Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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IMA 8. mismo Cristo HA lí ha sido rcformíido y rmvado. Nacida eres de la carnede Adán; mas sin la conupcion do Adán: Hija oros de Jíva; mas para rqiarnr las misorias do Kva: Hija ores de hombro; mas Madre de Dios : Virgen eres; mas no esleí i!: fecunda ores; mas con parísima virginidad. Dios lo salvo,'Virgen saoraüsima, lálamo del Esposo oeleslial, morada del elorno Padre, templo déla Sapiencia increada, sagrario del Espíriln sardo, palacio déla Divinidad, tabernáculo de nuestra salud, huerto de delicias, paraisode deleites, tesoro riquisimo, vena de aguas vivas, deposilaria de todas las gracias y dones de Dios, singular entre todas las criaturas; pues no hay cosa que le igualo: porque lodo lo que tiene sér no está sobre ti: sobre ti osla solo el Criador; y debajo de tí esUán todas las criaturas: porque eres Madre de Dios, Madre de nnestra luz, Madre de nuestra salud, Madre de nuestra redención y de nuestra bienaventuranza. Pues si esta niña benditísima que nace hoy, es tan dotada de gracias, tan adornada de virludes y enriquecida de tantos y tan incomparables dones de Dios, y por medio de ella el mismo Dios se nos comunica y toma nuestra carne, y so hace nuestro hermano, de manera, que le podemos decir que os carne do nuestra carne, y hueso de nuestros huesos; ¿cómo nos debemos alegrar en osle dia? ¿Con qué regocijo celebrar este nacimionlo? ¿Y con qué fiesta solemnizar la venida al mundo, de la que lo dio vida? Cuando un gran rey loma por mujer alguna doncella, todos los de aquel linaje se alegran y se dan el parabién, y hacen grandes demostraciones de su confonto y alegría. Cuando una reina viene de nuevo al reino, ¿no es recibida con real aparato y con costosas y varias libreas, arcos triunfales, fiestas y regocijos? ¿Pues con cnánlo mayor gozo, devoción y reverencia debemos nosotros recibir á nueslra Reina y universal Seflora del mundo, y honrarla por haber la soberana mnjesfad del Padre eterno tomado por Esposa y por Madre de su Ilijoá una paricnta nueslra, y ennoblecido tanto á lodo el linaje humano? V por esto dice el cardenal Damián estas palabras: «La natividad de la bealísima é intemerata Madre de Dios (hermanos carísimos) da álos hombres singular alegría, por haber sidoel principio de toda nuestra salud. Con razón, por cierto, lodo el mundo hoy jubila y salta de placer, y la santa y universal Iglesia hace fiesta; pues en esto dia nace la Madre dignísima de su celestial Esposo, y en ella celebra el principio de las otras fiestas suyas, porque siendo esta fiesta m tiempo mas antigua, no debe sor inferior en la dignidad. Por tanto gocémonos y holguémonos en la natividad de la Virgen y Madre, que ainmció un nuevo gozo al mundo, y fué principio de toda nuestra salud; y como nos solemos alegrar en el nacimiento de Cristo, alegrémonos también en el nacimiento de la Madre de Cristo.» Y Sergio, hierapolitanoy antiguo, dice: ((Venid todos los fieles, y enn gran prisa dad el parabién á esta nina que naco; porque ánles que naciese, ya estaba predestinada para Madre de Dios; y con ella nace el mundo y se renueva.» Y san Damasccno dice : «Venid, todas las gentes y todos los estados de hombres de cualquiera lengua, edad y condición que sean, para que celebremos con grande afecto el dichoso y alegre dia del nacimiento de esta Virgen.» Y Uuperto Tuíciensc, declarando aquellas palabras de los Cantares: «¿Quién es osla que se levanta y va creciendo fon su luz, como el alba?» hablando con la Virgen le dice: SlíTIlíMRRIí. 2l> «Cuando tú, ó Virgen boalisima, naciste, entonces rompió el dia y salió al mundo la verdadera Alba, y nos significó que venia el dia sempiterno; porque asi como el alha os fin déla noche pasada y principio del dia siguiente; así tu nacimionlo fue (in de nuesíros dolores y tristezas, y principio de nuestro consuelo y alegría. La liesla de la Natividad de nuestra Señora, dicen algunos, que ta instituyó Inocencio, IV de este nombre, sumo ponlílice, cerca de los años del Señor de 1230; y que la causa déla insfilucion fué una larga sede vacante de veinte y un mes que hubo en la Iglesia, después de la muerte del papa Celestino IV, y que se hizo voto y promesa que saliendo con brevedad sumo ponlílice, se celebraria con solemnidad esta fiesta déla Virgen: y que luego fué elegido el cardenal Sinibaldo, que en su asunción se llamó Inocencio IV, y fué el que la mandó celebrar en toda la Iglesia. Pero esto no puede ser verdad; porque de san Damascono, Pedro Damián y Uuperto, y otros autores que habernos citado, y florecieron mucho antes que Inocencio IV fuese sumo ponlílice, consta ya en el tiempo de ellos se hacia fiesta de. la Natividad de la Virgen. Y en el Sacramenfario de san Gregorio, que fué aun mas antiguo, hay especial prefacio de osla fiesta de nuestra Señora; y déoslo hace mención san Ildefonso en el libro de la Virginidad. Y en el libro de los divinos oficios llamado Orden romano, también se hace mención de las homilías do los santos (pie en esta fiesta se han de leer, y de las letanías que en ella se solían decir, por institución de Sergio, papa, como eruditamente lo notó el cardenal Baronio. También es falso lo que otros han dicho, que esta liesla se celebraba en tiempo de san Agustin, engañados quizá por un scrmoti del santo, que se loe en los maiiines de este dia, donde se dice: «Gócese nnestra tierra con suma alegría; pues ha sido esclarecida con el nacimiento de tan alta Virgen.» Mas este sermón, annqne es de san Agustin, no es de la natividad, sino de la anunciación de la Virgen : y la Iglesia, para acomodarle á esta tiesta, trocó una palabra y puso «nacimiento,» por «solemne dia;» porque venia mas á propósito. Pero el n)ismo san Agustin claramenle dice, que en su tiempo no se celebraba en la Iglesia sino el nacimiento.de Jesucristo nuestro Salvador, y el de su precursor san Juan Bautista. En qué tiempo se haya insliluido esta fiesta, y quién la haya instituido, no sabemos cosa cierta, sino que es muy antigua y celebrada de los santos griegos y latinos. Puede ser que después del concilio efesino (en el cual fué condenado Nostorio, porque con su lengua sacrilega negaba que la Virgen nuestra Señora habia de ser llamada Madre de Dios, y con esta ocasión creció mas la devoción de los fieles para con ella ¡ se haya dado principio á celebrar su santísima natividad con fiesta particular. Otros autores nlrihuyen la insliíucion de osla fiesta á ciertas revelaciones que tuvo un religioso contemplativo; el cual dicen, (pie todos los años á 8 de setiembre oia una suavísima música en e! cielo, con gran liesla y regocijo de los ángeles; y que preguntando una voz á uno de ellos !a causa, lo respondió, que aquel dia se celebraki en el cielo el nacimiento de la Madre de Dios; y que por el dicho de esto religioso se comenzóá celebrar en la Iglesia. Bien pudo ser esto; poro io cierto es lo que arriba queda referido. De ia natividad de nueslra Señora. Lipomano y Surio refieren muchos sermones y homilías de santos: y el cardenal Baronio las de otros gra- TOMO ni- 4

2G LA LEYKNDA Í)E 01^0. ves autoreí griegos que su halian escritos de mano en !a copiosa y curiosa liljrei ía del cardenal Ksforcia. (jue está enlloma. SAN ADRIANO, MÁIITIH.—Entre las ciudades ilustradas con la sangre de los mártires, fué Nicomedia ciudad principal en la provincia de ISiünia; ponjiie como residió primero en ella el emperador Diocleciano, cruelísimo enemigo del nombre de Cristo, y después Maximiano Gaierio, qne fué otro monstruo cruel, allí ejecutaron los dos su saña y furor contra los que profesaban nueslra santa religión, mandando buscar con increíble diligencia, pesquisar, descubrir, prender, atormentar, acabar y consumir lodos los amigos de Dios, como si fueran enemigos suyos y de su imperio. Los emperadores se embravecieron contra ellos; y los ministros de su impiedad ejecutaban sus mandatos. Los mártires eran atormentados; y el Señor les daba alegría en sus tormentos y victoria de la misma muerte: y algunos de los gentiles, viendo la paciencia, mansedumbre y gozo de nuestros valerosos guerreros en tan terribles y atroces tormentos , maravillados y espantados de cosa tan nueva se convertían á ía fé de Jesucristo : y los que primero, como ministros de los tíranos, atormentaban á los cristianos-, después siendo ya cristianos se dejaban atormentar y ponían el cuello al cuchillo por Cristo. De estos fué uno san Adriano, mártir, que era mozo'de veinte y ocho años, caballero principal y ministro del emperador Maximiano: el cual por haber visto la fortaleza y constancia de los cristianos en sus penas, y la alegría y júbilo con que morían; juzgando que aquello no era ni podía ser cosa humana, sino del cieio, se movió lanío, que encendido en el amor de Dios, públicamente confesó que era cristiano, 6 hizo poner su nombre en la lista de los otros santos mártires, para ser con ellos atormentado y muer lo. Supo esto el emperador Maximiano, y salió do juicio: mandóle prender, y cargado de hierros echar en la cárcel, donde estaban otros veinte y tres cristianos. Dió aviso de la prisión de Adriano á Natalia, su mujer (que era cristiana, aunque ocultaiiienfeí, un criado suyo. Ella luego que entendió lo que pasaba, llena de gozo fue á la caivd, y whándoso á los pies de su marido, besando los grilios le decía : Bienaventurado eres, señor mío Adriano, quebSfl hallado las riquezas que no te dejaron tus padres. Ya vas seguro á .lesucrislo, en quien has puesto todos los tesoros para hallarlos en tiempo de la necesidad, cuando nadie bastará á librar de las penas al miserable que se rondenaro, nó el padre al hijo, nó la madre á la hija, nó pl amigo al amigo, ui las riquezas perecederas, ni e| acompañamiento de muchos criados, ni la ambición y vanidad de los cargos, ni otra cosa alguna valdrá para librarle í?ino las buenas obras que hiciere. Tú, señor mío, tienes ront'go a Jesucristo; no te canses para que goces de sus promesas. Mira, que no te quite de este camino la memoria de ios bienes caducos y frágiles de la tierra, nó los gemidos de tus padres, rió tu juventud y la hermosura de ta cuerpo, nó las lisonjas de tus amigos, ni las amenazas de tns enemigos: no le espanten los tormentos del tirano, sino considera la constancia y paciencia de estos santos mártires que están contigo: imítalos en la vida para que pn la muerte recibas con ellos el premio de la inmortalidad. Y echándose la «anta mujer á los pies de los otros Mtfirtir*^ ron entrañable devoción besaba ?n5 cadenas, y DIA ftl les suplicaba que animasni y eífovzosen á su marido, para que la victoria que alcanzase fuese fruto do las peleas de ellos:)' no solamente ganasen sus almas y las ofreciesen á Dios, sino también la de Adriano, y por este servicio recibiesen mayor corona del Señor. Con esto se despidió la valerosa mujer délos santos mártires y de su marido, (pie le prometió avisarla al tiempo que le hubiesen de atormentar, para que. se hallase presente á su martirio. Para cumplir esla promesa, pasados algunos días, enlendiendo san Adriano que querían los jueces concluir la causa; con parecer de los otros mártires y licencia del carcelero, comprada con dineros , salió de la cárcel para avisar á su mujer, que ya se. acercaba la hora de su glorioso martirio. Masántesque llegase á su casa, tuvo nueva Natalia, que Adriano venia á ella libre: y pareciéndole que aquello no podía ser sino por haber su marido renegrido de la fó de Cristo, y huir de la muerte , enternecióse sobremanera : y viéndole venir , arrojó la labor que tenia en las manos , y corrió á la puerta de su casa , y cerróla muy bien, diciendo: No trate el cobarde mas conmigo , ni yo le vtfa con mis ojos , pues ha vuelto atrás , y mentido á su Dios y Señor. No me hable palabra, ni oiga ya lengua que haya sido engañosa en la presencia de su Criador. Y llegándose mas cerca , y hablando con él, le dijo: i O hombre desleal y sin Dios ! ¿Para (pié comenzaste lo que no habías de acabar?¿Por qué te apartaste de aquellos santo» en cuya compañía yo te dejé? ¿ l'or qué volviste las espaldas áutes que se comenzase la batalla , y arrojaste las armasántes de ver el roslro al enemigo? ¿Qué haré yo, desdichada de. mi? ¿ Quién me juntó con descreído ? No merecí yo ser llamada mujer de mártir , sino de aquí adelante me Ihimai áii mujer de renegado. Por un momento fué mi alegría , y por muchos siglos será mi afrenta y oprobio. Estaba Adriano á la puerta , oyendo estas palabras, y bañábase como en agua rosada oyéndolas, y lomaba ánimo y nuevo esfuerzo , por el esfuerzo y ánimo que veía en su mujer: la cual satisfecha que su marido no venia por huir de! martirio ,.sino por aparejarse á él , y tenerla presente cuando padeciese , como se lo había prometido; le abrióla puerta , y con grande humildad y gozo , se echó á sus pies y le abrazó ; y los dos juntos volvieron á la cárcel Yendo por la calle Adriano , temiendo que después de su muerte los ministros del emperador confiscarían sus bienes, y que Natalia quedaría sin hacienda y desampai rada , le preguntó , quéórden habia dado en su patrimonio y hacienda. Y ella , con grande espíritu y valor, le respondió: No quieras , señor mío , acordarte de los bienes transitorios de este mundo, para que no le embaracen y cautiven tu corazón ; pon los ojos en los bienes perdurables y eternos , que tan presto te dará Dios á ti y á los santos con quienes duseas morir por Jesucrisio. Llegaron á la cárcel , y luego Natalia se postró á los piés de los santos mártires , y besó sus prisiones: y viendo que por los grillos y cadenas que habían padecido , estaban mwy'maltralados , y las carnes ulceradas, y los miembros de algunos tan podridos , que de;-lilaban podre y criaban gusanos, mandó á sus criados traer de su casa lienzos preciosos y delirados, y con ellos comenzó a limpiar tas llagas de los santos , y curarles con admirable devoción y ternura ; y en cMo se ocupó la sania rmtjer siete di;is. Después fui-rou

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ves autoreí griegos que su halian escritos <strong>de</strong> mano en !a<br />

copiosa y curiosa liljrei ía <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal Ksforcia. (jue está<br />

enlloma.<br />

SAN ADRIANO, MÁIITIH.—Entre las ciuda<strong>de</strong>s ilustradas<br />

con la sangre <strong>de</strong> los mártires, fué Nicomedia ciudad principal<br />

en la provincia <strong>de</strong> ISiünia; ponjiie como residió primero<br />

en ella el emperador Diocleciano, cruelísimo enemigo<br />

<strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong> Cristo, y <strong>de</strong>spués Maximiano Gaierio,<br />

qne fué otro monstruo cruel, allí ejecutaron los dos su saña<br />

y furor contra los que profesaban nueslra santa religión,<br />

mandando buscar con increíble diligencia, pesquisar, <strong>de</strong>scubrir,<br />

pren<strong>de</strong>r, atormentar, acabar y consumir lodos los<br />

amigos <strong>de</strong> Dios, como si fueran enemigos suyos y <strong>de</strong> su<br />

imperio. <strong>Los</strong> emperadores se embravecieron contra ellos;<br />

y los ministros <strong>de</strong> su impiedad ejecutaban sus mandatos.<br />

<strong>Los</strong> mártires eran atormentados; y el Señor les daba alegría<br />

en sus tormentos y victoria <strong>de</strong> la misma muerte: y<br />

algunos <strong>de</strong> los gentiles, viendo la paciencia, mansedumbre<br />

y gozo <strong>de</strong> nuestros valerosos guerreros en tan terribles y<br />

atroces tormentos , maravillados y espantados <strong>de</strong> cosa tan<br />

nueva se convertían á ía fé <strong>de</strong> Jesucristo : y los que primero,<br />

como ministros <strong>de</strong> los tíranos, atormentaban á los<br />

cristianos-, <strong>de</strong>spués siendo ya cristianos se <strong>de</strong>jaban atormentar<br />

y ponían el cuello al cuchillo por Cristo. De estos<br />

fué uno san Adriano, mártir, que era mozo'<strong>de</strong> veinte y<br />

ocho años, caballero principal y ministro <strong>de</strong>l emperador<br />

Maximiano: el cual por haber visto la fortaleza y constancia<br />

<strong>de</strong> los cristianos en sus penas, y la alegría y júbilo con<br />

que morían; juzgando que aquello no era ni podía ser<br />

cosa humana, sino <strong>de</strong>l cieio, se movió lanío, que encendido<br />

en el amor <strong>de</strong> Dios, públicamente confesó que era<br />

cristiano, 6 hizo poner su nombre en la lista <strong>de</strong> los<br />

otros santos mártires, para ser con ellos atormentado<br />

y muer lo.<br />

Supo esto el emperador Maximiano, y salió do juicio:<br />

mandóle pren<strong>de</strong>r, y cargado <strong>de</strong> hierros echar en la cárcel,<br />

don<strong>de</strong> estaban otros veinte y tres cristianos. Dió<br />

aviso <strong>de</strong> la prisión <strong>de</strong> Adriano á Natalia, su mujer (que<br />

era cristiana, aunque ocultaiiienfeí, un criado suyo. Ella<br />

luego que entendió lo que pasaba, llena <strong>de</strong> gozo fue á la<br />

caivd, y whándoso á los pies <strong>de</strong> su marido, besando los<br />

grilios le <strong>de</strong>cía : Bienaventurado eres, señor mío Adriano,<br />

quebSfl hallado las riquezas que no te <strong>de</strong>jaron tus padres.<br />

Ya vas seguro á .lesucrislo, en quien has puesto todos los<br />

tesoros para hallarlos en tiempo <strong>de</strong> la necesidad, cuando<br />

nadie bastará á librar <strong>de</strong> las penas al miserable que se<br />

ron<strong>de</strong>naro, nó el padre al hijo, nó la madre á la hija, nó<br />

pl amigo al amigo, ui las riquezas perece<strong>de</strong>ras, ni e|<br />

acompañamiento <strong>de</strong> muchos criados, ni la ambición y vanidad<br />

<strong>de</strong> los cargos, ni otra cosa alguna valdrá para librarle<br />

í?ino las buenas obras que hiciere. Tú, señor mío, tienes<br />

ront'go a Jesucristo; no te canses para que goces <strong>de</strong> sus<br />

promesas. Mira, que no te quite <strong>de</strong> este camino la memoria<br />

<strong>de</strong> ios bienes caducos y frágiles <strong>de</strong> la tierra, nó los<br />

gemidos <strong>de</strong> tus padres, rió tu juventud y la hermosura <strong>de</strong><br />

ta cuerpo, nó las lisonjas <strong>de</strong> tus amigos, ni las amenazas<br />

<strong>de</strong> tns enemigos: no le espanten los tormentos <strong>de</strong>l tirano,<br />

sino consi<strong>de</strong>ra la constancia y paciencia <strong>de</strong> estos santos<br />

mártires que están contigo: imítalos en la vida para que<br />

pn la muerte recibas con ellos el premio <strong>de</strong> la inmortalidad.<br />

Y echándose la «anta mujer á los pies <strong>de</strong> los otros<br />

Mtfirtir*^ ron entrañable <strong>de</strong>voción besaba ?n5 ca<strong>de</strong>nas, y<br />

DIA ftl<br />

les suplicaba que animasni y eífovzosen á su marido, para<br />

que la victoria que alcanzase fuese fruto do las peleas <strong>de</strong><br />

ellos:)' no solamente ganasen sus almas y las ofreciesen<br />

á Dios, sino también la <strong>de</strong> Adriano, y por este servicio<br />

recibiesen mayor corona <strong>de</strong>l Señor. Con esto se <strong>de</strong>spidió<br />

la valerosa mujer délos santos mártires y <strong>de</strong> su marido,<br />

(pie le prometió avisarla al tiempo que le hubiesen <strong>de</strong> atormentar,<br />

para que. se hallase presente á su martirio. Para<br />

cumplir esla promesa, pasados algunos días, enlendiendo<br />

san Adriano que querían los jueces concluir la causa; con<br />

parecer <strong>de</strong> los otros mártires y licencia <strong>de</strong>l carcelero,<br />

comprada con dineros , salió <strong>de</strong> la cárcel para avisar á<br />

su mujer, que ya se. acercaba la hora <strong>de</strong> su glorioso<br />

martirio.<br />

Masántesque llegase á su casa, tuvo nueva Natalia,<br />

que Adriano venia á ella libre: y pareciéndole que aquello<br />

no podía ser sino por haber su marido renegrido <strong>de</strong> la fó<br />

<strong>de</strong> Cristo, y huir <strong>de</strong> la muerte , enternecióse sobremanera<br />

: y viéndole venir , arrojó la labor que tenia en las manos<br />

, y corrió á la puerta <strong>de</strong> su casa , y cerróla muy bien,<br />

diciendo: No trate el cobar<strong>de</strong> mas conmigo , ni yo le vtfa<br />

con mis ojos , pues ha vuelto atrás , y mentido á su Dios<br />

y Señor. No me hable palabra, ni oiga ya lengua que haya<br />

sido engañosa en la presencia <strong>de</strong> su Criador. Y llegándose<br />

mas cerca , y hablando con él, le dijo: i O hombre<br />

<strong>de</strong>sleal y sin Dios ! ¿Para (pié comenzaste lo que no habías<br />

<strong>de</strong> acabar?¿Por qué te apartaste <strong>de</strong> aquellos santo»<br />

en cuya compañía yo te <strong>de</strong>jé? ¿ l'or qué volviste las espaldas<br />

áutes que se comenzase la batalla , y arrojaste las armasántes<br />

<strong>de</strong> ver el roslro al enemigo? ¿Qué haré yo, <strong>de</strong>sdichada<br />

<strong>de</strong>. mi? ¿ Quién me juntó con <strong>de</strong>screído ? No merecí<br />

yo ser llamada mujer <strong>de</strong> mártir , sino <strong>de</strong> aquí a<strong>de</strong>lante<br />

me Ihimai áii mujer <strong>de</strong> renegado. Por un momento<br />

fué mi alegría , y por muchos siglos será mi afrenta y<br />

oprobio.<br />

Estaba Adriano á la puerta , oyendo estas palabras, y<br />

bañábase como en agua rosada oyéndolas, y lomaba ánimo<br />

y nuevo esfuerzo , por el esfuerzo y ánimo que veía<br />

en su mujer: la cual satisfecha que su marido no venia por<br />

huir <strong>de</strong>! martirio ,.sino por aparejarse á él , y tenerla presente<br />

cuando pa<strong>de</strong>ciese , como se lo había prometido; le<br />

abrióla puerta , y con gran<strong>de</strong> humildad y gozo , se echó<br />

á sus pies y le abrazó ; y los dos juntos volvieron á la cárcel<br />

Yendo por la calle Adriano , temiendo que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

su muerte los ministros <strong>de</strong>l emperador confiscarían sus<br />

bienes, y que Natalia quedaría sin hacienda y <strong>de</strong>sampai<br />

rada , le preguntó , quéór<strong>de</strong>n habia dado en su patrimonio<br />

y hacienda. Y ella , con gran<strong>de</strong> espíritu y valor, le<br />

respondió: No quieras , señor mío , acordarte <strong>de</strong> los bienes<br />

transitorios <strong>de</strong> este mundo, para que no le embaracen<br />

y cautiven tu corazón ; pon los ojos en los bienes perdurables<br />

y eternos , que tan presto te dará Dios á ti y á los santos<br />

con quienes duseas morir por Jesucrisio. Llegaron á la<br />

cárcel , y luego Natalia se postró á los piés <strong>de</strong> los santos<br />

mártires , y besó sus prisiones: y viendo que por los grillos<br />

y ca<strong>de</strong>nas que habían pa<strong>de</strong>cido , estaban mwy'maltralados<br />

, y las carnes ulceradas, y los miembros <strong>de</strong> algunos<br />

tan podridos , que <strong>de</strong>;-lilaban podre y criaban gusanos,<br />

mandó á sus criados traer <strong>de</strong> su casa lienzos preciosos y<br />

<strong>de</strong>lirados, y con ellos comenzó a limpiar tas llagas <strong>de</strong> los<br />

santos , y curarles con admirable <strong>de</strong>voción y ternura ; y<br />

en cMo se ocupó la sania rmtjer siete di;is. Después fui-rou

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