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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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2í)3 LA LIÍYKN DA DK ORO. DÍA 31.<br />

todues igual ¡il Tíidi e. Iba á pi'osoguir Ouind'iio; y el preíceto<br />

lo nnbarazó, diciendo: Deja la locura y saorilica á<br />

nuesíros dioses; sino, yo lo juro por ellos que te quitaré<br />

la vida con diversos tormenlos,<br />

Pues yo le juro y promete por mi Dios y Señor Jesucristo,<br />

dijo Quintino, que ni liaré lo que mandas, ni tnno<br />

lus amenazas: y así ejecuta luego tus rigores: que dispuesto<br />

estoy á pa<strong>de</strong>cer lodo aquello que mi Dios permiliere.<br />

Tú pue<strong>de</strong>s atormentar mi cuerpo; pero Dios tendrá<br />

misericordia <strong>de</strong> mi alma. Con oslo se enfureció el prefecto)<br />

y lo mandó <strong>de</strong>snudar y azotar fuerlemoute con duras y<br />

nudosas varas; y mientras mas le azotaban, mas fuerzas<br />

cobraba el guerrero fuerle, levantando los ojos al cielo y<br />

dando á Dios infinitas gracias. Consolóle su divina Majestad<br />

cor» esta voz celestial; (Uiinlino, sóconstante: pelea<br />

varonilmente; yo te asisto.<br />

A esla voz cayeron <strong>de</strong>smayados en tierra los verdugos:<br />

lo cual vislo por el cruel Uicciovaro, dijo así: Juro por los<br />

santos dioses y diosas que este Quintino es mago y usa <strong>de</strong><br />

sus encantos, como claramente so ve; y así quitádmelo do<br />

<strong>de</strong>lante y ponodlo en una oscura cárcel, que yo veré si le<br />

valen sus encantos. No se permita entrar cristiano alguno<br />

á consolarlo, para que asi pagúela pona do sus locuras.<br />

l'u 'slo en ca<strong>de</strong>na, pues, y en una cárcel oscurísima,<br />

eansado <strong>de</strong> los tormenlos y trabajos, se durmió á la media<br />

noche, y al instante se le apareció un ángel <strong>de</strong>l cielo, que<br />

le dijo: Quintino, siervo <strong>de</strong> Dios, levántale y anímale, y<br />

puesto en medio <strong>de</strong> la ciudad predica, consuela y anima á<br />

todo el pueblo, para que crean en nuestro Señor Jesucristo,<br />

y bautízalos. Apenas dijo esto el santo ángel, cuando,<br />

djespierlo, solevantó y le siguió, sin que las guardas <strong>de</strong> la<br />

cárcel ni puertas cerradas le fuesen estorbo alguno. Puesto,<br />

pues, en medio do la plaza, predicó tan divinamente la<br />

fé <strong>de</strong> Jesucristo, que convirtió mas <strong>de</strong> seiscientas personas,<br />

y casi toda la ciudad se conmovió.<br />

Toro luego que lo supo el maldito Ricciovaro lo mandó<br />

pren<strong>de</strong>r otra vez, y poner en un tormento cruel, que era<br />

colgarte <strong>de</strong> unas ruedas que, suspensas en lo alto, á manera<br />

<strong>de</strong> carrillos <strong>de</strong> pozo ó garruchas con que se saca<br />

el agua, lo subían y bajaban, <strong>de</strong>scoyuntándole los huesos<br />

y <strong>de</strong>shaciéndole el cuerpo todo, hasla que lo <strong>de</strong>jaron molido.<br />

Después lo mandó azotar y herir cruelmente con garfios<br />

y rastros <strong>de</strong> hieiro : luego que le cebasen por las espaldas<br />

aceite, pez y resina hirviendo, para que entrando<br />

por las llagas, fuese mas intensamente atormentado. Acabado<br />

este tormento, mandó que encendiesen hachas y le<br />

abrasasen con ellas los costados: pero por mucho fuego<br />

que le ponían extononnente, era mayor el divino que interiormente<br />

le abrasaba; y así dijo animoso al tirano;<br />

Cruelísimo juez, hijo do los engaños <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, ¿por<br />

ventura no sabes que, mientras mas rigores y tormentos<br />

aña<strong>de</strong>s á mi cuerpo, tiene mi alma consuelos y refrigerios<br />

divinos con que menosprecio tus rigores?<br />

Con oslo creció la ¡ra <strong>de</strong>l juez, y dijo : Traed al punto<br />

cal viva, vinagre fuerte, sal y mostaza molida, y haciendo<br />

do lodo una bebida, echádsela en la boca, y veremos á lo<br />

menos si así calla y cesa <strong>de</strong> injuriar á mí y á nuestros<br />

dioses. Entonces, volviendo los ojos al cielo el invicto<br />

mártir <strong>de</strong> Jesucristo y guerrero animoso, dijo: Señor,<br />

dulces son para mí y suaves cuantos tormentos pa<strong>de</strong>zco<br />

por tu santo nombre; y aunque sean los mas amargos do'<br />

mundo, á mi paladar son dulces como el panal<br />

Oyendo oslo Ricci ;varo, dijo: Juro por ios alfós dioses,<br />

Júpiter, Mercurio, Sol, Luna y Asclepio, que te tengo <strong>de</strong> atar<br />

con fuertes ca<strong>de</strong>nas, y has <strong>de</strong> ir preso á Roma, para que<br />

allí, á vista do los sacros emperadores, pagues con mas<br />

crueles tormenlos tus atrevimientos y el haberle buido <strong>de</strong><br />

la cárcel. Bien sé, dijo Quinlino, que en Roma y en cualquier<br />

parte, me ha <strong>de</strong> favorecer y asistir Dios; y así no<br />

rehuso el ir: p»ro confio en mi Señor Jesncrislo, que el<br />

fin <strong>de</strong> mi vida será en esta provincia. Y as; fué como lo<br />

profetizó el sanio mártir; porque, maridándole poner al cuello<br />

y por todo su cuerpo fuertes ca<strong>de</strong>nas, y que se partiesen<br />

con él los ministros para Roma; or<strong>de</strong>nó el prefecto que<br />

fuesen poco á poco , porque querrá él mismo acompañarlos,<br />

para entrar glorioso con el triunfo: y así, llegando á<br />

un lugar, llamado Augusta Ycromando, no lejos <strong>de</strong> Amiens,<br />

se <strong>de</strong>tuvieron á esperarlo. Al dia siguiente llegó Ricciovaro,<br />

y mandó le trajesen <strong>de</strong>lante á Quintino: y mirándolo<br />

coucariño, vuelto el lobo en raposa, le dijo: Quinlino hermano,<br />

porque eres jó ven y <strong>de</strong> tan noble prosapia, tengo<br />

piedad <strong>de</strong> tí; y así toma mi consejo, que es <strong>de</strong> hermano y<br />

amigo; sacrifica solo á Júpiter y Apolo, y si quieres ir á<br />

Roma, te doy mi palabra <strong>de</strong> honrarlo como mereces en<br />

esta provincia : escribiré á los sacratísimos emperadores,<br />

diciéndoles quién eres y lo mucho que mereces, para que<br />

te <strong>de</strong>n el título <strong>de</strong>príncipe yjuezmanílico do esla provincia,<br />

y ocupes mi lugar, que es cuanto por tí puedo hacer. A<br />

es!orespondió el invictísimo mártir: Muchas veces, ó Ricciovaro,<br />

te he dicho que te cansas en vano; porque yo no<br />

tengo do ser tan loco como tú, que sacrifique á los <strong>de</strong>monios<br />

infernales; pues no son otra cosa estos que llamas<br />

dioses.<br />

Aquí acabó Ricciovaro <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r las esperanzas <strong>de</strong> reducirlo<br />

y juntamente la paciencia; y así, hizo llamar un<br />

herrero, y le mandó hacer dos agudos clavos, y tan largos,<br />

que entrando por la cabeza, llegasen hasla las piernas,<br />

y otros diez mas pequeños, que entrasen por entre la<br />

uña y yema do los <strong>de</strong>dos. Hizolos el herrero al instante, y<br />

los verdugos so los clavaron los diez, en los diez <strong>de</strong>dos do<br />

las manos, y los dos por lo alto <strong>de</strong> la cabeza, que le traspasaron<br />

lodo ol sagrado cuerpo <strong>de</strong> alto abajo hasta los piés,<br />

con que quedó todo hecho un lastimoso espectáculo á los<br />

hombres, pero glorioso á los ángeles y á los cielos. Viéndolo<br />

<strong>de</strong> esta manera el tirano clavado y corriendo arroyos<br />

<strong>de</strong> sangro, dijo soberbio y vano: Vengan los cristianos todos,<br />

y vean esto mísero espectáculo, y les servirá <strong>de</strong> ejemplo<br />

y escarmiento, viendo aquí, don<strong>de</strong> llega la irado mis<br />

rigores. Pero no sabia el tirano lo que se <strong>de</strong>cia ni hacia;<br />

pues ántes mostrarles á los valerosos cristianos la consUmcia<br />

invencible <strong>de</strong> Quinlino, fué moslrarles un mudo predicador,<br />

que con su ejemplo exhortaba y animaba á todos<br />

á alcanzar semejantes triunfos <strong>de</strong>l bárbaro y cruel gentilismo;<br />

porque ninguno hubo á quien no moviese la vista <strong>de</strong>l<br />

generoso mancebo, é invencible caballero <strong>de</strong> Jesucristo, á<br />

una emulación sagrada, y duseo fervoroso <strong>de</strong> ser semejantemente<br />

atormentado por la fé santa y divina suya.<br />

Cansado yací tirano <strong>de</strong> ver tanta constancia, y tan milagroso<br />

vivir, y que se reducían infinitas almas con sola su<br />

vista, á la fé <strong>de</strong> Jesucristo, y á voces pedian el martirio;<br />

mandó que le cor tasen la cabeza: y viéndose ya á las puertas<br />

<strong>de</strong> la gloria, gozoso y alegre, mientras el verdugo <strong>de</strong>senvainaba<br />

la espada, hizo una breve y fervor osa oración<br />

á Dios, y una exhortación á los nuevamente convertidos, é

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