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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA. 4.<br />

en esta pobre casa, fue san Francisco QB sábado por la tar<strong>de</strong><br />

á la ciudad <strong>de</strong> Asís, porque babia <strong>de</strong> predicar el domingo<br />

en la iglesia catedral; y estando él ausente, aquella<br />

noebe apareció á sus frailes en un carro <strong>de</strong> fuego, y<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> él un globo resplan<strong>de</strong>ciente como el sol, y el<br />

carro dio tres vueltas por la casa, con gran espanto <strong>de</strong><br />

aquellos religiosos : los cuales recibieron no ménos claridad<br />

en sus almas que en sus cuerpos; y entendieron que<br />

aunque el padre san Francisco estaba ausente con el cuerpo,<br />

estaba presente con el espíritu y que él era el que en<br />

aquel carro <strong>de</strong> fuego les mostraba Dios como otro Elias, celador<br />

<strong>de</strong> su santa ley. Después se pasó á la ermita <strong>de</strong><br />

Santa María <strong>de</strong> Porciúncula, que los monges <strong>de</strong> San Benito<br />

(cuya era) liberalmenle le dieron para que fuese cabeza<br />

<strong>de</strong> su ór<strong>de</strong>n. De allí salía á predicar por los lugares<br />

y pueblos circunvecinos, mirándole los oyentes como á un<br />

bombre <strong>de</strong>l otro siglo , que tenia su corazón y sus ojos<br />

siempre en el cielo, y con sus obras y palabras los quería<br />

llevar á todos allá. Convirtiéronse muchos con estraordinario<br />

fervor ; y <strong>de</strong> estos instituyó el santo, la ór<strong>de</strong>n que<br />

llamó «los Hermanos <strong>de</strong> ta penitencia : » y gran número<br />

<strong>de</strong> doncellas <strong>de</strong>terminaron guardar perpétua castidad, <strong>de</strong><br />

las cuales la primera planta é bija espiritual <strong>de</strong>l padre san<br />

Francisco, fué la santísima virgen Clara, madre <strong>de</strong> las religiosas<br />

qne se llaman «las Sefioras pobres , » y clarísimo<br />

espejo <strong>de</strong> toda pureza y santidad. Pero otros muelles,<br />

dando libelo <strong>de</strong> repudio á todas las eosas <strong>de</strong> la tierra,<br />

seguían á san Francisco como á varón y maestro venido<br />

<strong>de</strong>l cielo; <strong>de</strong> manera, que su santa familia se iba cada dia<br />

nrnliiplieando mas, é binchendo el mundo <strong>de</strong> un suavísimo<br />

olw y fragancia <strong>de</strong> sus perfectas virtu<strong>de</strong>s. Entre los otros<br />

fué uno un religioso <strong>de</strong> la ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Cruciferos, llamado<br />

Morico, qne estando en un hospital, junto á Asís, <strong>de</strong>sahuciado<br />

ya <strong>de</strong> los médicos, envió un recado á san Francisco<br />

pidiéndole que rogase á Dios por sn salud. El sanio hizo<br />

oración y luego tomó un poco <strong>de</strong> pan, y 16 <strong>de</strong>smenuzó<br />

en un poco <strong>de</strong> aceite <strong>de</strong>l que había en la lámpara <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong>l altar <strong>de</strong> nuestra Sefiora, y mezclándolo, se le envió con<br />

unos frailes, diciendo: Llevad esta medicina á nuestrohermano<br />

Morico, con la cual sanará, y será valeroso soldado<br />

<strong>de</strong> nuestra milicia. Tomó Morico la medicina: sanó: entró<br />

eo Ta ór<strong>de</strong>n, y vivió con gran<strong>de</strong> aspereza y santidad <strong>de</strong><br />

vida, y perseveró hasta la muerte. Otro, gran poeta ( á<br />

quien llamaban rey <strong>de</strong> los versos) vino por ver al santo y<br />

bailóle que estaba predicando en un monasterio, y vió en<br />

el sermón dos espadas muy resplan<strong>de</strong>cientes atravesadas<br />

en figura <strong>de</strong> cruzT la una que tomaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cabeza <strong>de</strong><br />

san Francisco basta los pies, y la otra le cruzaba por los<br />

brazos; y admirado y compungido con esta visión , se<br />

eonviriió y tomó el hábito con tanta <strong>de</strong>voción , que san<br />

Francisco le mudó el nombre , y le llamó fray Pacífico y<br />

fué el primer ministro provincial <strong>de</strong> Francia, y vió muebas<br />

veces en la frente <strong>de</strong>l garito padre una cruz. De esta manera<br />

iba el Señor llamando á la nueva ór<strong>de</strong>n nuevos soldados,<br />

junlaudo aquel íloritlo y glorioso ejercito que tanta<br />

guerra babia <strong>de</strong> hacer á las'potesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l infierno. Creció<br />

tanto el número délos benditos hijos <strong>de</strong> san Francisco, que<br />

para repartirlos y distribuirles las provincias, y sonalailes<br />

ministros provinciales, juntó capítulo general en Santa María<br />

<strong>de</strong> Porciúncula, y vinieron á él mas <strong>de</strong> cinco mil frailes<br />

: y con el favor <strong>de</strong>l Señor tuvieron salud, y todo lo necesario<br />

bastantemente, y gran<strong>de</strong> gozo y alegría espiritual,<br />

OCTUBRE. 4 53<br />

Después qne asentó el gobierno <strong>de</strong> su ór<strong>de</strong>n, aunque no<br />

podía el santo hallarse presente con el cuerpo en los capítulos<br />

provinciales que se celebraban, se hallaba con el espíritu<br />

, y algunas veces por milagro se apareció en ellos.<br />

Y en el capítulo que se celebró en la ciudad <strong>de</strong> Arles, predicando<br />

san Antonio <strong>de</strong> Padua á los frailes, sobre el título<br />

<strong>de</strong> la cruz: Jesús Nazaremis, rex ju<strong>de</strong>eorum; fué visto el<br />

santo patriarca levantado en el aire, que ben<strong>de</strong>cía á sus hijos<br />

, con las manos estendidas, como en cruz. Y otra vez,<br />

estando con" sus frailes hablando <strong>de</strong> cosas do Dios, apareció<br />

nuestro Sefíor Jesucristo en medio <strong>de</strong> ellos, en figura<br />

<strong>de</strong> un mancebo muy hermoso, y á todos echó sn santa<br />

bendición. Deseó el santo que su regla, aprobada por el<br />

papa Inocencio 111, fuese también confirmada por Honorio<br />

asimismo III, que le babia sucedido en el pontificado : y<br />

para esto, habiéndole Dios mandado con una revelación,<br />

que hiciese otra regla mas breve (porque la primera era<br />

algo larga); por instinto <strong>de</strong>l Espíritu Santo se subió á un<br />

monte con dos <strong>de</strong> sus frailes , y ayunando h pan y agua,<br />

y haciendo continua y fervorosa oración, mandó escribir<br />

la reglff como Dios se lo revelaba. Bajó <strong>de</strong>l monte y dió<br />

la regla escrita al vicario, para que la guardase: el vícrrio<br />

por <strong>de</strong>scuido la perdió; y el santo volvió al monte, como<br />

otro Moisés, é hizo escribir la regía con las mismas palabras<br />

<strong>de</strong> ánles, como si las oyera <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong>l mismo<br />

Dios. Esta regla fué la que confirmó el papa Honorio, el<br />

octavo afio <strong>de</strong> su pontificado : y exhortando san Francisco<br />

á sus frailes á la observancia <strong>de</strong> ella , solía <strong>de</strong>cir que no<br />

había puesto en aquella cosa regla alguna <strong>de</strong> su cabeza,<br />

sino que todo lo que babia en cíla, había sido revelado <strong>de</strong>l<br />

cielo. Antes, en el tiempo que estaba en el monte en oración<br />

, bajó una voz <strong>de</strong>l cielo y sonó tres veces, y dijo:<br />

Francisco, en esta regla no hay cosa tuya: toda es mía, y<br />

todo quiero que se guardo al pié <strong>de</strong> la letra; porque yo sé<br />

las fuerzas <strong>de</strong>l hombre y la ayuda qne le tengo <strong>de</strong> dar: y<br />

<strong>de</strong> allí á pocos días confirmó c\ Sefior aquella regla y la<br />

revelación con que la habia dado, imprimiendo sus Hagas<br />

en el cuerpo <strong>de</strong>l seráfico padre, como a<strong>de</strong>lante se dirá.<br />

¿ Pero quién podrá dignamente referir las admirables y<br />

altísimas virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> este serafín ? O'iereiias escribir, es<br />

entrar en la inmensidad <strong>de</strong>l mar Océano, ó en un profundísimo<br />

abismo sin suelo. De cada una <strong>de</strong> ellas se podia hacer<br />

nn libro f mas nosotros las iremos recogiendo brevemente,<br />

<strong>de</strong> lo que san Buenaventura mas copiosamenlo cu<br />

su vida escribe. Y comenzando por sn penitencia, castigaba<br />

su cuerpo con gran<strong>de</strong> aspereza, y apenas tomaba k<br />

necesario para la vida i y solia <strong>de</strong>cir que era muy dificultoso<br />

satisfacer la necesidad <strong>de</strong>l cuerpo, y no obe<strong>de</strong>cer á la*<br />

inclinaciones sensuales. Cosa cocida, raras veces (estando;<br />

sano) la comía; y cuando la comía, le echaba encima ceniza<br />

ó agua , para hacerla <strong>de</strong>sabrida. Bebía agua cruda;<br />

pero con mucha templanza , por gran<strong>de</strong> sed ó calor quo<br />

tuviese. Cada dia , como si fuera novicio, hallaba nuevas<br />

maneras <strong>de</strong> morlificarse y <strong>de</strong> afligir su carne. Cuando salía<br />

fuera á predicar, comía lo que le dahm. Su cama ordinaria<br />

era el suelo, y las mas veces dormía sentado, poniendo<br />

por cabecera un ma<strong>de</strong>ro ó piedra. Andaba vestido<br />

con una sola y pobre túnica : y preguntado, como podia<br />

sufrir el rigor <strong>de</strong>l frío con tan poca ropa ; respondía, que<br />

con el fervor <strong>de</strong>l espíritu. No consentía blandura en su vestido;<br />

y <strong>de</strong>cía, que era masóle los palacios <strong>de</strong> príncipes,<br />

que no <strong>de</strong> las casillas <strong>de</strong> los pobres: y cuando sentía al-<br />

TOMO IU,<br />

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