Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

100 ULEYK!\DA DE ORO. DIA 25.
obtuvo licencia de sus superiores para balitar una cueva
húmeda y malsana, abierta en una roca que liabia en el
convenio, donde permaneció ejorcilándose en todas las
virtudes, paiiicubi mente en la contemplación de las cosas
celestiales, y en ayunos y vigilias, y favoreciéndole Dios
con frecuentes éxtasis y con el don de profecía; hasta que
entregó su espíritu á su Criador, á los ti de. setiembre
del afio 134!, contando cincuenta años de edad, habiendo
imles recibido los santos sacramentos, y tenido una especial
revelación de que sus pecados estaban perdonados.
Muchos fueron los milagros que hizo en vida, é infinitos
los que ha obrado después de su muerto, experimentando
10 poderosa intercesión cuantos le han invocado con fé
viva en sus necesidades: en vista de cuyos prodigios determinaron
los religiosos de su convento trasladarle con
gran pompa h otro sepulcro mas honorífico levantado en
una capilla que se le eligió, á los 3 de setiembre del afio
1613. Véase Ja Ilistoi ia general de los santos de Catalufia,
esci iia por el P. Fr. Antonio Domencí h, de la órden de
Predicadores.
DIA 21)
SAN FEBMIN, OBISPO Y SIÁRTIH.—Fermin, á quien oíros
llaman Firmio, fné natural de Pamplona de Navarra: su
padre se llamó Firmo, ilustro, sonador y muy poderoso:
crióle con el cuidado que á su lustre se debia: conque salió
docto y virtuoso. Por sus méritos y virtudes llegó á ser
obispo de su misma ciudad. Ardia en su corazón el deseo
de la dilatación de la fé y salvación de las almas: por lo
cual, predicando apostólicamente, pasó á Francia, y en
aquella parle de ella, que llaman la Galia Lugduncnse,
fijó su espíritu mas encendidas flechas, predicando y reduciendo
los pueblos andegavenses, cuya principal ciudad
se llama ea la lengua vulgar francesa, Augevins : aquí predicó
un año y tres meses, y convirtió infinitas almas. De
aquí pasó á Bolvaco, ciudad en la misma provincia, donde
fué preso por Valerio, presidente de la misma ciudad i el
cual le hizo azotar cruelmenlé varias veces, y después que
lo juzgó ya muerto de los azotes, lo hizo volver á la cárcel,
donde, si no moría, le acabase de quitar la vida Sergio,
sucesor suyo. Pero el pueblo lo sacó violenlamenle de
la cárcel; con que volvió de nuevo á predicar, y convirtió
y bautizó á todos los moradores de aquella ciudad, y fabricó
en ella muchas iglesias.
De aquí pasó á la ciudad de Ambiano, vulgarmente llamada
Amiens, en la misma proviieia, donde en cuarenta
dias convirtió tres mil hombres á la fé de Jesucristo. Presidian
on osla ciudad Longinos y Sebastian, crueles lii-anos
, los cuales prendieron al glorioso obispo é invicto
espafl¡)l Fermin, y temiendo no se lo quitase el pueblo do
entre las manos, como hablan hecho los de Bolvaco, lo
degollaron en la cárcel: con que acabó gloriosamonle,
dando la vida por la fé do Jesucristo, que tanto habia dilatado,
recibiendo triunfante la corona del martirio, y
•iiondo su alma santa presentada por manos de ángeles on
las de su Criador. Fué su martirio á los 2S do setiembre,
por los años del Scflor do 303. Los de Bolvaco, deseosos
de vengar la muerte de su apóstol y padre espiritual, quitaron
la vida al tirano Sebastian, y lo mismo hubieran
hecho con su compaRero, si le hubiesen podido haber á
las manos. Fue el glorioso cuerpo del invicto mártir Fermin
sepultado honoríficamente por Fausliniano, senador,
padre de san Firmio, obispo de Amiens, llamado así por
el santo obispo y mártir Fermin, que los habia convertido
y bautizado á ambos.
Hubo en el suceso de tiempo muchos santos obispos de
Amiens, que desearon ver las sagradas reliquias del glorioso
mártir san Fermin, por constarlos la gran fama de
milagros y prodigios innumerables que Dios habia obrado
por su intercesión desde el dia y hora de su glorioso martirio,
y en el tiempo de él, no siendo el de ménos cuenta,
el babor del lodo quedado aquella ciudad y provincia reducida
á la ley evangélica: pero ninguno pudo conseguir
tal dicha, hasta que pasados casi quinientos años, siendo
obispo de dicha ciudad el bendito san Salvio, sabiendo
por ciertas noticias, que el glorioso cuerpo del santo már-f
tir y español esclarecido habia sido sepultado en una iglesia
de la bienaventurada siempre Virgen María, sin pecado
concebida, edificada por san Firmio obispo, hijo de
Faustiniano, que ya dijimoi fué bautizado con su padre por
él. Quien mas ardientes deseos tuvo de ver y venerar dichas
reliquias, fué este santo obispo Salvio; poro ignoraba el lugar
donde estaban sepultadas, si bien sabia la iglesia.
Hizo á Dios súplicas, oraciones y ruegos: derramó copiosas
lágrimas, y animoso convocó un dia todo el pueblo:
celebró un solemnísimo oficio ; hizo un sermón admirable,
lodo on honor del invicto mártir, cuyo cuerpo buscaba,
al fin del cual publicó un ayuno general do tres dias continuos;
y pidió y exhortó á todos hiciesen continua oración,
y súplicas á nuestro Seflor, para que su divina Majestad
se dignase revelarle el lugar del sepulcro del santo.
Perseveró el santo prelado asistido de todo el pueblo, lodos
los tres dias en el templo en perpetuo ayuno, oración y
lágrimas. Al dia tercero, al rayar el alba, levantó el santo
prelado humildemente los ojos al cielo, y (¡ó poderoso y
misoricordioso Dios, que nunca desechas la oración del humilde
!), vió como que salla un rayo de sol de la eminencia
do un levantado Irono, y queresplandocia sobremanera
admirable, en la parte donde estaba sepultado el cuerpo
del divino español. Dió infinitas gracias á Dios, y con temor
y reverencia trémula so llegó, y lomando un azadón, comenzó
á cavar en aquella parle que señalaba el divino rayo;
y al instante salió un olor tan precioso, suave y vehemente,
como si hubiesen esparcido por la iglesia cuantas aromas
cria la Feliz Arabia, y cuantos sábeos perfumes ha descubierto
la industria humana, como si allí de repente se hubiesen
trasplantado todos los hibleos prados y campos elisios,
creciendo mas las fragancias, cuanto mas la azada se iba
acercando al santo cuerpo. A lanto estremo llegó, que so
esparció el olor y fragancia, no solo por h iglesia y ciudad,
sino también por toda la provincia y ciudades circunvecinas
; de tal suerte, que todos confesaban á una voz
después, que juzgaban en aquella hora hallarse todos en
el paraíso ; y así imánimos y conformes, arrebatados do
¡a suavidad del olor, é inspirados del Espíritu Santo, dejaron
sus casas, y cantando himnos y salmos con velas encendidas
en las manos, vinieron á Amiens todas las ciudades
circunvecinas á celebrar la invención y traslación do
tan sagradas reliquias, donde merecieron ver prodigios
inenarrables, y jamás oidos de otro algiin santo; porque
al instante que se descubrió el santo cuerpo, siendo en el
rigor del invierno y por enero, cuando todo estaba cubierto
de nieve, hielo y frió, todo árido y seco, comenzó á ha-