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DIA 0.<br />
hacer el oficio, y iil mismo tiempo que el primer clia, y<br />
tlela misma maiicra , se levanlo y (lió otra voz mas temerosa<br />
que la primera, y dijo: m jíWte juiL'io <strong>de</strong> Dios soy<br />
juzgado: y luego se sosegó y se puso como antes. Fué la<br />
turbación "<strong>de</strong> los presentes'aun mayor que la <strong>de</strong>l dia antes<br />
: lomando su acuerdo le <strong>de</strong>jaron hasta el tercero dia:<br />
en el cual, haciendo el mismo oticio en el mismo punte<br />
se levantó If tercera vez, y con voz mas terrible y tremenda<br />
dijo: Por justo juicio <strong>de</strong> Dios soy con<strong>de</strong>nado, Oida esta<br />
voz se pasmaron les que la habían oido, y mirándose unos<br />
á otros quedaron como muertos y asombrados. Enterraron<br />
el cuerpo <strong>de</strong>l difunto en el campo, y diéronle la sepiillm<br />
a <strong>de</strong>l asno, como dice el profeta Jeremías <strong>de</strong>l rey<br />
Joaquin: porque en sagrado no le quisieron scpullar;<br />
pues él mismo confesaba <strong>de</strong> sí que era con<strong>de</strong>nado.<br />
OCTC1ÍRK.<br />
¿ Quién no se espantará <strong>de</strong> los justos juicios <strong>de</strong> Dios,<br />
aunque ocultos? ¿ Quién no temerá lo que le pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r<br />
, viendo lo que sucedió á un letrado, que en los ojos<br />
<strong>de</strong> los hombres parecía <strong>de</strong> buena vida y <strong>de</strong> loables costumbres<br />
, y había muerto con todos los sacramentos y<br />
con conocimiento <strong>de</strong> Dios, cuya censura y examen es muy<br />
diferente <strong>de</strong> los hombres? Déla con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> este miserable<br />
hombre sacó nuestro Scfior (como suele) la salvación<br />
<strong>de</strong> muchos, que se ganaron con la pérdida <strong>de</strong><br />
uno. De estos el principal y como capitán y caudillo <strong>de</strong><br />
todos, fué san Bruno; porque tocado <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>l Señor,<br />
<strong>de</strong>shaciéndose ea lágrimas y consi<strong>de</strong>rando la brevedad<br />
é incerlidumbrc <strong>de</strong> esta vida, y la severidad <strong>de</strong><br />
la justicia divina, y cuan horrible cosa es caer en las<br />
matios <strong>de</strong> Dios vivo (como dice san Pablo), <strong>de</strong>terminó<br />
hacer divorcio con el mundo, y morir en vida, por no<br />
morir eternamente: y llamando á seis <strong>de</strong> los mas amigos<br />
y mas familiares discípulos suyos, que se llamaban Landuino,<br />
que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> san Bruno fué el primer prior <strong>de</strong><br />
la Cartuja, y dos Esleíanos, canónigos, Hugnn, sacerdote,<br />
Andrés y Guarino, legos, que se hablan hallado en<br />
aquel laslimoso especlácuio; les habló <strong>de</strong> esla manera:<br />
¿Qué haremos (dice), compaficros y hermanos carísimos<br />
v iendo lo que con nuestros ojos habernos visto, y con nuestras<br />
orejas oido? ¿Qué corazón hay tan duro que no se<br />
ablan<strong>de</strong>? ¿Y qué pecho tan fuerte y obstinado , que no<br />
se rinda á Dios? ¿Y qué hombre tan seguro y conliado,<br />
que no tema y tiemble con este trueno espantoso que ha<br />
dado el cielo? Visto habernos á un gran doctor <strong>de</strong> esla<br />
universidad conocido y amigo nuestro, ejercitado en letras,<br />
amado por sus buenas costumbres , honesto, pru<strong>de</strong>nte,<br />
y al parecer virtuoso y temeroso <strong>de</strong> Dios, que<br />
con su misma voz nos ha dicho que por justo juicio <strong>de</strong><br />
Dios esla con<strong>de</strong>nado. Pues ponga cada uno <strong>de</strong> nosotros la<br />
mano en su seno y mire si se juzga por mejor que este<br />
dt'svenlurado, y consi<strong>de</strong>re sí es negocio <strong>de</strong> poco mas ó<br />
ménos el salvarse ó con<strong>de</strong>narse; y sí una vez se con<strong>de</strong>na<br />
¿ qué remedio tendrá? Este caso no es acaso: Dios lo ha<br />
hecho para nuestro bien , y para que nosotros siguiendo<br />
su ban<strong>de</strong>ra y viviendo lo que nos queda <strong>de</strong> vida en aspereza<br />
y penilencia , aseguremos nuestra suerte y abramos<br />
el cammo a otros muchos , que con la gracia <strong>de</strong> Dios nos<br />
segmran , y por el ejemplo y naufragio <strong>de</strong> este miserable,<br />
llegaran a puerto <strong>de</strong> salud. Las voces que nosotros<br />
onnos no las dyo el d.funlo para si, sino para nuestro<br />
provecho; que ya él no las había menester. Pues oigámoslas<br />
y sigamos á Dios que nos llama; y no tar<strong>de</strong>mos:<br />
1G7<br />
porque el que promete perdón al penitente no promete el<br />
día <strong>de</strong> mañana al que peca. Con estas y otras palabras<br />
acompañadas <strong>de</strong> lagrimas que salían <strong>de</strong>l pecho <strong>de</strong> Bruno,<br />
tierno, compungido y <strong>de</strong>voto, todos los seis compañeros<br />
que lo estaban mucho con lo que habian visto y oido , se<br />
ofrecieron á seguirle , y vendidas y dadas sus haciendas<br />
á los pobres, se <strong>de</strong>spidieron <strong>de</strong> sus parientes, conocidos y<br />
amigos, y se pusieron en camino para ir á Grenoble, ciudad<br />
<strong>de</strong> l'rancía, en el Delíinado, don<strong>de</strong> sabían que había<br />
un obispo <strong>de</strong> santísima vida, llamado Hugo, que los podía<br />
amparar y favorecer en su diócesis , don<strong>de</strong> habia algunos<br />
lugares solitarios y muy apartados <strong>de</strong>l bullicio y trato <strong>de</strong><br />
los hombres , don<strong>de</strong> podían (olvidados <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> la<br />
lierra) entregarse á las <strong>de</strong>l cielo y ocuparse en la contemplación<br />
<strong>de</strong> Dios.<br />
El santo obispo Hugo, estando una noche durmiendo,<br />
luvo un sueflo admirable con que Dios le <strong>de</strong>spertó y 1c<br />
siguiíicó lo que habia <strong>de</strong> ser. Parecióle que veia como en<br />
un yermo <strong>de</strong> su obispado , que se llamaba la Cartuja, Dios<br />
editicaba una casa para su morada; y que siete estrellas<br />
resplan<strong>de</strong>cientes á manera <strong>de</strong> corona , y levantadas algún<br />
tanto <strong>de</strong>l suelo , y en el sitio, movimiento, color y claridad<br />
diferentes <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l cielo , iban <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> el como<br />
guias , enseñándole el camino. Quedó el venerable obispo<br />
con esta visión suspenso y perplejo , por no saber lo que<br />
quería signilicar, hasta que el día siguiente llegó san<br />
Bruno con sus seis compañeres á la casa <strong>de</strong>l obispo, y<br />
postrados á sus piés le <strong>de</strong>clararon lo que habia acaecido<br />
en París, y la causa <strong>de</strong> su venida y sus piadosos inlentos;<br />
y le suplicaron humil<strong>de</strong>mente que los ayudase para llevarlos<br />
a<strong>de</strong>lante. No se pue<strong>de</strong> creer la alegría y contenió<br />
que recibió el obispo, asi por ver <strong>de</strong>clarado lo que el sneilo<br />
oscur amenle le habia pronosticado , como porque , como<br />
santo, se gozaba mucho <strong>de</strong> la gloría <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> ver tan<br />
onccndidüs en su amor y tan <strong>de</strong>seosos <strong>de</strong>servirle, á Bruno<br />
y á sus compañeros. Alentólos y confirmólos en sus buenos<br />
propósitos, y diótes con gran liberalidad aquel lugar<br />
<strong>de</strong>sierto que dijimos arriba, llamado h Cardija , el cual<br />
era muy gran<strong>de</strong>; pero áspero, frío é inhabilablo, y mas<br />
propio para cuevas <strong>de</strong> bestias fieras, que no para morada<br />
<strong>de</strong> hombres; porque á mas <strong>de</strong> que la mayor parle <strong>de</strong>l aflo<br />
estaba cubierlo <strong>de</strong> nieve, era tan fragoso y estéril, quo<br />
ninguna cosa <strong>de</strong> provecho en él se podía cojer ni sembrar.<br />
Y aunque el santo obispóles propuso las dificulta<strong>de</strong>s<br />
que tendrían en vivir en lugar tan horrible ; todavía Bruno<br />
y sus compañeros las vencieron todas con el vehemento<br />
afecto y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> servir al Señor que los traía : y asi el<br />
año <strong>de</strong> 1084 , siendo sumo pontífice Gregorio VII, y emperador<br />
Enrique IV , cerca <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> San Juan Banlísla,<br />
acompañándolos y ayudándolos y proveyéndolos <strong>de</strong><br />
lo necesario el mismo obispo, en la cumbre <strong>de</strong> u» monlo<br />
edificaron una iglesia que hasta hoy se llama Sania María<br />
<strong>de</strong> Casalibus, y algunas celdas, ó por mejor <strong>de</strong>cir chozas<br />
( que tales fueron aquellas primeras) no léjos <strong>de</strong> la iglesia<br />
; pero apartadas unas <strong>de</strong> otras. Aquí comenzaron á<br />
fundar la sagrada ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la Cartuja, viviendo mas<br />
como ángeles venidos <strong>de</strong>l cíelo, que como hombres <strong>de</strong> la<br />
lierra, en silencio, oración, lección y contemplación <strong>de</strong><br />
Dios; y sobre lodo, en grandísima pureza <strong>de</strong> corazón y<br />
santidad <strong>de</strong> vida , ocupándose á ratos en alguna obra manual,<br />
y especialmente en escribir y trasladar algunos libros<br />
provechosos, así por ganar su pobre comida con su