Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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gua grandeza ; porque no le miraban y trataban ya como
á diif|ije (Je Gandía, sinocomo á sanio qne había IIDIIÍUÍO y
pneslo debajo de lo? pies lo que los otros tanto aprecian y
esliman ; para que se entienda cuánto mas vale la pobreza
y humildad de Cristo , que la grandeza y honra del
mundo ; y q^e Dios nuestro Señor aun acá levanta mas
á los que mas se abajan por su amor. Cumplió con la reina
doña Catalina, con quien tuvo mucha comunicación, y con
el infante don Luis , que se holgó y adelantó mucho en la
virlud con su vista y trato familiar. Diósc porsu cansa principio
á la casa profesa de San Roque en una ermita , que
estaba fuera de la ciudad , junto al muro y cercada de
olivares : y el dia que se hubo de lomar la posesión , que
fué el primero de octubre del año de 15,)3, el rey se quiso
hallar presente con el príncipe su hijo, y oyó en la hermita
de San Roque la misa que dijo el padre Nalal ( q;;e
era comisario general en Espafiadel.bienavenlurado padre
san Ignacio), y el sermón que predicó el padre Francisco,
que fué admirable ; y para que lo fuese, bastaba verle en
el pulpito. En esía erniita después se ha edificado casa,
y un templo suntuoso , y de los mayores y mas hermosos
que hay en la ciudad , y se ha poblado aquel campo de
casas principales. Todocslo se debe al padre Francisco: el
cual con su presencia dió principio y echó los [¡limeros
fundamentos de la casa de San Roque de Lisboa.
Después de haber cumplido con aquellos príncipes y
personas reales, y acrecentado la benevolencia y devoción
que antes lenian á la Compañía, y en Évora visitado al infante
cardenal don Enrique, y predicado á su instancia en
aquella ciudad ; se volvió á Castilla , donde le llamaban
algunos negocios importantes y de mucho servicio
de nuestro Señor. Salióle al camino el duque de
Braganz i don Teudosio , y llevóle á su casa de Yillaviciosa
casi por fuerza, y allí le tuvo y regaló algunos clias
con gran magnificencia ; aunque lodo aquel regalo y aparato
era nueva cruz para el padre Francisco, y en lo que
podia, lo procuraba escusar.
Llegó á Valladolld, donde á la sazón estaba lacórte del
príncipe don Felipe , que gobernaba los reinos de España
por el emperador su padre. Fuese á posar con los otros
padres de la Compañía , que moraban en el hospilal de
San Antonio , en un eslrpchoy pobre edificio muy semejante
á la ermita áe Ofiatei Allí le venían á buscar los señores
y grandes de la córle, con los cuales traía siempre
pleito , porque le trataban con los títulos y cortesías antiguas,
pidiéndoles de rodillas que no hiciesen tan nolable
agravio á la merced (pie Dios le habia hecho , y diesen á
entender que estimaban mas lo que habia dejado , que lo
que ahora tenia, siendo de tanto mayor estima lo presente
que lo pasado , cuanto va de cielo á tierra. l!i/.f) platicas
espiri'.uaiesen lo; monasterios de monjas, y encendiólas
en el amor de su Esposo y en el esludio de la perfección.
Predicó en su iglesia de San Antonio , y en los otros templos
mas principales de Yailudolid , con maravilloso concurso
y fruto del pueblo y de los cortesanos. Todos quedaban
admirados de sus sermones , y mas los que le hablan
conocido seglar , casado, y gran señor , y no M U H
ta que habia estudiado i y muchos de es!os,quele hablan
visto y tratado en diferenle traje y estado, quedaban por
una parle confusos , y por otra pasmados dQ tan grande
mudanza, viendo al padre en un género de vida tan pobre
y hmoilde, y asi tan sumidos y anegados en el ;.bis-
LA LEYENDA DE ORO.
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mo de la vanidad Aquí en Valladolid declaró al pueblo
poruña manera de lección sagrada los Trenos ó Lamentaciones
del profeta Jeremías , y al año siguiente los acabó
de leer en Alcalá de llenares. Al oir estas lecciones concurrian
las personas mas graves y mas doctas de aquelLns
dos univesidades : y después de haberle oído, decían que
aquella doctrina que enseñaba, no era sacada de los libros
que ellos solian leer , sino de los archivos secretos de la
humilde oración, y comunicada graciosamente de la divina
sabiduría.
Entre las otras obras insignes que esta vez hizo el padre
Francisco, una fué traer á los reinos de Castilla algunas
monjas descalzas y de la primera regla de Santa Clara,
del monasterio de Gandía , para que en ellos se fundasen
con su ejemplo oíros de aquella tan observante y santa institución;
y por su consejo y buena diligencia, la serenísima
princesa de Portugal doña Juana de Urgel, de Gandía
trasladó al convento que fundó de las descalzas de Madrid
algunas de aquellas generosas plantas: el cual convento
es un dechado de perfección para las demás religiosas, y
un reclamo y estímulo para que las señoras seglares quieran
imitar y seguirá las religiosas efrta en él con tan grande
espíritu y fortaleza las incitan á su sania imitación.
Vinieron de Gandía para esla obra tan insigne dos lias del
padre Francisco, la madre sóror Francisca de Jesús, hermana
del duque don Juan, su padre, y sóror María de Jesús,
hermana del marqués de Denia, y dos hermanas también
suyas, sóror María de la Cruz y sóror Juana Bautista,
con otras religiosas escogidas; y después vino la madre
sóror Juana do la Cruz, hermana del padre Francisco,
que fué abadesa mochos años, hasta que el señor la llevó
á gozar de sí, dejando su casa con un admirable concierto,
religión y opinión de santidad, y esclarecida con Jaen-
Irada de la serenísima ¡ufanía doña Margirila doAusiria,
hija de los emperadores Maximiliano II y de daña María,
hija del emperador don Carlos Y y hermana del rey don
Felipe II.
Viendo, pues, el sanio padre Ignacio que en todo loque
el padre Francisco ponía su mano, el Señor ponía la suya
y le echaba su bendición, y que los colegios y casas que
la Compañía tenia en España, cada dia se mulliplicaban
por su medio ; determinó instiluir nueve provincias y distinguirlas
y proveerlas de provinciales, y nombrar por comisario
general de todas ellas al padre Francisco. La provincia
de Portugal ya tenia su provincial: el resto de Empañase
dividió en provincias de Castilla (quecomprendía
las dos provincias (pie hora son de Castilla y Toledo), en
la de Aragón y Andalucía. De estas provincias y de la India
oriental hizo comisario general al padre Francisco, con
tan precisa y resoluta obediencia, que aunque él se quiso
excusar, no pudo, y fué necesario (pie bajase la cabeza é
inclinase el hombro á la carga. Yióse que fué de Dios este
consejo, por lo mucho que se sirvió su divina Majeslad dd
padre para eslablecimienlo y acrecentamiento de la Compañía
en los reinos de España; porque él la í!ns!ró con sn
persona y la propagó con su gobierno, y la animó á la
pcrícccion con su ejemplo, y la amparó y deremlió con su
valor y autoridad do muchos encuentros, y terribles y poderosas
contradicciones que tuvo. Recibió en la Compañía
gran número de mozos ilustres y hábiies, y de hombres
maduros y letrados, y de varones prudentes y de canas:
dió vigor y fuerza á los colegios que ya estaban comenza-