Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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líbroíno y oíros muchos : lo cual lodo se cumplió de la manera
que el sanio n)árl¡rlo dijo; porque, habiendo el rey,
con su amigo Ehroíno, hecho un concilio, en él sucedió
que uno de aquellos que se hablan atrevido á poner sus
sacrilegas manos en el sanio obispo Lcodegario, de allí fué
desterrado, y á pocos dias degollado : otro, á quien Ebroíno,
agradecido por lo mismo, había dado el obispado del
gloriosa sanio, convencido de un grave delito y azulado
públicamente, se ahorcó.
Luego fué mandado traer Lcodegario: y para que no
compareciese entre los obispos del concilio, fué mandado
detener fuera; pero estando fuera de él, le preguntaron
algunas cosas, á que respondió fielmente; y asimismo dijo
cuándo y cómo habian de morir los dos; esto es, Ebroíno y
él mismo. Ebroíno entonces, viendo que Leodegario había
profetizado púbiieameute su martirio glorioso, y la desastrada
muerte de él con su condenación eterna; furioso so
salió del concilio, y mandó á un soldado tuviese en custodia
al mártir glorioso. El soldado se lo llevó á su casa; y el
santo obispo, padeciendo gran sed, pidió un poco de agua
á uno de la calle, el cual se la dió; y al instante bajó del
ciclo una inmensa luz, que, á modo de corona, rodeó la
cabeza del santo: á cuya vista se convirtió el que Ic daba
á beber, su familia toda y otros muchos de la calle que
vieron la luz y oyeron predicar al santo. Esta nueva llevaron
á Ebroíno infinitos que vieron bajar la luz del cielo y
coronar su cabeza; pero el infiel apóstala, rabioso de envidia,
envió cuatro verdugos que lo degollasen al instante:
de los cuales tres se convirtieron á la fé de Jesucristo,
oyendo predicar al santo, y le pidieron perdón; y el cuarto,
dicióndolo mil oprobios, le degolló: y viendo al santo
cuerpo inmóvil, después de haberle cortado la cabeza, íe
dió un puntapié y lo echó en tierra; pero al instante pagó
el desacato, porque se apoderó de él el demonio, y furioso
lo arrojó al fuego, donde acabó su vida miserable, rabiando
y abrasado.
Dos aiíos habian pasado del martirio del gloriosísimo
Leodegario, y por su intercesión hacia .nuestro Señor infinitos
milagros, cuya noticia llegó á oídos del apóstata
Ebroíno, o! cual, atormentado de envidia de oir publicar
tantas glorias de su enemigo, envió un soldado adonde había
sido sepultado el cuerpo glorioso, para que se informase
de la verdad; llegó arrogante y soberbio el soldado,
como quien lo enviaba pudiera; y dando con el pié á la
tumba, dijo : Muera quien dijere y creyere que un niuerlo
puede hacer milagros. ¡O maravilla de Dios siempre
grande ! Al instante fué aquel mal hombre arrebatado del
demonio, y murió allí mismo de repente y desdichada-
: mtr. ntilcui ! nnr liüfmipnr á
mente; con que con lo mismo que quiso (por lisonjear a
su seílor), vituperar al santo obispo y glorioso mártir; con
esto mismo, á vista de prodigio tanto, le ensalzó y glorificó
mas. La nueva de tan estupendo caso llegó al instante
á oidos del apóstata Ebroíno; y rabiando de envidia, cuando
solicitaba oscurecer la gloria de tan gran santo, murió
al golpe de una espada en el mismo dia y de la misma
suerte que lo habia profetizado el bendito mártir Leodegario.
Así se cumplieron del gloriosísimo obispo las profecías,
y así vengó Dios su gloriosa muerte , la cual fué á
ios 2 dias del mes de octubre, por los años del Señor
de 685. Después fué trasladado su cuerpo glorioso al lugar
y monasterio de San Maxencio, donde habia sido abad,
haciendo tantos y tan innumerables milagros por el cami-
LA LEYENDA DE ORO. DÍA 2.
no y después en su glorioso sepulcro, que ninguno llegó
con molestia ó enfermedad alguna, que no volviese sano y
bueno á su casa, [.a vida y martirio de este ínclito obispo
y mártir y de su bendito hermano Gerino, escribieron Ilcda,
Usuardo, Adon, Ursino, Surio, tom. v, eí í. ir, in Vilo,
S. tlelmelandi; Adon Viennense, i» t7i?ds; Vincencio
líelovaecnse, lib. \XIII, cap. 124 el 12;i; Tritemio, De viris
illust. ord. S. Bcned.,lib. «i, cap. 133, ct Hb. i\,cap. 131;
Molano, ÍH Indice SS. Belq.; Sigiberlo, í» Chmxiás; Pedro
deNatalibus, in Caihal. sanct., lib. ix, cfl^. 13; el Martirologio
romano; y Baionio en sus Anotaciones, y en el
tomo vm de sus Anales, afib «83. numero 11.
* SA¡V ELEUTERIO, SOLDADO Y MÁIITUI.—Durante la persecución
del emperador Diocleciano murió martirizado esle
santo con otros muchísimos compañeros. Según refiere el
cardenal Baronio, fué su martirio del modo siguiente. En
Nicomedia san Eleulerio, soldado y mi'irtir, con otros innumerables,
los cuales falsamente acusados de haber puesto
fuego al palacio de Diocleciano, que habia sido quemado
por órden del mismo cruel emperador, fueron martirizados,
unos degollándolos, otros quemándolos y otros sumergiéndolos
en el mar. Eleuterio, después de haber sido
atormentado atrozmente, y mostrándose cada vez mas
constante, alcanzó la victoria y la palma, acrisolado en el
fuego como el oro refinado, el año 303 de la era crisliana.
SANTO TOMÁS, OBISPO Y CONFESOII.—Descendiente de una
de las mas ilustres familias de Inglaterra, enlazada por
pai entesco con las casas soberanas de Francia y do la
üran Bretaña, fué Tomás el primogénito de ella y la ennobleció
mas aun con sus esclarecidas virtudes. El joven
Tomás aprendió las ciencias b;ijo la dirección de un tío
suyo, obispo de Erfort; y después pasó á perfeccionar sus
conocimientos en París, donde se hizo notable por su
aprovechamiento y su piedad. Muy versado ya en el conocimiento
de la teología y del derecho civil y canónico,
abrazó el estado eclesiástico y fué nombrado canciller de
la universidad de Oxford, y poco después gran canciller
del reino de Inglaterí a. En el desempeño de su encargo
se mostró siempre justo, laborioso é incansable. Nada so
hacia en palacio ni en las asambleas sin su voto y parecer,
y era tan respetable su ilustrada prudencia, que todos
le buscaban como un oráculo infalible. Ei papa Gregorio X
le mandó ir al concilio de Lyon, celebrado el año 12Ti, y
un año después fué canónicamente elegido arzobispo de
Erfort y consagrado en la catedral de Canlorbery. Desde
entonces trató solamente de adquirir todas las prendas
pastorales, y llegó á ser un prelado perfecto. Todo el tiempo
que le dejaban libre los deberes de su ministerio lo dedicaba
al retiro, al estudio y á la oración, y aunque su
complexión era débil y enfermiza, no dejaba de castigar
su cuerpo con ásperas penitencias. Su caridad era sin límites
y se extendía á todas las necesidades espirituales y
temporales de sus diocesanos, que él llamaba sus hermanos.
El séptimo año de su pontificado vióse obligado á hacer
un viaje á Boma para negocios importantes de la Iglesia
de Inglaterra, y hallándose ya de vuelta , tuvo que
quedarse en Monle-Fiasconc, en Toscana, acometido pór
una enfermedad grave que le condujo al sepulcro el dia 2;»
de agosto del año 1282, después de haberse preparado
para la muerte con actos de la mas edificante piedad. Su
sagrado cuerpo fué después trasladado á Erfort y colocado