Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

20 LA LRYRNDA DR ORO.
los cuales acabaron su vida siempre valerosos y constantes
en su fé.
S\\ lli:ii(:ri,.\NO, M.VKT:R,—Era soldado romano , y murió
despedazado por las Otras, en la ciudad de Ostia, en
Italia, el año 2;>2, al principio del reinado del emperador
(¡alo. Sus reliquias fueron recogidas por un tal Ensebio,
sacerdote de rarma, (pie les dio lionrosa sepultura, levantándose
algunos afios dtíspnes una magnífica hasílica ;i su
memoria, donde ha obrado el Señor grandes milagros.
I.OS SAN TOS UllIUNO, TliODOttO, Ml'NKDl-.MO, Y SETENTA Y
METE COMPASEIIOS, TODOS MÁUTIUKS.—Eran eclesiásticos de
la Iglesia de Constantinopla, y por no querer ceder á las
exigencias impías del emperador
Valcnlc, por su órde i
fueron embarcados en una nave vieja, á la cual pegaron
fuego en alta mar, y los ilustres confesores volaron desde
allí á recibir el premio de la vida eterna.
Los SANTOS QUINTO, AKCONCIO Y DONATO,MÁUTIUF.S.—Solo
sabemos de ellas, (pie derramaron su sangre por la fé de
Jesucristo en Capua, y según los bolandistas en el Puerto
liorna no.
SANTA OBOI UA, VÍIIOEN.—lié aquí lo que dice el M. Florez,
en el lomo vi de su España Sagrada: «De santa Obdulia
bacen memoria, llamándola virgen, el .Martirologio
romano, el calendario muzárabe, y el breviario toledano
anlenor á la edición del muzárabe. Los olicios nuevos de
aquella santa Iglesia,b añaden el titulo de mártir. Nuda
consta de la vida ni do la muerte de esta gloriosa sania.»
SAN LOUENZO JLSTINIANO.~SU vida puede verse en el
dia 8 de enero.
S\\ ALTON, ABAD.—Vyié un monge escocés, que pasando
á la Alemania, se bizo famoso por sus muchos milagros, y
fundó la abadía de Almunster, en Bavicra, á mediados del
siglo VIH.
DÍA e.
SAN ELEUTERIO, ADAD.—El glorioso y magno pontífice
Gregorio, en el cap. 33 del lib. m de sus Diálogos, esoribeasi
la vida del bendito san Eleuterio, abad : «Eleuterio,
padre del monasterio de San Marcos, evangelista, sito en
la ciudad de Espoleto, vivió mucho tiempo, y conversó
conmigo en Roma en mi monasterio, y en él murió. Fué
de tanta virtud, que con sus oraciones resucitó un muerto.
Cierto'ldia caminando, sobrevino la noche, y no tuvo
donde recogerse, sino es en un monasterio de religiosas
que hahia en aquel paraje. Estas siervas de Dios tenían un
uifio, á quien todas las noches atormentaba el demonio,
apoderándose de él. Pidieron al santo, permitiese que
aquel niño durmiese con él aquella noche, sin decirle por
qué. Concediólo el bendito padre, y por la mañana le preguntaron,
cómo le habia ido con el huésped. El santo respondió
quo muy bien ; y como entendiesen que por su virtud,
el demonio no se habia atrevido aquella noche al
muchacho, le pidieron se lo llevase en su compañía, reíiriéndole
lo que pasaba. Llovóselo consigo á su monasterio
, y nunca mas el demonio se atrevió á inquietar aquella
criatura. Pasaron muchos diag, y gozoso el santo ídnd
de ver tan sano, bueno y libre del demonio aquel muchacho,
Heno de alegría dijo un dia á sus monges : El diablo
,se burla de aquellas santas religiosas, y así atormentaba
á este niño, pero ahora no se atreve. Aunque dijo con sinceridad
estas palabras, no dejó de deslizarse en la vana-
DIA 6.
gloria de tan gran milagro: lo cual conoció al instante pollos
efectos; pues al mismo punto se apoderó el demoniu
del muchacbo, y comenzó de nuevo á atormentarle. Reconoció
el santo padre su culpa; aunque fué tan lijera, que
casi era dudoso que la Imbieso comalido, lloróla amargamente,
y pidió á los monges todos se pusiesen cu oración,
protestando, liado en la divina misericordia, que ni él ni
otro alguno de ellos habían de probar bocado de pan, hasta
tanto que aquel niño estuviese bueno, y libre del demonio.
Y como la oración de muchos vale mucho con Dios;
al Ün alcanzaron el perdón de aquella lijera culpa que el
santo abad habia cometido de vanagloria, y juntamente la
salud del niño tan cumplidamente, que nunca jamás se
atrevió el demonio á entraren él.
«Tuve yo (prosiguesan Gregorio), una continua enfermedad,
que los griegos llaman sincopia, de calidad, que
si no comia cada instante, parecía acabárseme la vida, y
dar el último aliento sin remedio. Vínola pascua de Resurrección:
y como yo viese que en el sábado santo loilos
ayunaban, hasta los niños tiernos y delicados, considerando
que yo solo no podía ayunar, me entristecí de manera
con sola esta consiileracion, que mas que la misma
enfermedad me áOigia y acababa totalmente la vida esta
pesadumbre. Un solo consuelo y esperanza de vida halló mi
ánimo triste, que fué llamar al bendito padre Eleuterio, y
comunicaiic secretamente el mal que nuevamente meafiigia,
pidiéndole que con sus ruegos me alcanzase de Dios
gracia para ayunar aquel dia. ¡O lo que vale la oración del
justo! Apenas lo hizo, y me echó su bendición, cuando
sentí tai vigor, tanta virtud y fortaleza en mi estómago,
que no solo pude ayunar aquel dia, sin acordarme mas de
mi enfermedad, sino que también podia ayunar al siguiente;
y así experimenté la gran virtud y santidad de esto
bendito padre. AI fin, lleno de dias y virtudes, dió su santísima
alma á Dios el glorioso Eleuterio, á C de setiembre,
por lósanos del Señor de 580.» Escribieron su vida después
de Gregorio, papa, ya citado, Adon ¡ Reda; Adriano,
papa; Pedro de Natálibus in Cathalogn sanclGrum, lib. vm,
cap. íK ; Surio, tomo v; el Martirologio romano, y Raronio
en sus anotaciones, y en el tomo vu de sus Anales,
año riSO.
* SAN ONESÍFORO, MÁRTIR.—Do este sanio, que fué discípulo
de San Pablo, hace mención el mismo apóstol en su
segunda carta á Timoteo, cuando dice: «El Señor haga
merced á la casa de Onesíforo, porque muchas veces me
consoló, y no tuvo vergüenza de mi cadena ; antes cuando
vino á Roma, me buscó con diligencia y me halló. Díle al
Señor, que halle misericordia delante de su presencia en
aquel dia. Cuánto servicio me hizo en Efeso, mejor lo sabes
tú.» Según consta délos Martirologios griego y romano,
fué martirizado con Porfirio, criado suyo, en el estrecho
de Gal ¡polis, por órden del procónsul Adriano, siendo
cruelmente azotado, y después atado á la cola de un
caballo, que le arrastró largo tiempo, en cuyo tormento
entregó su alma al Criador.
SAN ZACARÍAS, PROFETA.—Es el XI de los doce profetas
menores, y fué hijo de Raraquías, y nielo de Addo. Dios lo
envió juntamente con el profeta Ageo á los judíos, para
animarlos á reedificar el templo. Sucedió esto doce anos
antes del reinado de Darío, hijo de Ilislaspes, quinientos
veinte antes de Jcsucrislo. Ignórase el lugar y la épocadol
nacimienlo de este profeta, como también los de 511 muer-