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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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180 LA LEYENDA DE ORO, DIA 9.<br />

iglesia estaba) le apareció IMI b^biíq tle mongo, y habiándoia<br />

scveraniLMiie, le dijo: ¿ Porqué no <strong>de</strong>jas ivposar<br />

á losque eslán aquí? Alanasia creyendo que iuese algún<br />

inonge le respondió: No os enojéis, señor, comuigo; porcino<br />

es!oy muy afligida : dos solos hijos tenia , y en un<br />

mismo dia los he enterrado. Preguntóle el mongo cuántos<br />

años lenian. Y ella dijo : El uno tenia doce y la otra diez.<br />

Knlonces el santo la dijo : ¿ Pues por qué los lloras? Mejor<br />

harías en llorar tus pecados; porque ellos viven y gozan<br />

do Dios. Con estas palabras se consolóla madre y<br />

convirtió el llanto en alegría sabiendo que sus hijos vivían<br />

con Diosen el cielo, y que mas <strong>de</strong>bía tenerles envidia que<br />

lástima , y gozarse <strong>de</strong>l bien <strong>de</strong> ellos que enlrislecerso por<br />

su ausenqia. Buscó luego al mongo que le había hablado,<br />

y no lo halló ni lo pudo ver: y sabiendo que todas las<br />

puertas estaban corradas , y que ninguna persona había<br />

entrado en aquel lugar, entendió que aquella <strong>de</strong>bía ser<br />

revelación <strong>de</strong> Dios, y que el santo mártir Jaban la había<br />

aparecido, y tuvo gran temor, y <strong>de</strong>terminóse á hacer lo<br />

que la había mandado, y llorar sus pecados.<br />

Volvió á sn casa y dió cuenta á su marido <strong>de</strong> lo que<br />

aquella noche había pasado, y rogóle que la diese licencia<br />

para entrarse en un monasterio, y hacer penitencia<br />

<strong>de</strong> sus pecados ; porque aun viviendo sus hijos, bahía tenido<br />

este mismo intento , aunque no se lo había osado <strong>de</strong>cir.<br />

Andrónico la respondió que lo pensase mejor y lo<br />

encomendase á Dios por espacio <strong>de</strong> una semana, y que<br />

<strong>de</strong>spués tornarían á hablar <strong>de</strong> ello. Finalmente, ellcs se<br />

concertaren entre sí, ó hicieron lo (pie aquí diré. Dió Andrónico<br />

su hacienda á su suegro, padre <strong>de</strong> Atanasia, y<br />

díjole que él y SH bija iban por su <strong>de</strong>voción á visitar los<br />

lugares santos <strong>de</strong> Jciusalon : que si Uíos dispusiese <strong>de</strong><br />

el! s, gastase toda aquella hacienda que le <strong>de</strong>jaban, para<br />

bien <strong>de</strong> sus almas , en edificar algún monasterio y algún<br />

hospital para los pobres. Dieron libertad á sus esclavo?, y<br />

alguncs dineros, lomando los que los pareció quo para su<br />

camino tasadamonle habían menester: y una noche Andrónico<br />

y Alanasia solos, <strong>de</strong>jando su paliia y su casa, se<br />

partieron para Jernsalen ^suplicando á nuestro Señor que<br />

pues había mandado á Abrahan y Sara que saliesen <strong>de</strong> su<br />

tierra y <strong>de</strong> entre sus <strong>de</strong>udos , y fuésen á la tierra que él<br />

les mostraría , los guiase y tuviese <strong>de</strong> su mano paiv (pie<br />

cumpliesen on todo su sanlisíma voluntad..<br />

Estuvieron en la ciudad do Alejandría , don<strong>de</strong> hicieron<br />

oración al sanio y glorioso mártir Menna : y quedando<br />

allí Atanasííi, Andrónico fué á visitar á los santos padres<br />

<strong>de</strong> Egipto , y á consultar con el santo abad Daniel, loque<br />

babia <strong>de</strong> hacer ; y per su consejo volvió por su mujer, y<br />

la llevó consigo adon<strong>de</strong> el santo abad oslaba , el cual les<br />

dió cartas para que Alanasia fuese recibida en el monasterio<br />

<strong>de</strong> los labenÍQsilas, adon<strong>de</strong> Andrónico la acompañó<br />

y <strong>de</strong>jó: y tornando a! abad Daniel, recibió <strong>de</strong> sus manos<br />

el hábito <strong>de</strong> monge, y fué enseñado do lo que en aquel<br />

hábito y profesión le convenia hacer. Pasados doce años<br />

<strong>de</strong> religión, tuvo <strong>de</strong>seo Andrónico <strong>de</strong> ir á visitar otra vez<br />

los lugares santos <strong>de</strong> Jerusalen: propúsolo alabad; y<br />

coa su licencia y bendición , se partió para aquella jornada,<br />

y por voluntad é inspiración <strong>de</strong> Dios, al mismo tiempo<br />

nasía á Andi ónieo , luego le conoció ; mas él no la conoció<br />

á ella , porque había perdido con la penitencia su antigua<br />

hermosura , y estaba muy requemada y consumida;<br />

y creyendo que era otro monge como él, y sabiendo que<br />

iba á Jerusalen y (pie llevaba el mismo camino, se concertaron<br />

los dos <strong>de</strong> ir juntos , aunque callando y guardando<br />

silencio como si cada uno fuera solo, por mayor<br />

<strong>de</strong>voción y religión. De esta manera fueron Andrónico y<br />

Atanasia á Jerusalen , y estuvieron en ella y volvieron á<br />

Alejandría , sin haber conocido Andrónico que elcompcñero<br />

qee llevaba era su mujer, y creyendo siempre que<br />

fuese hombre y alguno <strong>de</strong> los mongos santos do Egipto.<br />

Alanasia convidó á Andrónico si queria vivir on su misma<br />

celda con el; y él lo acopló, habiendo primero dado parte<br />

al abad Daniel, y conládole lo que le habia sucedido con<br />

aquél mongo en el camino , y el silencio que en él habia<br />

guardado , y por su consejo y con sn bendición volvió á<br />

Alanasia , y estuvo otros doce afios en la misma celda, cu<br />

compañía <strong>de</strong> su mujer, sin enten<strong>de</strong>r que lo era ni que<br />

fuese mujer: que es caso bien raro y póra notar que en<br />

tantos años , con tan continua y extraña comunicación y<br />

compañía, ni por el gesto, ni por la voz, ni por la habla,<br />

ni por los meneos , ni por otras propieda<strong>de</strong>s individuales,<br />

no echase <strong>de</strong> ver Andrónico, quién era Atanasia; porque<br />

ó estaba tan <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí y tan átenlo á servir al Señor,<br />

que no reparaba en las cosas exteriores , y viéndolas no<br />

las veia; ó el mismo Señor, que por este camino (pieria<br />

mostrar lo que pue<strong>de</strong> su gracia , le <strong>de</strong>tenía y diverlia para<br />

que ñola conociese : y aunque vivían con sumo silencio<br />

los dos ( porque este fué el concierto que hicieron ). no es<br />

probable que en las cosas forzosas no se hablasen y no tuv<br />

ícsi'ii entre sí algunas pláticas espirituales.<br />

En el espacio <strong>de</strong> estos doce años que estuvieron juntos<br />

Andrónico y Atanasia , los selia visitar algunas veces el<br />

santo abad Daniel, y en<strong>de</strong>rezarlos y animarlos á todas las<br />

obras religiosas y <strong>de</strong> perfección. Vino una vez acabados<br />

ya los doce años á verlos , y supo <strong>de</strong> Andrónico que su<br />

compañero estaba muy fatigado y <strong>de</strong> camino para el cielo.<br />

Entró á él el abad Daniel, y hallóle con gran<strong>de</strong>s angustias<br />

y congojas y lloroso; y díjole : ¿Porqué lloras, <strong>de</strong>biendo<br />

alegrarle por ir al Señor ? Y él respondió : No lloro por<br />

mí, sino por mi compañero Andrónico; poro yo le ruego<br />

que <strong>de</strong>spués que me hubieres enten ado , lomes un<br />

papel que estará á mi cabecera y le leas, y <strong>de</strong>spués<br />

le <strong>de</strong>s á Andrónico. Con esto se aparejó para morir,<br />

y comulgó: encomendáronle el alma: y acabó en el Señor.<br />

Yinieion para amortajarle , y hallaron que era mujer,<br />

y alabaron al Señor que le habia dado tanta fortaleza<br />

y tan gloriosa victoria <strong>de</strong> la flaqueza mujeril. Convocaron<br />

á lodos los mongos, hasta los mas apartados <strong>de</strong><br />

toda aquella comarca, y ellos vinieron para honrar aquella<br />

santa, que tan bien habia sabido triunfar <strong>de</strong> su carne,<br />

mundo é inliorno , y acompañados <strong>de</strong> toda la ciudad <strong>de</strong><br />

Alejandría, con ramos, palmas y cirios encendidos, la sepultaron<br />

honoríficamente. Quiso d abad Daniel llevar consigo<br />

á Andrónico; mas él rogó que le <strong>de</strong>jase, porque <strong>de</strong>seaba<br />

morir y ser enterrado con Atanasia. Dióle luego la<br />

enfermedad do la muerte y acabó saniamente su pei ogri-<br />

AJanasia tuvo la misma voluntad y se puso en camino nación, y fuese al cielo para gozar <strong>de</strong> Dios eternamente,<br />

vestida do monge', y llegó adon<strong>de</strong> estaba Andrónico: ha- y Je la compañía que había tenido en la tierra ; y los<br />

lióle <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol <strong>de</strong>scansando un poco, y guardán- menges volvieron y le llevaron á enterrar, alabando al Sedoso<br />

<strong>de</strong>l calor <strong>de</strong>l sol que era muy recio. En viendo Ata- i ñor, obrador <strong>de</strong> tan gran<strong>de</strong>s maravillas. La vida <strong>de</strong> estos

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