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3{H LA LEYENDA<br />
á la justicia <strong>de</strong>l Soííor tan cumplidamente, que á la hora<br />
da la muerte no tuvieron mas que pagar ni que purgar; y<br />
cslos, en muriendo, se van <strong>de</strong>rechos al cielo á gozar eternamente<br />
<strong>de</strong> Dios: otros hay que mueren on pecado mortal<br />
y en <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> Dios, y como rebel<strong>de</strong>s y enemiiíOf<br />
suyos son castigados, y sus almas entregadas á Satanás<br />
para qpr atormentadas perpetuamente en el infierno: otros<br />
hay que ni son tan buenos como los primeros ni tan malos<br />
como los segundos j sino que á la hora <strong>de</strong> la muerte están<br />
en gracia <strong>de</strong>l Señor y tienen algunos pecados veniales que<br />
se compa<strong>de</strong>cen con ella, que purgar, ó habiendo cometido<br />
algunos pecados moríales, que lloraron y les fueron perdonados<br />
cuanto á la culpa, no satisfacieron enteramente en<br />
esta vida por ellos cuanto á la pena que se <strong>de</strong>be á cada<br />
pecado; y por esto en la otra <strong>de</strong>lien pagar.<br />
Porque, como dice el sagrado evangelista san Juan en<br />
su Apocalipsi, hablando <strong>de</strong> la santa y soberana ciudad <strong>de</strong><br />
Jerusalcn i «Ninguno entrará en ella con suciedad ó mancha<br />
<strong>de</strong> pecado:» y así uecesariamenle se ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que<br />
hay purgatorio, don<strong>de</strong>, como en un crisol, se afinan las almas<br />
y so limpian <strong>de</strong> todas inmundicias y <strong>de</strong>feclos con que<br />
salen <strong>de</strong> ios cuerpos, antes que entren en el cielo. Ma es<br />
fé católica, y <strong>de</strong>cir lo contrario es herejía; porque <strong>de</strong>jando<br />
aparte los otros muchos lugares que para probar esta verdad<br />
traen los sanios doctores, así <strong>de</strong>l Viejo Testamento como<br />
<strong>de</strong>l Nuevo; para nosotres báslanos lo que se escribe<br />
haber hecho aquel valeroso y glorioso capilan Judas Macabeo,<br />
<strong>de</strong>l cual dice la divina Escritura, que envió doce<br />
mil dracmas <strong>de</strong> plata <strong>de</strong> limosna por los pecados <strong>de</strong> los<br />
soldados muertos, como quien justa y religiosamente sabia<br />
que habla <strong>de</strong> resucitar: y ailado luego el texto sagrado<br />
estas palabras: Sánela, eryo, et salubris esl rngHatin pro<br />
<strong>de</strong>funcús exorare, ut á pcccalis solvanlur: One os santo y<br />
saludable el cuidado <strong>de</strong> rogar á Dios por los difuntos, para<br />
que les perdone sus pecados. Y no es ménos fuerte testimonio,<br />
para comprobar esta verdad, lo que Cristo nuestro<br />
Re<strong>de</strong>ntor dijo en san Maleo: Si quis dixerit verbum in Spirilumsímclum,<br />
non remillelur ei, ñeque in hoc secub, ñeque<br />
in futuro: Quiere <strong>de</strong>cir que' algunos pecados (que son los<br />
que se cometen contra el Espíritu sanio) no se perdonan<br />
ni en este siglo ni en el futuro; do las cui<strong>de</strong>s palabras necesariamente<br />
so signe (según la común exposición <strong>de</strong> todos<br />
los santos doctores) que algunos pecados se perdonan<br />
en la otra vida; y estos son los pecados veniales: porque<br />
si ningún pecado en ella se perdonase , las palabras <strong>de</strong><br />
Cristo serian superfluasy ociosas: lo cual <strong>de</strong>cir es gran<br />
blasfemia, y si se perdonan algunos pecados en el siglo<br />
adveni<strong>de</strong>ro, también se perdonarán las penas temporales<br />
<strong>de</strong> los pecados mortales queel hombre, por no haber ienido<br />
tiempo y por alguna negligencia venial suya, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong><br />
pagar en esta vida; porque esta <strong>de</strong>uda y obligación no<br />
excluye h' gracia <strong>de</strong> Dios, que es el principio <strong>de</strong> la satisfacción.<br />
Pruébase también esta verdad con los concilios provinciales<br />
que se han hecho en varias provincias <strong>de</strong>l mundo,<br />
y con los generales y con la costumbre <strong>de</strong> toda la Iglesia<br />
católica, latina y griega. El concilio cartaginense III y IV,<br />
que se hicieron en África, contestan esta verdad: en Espafia<br />
el bracarensc I: en Francia el cabilonense: en Alemania<br />
el concilio wormarciense: en Italia el concilio VI,<br />
que se celebró siendo Símaco sumo pontífice, y otros muchos<br />
concilios confirman lo mismo: y no ménos los ecu-<br />
DE ORO.<br />
MIA !'.><br />
ménicos y generales <strong>de</strong> toda la Iglesia universal, como son<br />
el lateranense, celebrado en tiempo <strong>de</strong> Inocencio III, el florentino,<br />
y últimamente el <strong>de</strong> Trento: y todas las misas ó<br />
liturgias, la <strong>de</strong> Santiago el menor y <strong>de</strong> los santos Basilio,<br />
Crisóstomo y Ambrosio: en las cuales so hace oración particular<br />
por las ánimas <strong>de</strong> los difuntos, la cual no se baria<br />
si ellos no estuviesen en el purgatorio, y no tuviesen necesidad<br />
<strong>de</strong> ser ayudados, ó nuestras oraciones y sacnücios<br />
no fuesen eficaces para ayudarlos: y siempre se guardó<br />
esta santa costumbre en la Iglesia, y lo testifica san Dionisio<br />
Areopagiln, cuando en el libro <strong>de</strong> la Jerarquía eclesiástica<br />
dice: «La tradición <strong>de</strong> rogar por los difuntos ha manado<br />
y venido á nosotros <strong>de</strong> los apóstoles, que fueron<br />
nuestros divinos capitanes y maestros: » y el Crísóslorno<br />
dice: «No en vano estableciéronlos apóstoles, que se haga<br />
conmemoración <strong>de</strong> los finados , cuando celebramos los sacrosantos<br />
místenos: » y san Agustín lo confirma diciendo:<br />
«Toda la Iglesia guarda lo que ha recibid» <strong>de</strong> sus sanios<br />
Padres; y ahora cuando ofrece el santo sacrificio <strong>de</strong> la<br />
misa por las almas <strong>de</strong> los difuntos que murieron en la comunión<br />
<strong>de</strong> la Iglesia.» Lo mismo enseñan san Damasceno<br />
y san Isidoro, llábano Mauro, arzobispo <strong>de</strong> Maguncia y<br />
oíros muchos, que atribuyen esta tradición y uso <strong>de</strong> la<br />
Iglesia á los santos apóstoles. Y no solamente ha usado esio<br />
la Iglesia <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sepultado el cuerpo <strong>de</strong>l difunto, sino<br />
tamhien án'es <strong>de</strong> ponerle en la sepullura, como se ve en<br />
san Dionisio Areopagita, y lo trac Durando cu el libro <strong>de</strong><br />
los Ritos <strong>de</strong> la Iglesia ; y en lo que escribe Ensebio en la<br />
Vida <strong>de</strong> Constantino. Y san Agnstin, hablando <strong>de</strong> su sania<br />
madre, dice que ofreció por ella e! sacrificio <strong>de</strong> nuestra<br />
re<strong>de</strong>nción, oslando el cuerpo junto á la sepultura, como so<br />
suele hacer: y san Bernardo dice otro tanto <strong>de</strong> san Malaquías.<br />
Para ejercitar este piadoso oficio, no solamente estaba<br />
señalado el dia <strong>de</strong>l entierro y <strong>de</strong>l cabo <strong>de</strong>l afio, sino<br />
otros, como se ve en las Historias eclesiásticas y en los<br />
ejemplos <strong>de</strong> los sanios: los cuales todos, griegos y latinos,<br />
con el mismo espíritu y con la misma luz <strong>de</strong>l cielo, y<br />
como si hablasen por una boca, nos enseñan esta verdad,<br />
y yo <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> Iraor sus palabras por evilar prolijidad: vealas<br />
el que quisiere, en los que escriben <strong>de</strong> esta materia, y<br />
especialmente en eí car<strong>de</strong>nal Belarmino, que la trata mi<br />
copiosamente y con gran<strong>de</strong> erudición.<br />
También es gran testimonio <strong>de</strong> esta verdad I.-ts revelaciones<br />
auténticas y verda<strong>de</strong>ras que los santos han tenido<br />
<strong>de</strong> las almas <strong>de</strong>l purgatorio, y las veces que ellas han aparecido<br />
y mostrádose á los fieles pidiendo su favor. San<br />
Gregorio Magno escribe haber aparecido el alma <strong>de</strong> Pascasio<br />
á san Germano, y tcstiücádole quehabia sido librado<br />
<strong>de</strong> las penas <strong>de</strong>l purgatorio por sus oraciones. Siendo el<br />
mismo san Gregorio abad <strong>de</strong> su monasterio, un monge suyo<br />
llamado Justo, ya difunto, apareció á otro monge qno<br />
se llamaba Caproso, y le avisó que había sido librado <strong>de</strong><br />
los tormentos <strong>de</strong>l purgatorio por las treinta misas que Pre <br />
cioso, prepósilo <strong>de</strong>l monasterio, por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> san Gregorio<br />
había dicho por su alma, como se refiere en su vida. San<br />
Gregorio Turonense escribe <strong>de</strong> una santa doncella, llamada<br />
Vitaliana, que apareció á san Martin ¡ y le dijo, qne<br />
estaba en el purgatorio por un pecado venial que habia<br />
cometido, y que fué librada por las oraciones <strong>de</strong>l santo.<br />
Pedro Damián escribe que san Severino apareció á un clérigo,<br />
y le dijo que habia estado en el purgatorio, por no<br />
haber dicho el oficio divino á sus horas; y que <strong>de</strong>spués