Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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como se saca de lo que el misino escribe ; amique no sabemos
pai licularmeiile en que ano nació. Sus padres fueron
crislianos, nobles y ricos. El padre se llamó Ensebio.
Tuvo nn hermano, llamado t'aulinia no, y una hermana,
cuyo nombre, como el de su madre, no se sabe. El hermano
y hermana acabaron en religión santisimamenle.
También lavo una tia, hermana de su madre, que se 11amaha
Castorina, con la cual tuvo algunas pesadumbres;
aunque no se sabe por qué; pero el santo la convidó con
Ja paz y concordia, y procuró reducirla á la debida y crisliana
amistad. Luego que comenzó á tener edad para darse
á los esliulios, dió muestras de su vivo y raro ingenio: y
para que con mayor comodidad se diese á ellos, sus padres
le enviaron á la ciudad de Roma, como á cabeza del
mundo y escuela de nuestra santa religión y de todas las
buenas letras. Allí tuvo por maestro en la gramática á Donato,
el que doctamente escribió sobre Virgilio y Terencio.
Después de haber aprendido de él, lo que le pudo enseñar,
estudió con gran cuidado y diligencia el arle oratoria, y
se dió á la elocuencia, en la cual salió muy eminente, y se
ejercitó en componer y recitar declamaciones y controversias,
y en leer los libros de lodos los excelentes oradores,
historiadores y poetas griegos y latinos, juntando en
uno la elegancia y propiedad de la lengua latina y griega
, para ser en la una y en la otra consumado, como
fué. No contento con esto, pasó adelante en todo género
de ciencias: esludió la lilosofia : revolvió los libros de
Platón y Aristóteles, y los demás filósofos, sin dejar cosa
que le pudiese aprovechar; porque el Señor, que se
quería servir de él para ilustrar la santa madre Iglesia
con su doctrina, le iba disponiendo y enriqueciendo
de manera que lo pndiese hacer. Allí en Roma se
bautizó y recibió la vestidura de Cristo, cerno él mismo
lo escribió después á san Dámaso, papa. Dábase mucho
á los oüeios de piedad y devoción, visitando las
reliquias de los mártires, y entraba en los cementerios y
lugares subterráneos, donde estaban sus sagrados cuerpos,
y gastaba en esta santa y piadosa ocupación los domingos,
como días dedicados ai Señor. Habiendo, pues,
aprendido en Roma las artes liberales, que habernos dit'ho,
y juntado una copiosa librería con sumo estudio y
trabajo; parecióá san Gerónimo que leconvenia darse á
otros esludios mayores y aprender la sania teología, y
P"i'a eslo andar por varias provincias, y oir y ver á los
bombres mas sabios de ellas, como lo hicieron Pitágoras,
Platón, Apolonio Tianeo, y otros filósofos, que, por alcanla
noticia de las cosas naturales, salieron de sus casas
Y se hicieron peregrinos del mundo. Tomando, pues, en
su eompafiía á Bonoso (que era mozo como él, noble, rico
í hermano suyo de leche, con quien se habia criado en
su patria, y venido á Roma y estado en ella), fué á Franca,
donde á la sazón habia bombres muy doctos, para
Malarios y comunicarlos, y ver lo que habia en aquella
Provincia. En Trévcris (que en aquel tiempo era ciudad de
Eranc'ia y ahora lo es do Alemania, y su arzobispo elect01,
del imperio) se detuvo algunos dias, y trasladó con su
Propia mano un gran libro De symdis de san Hilario, obis-
P0^ teniéndole por un riquísimo tesoro. En este camino
que hizo de liorna á Francia, pasó por un pueblo de Lom-
"•irdia que se llama Concordia, no lejos de la Mirándula:
"Hí tomó amistad con un santo viejo llamado Pablo, al cual
dospnes envió la Vida de san Pablo, primer ermitaño, que
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babia escrito. Desde Francia volvió con su compañero
Roñoso á Italia : estuvo en la ciudad de Aquileya un poco
de tiempo, comunicando con san Valeriano, obispo, y con
Hcliodoro, Nepociano y Rufino y otros siervos de Dios, á
los cuales escribió muchas carias muy familiares y de
grande amistad. De allí (no se'sabe con qué ocasión) tuvo
necesidad de partirse y volver á su patria, donde halló
que su hermana, por su poca edad y flaqueza mujeril, habia
caido del glorioso estado virginal. Dióle la mano y
levantóla, encomendándola á Juliano, diácono, y después
á Cromado, por cuyos saludables consejos se hizo religiosa
y perseveró en la virtud. De su patria pasó á Grecia, y
anduvo las provincias de Tracia, Ponto, Bilinia, Galacia,
Capadocia, Cilicia y Siria, y estuvo en Antioqnía algún
tiempo con Evagrio, el que después fué obispo de aquella
ciudad, y habló con Maleo, el monge fugitivo: cuya vida
después escribió, refiriendo lo que de él mismo habia oido;
para enseñar á los religiosos cuán peligroso es el amor
demasiado de los parientes, y que algunas veces, so color
de piedad, es bastante para inquietar al religioso y sacarle
de su religión, como á Maleo aconteció. Aquí también
en Antioquía conoció y trató mucho á Apolinar Laodiceno,
que florecía con grande opinión de hombre docto y elocuente,
aunque era hereje; pero no descubierto ni conocido
por tal: y así san Gerónimo le pudo oir y ser su discípulo,
y cuando le conoció, le dejó, aborreciendo y detestando
sos errores.
Estando en Siria, con el ejemplo de tantos mongos sanios
como habia en aquella provincia, y con el consejo de
Teodosio, anacoreta, varón perfectísimo, y principalmente
con el espíritu del Señor, que le incitaba, se determinó
san Gerónimo dar de mano á lodos los regalos déla carne
y á las vanidades del siglo, y á las grandes esperanzas
de subir y valer en el mundo, que sus aventajadas partes
le prometian. Para esto y para darse al Señor con quietud
mas intensamente, y gozar á solas déla contemplación, se
fué á un desierto apartado y áspero de Siria, con Ires
compañeros, Inocencio, Hilas y Heliodoro, á ios cuales
Evagrio proveía de todo lo necesario, y daba á san Gerónimo
escribieníes y hombres doctos, y en cosas de antigüedad
muy eruditos, para que le ayudasen en sus estudios
y en trasladarle los libros que habia menester.
Pero queriendo nuestro Señor probarle, Inocencio, uno de
sus compañeros, en breve murió; y poco después también
Hilas y Heliodoro se partieron paia su tierra : y san Gerónimo
comenzó á padecer graves enfermedades en el
cuerpo, y mucho mas recias lenlacíones y fatigas en el alma:
las cuales fiuron tan terribles, que el mismo santo,
escribiendo á Eusloquia, virgen las pinta de esta manera:
«¡Oh cuántas veces (dice), estando yo en el yermo, y en
aquella áspera soledad que, abrasada con los recios calores
del sol, da horror y espanto á los mongos que moran
en ella, me parecia estar en medio de las delicias de Ro^
mal Estaba solo, sentado y lleno de amargura : tenia los
miembros de mi cuerpo quebrantados y vestidos de saco:
la carne denegrida y casi consumida. Lloraba y gemia
lodo el dia : cuando el sueño me vencía y me rendía contra
mi voluntad, echaba mis huesos, que apenas se juntaban
unos con otros, en la tierra fría. No hablo de mi comida
y bebida: porque los monges; aun cuando están
enfermos, no beben sino agua cruda, y comer cosa cocida
lo tienen por sensualidad. En este destierro y cárcel, á que