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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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ñas. Levantóle Dios al sinpremo grado <strong>de</strong> la contemplación<br />

; y así se le pasaban, no solo muchas horas, sino muchos<br />

días, sin interrumpir su oración, ni <strong>de</strong> dia ni <strong>de</strong> noche,<br />

sin acordarse <strong>de</strong> comer ni <strong>de</strong> dormir, teniendo por<br />

sustento las palabras (pie proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong> Dios, y<br />

por sueño el <strong>de</strong> la Esposa, cuando no quiso el Esposo que<br />

}jp<strong>de</strong>spertasen, hasta que ella quisiese. Pa<strong>de</strong>cía en su oración<br />

continuos éxlusis. Todo lugar era para él lugar <strong>de</strong><br />

oración, y en todo lugar hallaba abierta la puerta <strong>de</strong>l cielo<br />

y puesta la escala para subir á la casa do Dios. Nada<br />

podia embarazarle el unirse con Dios, ni los hombres ni<br />

los <strong>de</strong>monios. ¡Cuántas liazas inventaron los <strong>de</strong>monios,<br />

para hacerle <strong>de</strong>jar el puesto don<strong>de</strong> oraba 1 ; Qué invenciones<br />

no Imscaron para divertirle! [ Qué figuras no tomaron<br />

para espanlarle y amedrentarle! Unas veces lo apedreaban<br />

y herían : otras hacian estruendo <strong>de</strong> formados y<br />

contrarios ejércitos que trataban la batalla, oyéndose el sonido<br />

<strong>de</strong> los clarines y tambores, los relinchos <strong>de</strong> los caballos,<br />

el ruido <strong>de</strong> las armas y la gritería <strong>de</strong> los soldados:<br />

otras arremetían á él, como que le querían dar la muerte;<br />

y habiendo luchado con el santo, huian corridos y avergonzados<br />

por no haber podido hacerle retirar ni <strong>de</strong>jar el<br />

campo, ni per<strong>de</strong>r el puesto <strong>de</strong> la batalla. En todas parles<br />

miraba á Dios presente, como si le viera con los ojos <strong>de</strong>l<br />

cuerpo; y <strong>de</strong> aquí le nacia traer siempre la cabeza <strong>de</strong>scubierta<br />

; porque <strong>de</strong>cia, que los que están <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los<br />

reyes, están <strong>de</strong>scubiertos; y así lo estaba él <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

su Rey. Con el ejercicio continuo <strong>de</strong> la oración y contemplación<br />

y luz que Dios lo comunicaba en ella, vino á ser<br />

tan gran maestro <strong>de</strong> espíritu, que los mas cminenlos varones<br />

<strong>de</strong> su tiempo se preciaban <strong>de</strong> ser sus discípulos;<br />

y <strong>de</strong>l libro que escribió <strong>de</strong> la Oración, tomó ocasión el incomparable<br />

varón, el venerable P. Fr. Luis <strong>de</strong> Granada,<br />

para escribir sus celebrados libros, en los cuales corre el<br />

espíritu en un rio <strong>de</strong> elocuencia, <strong>de</strong> cuyas aguasaos que<br />

beben, reciben salud. Como san Pedro andaba tan <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> sí, no veia ni percibía lo que estaba fuera <strong>de</strong> sí, y mejor<br />

le llamaremos ciego que mo<strong>de</strong>sto, y muerto que mortificado.<br />

En el aposento que le dieron al entrar en la religión<br />

estuvo un año, y en todo él no miró al techo, ni supo<br />

si estaba á leja vana, ó era <strong>de</strong> tablas: en la iglesia y coro<br />

asistía muchas horas en oración y otros ejercicios, y no<br />

sabia si el cielo era <strong>de</strong> bóveda ó ma<strong>de</strong>ra : en la mesa buscaba<br />

el cuchillo y el pan por el liento : no sabia los lugares<br />

don<strong>de</strong> se suelen juntar los frailes; y así, se iba tras ellos<br />

cuando habían <strong>de</strong> hacer algún acto <strong>de</strong> comunidad. Habiendo<br />

estado Ires años en un convento, saliendo <strong>de</strong> él para<br />

otro, no pudo dar razón <strong>de</strong> nada <strong>de</strong> lo que en él había: en<br />

otro convenio estuvo por espacio <strong>de</strong> cuatros afios ; y habiendo<br />

un árbol junto á la puerta <strong>de</strong>l claustro, por la cual<br />

entraba y salía cada dia muchas veces, nunca levantó los<br />

ojo3 á mirarlo; así los hombres como mujeres, así religiosos<br />

como seglares, no los eonocia mas que por el habla, y<br />

ninguna persona podía <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> qué color eran sus ojos;<br />

porque ni ellos veían ni se <strong>de</strong>jaban ver, y particularmente<br />

cuando hablaba con alguna mujer, los cerraba y apretaba<br />

<strong>de</strong> manera los párpados, como si por ellos le hubiera<br />

<strong>de</strong> entrar la muerte. Kn ningún lugar, ni en su celda, ni<br />

en el campo, dispensaba con sus ojos, ni les permitía algún<br />

alivio: solo miraba el lugar don<strong>de</strong> poníalos piés, para<br />

que <strong>de</strong> esta manera, no mirando las cosas lícitas, estuviesen<br />

mas seguros <strong>de</strong> no mirar las ilícita?, y estando cerra-<br />

LA LEYIíNDA DE ORO.<br />

DIA 19.<br />

dos los ojos <strong>de</strong>l cuerpo á las cosas <strong>de</strong> la tierra, estuviesen<br />

abiertos los ojos <strong>de</strong>l alma para mirar las <strong>de</strong>l cíelo.<br />

Des<strong>de</strong> niño fué arnantísimo <strong>de</strong> la castidad: y con ser tan<br />

recatado y vigilante en la guarda <strong>de</strong> la pureza, y tener el<br />

cuerpo tan flaco y atenuado con las penitencias, aun vivía<br />

en la carne casi muerta el ardor déla concupiscencia, avivando<br />

el <strong>de</strong>monio las llamas, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse coronado<br />

por muchos años <strong>de</strong> perpeluas victorias, no cesaba<br />

la guerra; porque el Señor, que veia á su soldado vencer<br />

lan gloriosamente, permilia al <strong>de</strong>monio que combatiese<br />

con él, para que multiplicándose las batallas, se multiplicasen<br />

los triunfos. ¿Qué (razas no usó el infierno para vencerle?<br />

hasta aparecórsele los <strong>de</strong>monios en figura <strong>de</strong> mujeres<br />

hermosas y <strong>de</strong>senvueltas, que le daban tenililes<br />

asaltos, y por mas que cerraba los ojos <strong>de</strong>l cuerpo, las<br />

veia claramente en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su mente, dibujadas con colores<br />

<strong>de</strong> sensualidad. Hacíase la guerra á sí mismo para<br />

vencer al <strong>de</strong>monio, multiplicando los rigores <strong>de</strong> ayunos,<br />

disciplinas y cilicios, y tal vez se arrojó á estanques <strong>de</strong><br />

agua helada, como san Bernardo, y se revolvió en la<br />

nieve como san Francisco, y se arrojó en las espinas como<br />

san Benito, para templar con el hielo el fuego <strong>de</strong> la lujuria,<br />

y apagar con su propia sangre las llamas <strong>de</strong> la sensualidad.<br />

De esta manera, con rigores, cautela, oración,<br />

<strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong> sí y confianza en Dios, <strong>de</strong>fendió y conservó<br />

entera su virginidad (oda la vida, como un castillo<br />

fuerte cercado <strong>de</strong> armas y enemigos: y en una ocasión<br />

que alcanzó <strong>de</strong>l iníierno una insigne victoria, vinieron los<br />

ángeles á cantarle la gloria <strong>de</strong>l vencimiento, con una música<br />

tan suave y armoniosa, que olvidado <strong>de</strong> que estaba<br />

en la tierra, le pareció que vivía ya en el cielo entre los<br />

coros <strong>de</strong> los bienaventurados. No se si hé <strong>de</strong> llamar á esto^<br />

santo pobre, ó la pobreza misma ; porque lodo lo <strong>de</strong>spreciaba<br />

y tenía <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> los piés: todas las cosas <strong>de</strong>jó, como<br />

los apóstoles, y á todas las tenia por basura como san Pablo,<br />

para ganar á Cristo, y tomó forzado <strong>de</strong>l mundo lo<br />

qne apenas bastaba para vivir en el mundo, como quien lo<br />

tenía por <strong>de</strong>stierro, y <strong>de</strong>seaba salir <strong>de</strong> él, para caminar á<br />

la patria celestial; y solo admitía <strong>de</strong> buena gana los <strong>de</strong>sprecios<br />

qne le ofrecía el mundo; porque su humildad no<br />

fué inferior á ninguna <strong>de</strong> sus virlu<strong>de</strong>s. Mas como el mundo<br />

je daba honras,n | e ensoberbecía con ellas, antes se bumiilaba<br />

mus, teniendo las honras por un gravo peso que !o<br />

hacia hundir y sumir en el abismo <strong>de</strong> su nada. Primero no<br />

se <strong>de</strong>jaba honrar; mas viendo <strong>de</strong>spués que no podía excusarlo,<br />

se armaba contra la vanagloria, con piadosas y discretas<br />

consi<strong>de</strong>raciones. ¿No eres ( <strong>de</strong>cia) muerto al mundo?<br />

Pues déjate tratar como muerto, el cual, por reverencias<br />

y genuflexiones que le hagan y alabanzas que le<br />

digan, no se mueve ni envanece; antes se queda seguro en<br />

la corrupción y polvo don<strong>de</strong> camina. ¿No corres cada instante<br />

al sepulcro? ¿Estas honras, no son viento y vanidad<br />

que pasa? Pues estáte y persevera en lo que eres;<br />

que estas honras, como el vienlo pasarán, sin que te puedan<br />

dar la virtud que no tienes.<br />

Habiendo concedido Dios á san Pedro <strong>de</strong> Alcántara (odas<br />

las virtu<strong>de</strong>s en tan eminente grado, no es mucho qne le.<br />

concediese las otras gracias menores, que no son santidad<br />

sino señal <strong>de</strong> santidad,con que suele honrar y favorecer á<br />

los mayores santos. Hizolo admirable en lodos los elementos;<br />

porque en lodos hizo por sus merecimientos gran<strong>de</strong>s<br />

prodigios. Habiéndose pegado fuego en un convento, sin

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