Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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LA LEYENDA DE TOKIO TERCERO. SETIEMBRE DIA 1. SAN G:I, ABAD.—Fué saruGil griego de nación, natural de Atenas, de sangre real. Su padre se llamó Teodoro, y su madre Pelagia. Desde nino se aplicó al estudio y á todas las obras de virtud, y especialmente á las de misericordia, y socorro de loa pobres. Iba un dia á la iglesia: y viéndole un pobre enfermo que estaba en la calle, ecbado en el suelo, le pidió limosna ; y san Gil desnudándose la túnica que llevaba vestida, se la dió al pobre, y luego quedó sano. Murieron sus padres, y él repartió á los pobres su patrimonio, haciendo heredero al Señor de todos sus bienes. Ilizo el Señor otros milagros por él. Volviendo un dia de la iglesia, topó un hombre á quien babia mordido una ponzoñosa serpiente; y estando á punto de morir, le sanó con su oración. Otra vez estando un endemoniado en la iglesia un dia de domingo, y dando grandes gritos, y estorbando quo no hiciesen oración los que estaban en ella; san Gil mandó al mal espíritu que saliese de aquel cuerpo y le dejase libre; y él obedeció. Por estos milagros se comenzó á divulgar la santidad de san Gil, y extenderse por toda Grecia su fama: y como él era verdaderamente humilde y deseoso de ser menospreciado, y no honrado de los hombres; por huir el aire popular y vano, se embarcó para ir á otras partes donde no fuese conocido ni eslimado. Levantóse en el mar una tormenta peligrosa: hizo san Gil oración al Señor y sosególa: y la gente que iba en el navio, le hizo gracias por ello, reconociendo que Dios los habia librado de aquel peligro por •su intercesión. Al cabo de algunos dias el navio llegó á Francia: saltó en tierra san Gil, y fué á la ciudad de Arles, donde era obispo san Cesáreo, varón de grande doctrina y santidad. Estuvo en su compañía dos años con grande Contentamiento de los dos; porque todo su trato y conversación era de Dios, ó con Dios. Aquí sanó á un enfermo ^ne habia ya tres años que andaba muy fatigado deca- 'enturas; y temiendo de ser por esto honrado, pasó el rio Ródano, y hallando en su ribera á un santo ermitaño, llagado Veredemio, sedetuvo con él algunos dias, donde sanó ^otro enfermo: y aquella tierra qne de suyo era estéril, con su oración se tornó fértil y abundante. Por estos milagros comenzó Veredemio á estimar y reverenciar mas á san Gil; y él, que ninguna cosa huia mas que la honra, determinó dejarle y entrarse á la tierra mas adentro y vivir apartado de los hombres, por estar mas seguro y mas apartado de sus alabanzas. ILdló en aquella parto, donde el rio Ródano entra en el mar, un desierto retirado, y en él una grande espesura, con nna cueva y una clara y copiosa fuente de agua. Halló mas una cierva, como enviada de la mano del Setlor, para que con su leche le sustentase: hizo su morada en este lugar, vivk'ndo con solo Dios. Sucedió que un dia el rey de Francia salió á caza hácia aquella parle, y los perros encontraron coh la cierva s la cual se guareció con gran lijereza á la cueva de san Gil, y se echó á sus pies, como pidiéndole ayuda y favor en aquel peligro. Hizo oración el santo por su huéspeda, y los perros no pudieron pasar adelante; ántes dando grandes ladridos, se volvieron atrás para sus amos. Otro dia vino el rey con mas cazadores y mas gente al mismo puesto; y como los perros tampoco no osasen llegar adonde el santo estaba, un ballestero desatinadamenlc tiró una saeta: la cual, por voluntad del Señor, fué á dar en el santo, y malamente le hirió. Rompieron los cazadores el camino por medio de aquella espesura y arboleda, basta la cueva donde estaba san Gil: allí le hallaron vestido de monge, de anciano y venerable aspecto, puesto en oración, sin moverse ni turbarse, corriendo sangre de la herida que le habia hecho !a saeta, y la cierva rendida á sus piés. Todo esto ctuisó grande admiración al rey y a los que con él venian. Fuese luego á él: y conociendo que era varón santo, se cebó á sus piés y le pidió perdón, y dió orden para que le curasen luego de aquella herida i aunque el santo lo resistió, deseando que le durase toda la vida, para padecer algún dolor y tener mas que merecer con ella. Comenzó con esta ocasión el rey á visitarle á menudo, y á venerar su santidad y ofrecerle muchos dones y riquezas, las cuales él no quiso recibir; ánte» aconsejó al rey que las gastase en edificar en aquel desierto un monasterio para religiosos que continuamente en sus oraciones le encomendasen á él y su reino á Dios. Hízo.-c el monasterio, y san Gil lomó el cargo de él, con TOMO III. 1

2 LA LEYENDA DE ORO. DIA f. titulo de abad, por pura importunidad del mismo rey. Aquí vivió algunos años, y so ordede sacerdoté, ó hizo la trompeta. Al dia séptimo y al dar la última vuelta, cayeron las murallas por si mismas, siendo tomada y saqueada una vida de ángel vestido do carne , aprovechando á la ciudad de Ilaí, y los gabaonitas que temían • foiios, y con virtiendo muchos pecadores al servicio y amor del SeUor: entre los cuales fué el mismo rey de Francia que salió de un pecado grave que hahia cometido^ é hizo penitencia por la amonestación y oración de san Gil. Diftieado, pues, gobernado su monasterio religiosa y santamente algunos artos, llegó el dichceo fin de sus dias, y Dios se lo reveló .antes : y aparejándose para la partida de esta vida, dió su espíritu al Sefior, y se fué á gozar de él el primer dia de setiembre. El año puntualmente no se sabe, sino que no puede ser el de 'JOO, como algunos escriben, ni ménos el de 720, como otros dicen; porque san Cesáreo, obispo de Arles, en cuya compafiia vivió san Gil dos años, floreció en tiempo de S.'maco , papa y do Anastasio, emperador, siendo rey de Italia Teodorico, arriano y de Francia Clodoveo , por los años del Seilor de 500. La vida de san Gil escribió Fulberto, obispo carnotense, y de él hacen mención los Martirologios, romano, el de Beda y Adon, y san Antonino y Pedro de Natálibns. Los SANTOS DOCU IIKRMAXOS, MÁRTIIIES.—El mismo dia que la Iglesia celebra la fiesta de san (iil, hace conmemoración de doce hermanos mártires: los cuales fueron africanos de nacionj naturales de una ciudad llamada en latin Adrumelum, que hoy dicen que se llama Sissa; aunque no falta quien la llame Toulb, y otros Macoméla. Los nombres de estos valerosos guerreros del Señor fueron. Donato, Félix, Aconcio, Honorato, Fortunato, Sabiniano, SeptimiOj Jauuario, Félix 11, Vital, Sátiro y Repósito. Eran de noble linaje, y todos bien enseñados en letras humanas y divinas. Fueron presos en África, y después traídos á Italia á ]a ciudad de Benevcnlo, en donde acabaron el curso desn glorioso martirio, aunque en diferentes dias, siendo emperador de Roma Valeriano: y antes de darles la muerte, los atormentaron con muchos y atroces tormentos. Escribió en verso heroico su martirio Alsano, arzobispo de Salerno, que está en el séptimo tomo deSurio. Tamhien escribió de ellos Anastasio, bibliotecario, como lo dice Pedro Galesino en las anotaciones de su Martirologio; y el romano, y César Baronio en sus anotaciones hacen de ellos mención. * SAN JOSUÉ—Aun viviendo Moisés, Dios escogió á Jo?iié para que gobernase el pueblo de Israel. Fué hijo de Nun de la tribu de Efrain. Moisés, según lo dispuesto por Dios, al conducir al pueblo hebreo hasta las orillas del Jordán debía acabar su ministerio y su vida, quedando para Josué la gloria de introducirle á la tierra prometida. Estaba Josué dotado de relevantes prendas; guerrero, prudente, amoroso, circunstancias indispensables para aquel pueblo. Apenas tomó el mando, cuando envió emisarios á Jericó para examinar sus murallas y sus fuerzas, y cuando estuvo Informado reunió su ejército y pasó con él el Jordán. Dios obró entonces el milagro de suspender el curso de las aguas quedando seco el rio en una ostensión de dos leguas. Luego Josué mandó circuncidar á todos los hijos varones que babian nacido durante los años de peregrinación, celebró la Pascua y fué á poner sitio á Jericó. Según lo dispuesto por Dios, dió seis vueltas por la ciudad en seis dias consecutivo^, acompañadodc los sacerdotes y pun!!- Rcea que llevaban el arca sania, y locaban ¡nresanlemente igual suei fe, hicieron alianza con Josué valiéndose de una estratagema. Incomodado el rey dejcrusalen Adonisedecb de esta alianza, se juntó con cuatro reyes y marchó contra Gabaon, pero Josué los derrotó. Aquí fué cuando acaeció el prodigio de pararse el sol en su carrera al mando de Josué. De este modo manifestó Dios á las naciones idólatras la fuerza de su poder, y enán absurdo era el culto que ellas seguían. Prosiguiendo Josué sus victorias por el espacio de seis años, se apodede casi todas las ciudades de los cananeos. Insiguiendo lo ordenado por Dios, distribuyó entre los vencedores las tierras conquistadas; y después de haber colocado el arca de la alianza en la ciudad de Silos, murió ála edad deciento diezaños, 172í ánles de Jesucristo, habiendo gobernado veinte y siete años el pueblo de Israel. SAN GEDEON.—Era hijo de Manasés. Fué el quinto juez de Israel, unos 1245 años antes de Jesucristo, y un ángel le anunció que el Señor lo habla escogido para ser el libertador de su pueblo. Gcdcon, cuya humildad era extremada, y que por otra parte pensaba que aquel ángel era un hombre;, necesitó ver algunos milagros para creer en la autenticidad de semejante misión. Habiendo hecho cocer un cabrito para ofrecerlo, el ángel le dijo que metiese la carne y pan sin levadura en un cesto, y el zumo en un jarro, que lo llevase en seguida todo al pié de una encina, y que derramase aquel zumo sobre la carne después do haberla colocado sobre una piedra. El ángel tocó la piedra, y al momento salió de ella un fuego que consumió la carne y el pan. Habiendo después extendido un vellocino al anochecer, al dia siguiente lo encontró Gedeon todo mojado de rocío, sin que lo estuviese la tierra de su rededor: la mañana siguiente sucedió lo contrario; la tierra se hallaba toda mojada y el vellocino enteramente seco. El nuevo libertador de Tsrael empezó su misión destruyendo de noche el altar de Baal. En seguida hizo tocar una trompela, y vióen muy poco tiempo reunido á su rededor un ejército de treinta y dos mil hombres, el cual redujo por órden de Dios á trescientos, dando á cada uno de ellos por toda armadura un cántaro de barro con una luz dentro de él, y un cuerno de carnero ó una trompeta. Durante la noche, Gedeon se adelantó hacia el enemigo con sus trescientos hombres que tenían órden de romper á un mismo tiempo sus cántaros y locar sus trompetas, y espantados los enemigos con aquel ruido y la aparición repentina de aquellas luces, creyeron que tenían que pelear con un ejército formidable. Desatentados y confundidos, se mataron unos á otros, y los que escaparon de aquella carnicería fueron á su vez derrotados por los vencedores, que los pasaron á cucbillo, quedando así libre la tierra de aquellos hombres malvados. A fin de que no pudiese haber equivocación sobre el verdadero autor de la victoria, aquellos guerreros escogidos para libertar al pueblo de Dios, no eran los mas ricos ni los mas distinguidos por sus talentos ni por su experiencia. En todos aquellos acontecimientos que tenían lugar en el pueblo escogido, siempre se ve sola en todo la mano de Dios, empleando los medios mas débiles, mas despreciables en sí mismos, para que se conozca que únicamente es el Señor el qué obra. Después de aquella victoria, los israelitas quisieron dar ta co-

LA<br />

LEYENDA DE<br />

TOKIO<br />

TERCERO.<br />

SETIEMBRE<br />

DIA 1.<br />

SAN G:I, ABAD.—Fué saruGil griego <strong>de</strong> nación, natural<br />

<strong>de</strong> Atenas, <strong>de</strong> sangre real. Su padre se llamó Teodoro, y<br />

su madre Pelagia. Des<strong>de</strong> nino se aplicó al estudio y á todas<br />

las obras <strong>de</strong> virtud, y especialmente á las <strong>de</strong> misericordia,<br />

y socorro <strong>de</strong> loa pobres. Iba un dia á la iglesia: y<br />

viéndole un pobre enfermo que estaba en la calle, ecbado<br />

en el suelo, le pidió limosna ; y san Gil <strong>de</strong>snudándose la<br />

túnica que llevaba vestida, se la dió al pobre, y luego<br />

quedó sano. Murieron sus padres, y él repartió á los pobres<br />

su patrimonio, haciendo here<strong>de</strong>ro al Señor <strong>de</strong> todos<br />

sus bienes. Ilizo el Señor otros milagros por él. Volviendo<br />

un dia <strong>de</strong> la iglesia, topó un hombre á quien babia mordido<br />

una ponzoñosa serpiente; y estando á punto <strong>de</strong> morir,<br />

le sanó con su oración. Otra vez estando un en<strong>de</strong>moniado<br />

en la iglesia un dia <strong>de</strong> domingo, y dando gran<strong>de</strong>s<br />

gritos, y estorbando quo no hiciesen oración los que estaban<br />

en ella; san Gil mandó al mal espíritu que saliese <strong>de</strong><br />

aquel cuerpo y le <strong>de</strong>jase libre; y él obe<strong>de</strong>ció. Por estos<br />

milagros se comenzó á divulgar la santidad <strong>de</strong> san Gil, y<br />

exten<strong>de</strong>rse por toda Grecia su fama: y como él era verda<strong>de</strong>ramente<br />

humil<strong>de</strong> y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> ser menospreciado, y<br />

no honrado <strong>de</strong> los hombres; por huir el aire popular y<br />

vano, se embarcó para ir á otras partes don<strong>de</strong> no fuese<br />

conocido ni eslimado. Levantóse en el mar una tormenta<br />

peligrosa: hizo san Gil oración al Señor y sosególa: y la<br />

gente que iba en el navio, le hizo gracias por ello, reconociendo<br />

que Dios los habia librado <strong>de</strong> aquel peligro por<br />

•su intercesión. Al cabo <strong>de</strong> algunos dias el navio llegó á<br />

Francia: saltó en tierra san Gil, y fué á la ciudad <strong>de</strong> Arles,<br />

don<strong>de</strong> era obispo san Cesáreo, varón <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> doctrina<br />

y santidad. Estuvo en su compañía dos años con gran<strong>de</strong><br />

Contentamiento <strong>de</strong> los dos; porque todo su trato y conversación<br />

era <strong>de</strong> Dios, ó con Dios. Aquí sanó á un enfermo<br />

^ne habia ya tres años que andaba muy fatigado <strong>de</strong>ca-<br />

'enturas; y temiendo <strong>de</strong> ser por esto honrado, pasó el rio<br />

Ródano, y hallando en su ribera á un santo ermitaño, llagado<br />

Vere<strong>de</strong>mio, se<strong>de</strong>tuvo con él algunos dias, don<strong>de</strong> sanó<br />

^otro enfermo: y aquella tierra qne <strong>de</strong> suyo era estéril,<br />

con su oración se tornó fértil y abundante. Por estos milagros<br />

comenzó Vere<strong>de</strong>mio á estimar y reverenciar mas á<br />

san Gil; y él, que ninguna cosa huia mas que la honra,<br />

<strong>de</strong>terminó <strong>de</strong>jarle y entrarse á la tierra mas a<strong>de</strong>ntro y vivir<br />

apartado <strong>de</strong> los hombres, por estar mas seguro y mas<br />

apartado <strong>de</strong> sus alabanzas. ILdló en aquella parto, don<strong>de</strong><br />

el rio Ródano entra en el mar, un <strong>de</strong>sierto retirado,<br />

y en él una gran<strong>de</strong> espesura, con nna cueva y una clara<br />

y copiosa fuente <strong>de</strong> agua. Halló mas una cierva, como<br />

enviada <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>l Setlor, para que con su leche le<br />

sustentase: hizo su morada en este lugar, vivk'ndo con solo<br />

Dios. Sucedió que un dia el rey <strong>de</strong> Francia salió á caza<br />

hácia aquella parle, y los perros encontraron coh la cierva<br />

s la cual se guareció con gran lijereza á la cueva <strong>de</strong><br />

san Gil, y se echó á sus pies, como pidiéndole ayuda y favor<br />

en aquel peligro. Hizo oración el santo por su huéspeda,<br />

y los perros no pudieron pasar a<strong>de</strong>lante; ántes dando<br />

gran<strong>de</strong>s ladridos, se volvieron atrás para sus amos. Otro<br />

dia vino el rey con mas cazadores y mas gente al mismo<br />

puesto; y como los perros tampoco no osasen llegar adon<strong>de</strong><br />

el santo estaba, un ballestero <strong>de</strong>satinadamenlc tiró una<br />

saeta: la cual, por voluntad <strong>de</strong>l Señor, fué á dar en el<br />

santo, y malamente le hirió. Rompieron los cazadores el<br />

camino por medio <strong>de</strong> aquella espesura y arboleda, basta la<br />

cueva don<strong>de</strong> estaba san Gil: allí le hallaron vestido <strong>de</strong><br />

monge, <strong>de</strong> anciano y venerable aspecto, puesto en oración,<br />

sin moverse ni turbarse, corriendo sangre <strong>de</strong> la<br />

herida que le habia hecho !a saeta, y la cierva rendida á<br />

sus piés. Todo esto ctuisó gran<strong>de</strong> admiración al rey y a<br />

los que con él venian. Fuese luego á él: y conociendo que<br />

era varón santo, se cebó á sus piés y le pidió perdón, y<br />

dió or<strong>de</strong>n para que le curasen luego <strong>de</strong> aquella herida i<br />

aunque el santo lo resistió, <strong>de</strong>seando que le durase toda<br />

la vida, para pa<strong>de</strong>cer algún dolor y tener mas que merecer<br />

con ella. Comenzó con esta ocasión el rey á visitarle<br />

á menudo, y á venerar su santidad y ofrecerle muchos<br />

dones y riquezas, las cuales él no quiso recibir; ánte»<br />

aconsejó al rey que las gastase en edificar en aquel <strong>de</strong>sierto<br />

un monasterio para religiosos que continuamente en<br />

sus oraciones le encomendasen á él y su reino á Dios. Hízo.-c<br />

el monasterio, y san Gil lomó el cargo <strong>de</strong> él, con<br />

TOMO III.<br />

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