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nu 31.<br />
inclinando la cabeza, se la corló <strong>de</strong> un fiero golpe el verdugo,<br />
y al instante se oyó una voz <strong>de</strong>l cielo, que dijo:<br />
Quinlino, siervo mió, ven y recibe la corona que tengo<br />
para tí prevenida en la gloria por tus gran<strong>de</strong>s méritos: y<br />
saliendo una candida y hermosísima paloma <strong>de</strong> su cuello,<br />
queerasu almasantísima, vieron todos como entró triunfante<br />
y gloriosa en el cielo, á ser colocada en el coro <strong>de</strong> los espíritus<br />
soberanos y mártires <strong>de</strong> Jesucristo. Su glorioso<br />
triunfo fué á los 81 <strong>de</strong> octubre, por los años <strong>de</strong>l Scfior<br />
<strong>de</strong> 303, imperando el impío Maximiano. Su cuerpo glorioso<br />
fué sepultado por ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l mismo Uicciovaro, <strong>de</strong> noche,<br />
y con lodo silencio y secreto (para que ningún cristiano<br />
lo supiese y <strong>de</strong>scubriese tan gran tesoroá la Iglesia),<br />
en un profundo cenagal que hace el rio que por allí pasa,<br />
llamado <strong>de</strong> unos Sccuana, y <strong>de</strong> otros Sona, y allí estuvo<br />
oculto por espacio <strong>de</strong> cincuenta y cinco años, hasta que<br />
Dios fué servido <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrirlo milagrosamenle: que fué<br />
en esta forma.<br />
Había en Roma una rica y noble matrona, llamada Eusebia,<br />
ciega <strong>de</strong>s<strong>de</strong> edad <strong>de</strong> nueve afíos. A esta se apareció<br />
tros veces un ángel <strong>de</strong>l Señor, y todas tres veces la dijo,<br />
que si quería cobrar la vista fuése á Francia, y buscase el<br />
cuerpo <strong>de</strong>l glorioso márlir san Quinlino, que él la guiarla<br />
al lugar adon<strong>de</strong> estaba. Obe<strong>de</strong>ció la señora: y guiada <strong>de</strong>l<br />
ángel, y acompañada <strong>de</strong> <strong>de</strong>cente familia, según su calidad,<br />
fué á la ciudad <strong>de</strong> Amiens, y <strong>de</strong> allí al lugar y parte <strong>de</strong>l<br />
rio don<strong>de</strong> había sido sepultado el cuereó glorioso, guiada<br />
siempre <strong>de</strong>l santo ángel. Estando allí, preguntó á muclios<br />
si sabían el cuerpo <strong>de</strong> san Quinlino : y como ninguno la<br />
supiese dar razón, así por haber ya pasado cincuenta y<br />
cinco años, como por el secreto con que el tirano Ricciovaro<br />
lo hizo sepultar y escon<strong>de</strong>r; ella se puso en oración,<br />
pidiendo á Dios fuese servido <strong>de</strong>cirla lo que no sabían los<br />
hombres. Apenas acabó su oración (¡ ó maravillas <strong>de</strong> Dios<br />
siempre inmensas !), el mismo cuerpo se víó por Una parle<br />
<strong>de</strong>l rio, y la cabeza por otra, venir nadando hasta ponerse<br />
en las manos <strong>de</strong> Eusebia. Recibiólo con el gozo que<br />
se pue<strong>de</strong> imaginar, y los que la asistían, vieron como estaba<br />
incorrupto, hermoso y bello, y todos percibieron la<br />
suavísima fagrancia, <strong>de</strong> un divino y celestial olor que <strong>de</strong>spedía<br />
<strong>de</strong> sí. Luego or<strong>de</strong>nó Eusebia que caminasen con el<br />
santo cuerpo á una ciudad que oslaba cinco millas <strong>de</strong> allí,<br />
para darle honorífica sepultura; poro apenas apartados <strong>de</strong>l<br />
' ¡o, subieron á lo alto <strong>de</strong>l monte, cuando se hizo tan pesado<br />
el cuerpo santo, que no les fué posible á los que lo<br />
llevaban, pasar do allí, quedando lodos lan admirados<br />
como inmobles. Conocida con esle prodigio la volunlad <strong>de</strong><br />
Dios que era no querer su siervo Quinlino <strong>de</strong>jar el lugar<br />
don<strong>de</strong> habm pa<strong>de</strong>cido, vencido Y ganado la corona <strong>de</strong> la<br />
glonn, or<strong>de</strong>nó Eusebia que allí lo sepultasen lo mas <strong>de</strong>cente<br />
que les fuese posible.- y al irlo a poner enelsepukro,<br />
cobro la m a <strong>de</strong>seadu, y quB tantos años habia que car^<br />
cía <strong>de</strong> ella. Dio mímilas írrariaü á n;^ i i •<br />
ft . . . u:3 oficias a Dios, y al glorioso san<br />
Qumtino, por tan gran avor y miiagro. oíros muchos enfermos,<br />
que allí se hallaron <strong>de</strong> varías enfermeda<strong>de</strong>s, lodos<br />
sanaron : con que todos gloriücaron á Dios en su siervo<br />
y glorioso márlir Quinlino.<br />
Pasaron trescientos y veinte anos, en cuyo discurso HA<br />
tiempo, poco á poco se babia ya ido olvidando la mToria<br />
<strong>de</strong> tan gran santo; y asimismo se olvidó <strong>de</strong>l todo el C<br />
don<strong>de</strong> Eusebia lo sepultó, si bien había qUet]ado U(¿ ^<br />
quena iglesia fabricada en el mi¿momonte; pero mdie<br />
OCTUBUE. 293<br />
sabia si <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ella estaba sepultado el santo cuerpo ú<br />
nó. l'or este tiempo vivía el bendito san Eloy; y siendo<br />
obispo, fué muy dado, como á todas las virtu<strong>de</strong>s, á venerar<br />
los cuerpos y reliquias <strong>de</strong> los santos: y así buscó muchos<br />
que yacían incógnitos, y los colocó y veneró con especial<br />
<strong>de</strong>voción. Deseaba mucho hallar el cuerpo <strong>de</strong> san<br />
Quinlino: y como todos ignorasen el lugar <strong>de</strong> su sepulcro,<br />
el santo obispo pregutó á Dios lo que ignoraban los hombres<br />
por su <strong>de</strong>scuido. Ayunó tres días continuos: estuvo<br />
siempre en oración; y dijo á Dios, con aquella fé que tenia<br />
: Señor, no comeré, ni beberé, ni cuidaré <strong>de</strong> las ovejas<br />
que me habéis encomendado, hasta que me <strong>de</strong>scubráis el<br />
tesoro que busco. Mientras esto pasaba, muchos que á<br />
Eloy asistían, cavaban en diferentes partes <strong>de</strong> la iglesia,<br />
pero en vano; hasta que al tercero dia, siendo ya noche,<br />
solevantó el santo <strong>de</strong> su oración, y con el báculo señaló<br />
un lugar, mandando que allí cavasen. Hiciéronlo así; pero<br />
como hubiesen ya pasado mas <strong>de</strong> diez varas <strong>de</strong> hondura, y<br />
nada <strong>de</strong>scubriesen, perdieron las esperanzas y se <strong>de</strong>jnron<br />
<strong>de</strong> cavar. Entonces Eloy, tomando una espuerta, entró en<br />
el hoyo, y con las manos la llenó <strong>de</strong> tierra, y apenas tocó<br />
con el báculo en aquella parle, que había ahondado mas<br />
con sus benditas manos, cuando sintió que había tocado<br />
ma<strong>de</strong>ra, volvió á dar mayor golpe, y rompió la tumba.<br />
Aquí fué don<strong>de</strong> comenzaron todos á ver las maravillas <strong>de</strong><br />
Dios, y <strong>de</strong> su siervo Quinlino; pues salió por aquella rotura,<br />
un globo <strong>de</strong> luz tan hermoso y bello, que siendo á la<br />
media noche y muy oscura, lodos juzgaron era <strong>de</strong> día y<br />
que. babia salido el sol ¡ tanta fué la claridad que llenó la<br />
iglesia y toda la montaña, que juzgaron todos los circunvecinos<br />
que babia amanecido; y así, se levantaron á media<br />
noche: pero no so engañaron, porque la luz permaneció<br />
iKislaquesalió el sol. Con la luz salió también una fragancia<br />
tal, que lodos juzgaban hallarse en el paraíso. Tiernas lágrimas<br />
<strong>de</strong> gozo <strong>de</strong>rramaba el sanio obispo, por haber hallad!)<br />
lan gran tesoro. Sacóle <strong>de</strong> la lumba en que yacia,<br />
hermoio, fresco y oloroso. Sacóle los clavos que el impío<br />
Ricciovaro le clavó: besólos como reliquias sagradas ; y<br />
para que se viese cuán entero, sano é incorraptibie oslaba,<br />
moslró á todos una gota <strong>de</strong> sangre viva que salió <strong>de</strong> una<br />
<strong>de</strong> las heridas, nízole una caja do oro, plata y piedras<br />
preciosas, don<strong>de</strong> le colocó: y para que en a<strong>de</strong>lante no se<br />
volviese á per<strong>de</strong>r su memoria, amplió la iglesia, haciendo<br />
un suntuosísimo templo y un monasterio, que hoy persevera,<br />
don<strong>de</strong> hace Dios infinitos milagros por su siervo<br />
Quinlino, con que es para siempre glorificado y glorioso.<br />
Escribieron la vida y martirio <strong>de</strong> san Quinlino, y sus dos<br />
gloriosas invenciones. Reda; Usuardo ; Adon; Surio, lomo<br />
v; Pedro dciMatalibus, lib. ix, cap. 12C; san Gregorio<br />
Turonense i>e ^/om m^íyí""^, CO/>. 12 eí13; el Marlirolugio<br />
romano; y Haronio en sus anotaciones, y en el<br />
lomo u do sus Anales, año 303, núm. 103.<br />
* SIN NKMESIO \ SANTA. LLCILA, MÁRIIHES.—Lucila era<br />
hija <strong>de</strong> Nemesio, y osle era diácono do, la Iglesia <strong>de</strong> Roma.<br />
Ocupados en el servicio <strong>de</strong> Dios, pasaban los días en oración<br />
y buenas obras. Padre é bija fueron presos por no renunciar<br />
á la fé <strong>de</strong> Jesucristo, cuando el emperador Valeriano<br />
publicó sus edictos contra los cristianos, y fueron <strong>de</strong>gollados<br />
en la misma ciudad <strong>de</strong> Roma, el dia 2g <strong>de</strong> agosto<br />
<strong>de</strong>l año 02JÍ ó 2üa. El papa san Esteban hizo sepultar<br />
sus cuerpos, y <strong>de</strong>spués fueron colocados honoríQcamenle<br />
en la via Apia por el papa san Sixto el dia 31 <strong>de</strong> oclu-