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DIA 10. OCTUBRE. 189<br />
lodos con mayor honra, y sus acuíadores fueron castigados<br />
; aunque el santo inlercedia por ellos, para que se les<br />
perdonase la pena que merecían. Bastaban los trabajos y<br />
enfermeda<strong>de</strong>s que el santo pa<strong>de</strong>cía por asperísima penitencia<br />
; pero no se contentaba su fervor con esos rigores,<br />
sino que anadia otros mayores <strong>de</strong> los que podian llevar<br />
sus fuerzas. Tomaba rigurosísimas disciplinas, hasta <strong>de</strong>rramar<br />
sangre, y sobre las llagas vestía <strong>de</strong> ordinario un<br />
áspero cilicio; y oirás veces se ceñía una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> hierro,<br />
imitando á su padre santo Domingo. Des<strong>de</strong> sus tiernos<br />
anos empezó á afligir su carne con ayunos y vigilias: y<br />
en entrando en la ór<strong>de</strong>n, no conlenlo con los ayunos ordinarios<br />
<strong>de</strong> ella , ayunaba otros muchos días , y <strong>de</strong> su<br />
pobre ración <strong>de</strong>jaba siempre una parte para los pobres.<br />
Cuando había <strong>de</strong> comer se ponia en la boca unas pildoras<br />
<strong>de</strong> acíbar, para que le amargasen ledos los manjares.<br />
Con la penitencia, como con un preciosísimo bálsamo,<br />
conservó su carne sin corrupción y su alma pura, y murió<br />
tan virgen como había nacido. Cuando hablaba <strong>de</strong> la<br />
castidad la persuadía con tanta eficacia , que mostraba<br />
bien el afecto entrañable que tenía á osla celestial virtud.<br />
Era recatadísimo en tratar con mujeres: y cuando era necesario<br />
hablarlas, era con mucha brevedad; y si ellas<br />
querían <strong>de</strong>tenerlo, <strong>de</strong>cia: Id con Dios; que yo bien me<br />
acuerdo <strong>de</strong> rogar á Dios por vosotras. En las Indias afirmaban<br />
algunas personas no haber tratado á persona <strong>de</strong><br />
mayor mo<strong>de</strong>stia , en quien mas resplan<strong>de</strong>ciese la pureza<br />
y castidad. En Turbara, viendo los indios la castidad <strong>de</strong>l<br />
santo, incitados <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, le armaron un lazo para hacerle<br />
caer: enviáronle una mujer para que le provocase;<br />
pero el santo quitándose la correa con que andaba ceñido,<br />
la echó con ella <strong>de</strong> su presencia. Predicando en el nuevo<br />
reino <strong>de</strong> Granada, un hombre noble , porque le había reprendido<br />
un amancebamiento, pagó.muy bien á una doncella<br />
para que hiciese caer al sanio en alguna culpa : fué<br />
á la casa <strong>de</strong>l santo á las diez <strong>de</strong> la noche: llamó á la puerta<br />
y él salió, pensando que era para alguna confesión; mas<br />
conociendo el intento <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sventurada mujer, la dijo que<br />
esperase porque luego volvería. Cerró muy bien la puerca<br />
, fuese á la iglesia ; tomó una recia disciplina; y <strong>de</strong>spués<br />
se estuvo en oración casi tres horas, pidiendo á Dios<br />
que le favoreciese y ayudase para no caer en ninguna<br />
culpa. Volvió <strong>de</strong>spués á la mujer que había oido la disciplina,<br />
y la halló tan compungida y turbada, que <strong>de</strong> temor<br />
"o se había atrevido á apartar <strong>de</strong> aquel lugar: <strong>de</strong>spidióla<br />
exhortándola á hacer penitencia <strong>de</strong> su mal intento; y al<br />
otro día vino el que había urdido esta maldad á pedir perdon<br />
al santo con muchas lágrimas, y se puso en sus manos<br />
para hacer todo lo que le mandase. Esta pureza <strong>de</strong> su<br />
cuerpo en que era mas semejante á los bienaventurados,<br />
lúe á los hombres mortales, tcstitkaban algunos privilegios<br />
que gozó en la tierra semejantes á los que han <strong>de</strong>tener<br />
en el cielo los cuerpos gloriosos; porque muchas veces<br />
fué visto cercado <strong>de</strong> resplandores y otras muchas vcees<br />
, en vida y en muerte , s« sintió salir <strong>de</strong> su cuerpo<br />
«na fragrancia totalmente celestial que se comunicaba á su<br />
umea y hábito; y notaron algunos en su vida que <strong>de</strong>jaba<br />
Luís por don<strong>de</strong> pasaba, rastro <strong>de</strong> esta fr agranda celestial.<br />
¿Qué diré <strong>de</strong> las otras virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> este prodigioso sanio?<br />
Su obediencia fué tal, cual él la <strong>de</strong>seaba en todos sus<br />
novicios y subditos. En todos sus prelados miraba á Cristo,<br />
y como á tales los obe<strong>de</strong>cía. Su morlíficacion era tal, que<br />
en una ocasión lamió con su lengua los lamparones á una<br />
persona quepa<strong>de</strong>cia esta asquerosa enfermedad. Era muy<br />
amigo <strong>de</strong>l silencio y muy dado á la oración en que gastaba<br />
mucha parte <strong>de</strong>l día y <strong>de</strong> la noche, y en ella se quedaba<br />
muchas veces absorto, y como fuera <strong>de</strong> sí, sin po<strong>de</strong>r<br />
alen<strong>de</strong>r á loque le preguntaban ; y fué vislo algunas<br />
veces levantado en el aire, arrojando <strong>de</strong> su rostro gran<strong>de</strong>s<br />
luces: indicio <strong>de</strong> las luces interiores, con que Dios<br />
ilustraba su alma. Rezaba las horas canónicas con gran<br />
<strong>de</strong>voción, y ánles <strong>de</strong> comenzar cada una, <strong>de</strong>cía ciertas<br />
antífonas, que contenían los misterios <strong>de</strong> la Pasión que<br />
tenía repartidos para todas las horas. La <strong>de</strong>voción con<br />
que <strong>de</strong>cía la misa, causaba <strong>de</strong>voción en los que la oían,<br />
<strong>de</strong>rramando lágrimas la mayor parte <strong>de</strong>l tiempo, y particularmente<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la consagración hasta consumir. En la<br />
caridad, que es la reina <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s, se señaló mocho,<br />
como se ve por el <strong>de</strong>seo que siempre tuvo <strong>de</strong> morir por<br />
Cristo. Todos los días cuando en la misa alzaba la hostia<br />
<strong>de</strong>cia, á imitación <strong>de</strong> san Pedro mártir: Dáme, Señor que<br />
muera por tí, como lú quisiste morir por mí. Y al mismo<br />
intento repetía las palabras <strong>de</strong> san Vicente mártir. Eslo<br />
es lo que siempre <strong>de</strong>seé : eslo es lo que con todas mis<br />
fuerzas busqué. Otras veces <strong>de</strong>cia: Si fuésemos lan dichosos<br />
que nos llevasen atados con ca<strong>de</strong>nas por esas calles;<br />
entonces experimenlaríamos, cemo los apóstoles, cuán<br />
dulce cosa es pa<strong>de</strong>cer por Cristo y ser dignos <strong>de</strong> sufrir<br />
contumelias por su santo nombre. En cierta ocasión le dijo<br />
á un amigo suyo: Yo no merezco el martirio; pero si<br />
Dios me hiciese lan gran merced, lo recibiría <strong>de</strong> muy<br />
buena gana , y rogaría que me diesen los mayores<br />
toifncnlos <strong>de</strong>l mundo. Por eslo, aunque le amenazaron<br />
muchas veces, y le quisieron malar por la fuerza con<br />
que predicaba contra los vicios, no <strong>de</strong>sistia <strong>de</strong> repren<strong>de</strong>rlos<br />
; porque <strong>de</strong>seaba él mas recibir la muerte , que sus<br />
enemigos dársela. El amor <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> sus prójimos le<br />
hizo <strong>de</strong>jar sus amigos, parientes , patria , y á España, y<br />
navegar á las Indias, á otros climas y regiones diferentes,<br />
para convertir los gentiles á |a fe, y el mismo le hizo toda<br />
su vida predicar, confesar, aconsejar, orar, hacer penitencia<br />
y lomar oíros medios, para apartar á los pecadores <strong>de</strong><br />
sus culpas, y reconciliarlos con Dios. Derramaba muchas<br />
lágrimas cuando sabia que alguna persona estaba en pecado<br />
mortal. Solicitada una doncella <strong>de</strong> un hombre , habiéndose<br />
resistido mucho tiempo, se <strong>de</strong>terminó una noche<br />
á consentir con su voluntad: y habiéndolo enviado á buscar,<br />
estuvo en la ventana aguardándole tres horas, y perseveró<br />
en su mala intención hasta la mañana, sin parecer<br />
aquel hombre. Fué el santo á su casa y díjola : Dios os lo<br />
perdone, señora loquilla ; que me habéis hecho velar por<br />
toda esta noche , pidiendo á Dios que no llegase á ejecución<br />
vuestro mal intento. Compungióse aquella mujer , y<br />
propuso <strong>de</strong> servir á Dios en a<strong>de</strong>lante. Supo otra vez por<br />
revelación, que una mujer principal estaba enamorada <strong>de</strong><br />
un hombre con quien había ofendido á Dios : fuéla á visitar,<br />
y comenzó á <strong>de</strong>rramar muchas lágrimas : y preguntada<br />
por la mujer la causa, respondió que lloraba los muchos<br />
pecados que había cometido con aquel hombre ; y la<br />
señaló el lugar don<strong>de</strong> habia ofendido á Dios nuestro Señor<br />
: luego la <strong>de</strong>scribió un poco las espaldas , que tenia<br />
llagadas <strong>de</strong> las disciplinas que habia temado por las culpas<br />
que ella habia cometido. Empezó la mujer á iloiar