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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 21 OCTUBRE, 2G5<br />

espantarle y hacerle huir. Antes que viese cosa alguna,<br />

entendió ser embuslcs <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio: postróse en tierra,<br />

hizo sobre sí la señal <strong>de</strong> la cruí, mirando á una parte y<br />

á otra para ver con los ojos, lo que sus oidos oian. Hacia<br />

una luna muy clara ; y <strong>de</strong> repente vió venir sobre sí un<br />

carro, guiado <strong>de</strong> unos furiosos caballos que daban muestra<br />

<strong>de</strong> quererle alropellar; pronunció Hilarión el dulcísimo<br />

nombre <strong>de</strong> Jesús; y al momento vió que se abrió la tierra<br />

y tragó el carro y los caballos, y todo aquel torbellino y<br />

ruido que traían consigo. Hizo gracias al Señor por haberle<br />

librado, y cantó aquellas palabras que dijeron los <strong>de</strong>l<br />

pueblo <strong>de</strong> Israel, cuando el mar Bermejo tragó á Faraón<br />

y á sus ejércitos: «Al caballo y caballero <strong>de</strong>rribó en el<br />

mar.» Muchas fueron las tentaciones con que los <strong>de</strong>monios<br />

le combatieron , y varios los lazos que le armaron:<br />

porque estando echado en el suelo, para recrear su <strong>de</strong>bilitado<br />

cuerpo con un breve süeflo, parecian <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

él mujeres <strong>de</strong>snudas ; otras veces pereciendo <strong>de</strong> hambre,<br />

ponían mesas llenas <strong>de</strong> muchos y preciosos manjares;<br />

otras cuando oraba , andaban lobos aullando al re<strong>de</strong>dor;<br />

si cantaba himnos en alabanza <strong>de</strong> Cristo , represenlabansele<br />

hombres que «e acuchillaban y <strong>de</strong>jaban muerto á<br />

sus piés uno <strong>de</strong> ellos que le pedia sepultura. Estaba una<br />

vez orando, y divirtióse <strong>de</strong> la oración un poco con la imaginación<br />

: llegó á él un hombre feroz y cruel, al talle <strong>de</strong><br />

los que en Roma llamaban gladiadores : dióle <strong>de</strong> coces en<br />

los costados, y comenzóle á herir cotí un azote en las<br />

espaldas, y diciendo: Ea,¿qué es esto? ¿por qué te<br />

duermes ? daba gran<strong>de</strong>s risadas; y cuando lo tuvo bien<br />

atormentado, le preguntó si tomaria un poco <strong>de</strong> cebada.<br />

Des<strong>de</strong> los diez y seis años hasta los veinte , usaba <strong>de</strong><br />

una pequefia choza <strong>de</strong> juncos y otra yerba espinosa, llamada<br />

carica, para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su tierno cuerpo <strong>de</strong> los hielos<br />

y recios soles. Después <strong>de</strong> este tiempo ediQcó una celda,<br />

que dice san Gerónimo , que permanecía en su tiempo , y<br />

era mas sepultura <strong>de</strong> cuerpo muerto, que celda <strong>de</strong> homhombre<br />

vivo: porque tenia cuatro piés <strong>de</strong> ancho y <strong>de</strong> alio<br />

cinco; <strong>de</strong> modo, que era mas baja que su estatura, y <strong>de</strong><br />

largo no tenia mas que su cuerpo. Dormia en unos juncos<br />

puestos sobre la tierra; y esta fué su cama hasta que murió.<br />

Corlábase el cabello una vez al año, por la festividad<br />

<strong>de</strong> la Pascua : no lavaba el saco que traía vestido, porque<br />

<strong>de</strong>cia que no habia para qué buscar regalo en el cilicio;<br />

ui tomó túnica nueva basta que la vieja estaba hecha pedazos.<br />

Tenia <strong>de</strong> memoria gran parte <strong>de</strong> la Escritura sagrada<br />

, y recitaba algo <strong>de</strong> ella , <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber rezado<br />

muchos salmos y oraciones; lo cual hacia con tan gran<strong>de</strong><br />

«tención y reverencia como si viera con sus ojos presente<br />

a' Señor con quien hablaba. Des<strong>de</strong> los veinte y un años<br />

<strong>de</strong> su edad hasta los veinte y siete , los tres años y medio<br />

eomia unas lentejas remojadas en agua fría, y otros tres<br />

años comía pan seco, mojado en agua y sal; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />

veinte y siete años hasta los treinta se sustentó con yerhas<br />

y raices: <strong>de</strong>spués hasta los treinta y cinco comía cada<br />

día seis onzas <strong>de</strong> pan <strong>de</strong> cebada con algunas yerbas cocías<br />

: <strong>de</strong>spués por estar enfermo añadió á las yerbas un<br />

poco <strong>de</strong> aceite por regalo ; y así pasó hasta los sesenta y<br />

. e eslacdad hasta los ochenta, no quiso<br />

comer pan m olrn me-» o; • , . .<br />

w rincm J ' s,no un maniar <strong>de</strong> harina y yerbas<br />

<strong>de</strong>smenuzadas (JUPloo,- J .j • i_ •,<br />

, ' "ue ie servia <strong>de</strong> comida v bebida v<br />

Z ^l Tf PUCf501 • fies,, ¿ fuese ni<br />

|ior grave enfermedad que (uvioSCÍ|oj6 <strong>de</strong> ayunar. ¿Quifn<br />

TOMO III,<br />

no se maravillará <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong>l Señor, que así esfuerza<br />

un hombre flaco y miserable, para que viva una vida tan<br />

áspera y admirable como la vivió san Hilarión? Y le adornó<br />

<strong>de</strong> tan altas y extraordinarias virtu<strong>de</strong>s que son mas<br />

admirables que imitables ; para que nosotros ya que no<br />

po<strong>de</strong>mos llegar adon<strong>de</strong> él llegó, procuremos hacer lo poco<br />

que po<strong>de</strong>mos, y no midamos con nuestra flaqueza la virtud<br />

<strong>de</strong> los santos.<br />

Estando , pues , en su choza Hilarión y siendo <strong>de</strong> diez<br />

y ocho años, vinieron á él una noche los ladrones, ó pensando<br />

que tenia alguna cosa que po<strong>de</strong>rle robar , ó pareciéndoles<br />

que era afrenta suya que un mozo viviese entre<br />

ellos con tan gran seguridad y sin algún temor y recelo.<br />

Anduvieron toda la noche buscando aquella pobre choza,<br />

y nunca la pudieron hallar. A la mañana le hallaron, y<br />

como por burla le dijeron : ¿Qué harías si te vieses cercado<br />

<strong>de</strong> ladrones? Y él les respondió : El pobre y <strong>de</strong>snudo<br />

no teme ladrones. Y ellos le dijeron : A lo ménos pue<strong>de</strong>s<br />

per<strong>de</strong>r la vida. Dijo él: Así es verdad que la puedo per<strong>de</strong>r;<br />

mas no temo los ladrones, porque estoy aparejado<br />

á morir. Quedaron admirados <strong>de</strong> ver su constancia, y confesaron<br />

que le habían buscado aquella noche y no le habían<br />

podido hallar, y prometieron enmendar sus vidas.<br />

Veinte y dos años habia pasado san Hilarión en esta<br />

manera <strong>de</strong> vida, sin ser conocido sino por la fama , que<br />

por todas las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Palestina se había <strong>de</strong>rramado,<br />

<strong>de</strong> su santidad y gran<strong>de</strong>s virtu<strong>de</strong>s. Vino á él un día una<br />

mujer y echóse <strong>de</strong> repente á sus piés; y viendo que él<br />

mostraba pesar <strong>de</strong> verla allí y hacia muestra <strong>de</strong> quererse<br />

ir, con muchas lágrimas le dijo: Perdona mi osadía, siervo<br />

<strong>de</strong> Dios; que mi necesidad y trabajo me hace que te sea<br />

importuna. Vuelve á mí tus ojos, y mírame nó como á<br />

mujer, sino como á afligida; que mujer fué la que parió<br />

al Salvador. Detúvose san Hilarión oyendo estas palabras<br />

y preguntóla la causa <strong>de</strong> su dolor; y entendiendo que era<br />

casada, y que su maridóla quería <strong>de</strong>jar porque eo quince<br />

años no tenia hijos, alzó los ojos al cielo é hizo orackm,<br />

y <strong>de</strong>spidióla ; y al cabo <strong>de</strong> un año le vino á visitar con<br />

un hijo. Este fué el principio <strong>de</strong> las maravillas qtíe Dios<br />

obró por san Hilarión, y fueron tantas y tan gran<strong>de</strong>s, que<br />

llenaron al mundo <strong>de</strong> admiración. Resucitó tres hijos <strong>de</strong><br />

una señora muy principal llamada Aristenela, mujer <strong>de</strong><br />

un caballero que se <strong>de</strong>cia Elpidío , la cual, habiendo ido<br />

por su <strong>de</strong>voción á visitar á san Antonio con su marido y<br />

con sus tres hijos, volviendo á su casa se le murieron todos<br />

tres en la ciudad <strong>de</strong> Gaza, en don<strong>de</strong> fué san Hilarión<br />

importunado <strong>de</strong> los ruegos <strong>de</strong> sus monges y vencido do<br />

las lágrimas <strong>de</strong> la pobre madre, é invocando sobre ellos<br />

el nombre santo <strong>de</strong> Jesús, resucitaron luego y besaron<br />

las manos al santo varón. Divulgóse este milagro y venían<br />

<strong>de</strong> todas parles mucha gente para ver á Hilarión:<br />

viéndole muchos gentiles recíbian la fé <strong>de</strong> Cristo , y otros<br />

tomaban el hábito <strong>de</strong> monge y se quedaban con él, y se<br />

fundaron algunos monasterios que fueron los primeros<br />

que se edificaron en Siria , los cuales instituyó y gobernó<br />

Hilarión como lo hacia san Antonio en Egipto. Trajeron á<br />

san Hilarión una mujer ciega que le dijo que habia gaslado<br />

toda su hacienda con los médicos sin provecho; y él<br />

la respondió: Sí lo que has perdido con los médicos lo<br />

hubieras dado á los pobres , Jesucristo verda<strong>de</strong>ro médico<br />

te hubiera sanado: y ungiendo con su saliva los ojos <strong>de</strong><br />

la ciega, luego cobró la vista. A un cochero, <strong>de</strong> quien el<br />

u

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