Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DIA 9
DIA O
SA\ (ÍOUGOMO, MÁiiTiu.—V loa dic/ y nueve años ile su
iuipci io, maudóel emperador Diocleciauo puhlicar un ediclu
en la ciudad de Nieomedia, en que ordenaba (p;e loda.s
las iglesias de los ertsUanos se derribaren y ochasen i)or
el suelo, y los libros sagrado* se qiieuuisen, y que los nobles
fuesen privados de su dignidad y nobleza, y la gente
co.ium de su libertad, si no quisiesen adorar á sus dioses.
Añadió después, que lodos los prelados y cabezas de la
Iglesia de Cristo en cualquiera pai te que estuviesen fuesen
presos, y con exquisitos y alroces tormeatos apretados
para que se apartasen de nuestra santa religión. V¡6 este
edicto tan impío y tan bárbaro un caballero ilustrwmo y
valeroso que era cristiano y se llamaba redro: el cual encendido
eu el amor de Dios, eclió mano de él (que oslaba
lijado en la plaza) y le rasgó, no temiendo el enojo del emperador
que estaba en la misma ciudad, ni las penas y
dafios que de aquel hecho dafioso le podían venir. No se
puede fácilmente creer el sentimiento que tuvo Diocleciauo
cuando supo lo (pie Pedro habia hecho en su desacato
y oprobio. Mandóle prender y darle tantos y tan crudos
tormentos, como de, su gnm furor y crueldad en un caso
tan grave se podian temer: y eu ellos el bienavcnlurado
márlir Pedro estuvo con admirable constancia y alegria
ii is'a (pie dió su espirilu al Señor, Tenia en este tiempo
Diocleciauo dos caballeros muy principales de su cámara,
' itimos ¡aaiiliares y privados suyos, (pie se llamaban Gor-
Konioy Doroteo, los cuales secrelamente eran cristianos, y
habían con su ejemplo y buenos consejos traído á la fé de
Cristo á muchos de sus compañeros: y como los dos se hallasen
[M ésenles al tiempo que atormentaban á san Pedro;
movidos con su ejemplo, y abrasados de un vivo deseo
de morir por Cristo, ambos á una hablaron al emperador
de esta manera ; ¿Que quiere decir, ó emperador, que
atormentes á solo Pedro por una cosa, (pie si esculpa, nosotros
también la leñemos? Si le atormentas porque es
msliano, lambion lo somos nosotros, y somos del mismo
parecer que él es. Espanlóse el tirano do oir talos palahras,
y saliendo fuera de si do enojo, convirlió en aborret'iimoiUo
todo el amor que ánles les tenia. Mandólos azotar
'wribilisimamonle, y colgar y desgarrar sus carnes; y os-
^"do abieiias sus eiilrañas, derramar sal y vinagre sobre
^"íis, y luego extenderlos en unas parrillas de hierro, y
('('liajo poner fuego manso para que poco á pocofuése hac">tido
prosa en ellos y consumiéndolos, y la muei le fuese
li|nlo mas cruel cuanto era mas prolija: y linalmonle ocháii'
^oles doslazosá sus cuellos los ahorcaron, y deesta maue-
''^ los dos santos mái lires dieron sus benditas almas á su
Criador: aunque Metafraste dice, que Doroteo murió des-
(';