Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 3 HQYIBUHVQ. que con lanío ahinco é ioslancia le encomendaban, siendo la una lanío mas rica y preeminente que la olí a ¡ en lo cuid sé ve cuan aparlado estaba de codicia y ambición, y cuan amigo era de humildad y pobreza. No baslaron las razones y persuasiones que los hombres hicieron á Malaquías, para aceplar aquella dignidad de primado, si Dios nuestro Señor no lo hubiera movido y moslrádole que ariuella era su voluntad, con una señal del cielo; porque al tiempo que Celso estaba enfermo, y Malaquías lejos y sin saberlo qneCelso pretendía, le apareció una mujer venerable, y de grande estalura y grave semblante: y preguntada por el santí quién era; le respondió, que era la esposa de Celso, y le puso en la mano la vara del gobierno; y luego despareció: y el mismo Celso estando para morir, envió á Malaquías, como á su sucesor, una vara de la misma figura y muy semejante á la que le dió aquella mujer en la visión que habia tenido: y así por no repugnar á la voluntad de Dios, bajó la cabeza y aceptó el cargo, y comenzó á ejercitarle, nó como hombre santo, sino como varon divino; mas tuvo grandes borrascas y espantosas contradicciones en la prosecución de su oficio pastoral; porque todos los de aquella familia, en que por espacio de doscientos anos habia estado aquella dignidad, que eran muchos y poderosos, se armaron de saña y furor, y sedeterminaron á quitar antes la vida á Malaquías, que dejarle con la primacía de Uibernia, y perder ellos las honras y rentas de ella: y pusiéranlo por obra si el Sefiorno volviera por su siervo, y no le amparara con su mano poderosa. Vino una vez un caballero principal y cabeza de aquel bando, acompafiado de gran número de gente armada y atrevida, para ejecutar esta maldad y acabarle, y puso su celada en el camino, por donde habia de pasar Malaquías, que iba á celebrar una junta de los estados de Uibernia. Súpolo el santo: entróse en la Iglesia: hizo oración; y al mismo punto comenzó á cubrirse el cíelo, oscurecerse el aire, sonar truenos, despedir relámpagos y caer rayos, con un torbellino tan impetuoso y horrihle, que parecia que amenazaha el dia de la ira y del extremo juicio del Señor. El capitán de aquella diabólica compañía, traspasado de un rayo, quedó muerto, y con él otros tres de los mas principales; y al dia siguiente se hallaron sus cuerpos secos y quemados, sobre los árboles del campo: y los que ¡han con Malaquías, estando tan cerca de aquel lugar, no recibieren daño alguno. Con este buen suceso y con el haber cubi ado dos reliquias sagradas, la una el texto de los líyangelios, que habia sido de san Patricio, y la otra un báculo cubiorlo y engastado en oro y ricas piedras, que llamaban el «báculo de Jesús,» teniendo por cierto que nuestro Salvador habia usado de él, que eran las insignias de aquella dignidad; se sosegó aquella tempestad, viendo que Dios peleaba por su siervo: y asi pudo el santo ejercer su oficio mas libremente; aunque no sin gran trabajo, por no hallar m lugar, ni tiempo seguro de traiciones y de perdonas que le tachabané infamaban en público y en secreto. Entre ellos uno mas atrevido y desvergonzado y grande hablador tomó por asunto «1 morder al santo y ladrar contra él entre la gente mas ilustre y señores mas principales, cuya gracia había ganado con lisonjas y chocarrerías. A este castigó nuestro Señor; porque se le hinchó y pudrió la lengua de tal suerte que por siete dias continuos escupió gusanos; y finalmente echando mucha materia de la boca, dió su alma y acabó infelizmente la vida. Otra 3H mujer de aquel mismo linaje y familia estando elsanlopredicando alzó la voz, y lellamó hipócrita y robador de la hacienda ajena, motejándole de calvo y diciéndole otras injurias: á lascuales el santo, como sabio y manso, no respondió; mas el Señor respondió por él, y aquella pobre mujer perdió el seso, y frenética y furiosa daba voces conlinuamente, y clamaba que Malaquías la ahogaba, y de esta manera murió; y dentro de poco tiempo toda aquella desventurada casta que habia perseguido al santo, se acabó y aniquiló, con grande admiración y temor de lodos los que la conocían; para que sepamos el respeto que debemos á los santos, y que el Santo de los santos vuelve por ellos. Habiendo, pues, el santo pontífice puesto en buen estado las cosas d e aquella Iglesia, se descargó de ella: y sustituyendo en su lugar á una persona de rara y experimentada virtud, que se llamaba Gelasio, se volvió á la suya de Coneretch, conforme al concierto que ánteshabia hecho: y porque la diócesis de Coneretch, por justos respetos se habia dividido en dos obispados, dejó la mas noble y la mas rica á otro calificado sugelo , lomó para sí la de Duno, que era pobre, pequeña y de poca eslima: y y para dar mejor cuenta á Dios de aquella Iglesia, quiso tener cabe sí un colegio de clérigos reglares, con deseo de retirarse, y darse á la contemplación y ála vida religiosa. I'ero para acerlar mas enlodo, el Señor le movió á que ^uéseá Roma, no solamente para visitar las reliquias y santuarios de aquella santa ciudad, sino parlknlat menle para conferir y representar al sumo pontífice y vicario de Cristo lodas las cosas que se le ofrecían para el establecimiento de nuestra santa religión, y buen gobierno de las Iglesias de Irlanda. Y puesto caso que todo el clero y pueblo procuró detenerle y persuadirle que no hiciese aquella larga y trabajosa jornada; no fué posible, porque Diosle guiaba. Llegó á Roma á tiempo que Inocencio, II de este nombre, gobernaba la nave de san Pedro, del cual Malaquías fué recibido con singular benevolencia y favor; y la primera cosa que le suplicó fué, que le descargase del oficio de pastor y diese el obispado á otro, y á él le dejase morir quietamente en el monaslei io de Claraval, donde san Bernardo era abad : pero el papa no solamente no le concedió lo que lauto deseaba; mas le hizo su lugarteniente y legado apostólico en toda la isla de Irlanda: y quitándose el mismo papa la mitra de la cabeza, la puso sobre la de Malaquías, y le dió de sus propios ornamentos ponliíicales, con que decia misa, una estola y un manípulo, y lo concedió otras muchas gracias, y con su bendición apostólica y grandes favores, le envió á su Iglesia, habiendo estado el santo en Roma un mes, visitando con singular devoción aquellos lugares consagrados con la sangre de tantos pontífices, apóstoles y mártires. A la ida á Roma y á la vuelta, posó el sanio en el monasterio de Claraval, donde se consoló por extremo con la comunicación del santo abad Bernardo y de los otros sus hijos, que vivían en aquel sagrado convento, como ángeles venidos del cielo : y ellos con la presencia de san Malaquías, y con su bendición y maravillosos ejemplos, quedaron mas aleulados y con nuevo fervor y brio, para anhelar y correr con mayor ímpetu á la perfección. Mas volviendo de Roma, dejó en Claraval cuatro de sus clérigos, para que allí se criasen 6 instruyesen en la vida religiosa, y volviendo á Irlanda, la plantasen en aquella isla: la cual, aunque IQ»- nia noticia de mongos, hasta aquel tiempo no habla visto

34 3 LA LEYENDA DE ORO ninguno, y estos cualro fueron semilla del cielo, que se sembró en aquella inculta tierra; porque habiendo sido admitidos á la religión de san Bernardo, fueron de él enviados á su patria, y después otros, y algunos hijos del mismo san Bernardo y discípulos de aquella escuela: los cuales fundaron en Irlanda un convento con su abad, y de él se derivaron, como de fuente, oíros cinco, multiplicándose los seminarios y creciendo cada dia el número de religiosos. Mas llegado san Malaquías á su tierra, fué recibido con iocreible gozo y regocijo de todos aquellos pueblos, que de todas partes venian á recibir su bendición, y á darle la enhorabuena de su venida : y él, para no tener sin provecho la gracia que el papa le habia dado, celebró en algunas ciudades concilios nacionales, y en ellos se hicieron útilísimos decretos y cánones, para establecer mas la religión católica; estando siempre el santo muy atento á remediar las necesidades particulares de cada uno, ya con dulzura, ya con severidad : y no habia quien se atrcvuwe á repngnar á sus mandamientos, ó á despreciar sus saludables amonestaciones; antes todos las recihian como medicina y como constituciones venidas del cielo : y no es maravilla, poique su vida era celestial y divina, y los milagros con que el SeRor le ilustraba eran tantos y Uin gloriosos, que el contradecir á Malaquias era contradecir á Dios. De la santidad de su vida dice san Bernarda estas palabras : «Dejando aparte el hombre interior, cuya bermosura, valor y sinceridad resplandecían en la vida de Malaquías; ¿qué dirémos del exterior y de aquellas maneras uniformes, pero siempre modestísimas que guardó, sin que jamás se viese en él la menor cosa del mundo, que pudiese ofender los ojos de los que le miraban? Vengamos á la lengua: cierto es, que el que no resbale en el hablar es varón perfecto. Pues ¿qué hombre hubo tan curioso, que notase en Malaquías, no digo palabra, sino un sí ó nó, ocioso? ¿Quién le vió mover el pié ó la mano con vanidad? ¿O en qué cosa no daba él ediOcacion a| prójimo, en el andar, en el mirar, en el hábito y en el semblante? Tenia una perpetua severidad en el rostro, tan igual, que ni la tristeza ni la alegría nunca la pudieron alterar. Era enemigo de burlas, mas nó austero ni encapotado: alegre, cuando convenia, roas nunca disoluto: en ninguna cosa descuidado, mas á su tiempo sabia disimular : era pacífico y quieto, mas nó perezoso. Desde el primer dia de su conversión hasta la postrera boqueada, nunca tuvo cosa propia, ni renta, ó eclesiástica ó seglar; y aun siendo obispo, no tenia cosa cierta para su mesa obiípal, ni habitación determinada, como aquel que toda la vida gastaba en visitar sus parroquias y feligreses, SHV viendo al Evangelio y sustentándose del mismo Evangelio, según el orden del Señor: y muchas veces, para no ser cargoso á nadie, se sustentaba él y sus compañeros del trabajo de sus manos, como lo hacia san Pablo; y siendo ya hombre de edad y legado del sumo pontífice, nunca dejó su antigua costumbre, él y todos sus companeros, de ir á pié cuando iba á predicar: forma verdaderamente evangélica, y tanto mas de estimar en Malaquías, cuanto ménos es imitada de otros; pero el que de tal manera vivía, con razón se puede llamar legitimo heredero y sucesor de los apóstoles.» Todo esto es de san Bernardo. Pues ¿qué diré de los milagros con que el Sefior le honró y ensalzó? El mismo san Bernardo dice que fueron DIA 3- innumerables, y cuenta muchos: yo referiré algunos pocos, que nos puedan enseñar y mover á imitación, mas que nó á sola admiración; pues para esto escribimos las vidas de los santos. Habia una mujer gravemente atormentada del demonio: Hizo oración san Malaquías, y mandó al demonio que saliese de aquel cuerpo; y le obedeció: pero entró en otra mujer que estaba allí presente: y Malaquías dijo al demonio: no te mandé yo salir de aquella mujer para que entrases en esta: deja esta también. Salió de la segunda y volviendo á la primera, y echándolo de ella, tornó á la segunda : y de esta manera andaba el demonio haciendo burla del santo, hastS que él, cobrandi) nueva fuerza del ciclo, echó aquel inicuo poseedor de las dos mujeres. Y el haber tardado tanto en echarle, no fué (dicesan Bernardo) por la fuerza que tuvo el enemigo en resistir; mas por dispensación divina, para que mas se conociese la presencia del enemigo y la victoria de Malaquías, como se ve en el milagro siguiente. Habia posado el santo en una casa, donde después e;- tuvo un enfermo y endemoniado, y una noche comenzaron los demonios á hablar entre sí y á decir: Mira que este desventurado no toque la paja en que durmió afpicl hipócrita; y por esta maneia se Boa escape de las manos. Oyó estas palabras el enfermo: y eníendiendo que hablaba de san Malaquías; débil, como estaba del cuerpo, mas fuerte en la fé, comenzó lo mejor que pudo á llqgarse á la paja; y al momentd se sintieron en el aire voces penosas que decían : Tenle, apártale; que perdemos nuestra presa: mas, por la divina misericordia, en llegando el pobre á la paja en que habia dormido Malaquias, se halló súbitamente sano de lodos sus miembros, y libre de los temores y espantos diabólicos que padecía, y los demonios, dando aullidos y bramidos, le dejaron y desaparecieron de aquel lugar. Trajéronle una pobre mujer, que habia quince meses y veinte dias que estaba preñada, sin hallar remedio humano para hacerla parir: movido san Malaquías de tan nuevo y extraño caso, se puso en oración; y luego la afligida mujer sin dificultad parió. Un soldado del conde de l lidia, sin vergüenza ni respeto alguno, lomó por amiga la que lo había sido de un hermano suyo: avisóle el santo pastor con caridad de padre, del peligroso estado en que estaba; pero el soldado estaba tan encarnizado en su vicio que con gran bravura respondió, que jamás la dejaría, é hizo juramento de ello. Entonces Malaquías, lleno de celo de justicia respondió: Dios á tu pesar te la quite. No pasó una hora, que ciertos enemigos suyos le mataron á puñaladas; mostrando el Señor con este hecho, cuán presto se ejecutaba la sentencia de Malaquías, y avisando con él á otros hombres desalmados, de los cuales algunos escarmentados en cabeza ajena, se convirtieron y enmendaron. Dió saluda un muchacho paralítico, y ordenó á su padre que le dedicase al servicio de Dios, y el padre se lo prometió; mas no lo hizo: y así le tornó la misma enfermedad por no haber cumplido lo que al santo habia prometido. Habia una mujer de tal manera poseída y tiranizada del espíritu de la ira y del furor, que no solamente los parientes y los vecinos huian de su conversación, mas sus propios hijos no podían habitar con ella: en cualquiera parte que estaba no se oían sino voces, gritos, y una tem-

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que con lanío ahinco é ioslancia le encomendaban, siendo<br />

la una lanío mas rica y preeminente que la olí a ¡ en lo<br />

cuid sé ve cuan aparlado estaba <strong>de</strong> codicia y ambición, y<br />

cuan amigo era <strong>de</strong> humildad y pobreza. No baslaron las<br />

razones y persuasiones que los hombres hicieron á Malaquías,<br />

para aceplar aquella dignidad <strong>de</strong> primado, si Dios<br />

nuestro Señor no lo hubiera movido y moslrádole que<br />

ariuella era su voluntad, con una señal <strong>de</strong>l cielo; porque al<br />

tiempo que Celso estaba enfermo, y Malaquías lejos y<br />

sin saberlo qneCelso pretendía, le apareció una mujer venerable,<br />

y <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> estalura y grave semblante: y preguntada<br />

por el santí quién era; le respondió, que era la esposa<br />

<strong>de</strong> Celso, y le puso en la mano la vara <strong>de</strong>l gobierno;<br />

y luego <strong>de</strong>spareció: y el mismo Celso estando para morir,<br />

envió á Malaquías, como á su sucesor, una vara <strong>de</strong> la misma<br />

figura y muy semejante á la que le dió aquella mujer<br />

en la visión que habia tenido: y así por no repugnar á la<br />

voluntad <strong>de</strong> Dios, bajó la cabeza y aceptó el cargo, y comenzó<br />

á ejercitarle, nó como hombre santo, sino como varon<br />

divino; mas tuvo gran<strong>de</strong>s borrascas y espantosas contradicciones<br />

en la prosecución <strong>de</strong> su oficio pastoral; porque<br />

todos los <strong>de</strong> aquella familia, en que por espacio <strong>de</strong><br />

doscientos anos habia estado aquella dignidad, que eran<br />

muchos y po<strong>de</strong>rosos, se armaron <strong>de</strong> saña y furor, y se<strong>de</strong>terminaron<br />

á quitar antes la vida á Malaquías, que <strong>de</strong>jarle<br />

con la primacía <strong>de</strong> Uibernia, y per<strong>de</strong>r ellos las honras y<br />

rentas <strong>de</strong> ella: y pusiéranlo por obra si el Sefiorno volviera<br />

por su siervo, y no le amparara con su mano po<strong>de</strong>rosa.<br />

Vino una vez un caballero principal y cabeza <strong>de</strong> aquel<br />

bando, acompafiado <strong>de</strong> gran número <strong>de</strong> gente armada y<br />

atrevida, para ejecutar esta maldad y acabarle, y puso su<br />

celada en el camino, por don<strong>de</strong> habia <strong>de</strong> pasar Malaquías,<br />

que iba á celebrar una junta <strong>de</strong> los estados <strong>de</strong> Uibernia.<br />

Súpolo el santo: entróse en la Iglesia: hizo oración; y al<br />

mismo punto comenzó á cubrirse el cíelo, oscurecerse el<br />

aire, sonar truenos, <strong>de</strong>spedir relámpagos y caer rayos,<br />

con un torbellino tan impetuoso y horrihle, que parecia<br />

que amenazaha el dia <strong>de</strong> la ira y <strong>de</strong>l extremo juicio <strong>de</strong>l<br />

Señor. El capitán <strong>de</strong> aquella diabólica compañía, traspasado<br />

<strong>de</strong> un rayo, quedó muerto, y con él otros tres <strong>de</strong> los mas<br />

principales; y al dia siguiente se hallaron sus cuerpos secos<br />

y quemados, sobre los árboles <strong>de</strong>l campo: y los que<br />

¡han con Malaquías, estando tan cerca <strong>de</strong> aquel lugar, no<br />

recibieren daño alguno. Con este buen suceso y con el haber<br />

cubi ado dos reliquias sagradas, la una el texto <strong>de</strong> los<br />

líyangelios, que habia sido <strong>de</strong> san Patricio, y la otra un<br />

báculo cubiorlo y engastado en oro y ricas piedras, que<br />

llamaban el «báculo <strong>de</strong> Jesús,» teniendo por cierto que<br />

nuestro Salvador habia usado <strong>de</strong> él, que eran las insignias<br />

<strong>de</strong> aquella dignidad; se sosegó aquella tempestad, viendo<br />

que Dios peleaba por su siervo: y asi pudo el santo ejercer<br />

su oficio mas libremente; aunque no sin gran trabajo,<br />

por no hallar m lugar, ni tiempo seguro <strong>de</strong> traiciones y <strong>de</strong><br />

perdonas que le tachabané infamaban en público y en secreto.<br />

Entre ellos uno mas atrevido y <strong>de</strong>svergonzado y<br />

gran<strong>de</strong> hablador tomó por asunto «1 mor<strong>de</strong>r al santo y ladrar<br />

contra él entre la gente mas ilustre y señores mas<br />

principales, cuya gracia había ganado con lisonjas y chocarrerías.<br />

A este castigó nuestro Señor; porque se le hinchó<br />

y pudrió la lengua <strong>de</strong> tal suerte que por siete dias continuos<br />

escupió gusanos; y finalmente echando mucha materia<br />

<strong>de</strong> la boca, dió su alma y acabó infelizmente la vida. Otra<br />

3H<br />

mujer <strong>de</strong> aquel mismo linaje y familia estando elsanlopredicando<br />

alzó la voz, y lellamó hipócrita y robador <strong>de</strong> la hacienda<br />

ajena, motejándole <strong>de</strong> calvo y diciéndole otras injurias:<br />

á lascuales el santo, como sabio y manso, no respondió;<br />

mas el Señor respondió por él, y aquella pobre<br />

mujer perdió el seso, y frenética y furiosa daba voces conlinuamente,<br />

y clamaba que Malaquías la ahogaba, y <strong>de</strong><br />

esta manera murió; y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco tiempo toda aquella<br />

<strong>de</strong>sventurada casta que habia perseguido al santo, se<br />

acabó y aniquiló, con gran<strong>de</strong> admiración y temor <strong>de</strong> lodos<br />

los que la conocían; para que sepamos el respeto que <strong>de</strong>bemos<br />

á los santos, y que el Santo <strong>de</strong> los santos vuelve<br />

por ellos. Habiendo, pues, el santo pontífice puesto en<br />

buen estado las cosas d e aquella Iglesia, se <strong>de</strong>scargó <strong>de</strong><br />

ella: y sustituyendo en su lugar á una persona <strong>de</strong> rara y<br />

experimentada virtud, que se llamaba Gelasio, se volvió á<br />

la suya <strong>de</strong> Coneretch, conforme al concierto que ánteshabia<br />

hecho: y porque la diócesis <strong>de</strong> Coneretch, por justos<br />

respetos se habia dividido en dos obispados, <strong>de</strong>jó la mas<br />

noble y la mas rica á otro calificado sugelo , lomó para sí<br />

la <strong>de</strong> Duno, que era pobre, pequeña y <strong>de</strong> poca eslima: y<br />

y para dar mejor cuenta á Dios <strong>de</strong> aquella Iglesia, quiso<br />

tener cabe sí un colegio <strong>de</strong> clérigos reglares, con <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

retirarse, y darse á la contemplación y ála vida religiosa.<br />

I'ero para acerlar mas enlodo, el Señor le movió á que<br />

^uéseá Roma, no solamente para visitar las reliquias y<br />

santuarios <strong>de</strong> aquella santa ciudad, sino parlknlat menle<br />

para conferir y representar al sumo pontífice y vicario <strong>de</strong><br />

Cristo lodas las cosas que se le ofrecían para el establecimiento<br />

<strong>de</strong> nuestra santa religión, y buen gobierno <strong>de</strong> las Iglesias<br />

<strong>de</strong> Irlanda. Y puesto caso que todo el clero y pueblo<br />

procuró <strong>de</strong>tenerle y persuadirle que no hiciese aquella larga<br />

y trabajosa jornada; no fué posible, porque Diosle guiaba.<br />

Llegó á Roma á tiempo que Inocencio, II <strong>de</strong> este nombre,<br />

gobernaba la nave <strong>de</strong> san Pedro, <strong>de</strong>l cual Malaquías fué<br />

recibido con singular benevolencia y favor; y la primera<br />

cosa que le suplicó fué, que le <strong>de</strong>scargase <strong>de</strong>l oficio <strong>de</strong><br />

pastor y diese el obispado á otro, y á él le <strong>de</strong>jase morir<br />

quietamente en el monaslei io <strong>de</strong> Claraval, don<strong>de</strong> san Bernardo<br />

era abad : pero el papa no solamente no le concedió<br />

lo que lauto <strong>de</strong>seaba; mas le hizo su lugarteniente y legado<br />

apostólico en toda la isla <strong>de</strong> Irlanda: y quitándose el<br />

mismo papa la mitra <strong>de</strong> la cabeza, la puso sobre la <strong>de</strong><br />

Malaquías, y le dió <strong>de</strong> sus propios ornamentos ponliíicales,<br />

con que <strong>de</strong>cia misa, una estola y un manípulo, y lo concedió<br />

otras muchas gracias, y con su bendición apostólica<br />

y gran<strong>de</strong>s favores, le envió á su Iglesia, habiendo<br />

estado el santo en Roma un mes, visitando con singular<br />

<strong>de</strong>voción aquellos lugares consagrados con la sangre <strong>de</strong><br />

tantos pontífices, apóstoles y mártires. A la ida á Roma y<br />

á la vuelta, posó el sanio en el monasterio <strong>de</strong> Claraval,<br />

don<strong>de</strong> se consoló por extremo con la comunicación <strong>de</strong>l<br />

santo abad Bernardo y <strong>de</strong> los otros sus hijos, que vivían<br />

en aquel sagrado convento, como ángeles venidos <strong>de</strong>l<br />

cielo : y ellos con la presencia <strong>de</strong> san Malaquías, y con su<br />

bendición y maravillosos ejemplos, quedaron mas aleulados<br />

y con nuevo fervor y brio, para anhelar y correr con<br />

mayor ímpetu á la perfección. Mas volviendo <strong>de</strong> Roma,<br />

<strong>de</strong>jó en Claraval cuatro <strong>de</strong> sus clérigos, para que allí se<br />

criasen 6 instruyesen en la vida religiosa, y volviendo á<br />

Irlanda, la plantasen en aquella isla: la cual, aunque IQ»-<br />

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