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sor novicios <strong>de</strong>l santo padre, y hacerse como niños para<br />
SLT enseñados <strong>de</strong> él. De los cuatro primeros convenios<br />
hizo una custodia qne llamó <strong>de</strong> San José, su especial patrón<br />
y <strong>de</strong>voto; y en llegando á nueve los conventos, con<br />
autoridad apostólica y potestad <strong>de</strong>l comisario general que<br />
tenia, la erig ó en provincia, é hizo constituciones muy<br />
pru<strong>de</strong>ntes 6 importantes [tara ta perfecta guarda <strong>de</strong> la regla<br />
do su seráfico padre san Francisco, i) modo <strong>de</strong> vida<br />
asperísimo y santísimo que san Pedro <strong>de</strong> Alcántara plantó<br />
en el mundo, se ha dilatado por diversas provincias <strong>de</strong><br />
España y ha llegado hasta las Indias, dando á la Iglesia<br />
muchos varones insignes en santidad y milagros, y fiíialmente<br />
mártires <strong>de</strong>clarados por la se<strong>de</strong> apostólica; porque<br />
aquellos seis religiosos <strong>de</strong>scalzos que murieron en el<br />
Japón crucificados por la predicación <strong>de</strong>l Evangelio, como<br />
dijimos en su vida, á 3 <strong>de</strong> fehrero, hijos son <strong>de</strong> san Pedro<br />
<strong>de</strong> Alcántara.<br />
No solamente escogió Dios á san Pedi o para qne instituyese<br />
una nueva familia; mas quiso tamhien que ayudase<br />
á la seráfica madre santa Teresa <strong>de</strong> Jesús á la fundación<br />
<strong>de</strong> su religión; porque el santo aprobó su espíritu y<br />
la quitó los temores y dudas que la afligian, y aseguró<br />
que sus revelaciones eran verda<strong>de</strong>ras, y la dijo, como la<br />
misma santa lo refiere, que si no era la fé, no podia haber<br />
cosa mas verda<strong>de</strong>ra ni que tanto pudiese creerse: y<br />
<strong>de</strong>sengañó á los que la tenian por engañada , aseguró á<br />
los que dudaban, la <strong>de</strong>fendió <strong>de</strong> los que la persegnian, la<br />
consoló en sus aflicciones, la aquietó en sus escrúpulos, la<br />
alentó á la fundación <strong>de</strong> sus conventos, in ayudó á vencer<br />
las dificulta<strong>de</strong>s que se ofrecían, haciendo para esto<br />
muchos viajes, y no perdonando á trabajo ni faliga; porque<br />
entendió con luz <strong>de</strong>l cielo cuánto se habia <strong>de</strong> servir<br />
Dios do aquella obra, y cuánto se habia <strong>de</strong> propagar y<br />
exten<strong>de</strong>r por el iflundo para bien <strong>de</strong> la santa Iglesia; y<br />
así se lo prometió á la santa madre. Con el largo trato y<br />
comunicación que tuvo san Pedro con sania Teresa, conoció<br />
la santa madre los tesoros <strong>de</strong> santidad que Dios habia<br />
encerrado en aquella venturosa alma : y el Señor quiso<br />
también con algunos singulares favores dar á conocer mejor<br />
á la santa los méritos <strong>de</strong> su siervo. Habiendo ido el<br />
santo á la ciudad <strong>de</strong> Avila, le convidó á comer santa Teresa,<br />
y él admitió el convite, estimando su caritativo afecto.<br />
Previno el convite, nó la ostentación vana, sino la caridad<br />
humil<strong>de</strong>. Y fué la comida en el convento <strong>de</strong> la Encarnación,<br />
don<strong>de</strong> le esperaba la santa madre en compañía <strong>de</strong><br />
otrasierva <strong>de</strong> Dios llamada María Diaz. Sustentaba el santo<br />
con palabras divinas el alma délas que pretendian regalar<br />
su cuerpo con manjar corruptilile; y entre estas<br />
pláticas se arrebató y quedó en éxtasis por mucho espacio<br />
con gran consuelo <strong>de</strong> la santa madre, que nunca hasta<br />
cotonees le habia visto <strong>de</strong> aquella forma. Sentado a la<br />
mesa no quiso comer masque una escudilla <strong>de</strong> potaje, que<br />
era ta comida <strong>de</strong> las solemnida<strong>de</strong>s; pero Dios, que no sabe<br />
escasear sus favores y gusta <strong>de</strong> los conviles que celebra<br />
la caridad y no la gula, se apareció visible á loa dos<br />
santos en forma <strong>de</strong> im mancebo <strong>de</strong> maravillosa majestad<br />
y hermosura, y sentándose á la mesa aliado <strong>de</strong>l santo<br />
padre, partió el manjar (pie estahaen la mesa, y haciendo<br />
plato al santo, se le puso <strong>de</strong>lante y le mandó que comiase.<br />
Comió algunos bocados partidos <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong><br />
d isto, y luego lomó el Seilor un vaso <strong>de</strong> agua que estaba<br />
en la mesa, y se le aplicó á la boca para que bebiese, y le<br />
LA LEYENDA DE ORO. DU 19.<br />
limpió los labios con una toalla ántes y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> beber;<br />
y con esto <strong>de</strong>sapareció, quedando el santo anegado en gozos<br />
celestiales y arrebatado en éxtasis; y santa Teresa y<br />
su compañera gozesas, maravilladas y suspensas, con<br />
nueva eslima y veneración <strong>de</strong>l santo á quien Dios hacia<br />
tales favores.<br />
Pero no es maravilla que hiciese Dios estos favores á<br />
quien habia adornad;) <strong>de</strong> tan admirables virlu<strong>de</strong>s, que es<br />
mas fácil admirarlas que imitarlas ó alabarlas ; y en ellas<br />
hallarán mucho por que confundirse aun los que tratan <strong>de</strong><br />
perfección, viendo cuán a<strong>de</strong>lante, cuán <strong>de</strong> priesa, y á largos<br />
pasos camina este gigante <strong>de</strong> santidad que <strong>de</strong>ja atrás<br />
á los mas fervorosos. Su fó era como la columna <strong>de</strong> luz<br />
que guiaba á los israelitas entre las tinieblas <strong>de</strong> la noche:<br />
<strong>de</strong>cia, que los misterios divinos, oscuros al enlendimiento<br />
humano, eran claras luces <strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> Dios, y que<br />
cuanto ménos los enlendia mas los creia; porf|pe !e mostraba<br />
mejor quién es Dios y cuán incomprensibles son sus<br />
perfecciones. Aprendió <strong>de</strong> memoria el viejo y nuevo Testamento,<br />
y este era eljparaiso <strong>de</strong> <strong>de</strong>leites en que hallaba<br />
todas sus <strong>de</strong>licias: por lo cual repetía muchas veces algunos<br />
textos <strong>de</strong> la sagrada Escritura. Cuando oia alguna palabra<br />
<strong>de</strong>l Evangelio, se inclinaba con profunda reverencia<br />
: y tratando con sus frailes un dia <strong>de</strong>l respeto y veneración<br />
que se <strong>de</strong>be á los misterios <strong>de</strong> nuestra santa fe, les<br />
dijo: Mirad, hijos, cuando leyére<strong>de</strong>slos Evangelios santos,<br />
poned los manos juntas, y estad atentos con gran reverencia<br />
y <strong>de</strong>voción; porque está escrito en ellos este soberano<br />
misterio, <strong>de</strong> cómo Dios encarnó y se Iiizo hombro por amol<strong>de</strong><br />
los hombres. Su espe-ranza y confianza en Dios fué igua'<br />
á su fé: ella era como el áncora <strong>de</strong> su alma en las tempesta<strong>de</strong>s<br />
que se levantaron contra él, ó como el norte (pío<br />
guiaba sus rumbos por entro los escollos y bajíos <strong>de</strong>l mar<br />
tempestuoso <strong>de</strong>l mundo. En-lodas sus empresas y dificulta<strong>de</strong>s,<br />
levantando los ojos al cielo, repetía las palabras <strong>de</strong><br />
David: In te, Domine, speravi, non confvndnr in alermm.<br />
Con ser tan estimado <strong>de</strong> los reyes y principes, nunca esperó<br />
<strong>de</strong> su mano el buen sucoso <strong>de</strong> sus negocios, ni temía<br />
mal suceso aunque se !e opusiesen personas muy po<strong>de</strong>rosas,<br />
y no se <strong>de</strong>scubriese camino para llegar al cumplimiento<br />
<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos; porque todo lo esperaba <strong>de</strong> Dios,<br />
y Icniendí) á Dios <strong>de</strong> su parte no tenia á quien temer. Con<br />
esta esperanza venció insuperables dilicultn<strong>de</strong>s, óhizo posibles<br />
los (pie á la pru<strong>de</strong>ncia humana parecian imposibles;<br />
y <strong>de</strong>cia á lodos los que trataba : En sus pretensiones pongan<br />
en Dios la esperanza, que él encaminará los medios al<br />
<strong>de</strong>seado fin. Por esta confianza sustentó Dios al santo y á<br />
sus hijos milagrosamente muchas veces, cuando estaban<br />
<strong>de</strong>stituidos <strong>de</strong> todo remedio humano. En la fé <strong>de</strong> los misterios<br />
divinos y en la esperanza <strong>de</strong> los bienes celestiales, so<br />
conocía que san Pedro era hombre que vivía en la tierra:<br />
en la caridad parecia un seraliu <strong>de</strong> los qne habitan en el<br />
cíelo: tanto era c! incendio <strong>de</strong> su amor, que no pudiéndolo<br />
sufrir, se salía muchas veces <strong>de</strong> la estrechura <strong>de</strong> su<br />
celda á los campos buscando el aire frío, para querefrkerase<br />
el aidor da su pecho. Dice una cosa muy rara su historiador<br />
Fr. Juan <strong>de</strong> San Bernardo, procurador general en<br />
Roma en la causa <strong>de</strong> la canonización <strong>de</strong> san Pedro <strong>de</strong> Alcántara,<br />
que viéndose en una ocasión abrasado <strong>de</strong>l fuego<br />
<strong>de</strong>l amor divino, sin po<strong>de</strong>r sufrir sus llamas, se arrojó en<br />
un estanque helado para templar el incendio, y que con<br />
su calor <strong>de</strong>shizo el hielo, calentó el agua y comen/.ó á