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DIA 12.<br />
para nada era baefio ; a Jo qoo coulribuia mucho la cortedad<br />
<strong>de</strong> su tálenlo, que le Iiacia poco apto para las cosas<br />
exteriores; por cuya causa no solo en el tiempo <strong>de</strong>l noviciado,<br />
sino también en toda su vida, estuvo sujeto á varias<br />
reprensiones y mortificaciones, particularmente <strong>de</strong> algunos<br />
superiores indiscretos, sin que el siervo <strong>de</strong> Dios jamás se<br />
quejase ó excusase, ni manifestase alguna tarbacion; antes<br />
al contrario, <strong>de</strong> este su involuntario <strong>de</strong>fecto tomaba motivo<br />
para bmmllarse, envilecerse y llamarse el jumento <strong>de</strong>l COHvento,<br />
que comía el pan <strong>de</strong> bal<strong>de</strong> y que no mcrecia sino<br />
palos. Des<strong>de</strong> los primeros dias en que tomó el hábito, se<br />
<strong>de</strong>dicó eiUeramenlo al ejercicio <strong>de</strong> la oración, en la cual, ó<br />
en la iglesia ó en la celda, empleaba lodo el tiempo que le<br />
sobraba <strong>de</strong> sus precisas ocupaciones. Tenia siempre fija en<br />
su menle la sagrada pasión <strong>de</strong> Jesucristo; pasaba las noches<br />
enteras en la meditación <strong>de</strong> sus pasos; y no podia<br />
pensar ni hablar <strong>de</strong> ella sin <strong>de</strong>rramar muchas lágrimas.<br />
La oración , pues, era el dulce pábulo do su alma, <strong>de</strong> la<br />
cual sacalta luz y fuerza para practicar todas las virtu<strong>de</strong>s,<br />
habiendo sido en ella favorecido <strong>de</strong> Dios nuestro SeQor con<br />
admirables éxtasis y raptos, y con una luz sobrenatural<br />
tan extraordinaria, que si bien era un hombre idiota que<br />
no conocía las letras, tenia no obstante sublimes sentimientos<br />
<strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> Dios, y discurría con tal unción<br />
<strong>de</strong> espíritu y con tanta propiedad <strong>de</strong> palabras sobre los<br />
misterios <strong>de</strong> nuestra religión, que causaba admiración y<br />
pasmo á los mismos que eran consumados en el estudio <strong>de</strong><br />
la sagrada teología. Veneraba con ar<strong>de</strong>ntísimo afecto al<br />
santísimo Sacramento, que recibía casi todos los dias con<br />
un fervor <strong>de</strong> espíritu que compungía á los que le observaban.<br />
Era también muy singular la ternura con que venc-<br />
''fha á la Virgen santísima, poniendo en ella, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
ííios, toda su confianza. En todas sus acciones <strong>de</strong>scubría<br />
una santa simplicidad, pero acompañada <strong>de</strong> la pru<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> la serpiente, según la expresión <strong>de</strong>l Evangelio; por lo<br />
que era amable á todos, fácil en con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r á su voluntad<br />
, y pronto en cumplir cuanto le encargaban, mientras<br />
pudiese cjecularlo sin perjuicio <strong>de</strong> su <strong>de</strong>licada conciencia.<br />
Para prueba <strong>de</strong> esta verdad, bastará referir lo que le sucedió<br />
con una señora <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Ascolí. Rogó esta señora<br />
al siervo <strong>de</strong> Dios tratase un cierto negocio, que la<br />
•nsiaba mucho, con un sugelo que la nombró; el siervo <strong>de</strong><br />
Ihos se ofreció pronto á complacerla; pero añadiendo ella<br />
Tie cuando hablase con dicha persona fingiese que trataha<br />
el asunlo por si mismo y nó por encargo que se le hubiese<br />
hecho, Serafin la dijo: Señora ¿cómo juzga vuesa<br />
merced quC un religioso es capaz <strong>de</strong> fingir? Quien está <strong>de</strong>dicado<br />
al servicio divino como yo, está obligado á proce<strong>de</strong>r<br />
clara y sincoramenie con todos. Estas razones no convencieron<br />
a la dama, ánles prosiguió diciendo era neeesam<br />
conduen- el negocio <strong>de</strong> este modo, á fin <strong>de</strong> quo saliese<br />
fehzmente, yqueaua cuando se dije.e alguna pequeña<br />
menura, sena esta oficiosa y <strong>de</strong> poca consi<strong>de</strong>ración: se aloro<br />
el buen rel.gmso al «ir el nombre <strong>de</strong> mentira, y santamente<br />
md.gnado la d.jo claramente; Si asi es, yo no soy<br />
a propósito para scrv.rla; y volviéndola las espaldas, se<br />
parbó <strong>de</strong> su presencia <strong>de</strong>jándola {seria difícil <strong>de</strong>cir) si mas<br />
confundida ó mas edificada <strong>de</strong> la inocente simplicidad v<br />
singular pureza <strong>de</strong> conciencia <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> Dios Esta<br />
inocencia y pureza, que conservó en toda su vida, sin<br />
manchar jamás su alma con culpa alguna grave, se hace<br />
OCTüimE. 215<br />
mucho mas admirable si se consi<strong>de</strong>ra que en los diversos<br />
oficios <strong>de</strong> que fué encargado, ya <strong>de</strong> portero, ya <strong>de</strong> limosnero,<br />
ya <strong>de</strong> compañero <strong>de</strong> los predicadores que iban á<br />
predicar á diversos lugares, tuvo que tratar con toda<br />
suerte <strong>de</strong> personas; y por el gran concepto que todos hacian<br />
<strong>de</strong> su virtud, le encargaban muchas y varias incumbencias,<br />
que el santo admitia obligado <strong>de</strong> la ardiente caridad<br />
que tenia para con sus prójimos. Esta caridad <strong>de</strong> Serafin<br />
procedía <strong>de</strong> aquella gran llama <strong>de</strong> amor <strong>de</strong> Dios que<br />
ardía continuamenle en su corazón, que frecuentemente le<br />
hacia <strong>de</strong>sfallecer y le obligaba á gemir y suspirar por el<br />
<strong>de</strong>seo que tenía <strong>de</strong> unirse con el sumo Bien, y <strong>de</strong> verse libre<br />
<strong>de</strong> la cárcel <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> esla tierra<br />
<strong>de</strong> miserias, que era tan ardiente, que pidió al padre general<br />
con muchas instancias le concediese licencia para<br />
pasar á regiones bárbaras <strong>de</strong> infieles para tener ocasión do<br />
morir allí saciificado á gloría <strong>de</strong> Dios y en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />
nuestra santa fé, á fin <strong>de</strong> irse presto al cielo.<br />
También fué efecto <strong>de</strong> su ardiente caridad el celo quo<br />
tenia <strong>de</strong> impedir las ofensas <strong>de</strong> Dios y quitar á los fieles<br />
las ocasiones <strong>de</strong> pecar. Formas que fuese nn religioso lego,<br />
á quien no pertenecía el predicar y el promover <strong>de</strong> oficio<br />
el bien espiritual <strong>de</strong> sus prójimos, todavía disenn iendo por<br />
las calles y por las casas, pidiendo limosna como limosnero<br />
<strong>de</strong> su convento, no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> dar saludables documentos,<br />
persuadiendo á todos á huir el pecado, y acordándoles<br />
la eternidad <strong>de</strong>l premio y castigo que nos está preparado<br />
en la otra vida; lo que practicaba con palabras tan<br />
cuerdas y graves, que penetraba los corazones <strong>de</strong> los quo<br />
le escuchaban, produciendo en sus almas maravillosos<br />
efectos. Conociendo el santo que el juego <strong>de</strong> naipes es un<br />
seminario <strong>de</strong> males, tanto por el tiempo que se <strong>de</strong>sperdicia<br />
en el y por el dinero que se pier<strong>de</strong>, en perjuicio <strong>de</strong> la<br />
familia y <strong>de</strong> los pobres, como por las blasfemias, riñas y<br />
frau<strong>de</strong>s que ordinariamente le acompañan; mostró siempre<br />
muchas ansias <strong>de</strong> extirpar un vicio tan perjudicial: por lo<br />
que, cuando entraba en alguna tienda ó casa don<strong>de</strong> hubiese<br />
jugadores, se sentaba cerca <strong>de</strong> ellos, y en viendo alguna<br />
oportuna ocasión, les quitaba los naipes <strong>de</strong> las manos, los<br />
rasgaba y hacia <strong>de</strong> ellos mil pedazos, y con todo nadie<br />
osaba contra<strong>de</strong>cirle por el concepto gran<strong>de</strong> que todos hacían<br />
<strong>de</strong> su santidad: cuando les quitaba los naipes <strong>de</strong> las<br />
manos solía <strong>de</strong>cirles: Perdonadme, que no hago injuria á<br />
vosotros, sino al <strong>de</strong>monio, que por vuestro medio manejaba<br />
estos naipes. Era tan sabida esta costumbre suya <strong>de</strong> quitar<br />
á los jugadores los naipes <strong>de</strong> sus manos y <strong>de</strong> rasgarlos,<br />
que al verle <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos, soban <strong>de</strong>cirse reciprocamente:<br />
Acabemos, acabemos, que viene Fr. Serafín : y <strong>de</strong>jaban en<br />
efecto el juego.<br />
Iguales, y aun mayores ansias manifestaba el siervo <strong>de</strong><br />
Dios <strong>de</strong> quitar <strong>de</strong> las casas las pinturas inmo<strong>de</strong>stas, quo<br />
él solía llamar pecados permanentes, y escándalos pendientes<br />
<strong>de</strong> la pared, entre guarniciones <strong>de</strong> oro; y son verda<strong>de</strong>ramente<br />
un funesto manantial <strong>de</strong> innumerables culpas,<br />
especialmente en la incauta juventud. Por eso en<br />
cualquiera parle en don<strong>de</strong> le acaeciese ver alguna <strong>de</strong> estas<br />
pinturas, rogaba y conjuraba á los dueños <strong>de</strong> la casa<br />
para que las rasgasen ó quemasen, sin querer admitir la<br />
excusa que muchos daban para retener tales imágenes,<br />
diciendo, que eran pinturas <strong>de</strong> precio y <strong>de</strong> excelente pincel<br />
: ántes por eso mismo, replicaba el santo, hay mas razón<br />
para abolir semejantes pinturas, cuanto representan