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mi A LEYENDA DE 0P»0, DIA 21.<br />
(iemonio se habia apodciado y fué (raido á san Hilarión,<br />
dijo creyese en Cristo y <strong>de</strong>jase aqnel olicio , y que así<br />
sanaria. Creyó en Crislo, promelió <strong>de</strong>jar el oficio, y quedó<br />
sano y libre <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio. También sanó á oli o mozo robuslísimo<br />
y <strong>de</strong> extrañas fuerzas que se llamaba Ularsilas,<br />
y estaba en<strong>de</strong>moniado y no habia quien 1c tuviese , ni<br />
grillos, ni esposas, ni ca<strong>de</strong>nas que no hiciese pedazos,<br />
arremetiendo á unos ó hiriendo h otros. Lleváronle atado<br />
como un toro muy bravo, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l santo; y él lo hizo<br />
<strong>de</strong>salar, y estando suelto le dijo: Vén, llégale aquí. Llegó<br />
Marsilas temblando, la cabeza baja, echóse á sus piés, y<br />
lamfaselos con su lengua como si fuera una oveja mansa.<br />
Hizo oración por él, y al cabo <strong>de</strong> siete dias que le tuvo<br />
consigo quedó sano. Otra vez le trajeron otro en<strong>de</strong>moniado<br />
que se llamaba Orion, hombre riquísimo, que tenia<br />
una legión <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios. Venia el en<strong>de</strong>moniado enca<strong>de</strong>nado,<br />
atadas las manos y la cerviz, y con los ojos bravos<br />
centelleando y con aspecto feroz, que parecía que echaba<br />
llamas <strong>de</strong> fuego. Estaba á la sazón el santo <strong>de</strong>clarando á<br />
sus monges un paso <strong>de</strong> la sagrada Escritura : soltóse el<br />
en<strong>de</strong>moniado <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> los que le traían, y arremetió<br />
á Hilarión; y asiéndole por <strong>de</strong>trás le levantó en el<br />
aire. Temieron los que allí estaban que el <strong>de</strong>monio no lo<br />
maltraíase y lastimase aquel cuerpo, que con los ayunos<br />
y penitencias estaba tan consumido, y levantaron un<br />
gran<strong>de</strong> alarido; mas Hilarión , riéndose, dijo: Dejadme á<br />
raí con mi luchador, y asiéndole <strong>de</strong> los cabellos con la manojo<br />
<strong>de</strong>rribó en tierra,y poniendo el pié sobre él,y apretándole<br />
y dándole algunos golpes, le dijo: Aquí seréis<br />
atormentados, miserables <strong>de</strong>monios.<br />
Oíanse salir <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong> aquel hombre miserable muchas<br />
y diversas voces, como un clamor <strong>de</strong> pueblo confuso.<br />
Oró él santo al Sefior, que es po<strong>de</strong>roso para vencer á los<br />
<strong>de</strong>monios, y no raénos á muchos que á uno; y quedó sa-<br />
1)0: y <strong>de</strong> allí algunos (lias vinonl monasterio con su mujer<br />
é hijos, y trajo algunos dones al siervo <strong>de</strong> Dios. Él lo<br />
dijo: ¿Núhas leído loque aconteció á Giezi y áSimón Mago:<br />
délos cuales el uno pretendió ven<strong>de</strong>r y el otro compiar<br />
la gracia <strong>de</strong> Dios; y los dos pagaron la pena <strong>de</strong>supeca;lo?<br />
Y como Orion llorando le rogase que yaque no lo<br />
q'rria para sí ni para sus monges, tomase aquella limosna<br />
y la diese á los pobres; respondió san Hilarión: Mejor se la<br />
pue<strong>de</strong>s dar tú que andas por las ciuda<strong>de</strong>s y los conoces:<br />
<strong>de</strong>jé jo mi hacienda propia ; ¿ y quieres que meencargue<br />
<strong>de</strong> la ajena? Yo sé que. á muchos el nombre <strong>de</strong> pobre es<br />
ocasión <strong>de</strong> avaricia : ninguno mejo r da al pobre, que el que.<br />
no guarda nada para sí. Estaba muy triste y caido en el<br />
suelo Orion; y díjole el santo abad: No quieras, hijo entristecerte:<br />
lo que hago por mí, hago por tí: si yo lomase tus<br />
dones, ofen<strong>de</strong>ría á Dios, y la legión <strong>de</strong> los <strong>de</strong>monios se<br />
volvoriaá tí. La misma doctrina nos enseñó san Hilarión en<br />
otro criado <strong>de</strong>l emperador Constancio, que habiendo sido<br />
<strong>de</strong>sdo tiiüo afligido <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, vino á él, y con ser <strong>de</strong><br />
nación alemán, le respondió en lengua siríaca, sin haberla<br />
aprendido; y <strong>de</strong>spués que por las oraciones <strong>de</strong>l santo se<br />
vió libre, ie ofreció diez libras <strong>de</strong> oro,las cuales no quiso<br />
lomar sinoim pan <strong>de</strong> cebada; para darnos á enten<strong>de</strong>r (como<br />
dice san Gerónimo; que los que con tal pan se sustenlan,<br />
tienen el or-o por lodo. Mas entre los otros milagros<br />
fué muy notable el que hizo-san Hilarión, para librar una<br />
ÍMMIIX; doncella. Habia en un pueblo <strong>de</strong> Gaza una doncella<br />
<strong>de</strong> bueM vida <strong>de</strong> quien se enamoró un mancebo su vecino,<br />
y procurando por todas las vias que le fueron posibles<br />
atraerla á su voluntad, y no aprovechándole cosa que hiciese,<br />
fué á la ciudad <strong>de</strong>Menfis, y comunicó su enfermedad<br />
y locura con unos hechiceros, ministros <strong>de</strong>l lemplodc<br />
Esculapio. Diéronle una lámina ó plancha <strong>de</strong> cobre con<br />
ciertas figuras espantosas, para que cubierta <strong>de</strong> tierra la<br />
pusiese al umbral <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> la doncella y dijese allí<br />
ciertas palabras. El <strong>de</strong>monio cumplió todo lo que fué dicho.<br />
Comenzó la doncella á amar al mancebo tan <strong>de</strong>saliñadamente,<br />
que parecía mas locura que amor; porque<br />
daba grilos llamándole: heríase el rostro: arrancábase los<br />
cabellos, y hacia otros visajes <strong>de</strong> locura. Lleváronla sus<br />
padres á san Hilarión: y como el <strong>de</strong>monio que habia entrado<br />
en la pobre doncella y la atormentaba, confesase el<br />
modo con que había entrado, y <strong>de</strong>clarase que estaba alado<br />
en una plancha <strong>de</strong> cobre al umbral <strong>de</strong> la puerfa y que<br />
no podía salir hasta que le soltase el mancebo que lelenia<br />
preso; el santo le dijo: ¿Tan poco es lo que pue<strong>de</strong>s, que<br />
una plancha <strong>de</strong> cobre le tiene asido? Df: ¿por qué has<br />
osado entrar en esta sierva <strong>de</strong> Dios? Uespondió el <strong>de</strong>monio:<br />
Entré en ella para guardar su virginidad. ¿Tú (dice<br />
el santo) la habías <strong>de</strong> guardar siendo eneuiigo <strong>de</strong> la castidad?<br />
¿l'or qué no te apo<strong>de</strong>raste <strong>de</strong>l que te trajo acá?<br />
¿Cómo (dijo el <strong>de</strong>monio) habia yo <strong>de</strong> apo<strong>de</strong>rarme <strong>de</strong> él,<br />
teniendo consigo á otro <strong>de</strong>monio <strong>de</strong>l amor, amigo mió?<br />
Finalmente, san Hilarión sanó á la doncella, sin (pie se<br />
quitase aquel impedimenlo déla plancha que <strong>de</strong>cía el <strong>de</strong>monio;<br />
para que se entendiese que á la voluntad <strong>de</strong> Dios<br />
ningunos hechizos ni encantamientos pue<strong>de</strong>n resistir; y<br />
que no se <strong>de</strong>bo dar crédito al <strong>de</strong>monio, que es lan sagaz y<br />
mentiroso. Después <strong>de</strong> haber librado á la doncella <strong>de</strong>aquel<br />
incendio y frenesí que pa<strong>de</strong>cia, la reprendió <strong>de</strong> ¡algunas<br />
livianda<strong>de</strong>s que habia hecho, y con ellas abierto puerta al<br />
<strong>de</strong>monio para que la afligiese y alormentase.<br />
Innumerables fueron los milagros que obró el Señor por<br />
la intercesión <strong>de</strong> san Hilarión, por los cuales se extendió<br />
su fama por todas parles: y el gran padre san Antonio,<br />
cuando algunos enfermos, ó en<strong>de</strong>moniados, iban á él por<br />
remedio <strong>de</strong> Siria á Egipto, Jes <strong>de</strong>cía : ¿Para qué venís á<br />
mí, teniendo en vuestra patria á mi hijo Hilarión? Y le enviaba<br />
cartas y recibia con gran consuelo las que Hilarión<br />
le cscribia. Por estos milagros y mucho mas por el ejemplo<br />
admirable <strong>de</strong> su santa vida, se ediBcaron en Palestina<br />
innumerables monasterios, y acudian todos los monges á<br />
Hilarión, como á su padre y maestro, para ser ensenados<br />
<strong>de</strong>él; y él los instruía con su vida y con sus palabras,avisándolos<br />
que consi<strong>de</strong>rasen bien como se pasa la figura y<br />
vana representación <strong>de</strong> este mundo, y que aquella es verda<strong>de</strong>ra<br />
vida que se compra con la incomodidad y pérdida<br />
do la vida presente. Amonestábales que no tuviesen solicitud<br />
<strong>de</strong> lo que habían <strong>de</strong> comer ó vestir, ni <strong>de</strong> las otras cosas<br />
que pasan con el tiempo, sino que pusiesen en Dios toda<br />
su confianza, y aborrecía en gran manera á los que<br />
guardaban mucho las cosas, temiendo que les habia<strong>de</strong>fallar.<br />
Una vez, un monge que tenia algunos dineros y era<br />
muy guardador, lo envió una haz <strong>de</strong> garbanzos ver<strong>de</strong>s,<br />
como primicias <strong>de</strong> su huerta, y so la pusieron sobre la mesa.<br />
El dijo que no podia sufrir el mal olor que salía <strong>de</strong> la<br />
haz porque hedía á avaricia; y que en prueba <strong>de</strong> estola<br />
diesen á los bueyes y viesen si comían <strong>de</strong> ella. Echóse la<br />
haz á los bueyes; y ellos espantados, rompiendo las ataduras,<br />
huyeron <strong>de</strong>l establo; porque entre lasolras gracias