Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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SANUÜAN, OBISPO Y CONVESOR.—Escribió su vida su sucesor
Valírido, por el cual sabemos quo Juan gobernó en
paz y caridad la Iglesia de Aulim, y que ilustre.y famoso
m sanfidad, doctrina y milagros, descansó tranquilo en el
Señor.
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SAMA IÍIÍSSBIA, VÍKG Y MÁRTIR .—Nació en Bérgamo,
n uya ciudad consagró con la efusión de su sangre, reci-
Jíiündo la doble corona de la virginidad y del martirio,
•imiriendo, según la opinión mas probable, á fines del sígló
lií, ó principios del IV.
DIA 30.
LA LIÍYENDA Dlí ORO
SANMARCET-O, CENTURIÓN, Y DOCE HIJOS SUYOÍ, TODOS MÁR­
TIRES.—Entre los muchos ilustres mártires que ha babido
en España, uno es san Marcelo, soldado y centurión, ó capitán
de den soldados, asi por haber él muerto gloriosamente
por Cristo, como por haber por su ejemplo animado
á doce hijos suyos, para que le siguiesen y diesen alegremente
su vida por aquel Señor que por ellos hábia dadola
auya en la cruz. Del padre y de loshijos'hablaremos aquí,
y referiremos lo que hallamos en las historias eclesiásticas
y en algunos breviarios y santorales antiguos de España.
El martirio de san Marcelo, escrito por los notarios de su
mismo tiempo, referido por el padre l'r. Lorenzo Surio en
su quinto lomoá los 30 de octubre, resumido en ipocas
palabras, fué de esta manera. Celebrando las legiones mililares
de las provincia de Galicia el nacimienlo del emperador
Diocleciano con coronas de flores y rosas en sus cabezas,
y llegándose á ofrecer el incicnso que llevaban en
las manos, á una estatua del mismo emperador; Marcelo,
centurión de la legión llamada Trajana, que se hallaba
presente , abominando (como era razón) tan detestable sacrificio
con desprecio, no quiso ofrecer el incienso. Causó
esto admiración á los otros soldados, y comenzaron á amonestarle
que sacrificase y se conformase con los demás; y
él encendido en el amor de Dios, y menospreciándolas
honras y bienes déla tierra, se quitó elcíngulo militar, y
arrojóle con la espada, confesandoclaramente que era cristiano.
Fué acusado delante dcíoitunato, tribuno deaquella
legión y presidente de aquella provincia : hablóle y
respondióle Marcelo con gran libertad; y él le mandó llevar
aprisionado á la ciudad de León, para oiric allí otra
vez. Examinóle la segunda vez, y de la plática resultó que
Eoríunato le envió aprisionado á Agricolao, prefecto del
pretorio, que á la sazón se hallaba en laciudadde Tánger,
metrópoli de la provincia Tingitana, en África, que en
aquel tiempo estaba sujeta á la jurisdicción del presidente
de España. Llevólo á cargo u.n soldado, llamado Cecilio
Arba: padeció san Marcelo grandes trabajos en aquel largo
camino, por ir con prisiones y sin ningún regalo. Después
que llegó, y fué preguntado por Agricolao sobre el
caso, y Marcelo hubo respondido grave y conslantcmente
á sus preguntas, y confesado claramente loque había hecho
y dicho, y que era cristiano, y que no se dejaría
vencer de temor ni espantos, ni tormentos, para apart
irseun punto de la confesión de Jesucristo; el prefecto
pronunció sentencia en la forma siguiente contra él: Es mi
voluntad y mando que sea degollado Marcelo; porque públicamente
violó y quebrantó el juraíiifutó" del cargo de
centurión, en que servia en la guerra, renunciándolo y
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y echándolo de sí, y en la audiencia del presidente dijo
palabras de desatino y locura. Oyendo esta sentencia Marcelo,
dijo: Dios te haga bien; y con esto fué degollado. Su
cuerpo fué allí sepultado, y en tiempo de los reyes católicos
don Fernando y doña Isabel, por buena diligencia de
un clérigo, llamado Isla, fué trasladadode Tánger á León,
y puesto en una iglesia de su nombre de San Marcelo, que.
es la mas principal parroquia de la ciudad. Está el santo
cuerpo sobre el altar mayor en una arca dorada de muy
lindo talle. En el breviario antiguo de aquella ciudad se dice,
que la mujer de san Marcelo se llamó Nona, quecuandosupo
la muerte de su marido y de algunos de sus hijos
rogó á Dios que la llevase para sí, y que murió luego.
Tiénenla por santa y en gran reverencia, y también un
pozo en que dicen que estuvo el cuerpo de Nona algún
tiempo. El martirio de sanMarcelo fué por los años del Señor
de 6/98, imperando Diocleciano. El Martirologio romano
y el de Boda, y los demás, hacen -mención de él á los ÍÍO
de octubre, y el breviario toledano pone un himno de su
martirio y gloriosa corona.
LOS HUCS DE SAN MARCELO, CENTURION, MÁRTIRES. — %\
breviario de Evora y Juan Vaseo, en la Crónica de España,
dicen quo los doce hijos de san Marcelo se llamaron
con estos nombres : Claudio, Lupcrcio, Yictórico, Facundo,
Primitivo, Genu'erio, Celedonio, Fausto, Januario, Marcial,
Servando y Germano, y que todos fueron mártires.
Los SANTOS CLAUDIO, LUPERCIO Y VICTÓIUCO, MÁRTIRES —
Los tres primeros Claudio, Lupercio y Viclórico fueron
martirizados en León por Diogeniano, presidente de Galicia,
el cual los mandó prender y degollar, y no quiso darles
otros tormentos, para que con ellos no diesen ejemplo
á otros cristianos y los íuúmasen á morir., y ellos no tuviesen
aquella gloria de haber padecido mucho por Cristo.
Sus sagrados cuerpos están en la ciudad de León en un
monasterio de San Benito, llamado San Claudio; y el año
delHS, el cardenal Jacinto (que después fué asunto al
pontificado, y se llamó Celestino HI), siendo legado en
España, á ruegos del rey don Fernando y de don Juan,
obispo de León y de Pelagio, abad de aquel monasterio,
en presencia de otros muchos obispos y abades, hizo colocar
en lugar alto y decente los cuerpos de estos tres
santos mártires Claudio, Lupercio y pictórico, á los 23
del mes de marzo, como lo dice una piedra antigua que
está en la misma iglesia. Cuando el rey Almanzor tomó á
León, quiso entrar en aquel monasterio y reventó el caballo;
y movido el moro de este milagro, no permitió se
hiciese daño en el monasterio. El martirio de estos santos
fué por los años del Señor de 299, á los 30 de octubre, y
en este dia la Iglesia de León celebra su fiesta y los tiene
por patrones; y el Martirologio romano hace de ellos
mención.
* Los SANTOS JULIANO, EUNO, MACARIO Y OTROS TRECE
COMPASEBOS, Y SANTA EÜTROPIA, MÁRTIRES.—Por la fé de Jesucristo
se hallaban estos santos presos en Alejandría,
cuando imperaba Decio. Eulropia, que era una mujer muy
cristiana de la misma ciudad de Alejandría, sabedora de
que los santos encarcelados sufrían hambre, les enviaba
socorros todos los dias para su alivio. Descubierta su caridad
y conmiseración, fué presa y llevada á presencia del
presidente Apaliano, y encerrada en la misma cárcel, pocos
dias después fué conducida con los demás presos á la
,plaza pública; y como no quisiesen obedecer á los sacrí-