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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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18i LA LEYENDA DE ORO. DIA 10<br />

no volar con la contemplación. La segunda vez que le hicieron<br />

maestro <strong>de</strong> novicios, sacó patente <strong>de</strong>l general, para<br />

ir á estudiar al convento <strong>de</strong> San Esteban <strong>de</strong> Salamanca,<br />

do doq<strong>de</strong> han salido muchos insignes maestros. Procuró<br />

apartarle <strong>de</strong> aquel intento el padre maestro Micó, diciendo,<br />

que Dios no le habia traido á la religión para maestro<br />

<strong>de</strong> estudiantes, sino para maestro <strong>de</strong> novicios: nó para<br />

enseñarles letras, sino virtu<strong>de</strong>s; mas perseverando en su<br />

intento, se partió á Castilla, y allí le dijo un padre muy<br />

espiritual, que no era aquel el camino por don<strong>de</strong> le llamaba<br />

Dios; que se volviese á su convento á trabajar en lo<br />

que le mandase la obediencia. Con estose volvió á la ciudad<br />

<strong>de</strong> Valencia, y prosiguió su ejercicio <strong>de</strong> maestro <strong>de</strong><br />

novicios, y quedó enseflado, que aunque el ejercicio <strong>de</strong> lis<br />

letras es bueno, no quiere Diosa todos para él, y es mejor<br />

su voluntad que todas las cosas.<br />

Después fué nombrado superior <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong> Sania<br />

Ana, en el marquesado <strong>de</strong> Albaida, y aquí se ejercitab;in<br />

el sanio y sus religiosos en predicar y confesar, y aprovechar<br />

á las almas. Diósc mucho á la contemplación; y para<br />

aten<strong>de</strong>r á ella con mas quietud, se subia <strong>de</strong>scalzo á un<br />

monlecillo que está cérea <strong>de</strong>l convento. El fuego (pie Dios<br />

encendía en su alma en la contemplíiciun era tal, que lo<br />

senlia también el cuerpo; y así, quejándose uno un (lia <strong>de</strong><br />

invierno, <strong>de</strong> que hacia mucho frió, le dijo : I'íidre, si tiene<br />

frió, póngase en oración y no le sentirá. Salían sus palahras<br />

tan encendidas <strong>de</strong>l fuego <strong>de</strong> su corazón, que abrasaban<br />

á los que trataban con él, y algunos confesaban, que<br />

una palabra sola <strong>de</strong>l santo los encendía en amor <strong>de</strong> Dios,<br />

y movía á <strong>de</strong>voción y lágrimas. Antes <strong>de</strong> predicar, se recogía<br />

á orar en la saeristia, y saliendo al pulpito, le vieron<br />

algunas veces cercado su rostro <strong>de</strong> resplandores. Salía por<br />

los lugares vecinos en busca <strong>de</strong> las almas, para predicarles<br />

la palabra <strong>de</strong> Dios y moverles á penitencia. Viniendo<br />

un dia <strong>de</strong> predicar, y encontrando en el campo un pastor,<br />

se hincó <strong>de</strong> rodillas á hacer oración, y <strong>de</strong>spués le <strong>de</strong>scubrió<br />

sus mas secretos pensamientos, y le dijo cuantos<br />

asios habia que no confesaba, exhortándole á confesar porque<br />

habia <strong>de</strong> morir presto. Así lo hizo el pastor, y <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> pocos días murió. Cuando venia tanta gente á confesar<br />

al convento <strong>de</strong> Albaida, que no podían los religiosos <strong>de</strong>spacharla<br />

en una mañana, la <strong>de</strong>tenía el santo y les duba <strong>de</strong><br />

comer, porque no se fnéseri ántes <strong>de</strong> confesar. Estaba el<br />

convento lleno <strong>de</strong> <strong>de</strong>udas cuando vino á él por superior, y<br />

apenas podia sustentar cuatro ó cinco religiosos; pero luego<br />

crecieron <strong>de</strong> mauei a las limosnas <strong>de</strong>l convento, que con<br />

hacer el santo muchas á los pobres, pagó todas las <strong>de</strong>udas,<br />

y pudo sustentar con abundancia muchos religiosos,<br />

Y siéndoles prohibido el pedir limosna por los lugares circunvecinos,<br />

por haber enterrado en su iglesia un hombre<br />

que habia muerto <strong>de</strong> pesie, no solamente los libró Dios <strong>de</strong>l<br />

conlagio, mas les proveyó <strong>de</strong> lodo lo necesario, sinfultar-<br />

1 es nada.<br />

Volvió á Valenciaj don<strong>de</strong> era muy <strong>de</strong>seado, el año<br />

<strong>de</strong> lí>.'iC, á su ejercicio <strong>de</strong> maestro <strong>de</strong> novicios. La cuaresma<br />

siguiente predicó en la villa <strong>de</strong> Alcoy con gran<strong>de</strong> fruto<br />

y ejemplo ; porque con la tarca <strong>de</strong> los sermones y confesiones<br />

juntaba gran<strong>de</strong>s asperezas, durmiendo sobre una<br />

estera y ayunando muchos dias á pan y agua. Iba algunas<br />

veces á Gonccnlaina á satisfacer la <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>sa<br />

doña María <strong>de</strong> Mendoza, señora <strong>de</strong> gran virtud; y aunque<br />

le ponían un aposento bien a<strong>de</strong>rezado y con buena cama,<br />

nunca durmió en ella como lo observó Fr, Pedro Micó, que<br />

entonces era seglar y servia á la con<strong>de</strong>sa; y él mismo <strong>de</strong>cía,<br />

(pie por mucho que madrugase para ir al aposento <strong>de</strong>l<br />

santo, siempre le hallaba <strong>de</strong> rodillas en oración. Llegaron<br />

á la playa <strong>de</strong> Valencia unas galeotas <strong>de</strong> moros, cargadas<br />

<strong>de</strong> cautivos cristianos que habían cogido en las costas <strong>de</strong>l<br />

reino, y el arráez, mientras se trataba <strong>de</strong>l rescate, salió un<br />

dia <strong>de</strong> fiesta con olro-í moros á pasearse por la ciudad. El<br />

santo, que con una encendida caridad juntaba el celo <strong>de</strong><br />

Elias, sintió esto mucho; y juntando á primera noche ásus<br />

novicios, les dijo: ¿ Quién sufrirá esto, hijos míos, que<br />

los enemigos <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber caulivado á los<br />

cristianos, se vengan á pasear por la ciudad y se vayan<br />

alabando <strong>de</strong> ello? Hinquémonos (l« rodillas y digamos mi<br />

salmo contra los moros. Oyó Dios su oración, y moslró que<br />

habia nacido <strong>de</strong> celo <strong>de</strong> su major gloria, porque lia( leudóse<br />

á la vela los moros, se levantó una lempeslad y los<br />

echó á fondo. Pidiéronle que encomendase á Dios nn hombre<br />

que estaba en pecado mortal, para que saliese <strong>de</strong> él:<br />

hizolo el santo, y dijo á la persona que se lo habia pedido,<br />

que Dios quería dar un cnsligomuy sensible á aquel hombre,<br />

y con eso se emnondai in. Denlro <strong>de</strong> breve tiempo se<br />

le murió el hijo que mas amaba, y con la pena abrió los<br />

ojos y enmendó su mala vida.<br />

Tuvo noticia do la necesidad que habia en las Indias <strong>de</strong><br />

ministros evangélicos, y compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> tanta gentilidad<br />

como vive y muere sin conocimiento <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Dios:<br />

alcanzada licencia <strong>de</strong> su prelado, <strong>de</strong>terminó parlirse á las<br />

Indias á procurar la salud <strong>de</strong> aquellas almas tan <strong>de</strong>samparadas.<br />

Pon<strong>de</strong>rábanle sus amigos los trabajos gran<strong>de</strong>s<br />

que pa<strong>de</strong>cían los ministros evangélicos, y la crueldad con<br />

que los bárbaros les quitaban las vidas; pero nada bastaba<br />

á mudar su <strong>de</strong>terminación ni entibiar sus <strong>de</strong>seos; áttles<br />

|e encíMulian mas por la ardiente sed que lonia <strong>de</strong> la<br />

corona <strong>de</strong>l martirio, que esperaba po<strong>de</strong>r allí conseguir.<br />

Procuraron sus hermanos y parientes <strong>de</strong>tenerle con megos<br />

y lágrimas, y los frailes con razones, proponiéndole su<br />

mucha flaqueza y enfermeda<strong>de</strong>s para lan diíicullosa empresa,<br />

hasta <strong>de</strong>cirle el prior <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong><br />

Valencia, que no le daría el viático que se suele dar en<br />

aquella provincia á los que caminan ; y sus hermanos (pie<br />

no esperase do ellos ningún socorro para ol camino; pero<br />

él, entendiendo que aquella era la voluntad <strong>de</strong> Dios nuestro<br />

Señor, no <strong>de</strong>sistió <strong>de</strong> su intento; y así, habiendo hech;)<br />

una plática á sus novicios, evborlándolos á la observancia<br />

<strong>de</strong> la regla, y pidiendo con mucha humildad perdón <strong>de</strong>l<br />

mal ejemplo queles habia dado, les echó su bendición, y<br />

alcanzada con gran dificultad la <strong>de</strong> su prior, se <strong>de</strong>spidió<br />

<strong>de</strong> sus frailes con muchas higrimas, y se partió á la ciudad<br />

<strong>de</strong> Sevilla solo y á pié, con unas alforjas al hombro en<br />

que llevaba sus libros. Guando supieron sus hermanos la<br />

partida <strong>de</strong>l santo, le siguieron y alcanzaron en la ciudad<br />

<strong>de</strong> Jáliva, una jornada <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Valencia ; y como<br />

no pudieron <strong>de</strong>tenerle, le dieron dinero para el camino, y<br />

él compró un jumentillo, porque su corta salud no le permitía<br />

ir á pié, y en él llegó hasta la ciudad <strong>de</strong> Sevilla,<br />

don<strong>de</strong> se embarcó para las Indias. En la nave le reverenciaron<br />

luego como á santo los navegantes; porque notaron<br />

su mo<strong>de</strong>stia, humildad y morliticacion; y en levantándose<br />

alguna tormenta acudían á él á pedidle el socorro <strong>de</strong> sus<br />

oraciones, con las cuales se tenían por seguros.<br />

Aportó á Cartagena <strong>de</strong> las Indias y fuése á su convento

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