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102 LA LEYENDA DE ORO. DIA 25.<br />
dtí sus necesida<strong>de</strong>s;; y la que aun no conocía el uso <strong>de</strong> las<br />
riquezas, ya quisiera con sania codicia tener nmclrjs, para<br />
ponerlas lodas en manos <strong>de</strong> aquellos, á quienes suave y<br />
oculta íuerza la obligaba á entregar su corazón; pero entre<br />
lodas las que mas le movian, eran las ralamidadcs<br />
que oia <strong>de</strong>cir pa<strong>de</strong>cían los cristianos cautivos en las mazmorras<br />
<strong>de</strong> los-sarracenos.<br />
Apenas pasaba do cinco afios, cuando llegó á Barcelona<br />
una re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> ciento noventa y dos caulivos, conducidos<br />
<strong>de</strong> su re<strong>de</strong>ntor san Pedro Nolasco : el cual, por el<br />
gran concepto (pe tenia <strong>de</strong> la caridad con que serian recibidos<br />
y agasajados en la casa <strong>de</strong> nuestra santa, envió á<br />
ella los que te pareció por huéspe<strong>de</strong>s; y era tal el consuelo<br />
que la gloriosa nina mostraba en tratarlos, tal el afecto<br />
<strong>de</strong> que fuesen servidos, que bien daba á enten<strong>de</strong>r haberse<br />
producido esta hermosa llor en el riego <strong>de</strong> las lágrimas <strong>de</strong><br />
.Nolasco. Llegó en lin á aquella edad, en que dando lugar<br />
los sentidos á las luces <strong>de</strong> la razón, empiezan á correr las<br />
acciones por la cuenta <strong>de</strong>l albedrio : y luego empezaron á<br />
parecer frutos aquellas tempranas flores, que el calor <strong>de</strong> la<br />
gracia hubia anticipado á la edad. Empezóse á ejercilar en<br />
piadoso número <strong>de</strong> <strong>de</strong>vociones, «pie cumplia y observaba<br />
con puntual ejecución cada dia: frecuentaba con su noble<br />
y <strong>de</strong>vola madre el sanio sacramento <strong>de</strong> la penitencia, llorando<br />
como graves culpas, las mas leves fallas, y <strong>de</strong>teniéndose<br />
á repasar aquellos álotnos, quo solo podian <strong>de</strong>jarse<br />
KM déla mucha luz, que en su alma la empezaba á<br />
comunicar nuestro Seoor. Obtenida licencia para comulgar,<br />
era admirable y esquisilala diligencia queponia para<br />
UeS^rsc á la mesa <strong>de</strong> las bodas <strong>de</strong> aquel Cor<strong>de</strong>ro, pareciéndole<br />
siempre que llegaba poco dispuesta. Despertó<br />
Dios, esposo <strong>de</strong> las vírgenes, en sn alma una estimación<br />
altísima <strong>de</strong> aquella joya inestimable, que perdida una voz,<br />
no tiene modo <strong>de</strong> recuperarse jamás: y conociendo que la<br />
virginidad es prenda que tiene en sí <strong>de</strong> frágil cuanlo tiene<br />
<strong>de</strong> flor, propuso y Iraló <strong>de</strong> guardarla en su corazón, aun<br />
<strong>de</strong> los amagos <strong>de</strong> cualquier aliento menos puro. Con esle<br />
cuidado procuró <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces recatar sus ojos <strong>de</strong> la<br />
dañosa variedad <strong>de</strong> los Objetos, como quien conocía muy<br />
bien que su poca guarda suele ser causa <strong>de</strong> las ruinas mas<br />
miserables. Huía con igual diligencia las ocasiones <strong>de</strong> ver<br />
y <strong>de</strong> ser vista ; <strong>de</strong> manera que, yendo un dia <strong>de</strong> gran solemnidad<br />
nuestra santa en compañía <strong>de</strong> su madre á la<br />
iglesia ; la circunstancia <strong>de</strong>l dia, y calidad <strong>de</strong> personas,<br />
no pudo excusar el cortejo <strong>de</strong> los mas principales <strong>de</strong> los<br />
nobles, que, absortos en la perfección <strong>de</strong> la santa doncella,<br />
aplaudían con cortesana atención, y veneraban con<br />
respeto, mas (pie cortesano, aquella armonía admirable,<br />
con que su mo<strong>de</strong>stia hacia mayor su hermosura, y la heiv<br />
mosura hacia mas espelahlc la mo<strong>de</strong>stia. Pasó la santa,<br />
lan sin aten<strong>de</strong>r ni correspon<strong>de</strong>r al cortejo, que tuvo por<br />
preciso su madre advertirla su diversión, diciendo: Repara<br />
hija, y correspon<strong>de</strong> (pues es <strong>de</strong>bido), á ta cortesía <strong>de</strong><br />
la nobleza i mas ella con pru<strong>de</strong>nte sinceridad, y disculpando<br />
con el cuidado <strong>de</strong> su ánimo la <strong>de</strong>satención <strong>de</strong> sus ojos,<br />
respondió á su madre; Madre y señora, cuando voy á los<br />
templos, yo no acierto á aten<strong>de</strong>r á otra cosa, sino á Dios:<br />
y volviéndose con apacible y mo<strong>de</strong>sta gravedad á los que<br />
la hacian obsequio , añadió: Sefiores, disculpen mi <strong>de</strong>scuido:<br />
porque, <strong>de</strong>jándose llevar <strong>de</strong> su compostura y rubor,<br />
no era fácil componer ú un mismo liempo las ceremonias<br />
<strong>de</strong> la urbanidad y las atenciones <strong>de</strong>l espíritu.<br />
Queríale el Señor hablar á lo intimo <strong>de</strong> su corazón, y<br />
para eso, según su estilo, la llamaba á una retirada y<br />
espiritual soledad. Empezó á darse con toda aplicación á<br />
la lección <strong>de</strong> libros sanios : leia cuanlos podia haber á las<br />
manos, pero gustaba singularmente <strong>de</strong> leer y admirar las<br />
vidas <strong>de</strong> los santos : emendíase con. una emulación sania<br />
y generosa , en varios <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> la imilacion <strong>de</strong> aquellas<br />
obras que leia; y pasando á la ejecución <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el <strong>de</strong>seo,<br />
uo observaba virtud ni acción proporciunada con su estado<br />
ó con su persona, qvc no tratase <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>rla y<br />
<strong>de</strong> copiarla <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí, chupando é incorporando en sí<br />
misma , como cuidadosa abeja, lo mas precioso y escogido<br />
<strong>de</strong> cada flor. Ilabia dispuesto san Pedro Nolasco un resumen<br />
déla vida y heroicas virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> santa Isabel, hija<br />
<strong>de</strong> Andrés, rey <strong>de</strong> Hungría , á la cual profesaba el sanio<br />
gran <strong>de</strong>voción. Esle libro leyó una y otra vez nuestra gloriosa<br />
virgen, sacando <strong>de</strong> él notables aprovechamientos <strong>de</strong><br />
espíritu. De su continua lección procedió como ilación legítima<br />
su oración y trato con Dios, que aunque en a<strong>de</strong>hmíe<br />
tuvo mayores progreses, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces.fuémuy gran<strong>de</strong> y<br />
muy continua. Gastaba cada dia dos hoiíisen ella, fuera<br />
<strong>de</strong> algunas en que, libre <strong>de</strong> las ocupaciones. daba la<br />
rienda al impulso <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción. De la lección y <strong>de</strong> la<br />
oración nació aquel <strong>de</strong>spego <strong>de</strong>l mundo, y <strong>de</strong> cuanlo en<br />
él ha hecho estimable la codicia y la vanidad , no siendo<br />
posible componer con ella jamás que asistiese á los paseos<br />
y espectáculos ; y sentía en su alma cuando oia <strong>de</strong>cir que<br />
otras señoras y doncellas <strong>de</strong> su porte no se negaban á<br />
estos pasatiempos. Ueliróse cuanlo pudo <strong>de</strong> las visitas, negándose<br />
muchas veces aun á las <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>udos; á los cuales,<br />
como ella solo amaba en Dios y por Dios , <strong>de</strong>cia , (pie<br />
no nocesilaba <strong>de</strong> verlos ni <strong>de</strong> que la viesen para eslimarlos,<br />
Conmuió con resolución bien poco imnginable <strong>de</strong> oíros<br />
sujetos <strong>de</strong> su calidad , las villas do los suyos, en visitas<br />
<strong>de</strong> los hospitales , contemplando en los pobres á sus verda<strong>de</strong>ros<br />
hermanos, acudiendo á estas visitas gustosa tres<br />
veces en la semana, acompañándola su piadosa madre;<br />
asistiendo con in<strong>de</strong>cible satisfacción <strong>de</strong> su alma al servicio<br />
<strong>de</strong> los pobres , ministrándoles la comida por su mano,<br />
barriendo las cuadras y abatiéndose á los ministerios mas<br />
humil<strong>de</strong>s. Aunque en salud no visitaba á sus <strong>de</strong>udos,<br />
cuand) caía alguno <strong>de</strong> ellos enfermo, obrando entonces el<br />
amor <strong>de</strong> Dios lo que no podían respetos icnqmiales, se.<br />
les entraba por las puertas, y con piadosa vigilancia y<br />
cuidado se esmeraba, pidiéndolo también asi la circtinslancia<br />
<strong>de</strong>l vinculo natural <strong>de</strong>l parentesco, en aliviar sus<br />
trabajos y remediar sus indisposiciones , humillándose<br />
para su mejor asistencia á los mas abatidos empleos. Aborrecía<br />
extrañamente la ociosidad, fundameolo <strong>de</strong> la disolución<br />
y <strong>de</strong> los vicios : por lo cual los ralos que le sobraban<br />
<strong>de</strong> los ejercicios referidos, ocupaba con indispensable<br />
severidad en la labor y trabajo <strong>de</strong> las manos, empleándose<br />
en labores, ó para el ornato <strong>de</strong> los templos, ó para la asistencia<br />
<strong>de</strong> los hospitales. Estos eran por esle tiempo los<br />
ejercicios y la vida <strong>de</strong> nuestra sania; mas como si ello,<br />
fueran otros, ó como si fuera la <strong>de</strong> hasta aquí digna <strong>de</strong><br />
gran<strong>de</strong> enmienda y satisfacción , emprendía con raro fervor<br />
los <strong>de</strong> mortificación y penitencia, frecuentando aun<br />
mas <strong>de</strong> lo que podían sus fuerzas los ayunos, usando<br />
regularmente <strong>de</strong> áspero cilicio, y castigando con frecuentes<br />
disciplinas las graves culpas que ella en si suponía y<br />
lloraba, y los que mas trataban su e.-piritu, no pudieron