenzada se acabó, según la grande confianza que nuestro Seflor había dado : á su siervo: y para cumplírsela (porque él era pobre y no 'íenia.coa qué)j le descubrió un tesoro debajo de la misma plaza donde se hacia el edificio, del cual basta enton- ..ees

DIA 3.<br />

pesiad <strong>de</strong> palabras coléricas y <strong>de</strong> ira i era alrevida y<br />

lemeraria, echaba llamas <strong>de</strong> fuego, mordia con la lengua,<br />

jugaba <strong>de</strong> manos y era insufrible y odiosa á lodos. No hallamlo<br />

otro remedio, la llevaron sus hijos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> san<br />

Malaqmas, llorando amargamente su infelicidad y la <strong>de</strong><br />

su madre. El santo, mansa y benignamente, le preguntó ?¡<br />

babia confesado alguna vez en su vida, y ella respondió<br />

que nó. Knloncesla dijo que se confesase. Confesóse con<br />

ól, y habiéndola dado la penitencia que le pareció conveniente,<br />

la mandó <strong>de</strong> parle <strong>de</strong> Cristo nuestro Señor, que no<br />

se enojase mas <strong>de</strong> allí a<strong>de</strong>lante. Parece cosa incrcible pero<br />

es verdad: infundióle Dios siibilanirnie lanía mansedumbre<br />

y tan gran paciencia, que todos entendieron que<br />

aquella verda<strong>de</strong>ramente era mudanza <strong>de</strong>l cielo; y <strong>de</strong>spués<br />

vivió algunos años con una paz y quietud <strong>de</strong> su alma, tan<br />

extraña, que ningún trabajo, Irihulacion ó daño que te viniese<br />

la pedia Un bar. San bernardo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

conladoquc san Malaquías babia resucitado á una mujer<br />

muerta, dice, que fué, mayor milagro á su parecer, el babel'<br />

mudado el corazón <strong>de</strong> ta mujer brava que el baber<br />

dado vida ú la mujer muerta; pues en launa resucitó al<br />

hombre interior y en la otra al exterior.<br />

Vino á san Malaquías nn hombre lego y calificado, muy<br />

triste por ta sequedad que <strong>de</strong>cia sentir en su alma : suplicóle<br />

que le alcanzase don <strong>de</strong> lágrimas <strong>de</strong>l Sefior. Mucho se<br />

consoló el sanio, por ver que un hombre lego le mandaba<br />

aquel don <strong>de</strong> Dios: y llegando su rostro como por bimevolencia<br />

al rostro <strong>de</strong>l hombre, le dijo: Dios te dé lo que<br />

pi<strong>de</strong>s. Des<strong>de</strong> aquella hora los ojos <strong>de</strong> aquel buen hombre<br />

fueron dos fuentes <strong>de</strong> lágrimas.<br />

Yendo predicando, llegó á una isla en que se solia pescar<br />

gran número <strong>de</strong> peces, y <strong>de</strong>spués por los pecados <strong>de</strong><br />

los moradores <strong>de</strong> ella habían <strong>de</strong>saparecido los peces y<br />

ellos no tenían con qué suslentarse. Fué revelado á una<br />

mujer, que el único remedio para que hubiese peces, era<br />

que Malaquías lo pidiese á Dios, y á este tiempo llegó el<br />

sanio á la isla : cercáronle luego los isleños, y echándose<br />

• á sus piés, le suplicaron que los librase con sus oraciones<br />

<strong>de</strong> aquel azote <strong>de</strong> Dios y tan extrema necesidad. Fueron<br />

tantos sus ruegos y sus lágrimas, que hincadas las rodillas<br />

alliá la orilla <strong>de</strong>l mar, hizo oración al Seííor, suplicándole<br />

que renovase su misericordia y echase su bendi-<br />

CÍOB á aquella gente; y luego al punto vino tan gran cantídad<br />

<strong>de</strong> peces cuanta jamás allí se habia visto, y duró <strong>de</strong><br />

allí a<strong>de</strong>lante.<br />

No es <strong>de</strong>semejante á este milagro otro que le sucedió.<br />

Habiendo llegado con oíros li es obispos á hospedarse en<br />

casa <strong>de</strong> un clérigo que no tenia qué darles <strong>de</strong> comer, porque<br />

en el rio que estaba allí cerca, ya <strong>de</strong> mucho tiempo<br />

no se hallalran peces, y los pescadores, como cosa <strong>de</strong>sesperada,<br />

habían <strong>de</strong>jado su oíicio; diciendo eslo el clérigo á<br />

san Malaquías, él le mandó que echase la red en el nombre<br />

<strong>de</strong> Dios; y <strong>de</strong> aquella primera redada cogió doce<br />

salmones y la segunda oíros lanío, con los cuales los obispos<br />

y toda su compañía tuvieron qué comer almndanlemente,<br />

y materia <strong>de</strong> alabar á nuestro Señor: y para<br />

qnc so viese que esta habia sido obra suya, volvió <strong>de</strong>spués<br />

la misma esterilidad y falla <strong>de</strong> pesca, y duró los dos<br />

años siguientes.<br />

Dubo un clérigo en lo exterior <strong>de</strong> buenas costumbres y<br />

<strong>de</strong> agudo ingenio, pero vano y confiado <strong>de</strong> sí. Permitió<br />

nuestro Señor que el <strong>de</strong>monio le engañase en materia <strong>de</strong><br />

TOMO III.<br />

NOVIEMBRE. 313<br />

ta fé, y en confesarla verda<strong>de</strong>ra y real presencia <strong>de</strong> Cristo<br />

nuestro Señor en el sacrosanto sacramento <strong>de</strong> la eucarislía.<br />

Amonestólo san Malaquías primeramente á solas,<br />

<strong>de</strong> su error: y no bastando esto para reducirle, hizo dos<br />

veces una junta <strong>de</strong> otros clérigos y hombres doctos para<br />

<strong>de</strong>sengañarle: y aunque lodos los que allf estaban le rcprendian<br />

y convencían su error con los lugares evi<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> la sagrada Fscrilura; él estuvo tan obstinado y perlinaz,<br />

que le <strong>de</strong>claró por hereje y apartado <strong>de</strong>l gremio <strong>de</strong><br />

la sania Iglesia: y viendo que aun no se reconocía, antes<br />

que como soberbio é hinchado, se tenia por mas sabio y<br />

docto que lodos; encendido <strong>de</strong> santo celo Malaquías, alzó<br />

la voz y dijo: Pues no quieres <strong>de</strong>grado confesar la verdad,<br />

Dios le haga confesarla por fuerza; y el mismo her eje<br />

respondió: Amen. Vino <strong>de</strong>spués el <strong>de</strong>sventurado hombro<br />

á tanto aborrecimiento <strong>de</strong> sí mismo, que no pudiendo vivir<br />

enlrcla genle, se quiso ir como <strong>de</strong>sesperado á lejanas<br />

tierras: y poniéndose en camino, le sobrevino una enfermedad<br />

tan gran<strong>de</strong>, que no pudo pasar a<strong>de</strong>lante, y viendo<br />

su peligro, mal <strong>de</strong> su grado volvió á la ciudad, y haciendo<br />

llamar al obispo, confesó su culpa, <strong>de</strong>testó el error,<br />

recibió la absolución, y luego espiró.<br />

Allercaban dos pueblos y traían gran<strong>de</strong>s pleitos sobre<br />

los términos y lin<strong>de</strong>ros: y queriendo llevar por armas<br />

aquel negocio, se junlaron para pelear. Envió el santo<br />

(por oslar ocupado) á otro obispo, para que en su nombre<br />

los apaciguase y sosegase aquella discordia. El obispo,<br />

aunque <strong>de</strong> mala gana (por pensar que no baria nada, ni<br />

lendria la autoridad que era menester con aquella gente<br />

furiosa y armada) todavía obe<strong>de</strong>ció: fué, y halló que estaban<br />

ya para venir á las manos; y con el nombre <strong>de</strong> san<br />

Malaquías los amansó y concertó, 6 hicieron sus capitulaciones.<br />

Pero <strong>de</strong>spués uno <strong>de</strong> los pueblos se embraveció <strong>de</strong><br />

manera, (pie quiso dar <strong>de</strong> repente en los contrarios y motarlos,<br />

sin que. el buen obispo los pudiese <strong>de</strong>tener; porque<br />

Coman como caballo sin freno y <strong>de</strong>sbocado. Volvióse entonces<br />

el obispo con el corazón á pedir favor á san Malaquías,<br />

aunque estaba lejos, y <strong>de</strong> repente corrió una voz<br />

end e toda aquella gente furiosfl, que oíros enemigos suyos<br />

habían entrado en sus tierras, y las <strong>de</strong>siruian y llevaban<br />

cautivos á sus hijos y mujeres. Oida esta voz, aunque<br />

falsa, al punto <strong>de</strong>jaron aquella empresa, y se volvieron<br />

á sus casas; y no bailando á los enemigos, entendieron<br />

qnc habían sido engañados por volnntad <strong>de</strong> Dios, por<br />

el poco respeto que habían tenido al mensajero <strong>de</strong> san Malaquías<br />

: el cual, habiendo ido él mismo á concertar á<br />

aquellos pueblos, y no habiendo podido acabar con ellos<br />

lo que <strong>de</strong>seaba (porque el olro pueblo, habiendo sabido lo<br />

pie los contrarios hahian prelendido hacer contra él, se<br />

quería vengar), Dios nuestro Señor tomó ta mano, haciendo<br />

crecer un pequeño rio que estaba en el camino, <strong>de</strong> tal<br />

manera, que no le pudieron pasar, ni ejecutar su mal intento.<br />

Uno <strong>de</strong> los reyes <strong>de</strong> Iliberuia vino á <strong>de</strong>sabrirse ecn nn<br />

cabídlero principal, y tratando <strong>de</strong> reconciliarse con el rey<br />

y volverá su gracia, no liándose <strong>de</strong>l rey, tomó á san Malaquías<br />

jior medianero, y sobre su palabra, que le dióel<br />

sanio, se concertó aquella diferencia; mas estando el caballero<br />

sobre seguro, fué preso por mandato <strong>de</strong>l rey, que<br />

no podia vencer el enojo y enemistad que con él tenia<br />

Sintiólo el sanio, como era razón : acudió á Dios, y cegú<br />

el rey. Con este manilieslo castigo conoció su culpa: pi-<br />

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