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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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192 LA LEYENDA DE ORO.<br />

lo que había loido; y este fué el primer escalón <strong>de</strong> su oración<br />

mental, y como las primeras líneas <strong>de</strong> la altísima<br />

contemplación que <strong>de</strong>spués le comunicó el Señor. El año<br />

<strong>de</strong> 1537 le apretó una esquinencia y le llegó al cabo: en la<br />

cual, aunque no podia hablar con Dios con la lengua, hablábale<br />

con el corazón: y teniendo la muerte <strong>de</strong>lante, se<br />

consolaba pensando que no le topaba tan <strong>de</strong>sapercibido<br />

como en otro tiempo le pudiera topar; porque en este ya<br />

se confesaba y comulgaba cada mes, que en aquel tiempo<br />

era cosa <strong>de</strong> muy pocos usada.<br />

Mucho ayudaron al marqués para bien <strong>de</strong> su alma las<br />

enfermeda<strong>de</strong>s que Diosle envió, y no menos la muerte <strong>de</strong> su<br />

abuela doña MaríaEtu iquez, mas esclarecida por su santidad<br />

que por su sangre; porque, <strong>de</strong>jando su casa y estado se<br />

hizo monja <strong>de</strong>scalza, siendo <strong>de</strong> veinte y tres años, en Santa<br />

Ciara <strong>de</strong> Gandía, y vivió otros tantos en aquel sagrado<br />

convento, con admirable ejemplo <strong>de</strong> religión, y murió<br />

saniamente, con gran<strong>de</strong>s señales <strong>de</strong> la gloria que el Señor<br />

la dió; y aunque el marques perdió en ella madre, maestra,<br />

guia y consejo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el ciclo le favoreció mucho mas<br />

que pudiera hacer acá en la tierra, y le alentó para que<br />

con mas ánimo y fervor se entregase <strong>de</strong> veras al servicio<br />

<strong>de</strong>l Seíior. Pero lo que mas le inflamó y le hizo romper las<br />

ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>l siglo, fué la muerte <strong>de</strong> la emperatriz doña Isabel,<br />

su señora, que sucedió en Toledo el primer dia <strong>de</strong><br />

mayo <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> 1539, estando el emperador en córtes<br />

<strong>de</strong> lodos los gran<strong>de</strong>s señores <strong>de</strong> Castilla, con extraordinarias<br />

fiestas y regocijos. Mandó el emperador á los<br />

marqueses <strong>de</strong> Lombay que llevasen el cuerpo <strong>de</strong> la emperatriz<br />

á Granada, don<strong>de</strong> se había <strong>de</strong> enterrar en la capilla<br />

real <strong>de</strong> los reyes católicos.<br />

Hicieron aquella jornada con gran<strong>de</strong> acompañamiento,<br />

y llegados á Granada, al tiempo que, para hacer la entrega,<br />

se abrió la caja <strong>de</strong> plomo en que iba el cuerpo <strong>de</strong> la<br />

emperatriz; se <strong>de</strong>scubrió su rostro tan feo y tan <strong>de</strong>sflgurado,<br />

que ponia horror á los que le miraban, y <strong>de</strong> los que la<br />

habían conocido no había ninguno que pudiese afirmar que<br />

aquella era la cara <strong>de</strong> la emperatriz; antes el marqués,<br />

no pudiendo jurar sin duda que aquel era el cuerpo <strong>de</strong> la<br />

emperatriz, juró que, según la diligencia y cuidado con que<br />

se había traído aquel cuerpo, tenia por cierto que era el cuerpo<br />

déla emperatriz. Pero eslavista y este espectáculo lanlaslimosoy<br />

<strong>de</strong> mal olor, dió un vuelco tan estrafio al corazón <strong>de</strong>l<br />

marqués, que lo trocó como <strong>de</strong> muerte á v¡da,é hizo en él<br />

mas maravillosa mudanza que la misma muerte había hecho<br />

en el cuerpo <strong>de</strong> la emperatriz, porque le penetró una<br />

soberana y divina luz que le dió á conocer la vanidad <strong>de</strong><br />

todas las cosas <strong>de</strong> la tierra, con un aborrecimiento y menosprecio<br />

<strong>de</strong> todas ellas, y un vivo y eficaz <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> las<br />

celestiales y eternas: y pidiendo favor al Señor, <strong>de</strong>cía:<br />

Dadme, Señor mío, dadme, Dios mío, vuestra luz, dadme<br />

vuestro espíritu, dadme vuestra mano y sacadme <strong>de</strong> este<br />

atolla<strong>de</strong>ro y <strong>de</strong> este abismo en que estoy sumido, que sí<br />

vos me la dais, yo os ofrezco <strong>de</strong> no servir mas á señor que<br />

se me pueda morir; y hablando consigo mismo, <strong>de</strong>cía:<br />

Harto habernos servido á los príncipes do la tierra: harto<br />

habemos dado á la mocedad y á la libertad: tiempo es ya<br />

<strong>de</strong> acogernos al sagrado y <strong>de</strong> aparejarnos para la cuenta<br />

que con rigor se nos lomará <strong>de</strong> todos los momentos <strong>de</strong> la<br />

vida; y muchas veces repetía: Nunca mas, nunca mas servir<br />

á señor que se me pueda morir. De este loque tan fuerte<br />

<strong>de</strong>l Señor sacó el marqués una resolución muy firme <strong>de</strong><br />

DIA 10.<br />

escabullirse lo mas presto que pudiese y retirarse á su casa<br />

para servir á Dios con mas seguridad y quietud; y si<br />

alcanzase <strong>de</strong> días á la marquesa, <strong>de</strong> hacerse esclavo do<br />

Cristo, abrazándose con la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z é ignominia <strong>de</strong> Id<br />

santa cruz, y teniendo edad y salud para po<strong>de</strong>rlo cumplir,<br />

<strong>de</strong> entrar en alguna religión; y á esto se obligó con voto,<br />

siendo á la sazón <strong>de</strong> veinte y nueve años.<br />

Luego que tornó á la córle, y dió cuenta al emperador<br />

<strong>de</strong> su jornada, le suplicó que le diese grata licencia para<br />

ir á Gandía á ver á su padre, mas no pudo alcanzarla:<br />

ántes le mandó que le sirviese en el cargo <strong>de</strong> vírey y capitán<br />

general <strong>de</strong> Cataluña; y por mucho que se quiso excusar,<br />

alegando su poca edad (que aun no era <strong>de</strong>treinlaafios),<br />

poca experiencia, y pocas fuerzas para carga tan pesada,<br />

nunca pudo acabar con el emperador que aceptase la excusa,<br />

por la afición y estima gran<strong>de</strong> que tenía <strong>de</strong> su persona.<br />

Llegado á Barcelona, comenzó luego á tratar <strong>de</strong> cumplir<br />

con las obligaciones <strong>de</strong> su oficio, y gobernar aquel<br />

principado, como cosa encomendada <strong>de</strong> Dios, y <strong>de</strong> que le<br />

había <strong>de</strong> dar estrecha cuenta. La primera cosa en que puso<br />

la mano, fué el limpiarle <strong>de</strong> bandoleros y salteadores, que<br />

eran en aquel tiempo innumerables y atrevidos, y no había<br />

camino seguro, ni pueblo ni ciudad <strong>de</strong> Cataluña, que<br />

no sintiese esta plaga. Pero el nuevo vírey se dio tari<br />

buena maña, y puso tanta vigilancia y cuidado en esto,<br />

que en pocos días prendió y castigó gran número <strong>de</strong> ellos,<br />

saliendo él mismo en persona una vez á cercarlos en una<br />

torre, en don<strong>de</strong> se habían hecho fuertes cuarenta y cinco<br />

<strong>de</strong> ellos: los cuales se rindieron y fueron castigados, y los<br />

otros <strong>de</strong> miedo huyeron ó se enfrenaron, y la tierra so sosegó<br />

y gozó <strong>de</strong> paz y quietud. Parecióle al vírey que Dios<br />

nuestro Señor se servía tanto en pren<strong>de</strong>r y castigar aquella<br />

gente facinerosa, que solía <strong>de</strong>cir, que ninguna caza<br />

jamás le había dado tanto gusto, como le daba esla, porque<br />

le parecía que iba á caza en compañía <strong>de</strong> la justicia do<br />

Dios : el cual se servía que se cortase el miembro podrido,<br />

para que todo el cuerpo <strong>de</strong> la república se salvase. Pero<br />

no por esto <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> tener gran lástima á los mismos que<br />

castigaba, y ninguna gota <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong>rramaba <strong>de</strong> ellos,<br />

que á él no le costase lágrimas <strong>de</strong> dolor; y era tan gran<strong>de</strong><br />

sn caridad, que mandaba <strong>de</strong>cir un treinlanario <strong>de</strong> misas<br />

para cada uno <strong>de</strong> los que mandaba ajusticiar.<br />

Velaba sobre los jueces, y les encargaba que hiciesen<br />

justicia, y que <strong>de</strong>spachasen con brevedad á los negocianles:<br />

y para darles ejemplo, él daba audiencia á todas las<br />

horas <strong>de</strong>l dia. Acudía con alegre rostro á los que venían á<br />

él, y los <strong>de</strong>spedía con dulces palabras, y se compa<strong>de</strong>cía<br />

<strong>de</strong> los miserables afligidos, y sufría con paciencia las importunida<strong>de</strong>s<br />

y groserías <strong>de</strong> los que poco sabían, y procuraba<br />

que en los pleitos dudosos y enmarañados se concertasen<br />

las partes.<br />

Hizo visitar los notarios y escribanos públicos, y que los<br />

ricos pagasen á los pobres lo que les <strong>de</strong>bían : y sí ellos <strong>de</strong><br />

presente no podían pagar, mandábalos pagar <strong>de</strong> su casa, y<br />

que <strong>de</strong>spués se cobrase <strong>de</strong> los ricos. También mandó visitar<br />

las escuelas don<strong>de</strong> aprendían los niños, y buscar buenos<br />

maestros, y que se les señalase casa y algún salario<br />

público, para que ellos con mejor gana y comodidad atendiesen<br />

á la enseñanza y buena inslruccion <strong>de</strong> la juventud,<br />

que es la fuente <strong>de</strong> don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>riva el bien <strong>de</strong> toda la república.<br />

Puso or<strong>de</strong>n en la gente <strong>de</strong> guerra, así en la oi di-

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