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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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108 LA LKYEN<br />

trnbajo como por servir mas á la sania Iglesia. El tratamiento<br />

<strong>de</strong>sús personas era muy áspero y riguroso, y andaban<br />

vestidos <strong>de</strong> cilicio. Determinaron jamás comrr carne,<br />

aun en tiempo <strong>de</strong> enfermedad; y aunque algunos<br />

hombres pru<strong>de</strong>ntes, segnn la carne, y sabios <strong>de</strong>l mundo,<br />

les pusieron escrúpulos sobre esto, diciéndoles que se<br />

ponían á peligro <strong>de</strong> matarse, y ser homicidas <strong>de</strong> sí mismos;<br />

pero con un aviso que tuvieron <strong>de</strong>l cielo, se confirmaron<br />

en su buen propósito y perseveraron en aquella<br />

soledad espantosa (<strong>de</strong> la cual el <strong>de</strong>monio pretendió sacarlos)<br />

, tomando por especial protectora y abogada á la sacratísima<br />

Virgen María nuestra Señora, rezando cada dia<br />

sus horas; y también lomando por abogado á san Juan<br />

líautisla con <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> imitar su penitencia y rigor. Todos<br />

anhelaban á la perfección; pero el que mas se esmeraba, y<br />

como caudillo y maestro iba <strong>de</strong>lanle <strong>de</strong> todos, era san<br />

Bruno, á quien nuestro Señor habia escogido para poner<br />

los cimientos <strong>de</strong> una religión tan esclarecida, y para hacerle<br />

padre <strong>de</strong> tantos y tan santos hijos. Resplan<strong>de</strong>cía con<br />

lan gran<strong>de</strong> santidad, mo<strong>de</strong>stia y pru<strong>de</strong>ncia , que Hugo,<br />

obispo, en lodos los negocios tomaba su consejo, y le<br />

obe<strong>de</strong>cía como si fuera su propio abad , y muchas veces<br />

se iba á vivir entre los nionges por gozar <strong>de</strong> su conversación<br />

y ejercitarse en los oficios mas bajos y viks <strong>de</strong> la<br />

casa: tanta era su humildad y la admiración con que miraba<br />

á san Itruno; el-cual le solia <strong>de</strong>cir que se volviese á<br />

su casa y cuidase <strong>de</strong> sus ovejas, pues era pastor. Mas eslando<br />

el santo varón muy quieto y contento por verse en<br />

aquel puerto seguro, fuera <strong>de</strong> las ondas lempesluosas y<br />

lan contrarios vientos do esle siglo, le fué necesario salir<br />

<strong>de</strong> él, con la ocasión que aquí diré-<br />

Al papa Gregorio Vil, sucedió Víctor III, que vivió poco<br />

en el pontificado: á Víclor, Urbano II, varón excelente y<br />

que habia sido discípulo en París <strong>de</strong> san Bruno: el cual,<br />

<strong>de</strong>seando acertar en su gobierno y dar buena cuenta á<br />

Dios <strong>de</strong>l rebaflo que le habia encomendado, y entendiendo<br />

las gran<strong>de</strong>s parles <strong>de</strong> religión, letras y pru<strong>de</strong>ncia que<br />

concurrian en su maestro Bruno, le mandó llamar á Boma,<br />

para servirse <strong>de</strong> él y aprovecharse <strong>de</strong> sus consejos. Sintió<br />

esle mandato san Bruno todo lo que se pue<strong>de</strong> encarecer, y<br />

no menos sus santos companeros, que les parecía perdían<br />

padre, guia, maestro, refugio y consuelo y todo el bien<br />

que tenían en la tierra; mas , como hijos <strong>de</strong> obediencia,<br />

se conformaron con la voluntad <strong>de</strong> nuestro Señor, y se<br />

consolaron con la esperanza que les daba, <strong>de</strong> que, habiendo<br />

cumplido con la obediencia <strong>de</strong> su santidad, volveria<br />

á verlos <strong>de</strong> Roma presto: adon<strong>de</strong> llegó san Bruno, y<br />

fué recibido <strong>de</strong>l sumo pontífice con estraordinarias muestras<br />

<strong>de</strong> benignidad y benevolencia, sirviéndose <strong>de</strong> su consejo<br />

eu todas las cosas arduas para bien <strong>de</strong> la Iglesia.<br />

Pero los compañeros que habia <strong>de</strong>jado en la Cartuja, encomendados<br />

á un abad <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Dios, llamado Siguinio<br />

, no hallándose sin él, le siguieron á Roma, <strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong> por ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l papa Urbano, volvieron á su soledad,<br />

y su santidad les encomendó al mismo abad Siguinio, é<br />

hizo prior á Landuino, uno <strong>de</strong> los companeros, y mandó<br />

que se les restituyese el lugar <strong>de</strong> la Cartuja que habian<br />

<strong>de</strong>jado, el cual hasta hoy persevera en su religión. Quedó<br />

san Bruno en Roma, por una parle muy triste y amargo,<br />

por verse como engolfado en el bullicio y tráfago <strong>de</strong> la<br />

córle, y apartado <strong>de</strong> su quietud y <strong>de</strong> la santa conversación<br />

<strong>de</strong> sus compañeros; y por otra con paz y gozo <strong>de</strong> sa<br />

DA m ORO. nu 6.<br />

alma, sacrificando su voluntad á la voluntad do Dios y<br />

obe<strong>de</strong>ciendo á su vicario : el cual le quiso hacer arzoliispo<br />

<strong>de</strong>Rijoles, y él, teniéndose por indigno le suplicó humil<strong>de</strong>mente<br />

que no le echase carga tan pesada, ni le diese<br />

cargo <strong>de</strong> almas; pues no haria poco en dar buena cuenta<br />

á Dios <strong>de</strong> la suya. Y porque el papa partía <strong>de</strong> Roma para<br />

Francia , y <strong>de</strong>seaba no ir con él ni seguir la córle; también<br />

le suplicó que le diese licencia para relirarse á atgnn<br />

<strong>de</strong>sierto en la provincia <strong>de</strong> Calabria , don<strong>de</strong> entendía hallar<br />

lugar á propósito para sus intentos. Concedióle su<br />

santidad las dos cosas benignamente : y san Bruno, tomando<br />

su bendición, se paríió para Calabria, acompañado<br />

<strong>de</strong> algunas personas que ya le seguían, con ¿testa<br />

<strong>de</strong> imitar su vida y perfección.<br />

En aquella provincia halló un yermo llnmndo Torre, en<br />

el lerrilorio <strong>de</strong> Esquilache, que le pareció á propósito, y<br />

en él hizo su asiento. Allí labró unas celdillas toscas y <strong>de</strong><br />

tierra por el amor que tenia á la pobreza : y si en la Cartuja<br />

<strong>de</strong> Francia habia vivido con tan gran santidad, como<br />

dijimos; en este nuevo yermo comenzó á vivir con nuevos<br />

fervores, y mas encendidos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> olvidarse <strong>de</strong> todo<br />

lo que no es Dios, y <strong>de</strong> estar con solo el cuerpo en la<br />

tierra y con la mente en ti cielo. Aconteció un dia qno<br />

Bogoi io, con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Sicilia y Calabria, yendo á caza dió en<br />

aquel lugar apartado y <strong>de</strong>sierto en que san Bruno y sus<br />

compañeros moraban ; y hallándolos puestos en oración<br />

<strong>de</strong> rodillas, y sabiendo quiénes eran, á qué habian venido<br />

y como vivían, se les aficionó mucho, y les (lió una iglesia<br />

<strong>de</strong> Santa María y <strong>de</strong> San Estévan, y Ies proveyó <strong>de</strong> las<br />

cosas necesarios, y quedó lan aficionado á san Bruno, que<br />

le llamaba algunas veces, y otras él le visitaba, y oía <strong>de</strong>?<br />

buena gana sus consejos y se encomendaba á sus oraciones.<br />

Estas le valieron tanto, que una vez le libraron milagrosamente<br />

<strong>de</strong> un gravísimo peligro do la vida, estando<br />

sobre la ciudad <strong>de</strong> Capua, por una traición que le armó<br />

uno <strong>de</strong> sus capitanes, en la cual el con<strong>de</strong>cayera, si no<br />

fuera avisado con una visión <strong>de</strong>l ciclo por medio <strong>de</strong> san<br />

Bruno. Quedó <strong>de</strong> esto el con<strong>de</strong> lan agra<strong>de</strong>cido, que ofreció<br />

á san Bruno muchas tierras y heredamientos en el<br />

territorio <strong>de</strong> Esquilache; y él no los quiso tomar, sino solamente<br />

(por pura importunidad 6 instancia que le hizo) el<br />

monaslei io <strong>de</strong> Santiago, con su termino y lo que era menester<br />

para edificar una iglesia junto á la cueva, don<strong>de</strong> él<br />

inoraba, <strong>de</strong>dicada á la Beina <strong>de</strong> los ángeles nuestra Señora;<br />

y otra, poco dista ule <strong>de</strong> esta, á honra <strong>de</strong>l glorioso<br />

protomártirsan Estéban. Labró asimismo un convento para<br />

habilacion <strong>de</strong> ios monges que allí tenia, y <strong>de</strong> los oíros<br />

que <strong>de</strong>spués se juntaron con ellos, y para a<strong>de</strong>lante les<br />

habian <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r. En este monasterio perseveró san<br />

Bruno hasta el fin <strong>de</strong> su vida, teniendo cuidado no solamente<br />

<strong>de</strong> los santos companeros que allí vivían, mas también<br />

<strong>de</strong> los que estaban léjos en la Cartuja <strong>de</strong> Francia, escribiéndoles<br />

y dándoles reglas y documentos para ir a<strong>de</strong>lante.<br />

Y el prior <strong>de</strong> ellos Landuino, por no discrepar un<br />

punto <strong>de</strong>l espíritu y forma <strong>de</strong> su maestro san Bruno,<br />

vino <strong>de</strong> Francia á Calabria á verse con él y proponerle<br />

sus dudas, y llevar luz y claridad para gobernar su convento<br />

y <strong>de</strong>jar el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> aquella sania institución á sus<br />

sucesores.<br />

Finalmente, habiendo vivido con estremada perfección<br />

y admiración <strong>de</strong> toda aquella provincia, y enriquecido la<br />

santa Iglesia con una nueva y celestial familia <strong>de</strong>sús glo-

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