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34 3 LA LEYENDA DE ORO<br />
ninguno, y estos cualro fueron semilla <strong>de</strong>l cielo, que se<br />
sembró en aquella inculta tierra; porque habiendo sido<br />
admitidos á la religión <strong>de</strong> san Bernardo, fueron <strong>de</strong> él enviados<br />
á su patria, y <strong>de</strong>spués otros, y algunos hijos <strong>de</strong>l<br />
mismo san Bernardo y discípulos <strong>de</strong> aquella escuela: los<br />
cuales fundaron en Irlanda un convento con su abad, y <strong>de</strong><br />
él se <strong>de</strong>rivaron, como <strong>de</strong> fuente, oíros cinco, multiplicándose<br />
los seminarios y creciendo cada dia el número <strong>de</strong> religiosos.<br />
Mas llegado san Malaquías á su tierra, fué recibido con<br />
iocreible gozo y regocijo <strong>de</strong> todos aquellos pueblos, que<br />
<strong>de</strong> todas partes venian á recibir su bendición, y á darle la<br />
enhorabuena <strong>de</strong> su venida : y él, para no tener sin provecho<br />
la gracia que el papa le habia dado, celebró en algunas<br />
ciuda<strong>de</strong>s concilios nacionales, y en ellos se hicieron<br />
útilísimos <strong>de</strong>cretos y cánones, para establecer mas la religión<br />
católica; estando siempre el santo muy atento á remediar<br />
las necesida<strong>de</strong>s particulares <strong>de</strong> cada uno, ya con<br />
dulzura, ya con severidad : y no habia quien se atrcvuwe<br />
á repngnar á sus mandamientos, ó á <strong>de</strong>spreciar sus saludables<br />
amonestaciones; antes todos las recihian como medicina<br />
y como constituciones venidas <strong>de</strong>l cielo : y no es<br />
maravilla, poique su vida era celestial y divina, y los milagros<br />
con que el SeRor le ilustraba eran tantos y Uin gloriosos,<br />
que el contra<strong>de</strong>cir á Malaquias era contra<strong>de</strong>cir á<br />
Dios. De la santidad <strong>de</strong> su vida dice san Bernarda estas<br />
palabras : «Dejando aparte el hombre interior, cuya bermosura,<br />
valor y sinceridad resplan<strong>de</strong>cían en la vida <strong>de</strong><br />
Malaquías; ¿qué dirémos <strong>de</strong>l exterior y <strong>de</strong> aquellas maneras<br />
uniformes, pero siempre mo<strong>de</strong>stísimas que guardó,<br />
sin que jamás se viese en él la menor cosa <strong>de</strong>l mundo,<br />
que pudiese ofen<strong>de</strong>r los ojos <strong>de</strong> los que le miraban? Vengamos<br />
á la lengua: cierto es, que el que no resbale en el<br />
hablar es varón perfecto. Pues ¿qué hombre hubo tan curioso,<br />
que notase en Malaquías, no digo palabra, sino un<br />
sí ó nó, ocioso? ¿Quién le vió mover el pié ó la mano<br />
con vanidad? ¿O en qué cosa no daba él ediOcacion a|<br />
prójimo, en el andar, en el mirar, en el hábito y en el<br />
semblante? Tenia una perpetua severidad en el rostro, tan<br />
igual, que ni la tristeza ni la alegría nunca la pudieron alterar.<br />
Era enemigo <strong>de</strong> burlas, mas nó austero ni encapotado:<br />
alegre, cuando convenia, roas nunca disoluto: en<br />
ninguna cosa <strong>de</strong>scuidado, mas á su tiempo sabia disimular<br />
: era pacífico y quieto, mas nó perezoso. Des<strong>de</strong> el primer<br />
dia <strong>de</strong> su conversión hasta la postrera boqueada, nunca<br />
tuvo cosa propia, ni renta, ó eclesiástica ó seglar; y<br />
aun siendo obispo, no tenia cosa cierta para su mesa obiípal,<br />
ni habitación <strong>de</strong>terminada, como aquel que toda la<br />
vida gastaba en visitar sus parroquias y feligreses, SHV<br />
viendo al Evangelio y sustentándose <strong>de</strong>l mismo Evangelio,<br />
según el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Señor: y muchas veces, para no<br />
ser cargoso á nadie, se sustentaba él y sus compañeros<br />
<strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> sus manos, como lo hacia san Pablo; y<br />
siendo ya hombre <strong>de</strong> edad y legado <strong>de</strong>l sumo pontífice,<br />
nunca <strong>de</strong>jó su antigua costumbre, él y todos sus companeros,<br />
<strong>de</strong> ir á pié cuando iba á predicar: forma verda<strong>de</strong>ramente<br />
evangélica, y tanto mas <strong>de</strong> estimar en Malaquías,<br />
cuanto ménos es imitada <strong>de</strong> otros; pero el que <strong>de</strong> tal manera<br />
vivía, con razón se pue<strong>de</strong> llamar legitimo here<strong>de</strong>ro<br />
y sucesor <strong>de</strong> los apóstoles.» Todo esto es <strong>de</strong> san Bernardo.<br />
Pues ¿qué diré <strong>de</strong> los milagros con que el Sefior le<br />
honró y ensalzó? El mismo san Bernardo dice que fueron<br />
DIA 3-<br />
innumerables, y cuenta muchos: yo referiré algunos pocos,<br />
que nos puedan enseñar y mover á imitación, mas<br />
que nó á sola admiración; pues para esto escribimos las<br />
vidas <strong>de</strong> los santos. Habia una mujer gravemente atormentada<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio: Hizo oración san Malaquías, y mandó<br />
al <strong>de</strong>monio que saliese <strong>de</strong> aquel cuerpo; y le obe<strong>de</strong>ció:<br />
pero entró en otra mujer que estaba allí presente: y Malaquías<br />
dijo al <strong>de</strong>monio: no te mandé yo salir <strong>de</strong> aquella<br />
mujer para que entrases en esta: <strong>de</strong>ja esta también. Salió<br />
<strong>de</strong> la segunda y volviendo á la primera, y echándolo <strong>de</strong><br />
ella, tornó á la segunda : y <strong>de</strong> esta manera andaba el <strong>de</strong>monio<br />
haciendo burla <strong>de</strong>l santo, hastS que él, cobrandi)<br />
nueva fuerza <strong>de</strong>l ciclo, echó aquel inicuo poseedor <strong>de</strong> las<br />
dos mujeres. Y el haber tardado tanto en echarle, no fué<br />
(dicesan Bernardo) por la fuerza que tuvo el enemigo en<br />
resistir; mas por dispensación divina, para que mas se<br />
conociese la presencia <strong>de</strong>l enemigo y la victoria <strong>de</strong> Malaquías,<br />
como se ve en el milagro siguiente.<br />
Habia posado el santo en una casa, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>spués e;-<br />
tuvo un enfermo y en<strong>de</strong>moniado, y una noche comenzaron<br />
los <strong>de</strong>monios á hablar entre sí y á <strong>de</strong>cir: Mira que<br />
este <strong>de</strong>sventurado no toque la paja en que durmió afpicl<br />
hipócrita; y por esta maneia se Boa escape <strong>de</strong> las manos.<br />
Oyó estas palabras el enfermo: y eníendiendo que hablaba<br />
<strong>de</strong> san Malaquías; débil, como estaba <strong>de</strong>l cuerpo, mas<br />
fuerte en la fé, comenzó lo mejor que pudo á llqgarse á la<br />
paja; y al momentd se sintieron en el aire voces penosas<br />
que <strong>de</strong>cían : Tenle, apártale; que per<strong>de</strong>mos nuestra presa:<br />
mas, por la divina misericordia, en llegando el pobre á la<br />
paja en que habia dormido Malaquias, se halló súbitamente<br />
sano <strong>de</strong> lodos sus miembros, y libre <strong>de</strong> los temores y espantos<br />
diabólicos que pa<strong>de</strong>cía, y los <strong>de</strong>monios, dando aullidos<br />
y bramidos, le <strong>de</strong>jaron y <strong>de</strong>saparecieron <strong>de</strong> aquel<br />
lugar.<br />
Trajéronle una pobre mujer, que habia quince meses y<br />
veinte dias que estaba preñada, sin hallar remedio humano<br />
para hacerla parir: movido san Malaquías <strong>de</strong> tan<br />
nuevo y extraño caso, se puso en oración; y luego la afligida<br />
mujer sin dificultad parió.<br />
Un soldado <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> <strong>de</strong> l lidia, sin vergüenza ni respeto<br />
alguno, lomó por amiga la que lo había sido <strong>de</strong> un<br />
hermano suyo: avisóle el santo pastor con caridad <strong>de</strong> padre,<br />
<strong>de</strong>l peligroso estado en que estaba; pero el soldado<br />
estaba tan encarnizado en su vicio que con gran bravura<br />
respondió, que jamás la <strong>de</strong>jaría, é hizo juramento <strong>de</strong> ello.<br />
Entonces Malaquías, lleno <strong>de</strong> celo <strong>de</strong> justicia respondió:<br />
Dios á tu pesar te la quite. No pasó una hora, que ciertos<br />
enemigos suyos le mataron á puñaladas; mostrando el Señor<br />
con este hecho, cuán presto se ejecutaba la sentencia<br />
<strong>de</strong> Malaquías, y avisando con él á otros hombres <strong>de</strong>salmados,<br />
<strong>de</strong> los cuales algunos escarmentados en cabeza ajena,<br />
se convirtieron y enmendaron.<br />
Dió saluda un muchacho paralítico, y or<strong>de</strong>nó á su<br />
padre que le <strong>de</strong>dicase al servicio <strong>de</strong> Dios, y el padre se<br />
lo prometió; mas no lo hizo: y así le tornó la misma enfermedad<br />
por no haber cumplido lo que al santo habia<br />
prometido.<br />
Habia una mujer <strong>de</strong> tal manera poseída y tiranizada <strong>de</strong>l<br />
espíritu <strong>de</strong> la ira y <strong>de</strong>l furor, que no solamente los parientes<br />
y los vecinos huian <strong>de</strong> su conversación, mas sus<br />
propios hijos no podían habitar con ella: en cualquiera<br />
parte que estaba no se oían sino voces, gritos, y una tem-