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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 25.<br />

la asistencia <strong>de</strong> los pobres, y visita <strong>de</strong> los liospilalos y<br />

casas <strong>de</strong> personas menesterosas: frecuentaba los sagrados<br />

templos: oia con particular espii'itu y <strong>de</strong>voción los<br />

sermones: disponíase con escpiisita diligencia y pureza<br />

do espíritu para recibirlos sacramentos: lloraba como<br />

graves excesos los mas levc> <strong>de</strong>scuidos, tomando rigurosa<br />

satisfacción <strong>de</strong> estos, que ella llamaba culpas graves,<br />

con continuos cilicios , severas disciplinas, ayunos, vigilias<br />

y otras asperezas. Fué en su casa tan po<strong>de</strong>roso el<br />

ejemplo <strong>de</strong> nuestra santa virgen, (pie aun habiendo sido<br />

hasta allí casa <strong>de</strong> toda cristiandad; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces empezó<br />

cá serlo <strong>de</strong> perfección, siendo muchas las señoras y doncellas<br />

nobles que entendiendo el raro fervor y vida <strong>de</strong><br />

nuestra santa, se resolvieron á <strong>de</strong>dicarse mas á Dios, por<br />

medio <strong>de</strong> ejercicios <strong>de</strong> oración y piedad. Con esto tenor<br />

<strong>de</strong> vida continuó la santa en casa <strong>de</strong> sus padres, y con el<br />

hábito <strong>de</strong> beata <strong>de</strong> nuestra Señora <strong>de</strong> la Merced, hasta el<br />

año treinta <strong>de</strong> su edad, habiendo gastado doce, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

se consagró á Dios por medio <strong>de</strong>l voto, que dijimos, hizo,<br />

siendo <strong>de</strong> diez y ocho: y queriendo nuestro Señor en este<br />

tiempo ejercitar con un golpe su constancia, y premiarlos<br />

méritos <strong>de</strong> su noble y piadoso padre, habiendo precedido<br />

una enfermedad, en que asistiéndole <strong>de</strong> dia y <strong>de</strong> noche la<br />

santa hija, mostró bien cuán <strong>de</strong> una raiz nacen el verda<strong>de</strong>ro<br />

amor <strong>de</strong> Dios, y la atención á sus obligaciones; se le llevó<br />

para sí. Muerloel padre, y cumplida exactamente su última<br />

voluntad, se recogieron madre é hija, <strong>de</strong>jadassuscasas<br />

principales á habitación mas limitada, repartiendo copiosas<br />

limosnas con los pobres, y ejercitándose en un género<br />

<strong>de</strong> vida, tanto mas celestial, cuanto ya mas apartada <strong>de</strong>l<br />

todo délos comercios <strong>de</strong> la tierra. Pero duró poco esta serenidad<br />

: porque pasados cinco años, ó poco ménos, fué<br />

Dios servido <strong>de</strong> probar, con segundo y mas duro golpe, la<br />

paciencia déla santa, haciendo contraste déla virtud en<br />

la fragua <strong>de</strong> los trabajos. Enfermóla madre, y en la enfermedad,<br />

que fué penosa y larga, juntándose á ella el<br />

peso y achaques <strong>de</strong> los años, tuvo la santa hija abundante<br />

materia y espacioso campo en que ejercitar su caridad, su<br />

humildad y sobretodo su piedad y resignación. En fin, fué<br />

Dios servido <strong>de</strong> premiar á la noble y venerable viuda con<br />

una muerte santa, en que asistida <strong>de</strong> religiosos y sacerdotes,<br />

y <strong>de</strong> las lágrimas, oraciones y exhortaciones <strong>de</strong> su<br />

santa hija, entregó su espíritu á su Criador, con singulares<br />

indicios <strong>de</strong> recibirla aquel Señor que siempre se muestra<br />

admirable en sus criaturas.<br />

Mucho habia <strong>de</strong>seado nuestra gloriosa santa, aun <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

los fervores <strong>de</strong> su niñez, sujetarse á Dios por medio<br />

<strong>de</strong>l yugo fuerte y suave <strong>de</strong> la obediencia, suspirando<br />

siempre por añadir á sus méritos la perfección <strong>de</strong>l estado<br />

religioso. Comunicólo con su venerable confesor, sin cuya<br />

dirección no solia ni sabia empren<strong>de</strong>r aun resoluciones<br />

<strong>de</strong> menor consecnencia. Aprobó sumamente esta el<br />

siervo <strong>de</strong> Dios, y con su pru<strong>de</strong>ncia y autoridad se arbitraren<br />

brevemente los medios, y vencieron las dificulta<strong>de</strong>s.<br />

Habia muchos dias que algunas señoras <strong>de</strong> calidad y virtud<br />

<strong>de</strong>seaban é intentaban también instituir vida religiosa,<br />

<strong>de</strong>dicando la suya á servir á Dios en la nueva religión<br />

<strong>de</strong> su Madre. Llegado, pues, el dia 25 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong>l año<br />

<strong>de</strong> 1213, en que celebrándose el principio <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción<br />

humana, se <strong>de</strong>dica á María, Madre <strong>de</strong> nuestro Re<strong>de</strong>ntor,<br />

se dió feliz principio al instituto <strong>de</strong> religiosas <strong>de</strong>l ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

nuestra Señora do la Merced, en el templo <strong>de</strong>l convento<br />

TOMO III.<br />

SETIEMBRE.<br />

io:><br />

<strong>de</strong> Barcelona, en don<strong>de</strong>, asistida do la nobleza, y á vista<br />

<strong>de</strong> innumerable concurso, hizo la sania profesión solemne<br />

en manos <strong>de</strong>l venerable l'. Fr. Bernardo <strong>de</strong> Corbera, prior<br />

<strong>de</strong> Barcelona, por estas palabras, cuyo tenor consta do<br />

originales muy antiguos: «Yo, sor María <strong>de</strong> Ccrvellon,<br />

prometo á Dios y á la bienaventurada siempre Virgen<br />

María <strong>de</strong> la Merced ó Misericordia , pobreza, obediencia y<br />

virginidad; y trabajar por la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> los cautivos,<br />

por los cuales haré lo que á nuestro padre general fuere<br />

bien visto.» Por esta misma fórmula <strong>de</strong>votos solemnes<br />

consagraron su voluntad á Dios las compañeras <strong>de</strong> lasanla,<br />

pasando por este medio, <strong>de</strong>l estado que tenian <strong>de</strong> beatas,<br />

al <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ras religiosas, á las cuales el venerable<br />

padre Corbera dió ciertas reglas y modo <strong>de</strong> vivir en que<br />

su admirable religión y pru<strong>de</strong>ncia unió la suavidad <strong>de</strong> la<br />

discreción con el rigor <strong>de</strong> la observancia. Y siendo forzoso<br />

nombrar una que fuese cabeza <strong>de</strong> todas, fuélo con<br />

aprobación común nuestra santa, aceptando el nuevo empleo<br />

<strong>de</strong> prelada, <strong>de</strong>spués do mucha repugnancia y mo<strong>de</strong>sta<br />

resistencia <strong>de</strong> su espíritu humil<strong>de</strong>. Parecíale obra<br />

muy superior á todas sus fuerzas el cuidado <strong>de</strong> las acciones<br />

ajenas; y en la aflicción <strong>de</strong> este pensamiento recurria<br />

frecuentemente á Dios, para que su bondad diese el aumento<br />

y perfección á aquellas plantas, cuyo riego estaba<br />

encomendado á su industria. Conocía cuánto mas po<strong>de</strong>roso<br />

es para con el subdito el ejemplo, que no la voz, y<br />

cuánto mas mueven los corazones aquellas instrucciones<br />

que se reciben por los ojos; y <strong>de</strong>terminó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces<br />

no mandar cosa alguna, en que su ejemplo no fuese <strong>de</strong>lante,<br />

como regla viva <strong>de</strong> su precepto. Sobre todo hizo<br />

alto concepto que el obligarla á cuidar <strong>de</strong> otras, no era<br />

<strong>de</strong>scuidarla <strong>de</strong> sí: por lo cual <strong>de</strong>bia tratar con mas veras<br />

<strong>de</strong> su aprovechamiento, por el mismo caso que la habían<br />

confiado el ajeno.<br />

Con estos dictámenes emprendió y siguió nuestra santa<br />

la carrera <strong>de</strong> su gobierno, y con ellos y su práctica, fué<br />

admirable el fruto que cogió <strong>de</strong> virtud y perfección en<br />

aquel nuevo religioso plantel. Usaba en su gobierno <strong>de</strong> la<br />

blandura y <strong>de</strong> la severidad: si se ofrecía repren<strong>de</strong>r, era<br />

notable ia benignidad respetuosa con que lo hacia, mostrando<br />

corno-pru<strong>de</strong>nte médico, tanto amor al enfermo, como<br />

aborrecimiento á la enfermedad : en las cosas que<br />

mandaba, encontraba siempre mas á mano las palabras<br />

<strong>de</strong>l ruego, hallando también, y experimentando con ellas<br />

aquella suave fuerza que sienten los ánimos, cuando ven<br />

que ruega quien pue<strong>de</strong> mandar. Jamás or<strong>de</strong>nó cosa que<br />

ella no hiciese, y mucho mas en las obras <strong>de</strong> mayor trabajo<br />

y mortificación, en cuya consecuencia solia <strong>de</strong>cir,<br />

que, mandar á un subdito lo que no ejecuta quien manda,<br />

es prevenirle las excusas para no obe<strong>de</strong>cer. Si algún privilegio<br />

tomaba para sí, era solo señalarse en las cosas<br />

<strong>de</strong> trabajo, aun cuando concedía á las <strong>de</strong>más algún alivio.<br />

Cuidaba con entrañable afecto <strong>de</strong> asistirlas en sus enfermeda<strong>de</strong>s;<br />

en lodo, en fin, procuraba gobernarlas y dirigirlas<br />

<strong>de</strong> manera, que la suavidad y pru<strong>de</strong>ncia santa <strong>de</strong>l<br />

gobierno, hiciese apetecible la sujeción. Para conseguir<br />

con mas eficacia todo esto, insistió siempre en plantar en<br />

todas la práctica <strong>de</strong> las verda<strong>de</strong>ras ó interiores virtu<strong>de</strong>s,<br />

aficionándolas á la oración, puerta <strong>de</strong> todas ellas, en la<br />

cual ella solia gastar muchas horas.<br />

las virtu<strong>de</strong>s en que especialmente resplan<strong>de</strong>ció, fueron<br />

muchas; pues la fé, que es fundamento- <strong>de</strong> todas, la tuvo<br />

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