Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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cia cop (IÍIIM CIIU'devoción y cspirilu. Dál)a;C nmclio á la
oración y conk'iii])la(:ion: dccia mina con imicliasláiífimas,
lOMura y .scnliniicnlo; y hoy (üa se nnu'ílran en liorna el
cáliz y casulla, con que la solia decir. Era muy solícito y
cuidadoso del cnllo divino, y de la limpieza de las iglesias
y órnalo de los aliares; y así alababa lanío á Nepociano
por el cuidado fine en esto ponia. Trataba con loda la nobleza
y corle de Boma, y procuraba alraer los corazones
de las genles al amor y temor sanio del Señor. Y como
velan en él una vida lan perfecta, un menosprecio del
mundo, un semblante del cielo, unas palabras tan vivas,
unos consejos tan acertados, un pozo lan profundo de sabiduría,
y (¡ue en todas sus cosas mas parecía varón divino,
(me hombre mortal; muebos se le rendían, y por su
medio daban libelo de repudio á los vicios, gustos y cn-
•relenimíenlos, y se enlregaban de veras á la virtud. Asimismo
en el tiempo que estuvo esta vez en Roma, que fué
casi Iresaños, escribió muchas obras maravillosas: porque
habiendo un hereje, llamado Ilelvidio, abierto su bofa
sacrilega y ladrado, como perro rabioso, contraía limpieza
de la purísima Virgen nuestra Seftora, y escrito un
libi o contra su perpetua virginidad ; el santo lomó la mano,
y de tal suerte le convenció y confundió con su respuesta,
que aquel monstruo en un mismo tiempo parei e
haberse comenzado y acabado. A Ilelvidio sucedió otro
monsii uo, que fué Joviniano, falso monge, el cual había
estado en .Vilan en un monasterio, debajo de la disciplina
de san Ambrosio, del cual hace mención en sus confesiones
san Aguslin, y venido á Roma, ensenaba que el ma-
•nmonio era ignal á la virginidad, y que no se habia de
ayjíflar^ y otros errores mas dignos y propios de un lüó-
0 eP'éÚl"eo y delicioso, que de un monge lloroso y pfWlenle.
Contra estelan pernidoso hereje escribió san (i crómmo
aquellos dos admirables libros, lan llenos de erudición
divina y humana, que ponen espanlo.
Escribió asimismo los diálogos contra los lucifei ianos y
otras obras de grande utilidad y admiración. T;imh¡en se
ocupaba en declarar la sagrada Escritura á algunas personas
devolas y estudiosas, que venian á él, y le imporlunabati
y preguntaban y proponían varias cuesüoncs. Pe-
Í'O en ninguna cosa ((lesppes de haber cumplido con las
obligaciones del oíicio, que el sanio papa Dámaso le había
(hído) se ocupaba de mejor gana, que en desarraigar las
'Malezas, espinas y vicios de los corazones de los hombres,
Y en refrenar la demasiada libertad y licencia con que
•nuch )s vivían en Roma, y reformar las costumbres torcirias
de al gunos clérigos, para que tloreciese en la santidad
!U|neIla ciudad, y en las obras fuese lan sania comosiemlJre
lo ha sido en el nombre. Y como san Gerónimo era lan
Zt;loso, tan severo y grave reprensor de los vicios, y no
'•-'nia respeto á la calidad de las personas, sino á la virlud
Ya la gloria de Uios, no pudieron los ojos flacos sufrir
lan gran resplandor y claridad ; y el manjar sabroso y
dudable hizo mal estómago á los que lenian estragado
0' Paladar, los mismos que ánles se poslraban á sus pies,
y
besaban la ropa y pedían su bendición, comenzaron
li fpiererle apedrear y á llamarle hipócrita, embustero
i eiigañador, y lomaron mayor ánimo y osadía con la
Caerle del santo papa Dámaso, que fué el aña (te $84,
Pai"eciéiidoles que quedaba el santo doctor solo, desabri-
8a«0 y sin aquel arrimo y defensa que ánles tenia. Y pa-
SETIEMBUE
•,a fiuc sus mentiras tuviesen algún color de verdad, piiblicaron
que no parecía bien que un monge tratase con
tanta familiaridad con mujeres, auiupie fuesen señorai»
pn'ncipales y pareciesen sanias: y eslo decían, ¡jorque
algunas personas de las mas principales de Roma, y devotísimas
y deseosísimas de toda perfección, acudían á
san Gerónimo, como á padre y maestro, para que las
ensenase c inslruyesc en lo que habían de hacer, p:ira
agradar mas al Señor, como fueron santa Paula, viuda, y
su^ hijas Paulina, Eiisloquia, Brilla y Rulina, santa Marcela,
Albina, Asela, Lela y olraí, algunas de las cuates
fueron santas, y como tales son celebradas en la Iglesia
católica. Pero entre todas, la que mas se sefialó fué santa
Paula : la cual, para darse mas perfectamente á Dios, determinó
dejar su casa, hijos, deudos y c mondos, y salir
de Boma, é irse á vivir á Jesuralen, adonde san Gerónimo,
muerto ya san Dámaso, papa, quería navegar. Y como
el mundo siempre (¡ene por locura la sabiduría de
Cristo, y por perdido todo lo que se emplea en su servicio,
y por demasía y rigor lo que no se ajusta con sus leyes
y vana prudencia ; los que estaban sentidos de las
reprensiones de san Gerónimo, lomaron esta ocasión para
infamarle y pregonarle, no solamente por burlador é hipócrita,
sino también por lascivo y deshoneslo: y para
persuadir mejor su mentira, se aprovecharon de un hombre,
á quien persuadieron que dijese falso teslimonio contra
el sanio y contra sania Paula. Fué preso el hombre, y
en los tormentos negó lo que primero habia significado : y
reconociendo su menüra, desculirió la verdad y la inocencia
de san Gerónimo: el cual, en una epístola, que escribió
á Asela, al tiempo que en el Puerto Romano se qweria
embarcar para Jerusalen, le dice estas palabras: «Yo
(dice} soy ;iquel malvado, yo aquel taimado y embustero,
yo el menliroso, y el que con arte de Satanás engaña.
¿Cuál es mas seguro, creer eslo, ó fingirlo, de los que no
tienen culpa, ó no querer, ó creer de los culpados? A'gunos
me besaban la mano, y con la boca de serpiente decian
mal de mi: moslraban pesar con la lengua, y gozábanse
en su corazón. Veíalo el Señor y hacia burla de ellos, y
guardaba á este miserable siervo suyo, para juzgarle con
ellos el día del juicio. Unos reprendían mí iminera de andar
y la risa:' otros el semblante de mi rostro; y otros
alribuiau á ma!, lo que yo con llaneza y simplicidad hacia.
Tres afios casi he vivido con ellos, ymuchas veces he
estado rodeado de gran número de doncellas, y á algunas
de ellas les he declarado las divinas Letras, lo mejor quo
yo he podido. La lección era causa de que hubiese Italo
entre nosotros: el Iraío de que bubii'se familiaridad ; y la
ramiiiaridad suele dar alrevimienlo y conlianza. Pues, díganme:
en eslas ocasiones ¿qué cosa han visto en mí,
que desdiga un punto de ta modestia y gravedad cristiano?
¿lie lomado jamás dinero de1 nadie? ¿No he despreciado
siempre los dones, grandes y pequeños que se me han
ofrecido? ¿Han sido mis palabras descompuestas, ó mis
ojos lascivos? iNinguna cosa se me opone, sino que soy
hombre; y aun esto no se me opone, sino cuando Paula
y Melania se parlen para Jerusalen. Los que han creído al
que mintió; ¿por qué no creen al que se desdice? El mismo
hombre es este y aquel: y el que ahora dice que soy
inocente, es el mismo que ánles dijo que yo era culpado,
especialmente, que los tormentos son mas poderosos para
sacar la verdad, que ia mentira; sino que mas fácilmente
se cree lo que sabiendo que es fingido, de buena gana