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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DÍA 8, SÍ'TJEMBRE. 27<br />

s»c;i(ius <strong>de</strong> la cí'u'ix;! los veinte y Iro? marliros , loilos en<br />

una misma ca<strong>de</strong>na , y li as ellos san Adriano , nladasalrás<br />

las manos; y fué presentado <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l emperador, antes<br />

que los otros, para que fuese atormentado; porque romo<br />

mozo sano y robusto , juzgaron qnc tendría fuerza para<br />

pa<strong>de</strong>cer mayores tormentos. Cuando se aparió délos<br />

otros notos , sus compañeros , para entrar en la audiencia<br />

i los santos mártires le dijeron : Ka , Adriano, tiempo<br />

es que lomes tu cruz, y sigas á Cristo : no vuelvas atrás,<br />

ni te espanten los tormentos que ves , sino mira al cielo,<br />

y consi<strong>de</strong>ra la corona que por ellos te espera. Y la buena<br />

Natalia, su mujer, llegando á él le dijo: Mira, señor mió,<br />

que en solo Dios pongas tu corazón , y que no te espantes<br />

<strong>de</strong>, ningún género <strong>de</strong> tormento que te dieren : porque ol<br />

trabajo será breve, y el premio y gloria durará para<br />

siempre. Acuérdate que sirviendo al rey <strong>de</strong> la tierra, pa<strong>de</strong>ciste<br />

gran<strong>de</strong>a trabajos por una paga escasa y vil | y que<br />

ahora, con mayor constancia <strong>de</strong>bes sufrir cualquiera pena<br />

por el reino délos cielos. Fué presentada satv Adriano <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong>l tirano : el cual , viéndole constante en la confesión<br />

<strong>de</strong> Jesucristo, y que GOI> buenas palabras y promesas<br />

no le podía ablandar, le mandó azotar cruelmente, y <strong>de</strong>spués<br />

apalear por cuatro .sayones, hombres robustos, con<br />

palos duros y nudosos: y Natalia, que estaba presente, se<br />

fué luego á los otros mártires, avisándoles que ya Adriano<br />

babia comenzado su batalla , para que rogasen á bios por<br />

el; y en los <strong>de</strong>más tormentos que le dieron . siempre hacia<br />

esto para sustenlitrle con las oraciones <strong>de</strong> los santos. A<br />

este tormento añadieron otro, mandando que oíros cuatro<br />

hombres le diesen gran<strong>de</strong>s golpes en el vientre , con que<br />

le rasgai ou y <strong>de</strong>scubrieron las entrañas; y <strong>de</strong>spués cargado<br />

<strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas le volvieron á la cái cel. Iba con él la santa<br />

y varonil mujer, y halagándole blandamente con la mano,<br />

le <strong>de</strong>cía i ¡ O lumbre <strong>de</strong>. mis ojos , y qué bienaventurado<br />

eres, pues mueres por aquel Señor (pie murió por tí! Llegado<br />

á la cárcel, los otros santos, airaslramlo sus (uerpos<br />

<strong>de</strong>spedazados , como podian , venian á el para dai le •>!<br />

parabién y ósculo <strong>de</strong> paz, y animarle al rosto <strong>de</strong> la bulalia:<br />

y él le respondió , que aquel gozo suyo era <strong>de</strong> ellos,<br />

y aquella corona írulo <strong>de</strong> sus merecimieiili s y oraciones-<br />

Y la bienaventurada Natalia limpiaba las heridas <strong>de</strong> su<br />

marido,, y recogía la sangre que corría do ellas, y con<br />

ella, como con un preciosísimo ungüento, ungia su cuerpo;<br />

y por su ejemplo vinieron ulraí sanias mujeres á la<br />

cárcel, para consolar, servir y regalará los santos márbresque<br />

estaban presos. Mas sabiendo esto el tirano, les<br />

mandó cerrar la puerta, y que ninguna mujer pudiese eu-<br />

Irar en la cárcel. No se espauló , ni se, acobardó la valerosa<br />

Natalia por esle mandato ; áules , cobrando mas ánimo,<br />

se corló el cabello, y se vistió <strong>de</strong> hombre, y entró en<br />

la cárcel para animar á su marido, y servir á los otros<br />

martina.- y pudo (;mio con su ejemplo , que otras piadosas<br />

matronas hicieron lo mismo. Supo esto el tirano: embravecióse<br />

sobi omanera, y mandó que con una <strong>de</strong>slí a]<br />

sobre un yunque quebrantasen las piernas y las manos<br />

á Adriano y a los <strong>de</strong>más mártires ; y la santa mujer rogó<br />

a los verdugos que comenzasen por Adriano, para (pie no<br />

se turbase tii <strong>de</strong>smayase viendo primero pa<strong>de</strong>cer aquel<br />

tormento tan atroz á los <strong>de</strong>más; y asi se hizo : y ella misma<br />

le tuvo los piés para que se los cortasen , como lo hicieron.<br />

Y no contenta con esto, lo rogó que extendiese y<br />

se <strong>de</strong>jase corlar la mano , para :¡ue pa<strong>de</strong>ciese mas poi<br />

Cristo ; y el la extendió, y ella la tuvo, y el verdugo se<br />

la cortó; y con este tormento acabó y dió s.u espíritu al<br />

Señor. La misma crueldad se ejecutó con los otros veinte y<br />

tres mártires, compañeros <strong>de</strong> san Adriano: los cuale?,<br />

encomendándcsi1 al Señor , y diciendo: Buen Jesús, recibid<br />

nuestro espíritu; volaron al cielo, <strong>de</strong>jando sus cuerpos<br />

en la tierra. El tirano los mandó quemar, echándolos en<br />

un horno encendido: levantóse luego un gran torbellino,<br />

y comenzaron á sonar truenos, aparecer relámpagos y<br />

caer rayos. Murieron algunos do los paganos, y otros huyeron<br />

, y con esto ISatalia y otras mujeres religiosas tnvierou<br />

lugar para recoger los cuerpos <strong>de</strong> los mártires, los<br />

cuales hallaron tan enteros y sin lesión , que atm los cabelles<br />

no se habían quemado con el fuego. Fué tan gran<strong>de</strong><br />

la <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> aquellas piadosas mujeres , que recogían<br />

la sangre <strong>de</strong> los mártires , y compraban por gran precia<br />

los vestidos <strong>de</strong> los verdugos en que hubiese caído alguna<br />

gota <strong>de</strong>ella. Después los cristianos secrelamcnle tomarculos<br />

cuerpos <strong>de</strong> san Adriano y <strong>de</strong> los otros márlíres, y por mallos<br />

llevaron á Constantinopla. Mas Natalia tomó la mano<br />

<strong>de</strong> san Adriano . y guardóla como ua tesoro riquísimo , y<br />

envolvióla en paños preciosos y olorosos , y púsola á la<br />

cabecera <strong>de</strong> su cama, sin que nadie entendiese lo que era<br />

Y siendo (comoera) muy noble , rica, iiKfza y hermosa,<br />

y que solo trece meses había estado con su marido, un<br />

tribuno, ó maestre <strong>de</strong> campo <strong>de</strong>l emperador, le suplicó<br />

que diesen ór<strong>de</strong>n que Natalia se casase con él. Pareciólo<br />

bien al emperador : enviáronselo á <strong>de</strong>cir ; mas la santa<br />

mujer lomó tres dias <strong>de</strong> tiempo [como quien se quería<br />

aparejar para las bodas1, y en este tiempo hizo oración<br />

continua y muy afectuosa á Dios, pidiéndole, por los mereciiuíeutos<br />

<strong>de</strong> san Adriano, quo no permitiese que ella<br />

pa<strong>de</strong>ciese fuerza , ni mancillase el tálamo <strong>de</strong> su primer<br />

marido: y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la oraeiou se adormeció, y tuvo<br />

una revelación <strong>de</strong> Dios , por medio <strong>de</strong> los santos mártires,<br />

á quienes había servido en la cárcel , que so embarcase<br />

luego y fuóse á Conslantinopla , don<strong>de</strong> estaban<br />

sus cuerpos , porque Dios la quería librar <strong>de</strong> aquel peligro,<br />

y llevarla á gozar <strong>de</strong> sí, en compañía <strong>de</strong> estos y da<br />

win Adriano su marido. Luego la sania mujer, <strong>de</strong>jando<br />

la casa y todos sus bienes, y tomando consigo la mano do<br />

san Adriano, se embarcó, y con él favor <strong>de</strong>l Señor, y con<br />

una visión quo tuvo <strong>de</strong>l mismo san'o en aquella navegación<br />

(con que la libró <strong>de</strong> un gran peligro), llegó á Constantinopla<br />

, y entró en la casa don<strong>de</strong> estaban los cuerpos <strong>de</strong><br />

aquellos bienaveiitm ados mártires , é hincadas las rodillas,<br />

hizo oración á ellos, poniendo la mano <strong>de</strong> san Adriano<br />

sobre su cuerpo; y luego se retiró á un aposenlo á <strong>de</strong>scansar<br />

un poco <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong>l camino, rogando á todos<br />

los lieles que la encomendasen á Dios. Alli le apareció san<br />

Adriano, y le dijo: Seáis bien venida, Natalia, hermana,<br />

sierva <strong>de</strong> Cristo é hija <strong>de</strong> mártires: venid á <strong>de</strong>scansar con<br />

nosotros, y recibir el premio que se os <strong>de</strong>be. Despertó la<br />

santa : <strong>de</strong>scubrió lo que había visto á los lieles : tomó h<br />

dormir; y dió su espíritu al Señor.<br />

Kste fué el Gn do esta bienaventurada mujer, y heie<br />

querido poner aquí, por la gran parte que tuvo en el<br />

martirio <strong>de</strong> san Adriano, que escribimos : y porque no se<br />

<strong>de</strong>que mas me maraville, ó <strong>de</strong> la fortaleza y constancia<br />

que sao Adriano tuvo en sufeír lo^ tormentos que pa<strong>de</strong>rioó<br />

<strong>de</strong>l ardor <strong>de</strong> la fe y encendido <strong>de</strong>seo que Natalia Invoque<br />

él tal pa<strong>de</strong>ciese, y <strong>de</strong> las palabras que le dijo, y las

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