Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-
se cliida tan poco ík pediila sin cesar al Señor, cuando hasta se resisíc á todas las impresiones de la gracia? ¿Cómo se resiste á la tentación, cuando se espone uno volimlanamerlteá ella, cuando so ta busca? Los lugares mas retirados, los mas santos estados de la vida, las comunidades mas regularizadas, no son abrigos ni asilos contra la tentación ; ¿y gentes medio vencidas por el tentador se es¡;onen con placer á la tentación, corren sin armas á los mayores pidigros , caminan sin guia y con los ojos cerrados por medio de los mas grandes precipicios? Bai- Jes, (vpectáculos profanos, asambleas mundanas, entretenimientos delicados, reunión de objetos á cual mas tentadores, ocasiones peligrosas y próximas, ¿respetareis vosotros la inocencia ? Y después que el demonio se ha atrevido á tentar al Mijo de Dios en el mas espantoso desierto, después do un ayuno de cuarenta dias, enlrí los ejercicios do la pieda 1 mas heroica, ¿oslaremos nosotros seguros, no leadremos nada que temer, ni en el clautro, ni en el mundo? PUNTO SEGUNDO.—Considera que todas las tentaciones son peligrosas ; pero las mas temibles son las doméslicas; estas son las mas delicadas y menos tumultuosas, y do las que se desconíia menos; raras veces ataca el demonio á fuerza abierta, y con gran ruido. Obras con tanto estruendo es advertir al enemigo, líntonecs se guarda, toma sus precauciones, se pone en defensa. El enemigo de la salud «s muy babil y muy astuto , para que obrase con tal torpeza ; observa el tiempo en que uno vive mas confiado,
402 LUNES MIME RO á uno 89 principio con ánimo y con alegría la penosa carrera do la pcniUíticia, Esto es io que la Iglesia parece proponerse en es!a primera semana. El temor sin la con'ianza conduce á la desesperación, y la conQanza sin el temor inspira la presunción. La misa comienza por aquellas hermosas palabras del salmo 122: Gomo [os ojos de los siervos están fijos en las manosdii su señor, cuando esperan cu el socorro de sus necesidades; así nuestros ojos oslan puestos en el Sefíor nuestro Dios, hasta que se digne tener lástima de nosolros. La Epístola déla misa de este dia está tomada del capítulo íí i de Ezequiel, en donde habiendo el profeta declamado vivameníe contra los malos pastores de Israel, promete de parte del Señor un Pastor único, que reunirá sus ovejas, y las conducirá á los mejores pastos. Describe aquí los cuidados y el empeño, con que no fiándose ya de los siervos que habia enviado para apacentarlas, viene el raismoen persona á conducir el rehaño : Yo mismo vendré, dice el divino Pastor, á buscar mis ovejas, y yo mismo las visitaré. Yo las reuniré de todas partes, en donde hablan estado dispersas en los dias de tinieblas y de oscuridad; esto es, en el tiempo de las persecuciones y de las pruebas. Durante los dias de oscuridad y de nieblas, es fácil que las ovejas se estravien y se pierdan. Los lobos se aprovechan siempre de las tinieblas de la noche para robar y devorar. Yo mismo apacentaré mis ovejas, continúa el profeta ; yo mismo las haré reposar, dice el Señor nuestro Dios. Yo iré á buscar las quo estaban perdidas, vendaré las llagas de las que estaban heridas, fortificaré las que estaban flacas, conservaré las que estaban gruesas, y las conduciré en la rectitud y en la justicia. ;,Qiiién no vo que es e! mismo Salvador, soberano pastor de nuestras almas, el que habla? Pero ¿hay ninguna cosa en toda la Escritura que sea mas á propósito para cscitar el amor y la confianza de este divino Pastor, que ha hecho su retrato en esta Epístola, así como el que él mismo ha hecho en ci Evangelio de! buen Pastor? Si esta epístola debe animarnos, el Evangelio de este dia debe hacernos temer. Dos diasántes déla última Pascua que el Salvador celebró con sus discípulos, habiendo venido ai templo, después de haber confundido á los cscrihas y á los fariseos, instruyó al pueblo sobre las verdades mas importantes de la religión, y sobre diversos puntos de moral. Entrelas diversas instrucciones que dió al pueblo, se eslondió mucho sobre el juicio úllirao, y les hizo de él una pintura muy viva. En aquel gran dia, les decía, el que ahora no parece mas que hijo del hombre, será reconocido Hijo de Dios, porque vendrá con todo el resplandor de su gloria, acompañado de sus ángeles. Se sentará sobre el trono de su majestad, y todos los pueblos do la tierra comparecerán delante de él, como delante de su Rey y de su Juez. ¡Qué diferencia, buen Dios, entre Jesucristo naciendo en un establo y muriendo en una cruz, y Jesucristo revestido de gloria, acompañado de todos los ángeles, sentado sobre una nube rosplandecicnla q le le sirve de trono, viendo á lodos los hombres á sus piés, q ¡e esperan su decisión sobre su eterna suerte! Nosotros reconocemos dos venidas de Jesucristo, que la Iglesia n )s propone como dos grandes objetos de nuestra fé, ysoVe las cuales ruwl i, por decirlo así, toda la religión c.is'.ian.i. II) venid > esto Diosdionibre en el misterio adorahlc de su Eacarnacion ; y debe todavía venir en el dia terrible de su juicio universal. En la primera venida ha tomado la cualidad de salvador; pero en la segunda tomará la cualidad de juez. Si la justicia humana inspira tanto pavor, ¿qué no debe temerse de la justicia divina? En aquel momento los hombres, desengañadosde las ilusiones de la mentira, abriendo en fin los ojos á la verdad, libres de las preocupaciones que retienen á la fé y la razón como esclavas, verán brillar sobro las nubes la majestad de su Juez soberano. Los grandes del mundo, confundidos entonces con sus mas viles vasallos; los dichosos del siglo mezclados con el pueblo mas abyecto, descubrirán el vacío y la nada de todas las grandezas de la tierra. Entonces el hereje convencido do sus errores; el mundano desengañado de sus falsos placeres; el libertino persuadido de su quimérica felicidad; todos cubiertos de una amarga confusión, todos espantados con la memoria opresora de sus crímenes/ se estremecerán, crujirán los dientes, desearian no haber existido jamás, ó haber sido aniquilados antes de este dia terrible de cólera. Pero ánles de pronunciar la sentencia decisiva do su felicidad, ó de su desgracia eterna, continúa el Salvador, este soberano Juez los separará á . todos tos unos de los otros, lo mismo que el pastor que teniendo reunido su rebaño, pone las ovejas á una parte, y los cabritos á otra. Colocará los buenos á su derocha, y á estos llamará ovejas suyas, á causa de su inocencia. A su izquierda serán puestos los malos, á quienes compara con los cabritos, animales sucios y lascivos, á causa do la corrupción de sus costumbres, y de la fealdad de su alma. «Contad, pesad, separad,» decia aquel decreto mudo quo el impío Baltasar vio grabado en la pared de su palacio, cuando se entregaba á su mas suntuosa glotonería: hó aquí la forma y como el compendio del juicio último. Durante esta vida, ignoramos el número de nuestros pecados, le disminuimos, los confundimos aun con nuestras virtudes aparentes; en el tribunal de Dios, á los piés do este soberano y temible. Juez, nuestros pecados aparecerán con loda claridad. Al presento ignoramos su número; entonces ni uno solo escapará á este severo examen, quo será como la primera parte del último juicio. «Contad.» Disminuimos su peso y su gravedad ; «pesad,» dirá el Juez, y comprended toda la enormidad y la malicia do ellos. Confundimos al presente los pecados con nuestras pretendidas virtudes, para cubrir los unos con las otras, y tranquilizarnos con esto. Entonces, «separad,» dirá el Juez, lo que habéis confundido hasta aquí, tiempo os ya de que se quite á los pecados la máscara, y sean despojados de las esterioridades hipócritas. Job nos representa á Dios como un acreedor severo que no deja escapar nada, y nosotros unos deudores descuidados, insensatos, de mala fe; da dia en dia acumulamos deudas, sin apurarnos por satisfacerlas; y midiendo la ostensión infinita del entendimiento de Dios por la flaqueza del nuestro, porque nosotros perdemos la memoria de nuestros pecados, nos figuramos que Dios los olvida, ó que no los mirará sino como nosotros los miramos. No se duda, conforme al pasaje do Joel, que el teatro do este dia terrible debe ser el valle do Josafat. «Yo juntaréundia todos los pueblos,.) diceelpi"0' feta, «y los llevaré al vallo de Josafat, en donde eatrtjj en juicio con ellos.«Los Setenta leen el valle del juicio. B» venerable Reda coloca este valle entre Jernsalen y el morí' te de las Olivas. Allí en m.'i¡io del silenei» profundo y 1)0
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á uno 89 principio con ánimo y con alegría la penosa carrera<br />
do la pcniUíticia, Esto es io que la Iglesia parece proponerse<br />
en es!a primera semana. El temor sin la con'ianza<br />
conduce á la <strong>de</strong>sesperación, y la conQanza sin el temor<br />
inspira la presunción.<br />
La misa comienza por aquellas hermosas palabras <strong>de</strong>l<br />
salmo 122: Gomo [os ojos <strong>de</strong> los siervos están fijos en las<br />
manosdii su señor, cuando esperan cu el socorro <strong>de</strong> sus<br />
necesida<strong>de</strong>s; así nuestros ojos oslan puestos en el Sefíor<br />
nuestro Dios, hasta que se digne tener lástima <strong>de</strong> nosolros.<br />
La Epístola déla misa <strong>de</strong> este dia está tomada <strong>de</strong>l capítulo<br />
íí i <strong>de</strong> Ezequiel, en don<strong>de</strong> habiendo el profeta <strong>de</strong>clamado<br />
vivameníe contra los malos pastores <strong>de</strong> Israel,<br />
promete <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l Señor un Pastor único, que reunirá<br />
sus ovejas, y las conducirá á los mejores pastos. Describe<br />
aquí los cuidados y el empeño, con que no fiándose ya <strong>de</strong><br />
los siervos que habia enviado para apacentarlas, viene el<br />
raismoen persona á conducir el rehaño : Yo mismo vendré,<br />
dice el divino Pastor, á buscar mis ovejas, y yo mismo<br />
las visitaré. Yo las reuniré <strong>de</strong> todas partes, en don<strong>de</strong><br />
hablan estado dispersas en los dias <strong>de</strong> tinieblas y <strong>de</strong> oscuridad;<br />
esto es, en el tiempo <strong>de</strong> las persecuciones y <strong>de</strong><br />
las pruebas. Durante los dias <strong>de</strong> oscuridad y <strong>de</strong> nieblas,<br />
es fácil que las ovejas se estravien y se pierdan. <strong>Los</strong> lobos<br />
se aprovechan siempre <strong>de</strong> las tinieblas <strong>de</strong> la noche para<br />
robar y <strong>de</strong>vorar. Yo mismo apacentaré mis ovejas, continúa<br />
el profeta ; yo mismo las haré reposar, dice el Señor<br />
nuestro Dios. Yo iré á buscar las quo estaban perdidas,<br />
vendaré las llagas <strong>de</strong> las que estaban heridas, fortificaré<br />
las que estaban flacas, conservaré las que estaban gruesas,<br />
y las conduciré en la rectitud y en la justicia. ;,Qiiién<br />
no vo que es e! mismo Salvador, soberano pastor <strong>de</strong><br />
nuestras almas, el que habla? Pero ¿hay ninguna cosa en<br />
toda la Escritura que sea mas á propósito para cscitar el<br />
amor y la confianza <strong>de</strong> este divino Pastor, que ha hecho<br />
su retrato en esta Epístola, así como el que él mismo ha<br />
hecho en ci Evangelio <strong>de</strong>! buen Pastor?<br />
Si esta epístola <strong>de</strong>be animarnos, el Evangelio <strong>de</strong> este<br />
dia <strong>de</strong>be hacernos temer. Dos diasántes déla última Pascua<br />
que el Salvador celebró con sus discípulos, habiendo<br />
venido ai templo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber confundido á los cscrihas<br />
y á los fariseos, instruyó al pueblo sobre las verda<strong>de</strong>s<br />
mas importantes <strong>de</strong> la religión, y sobre diversos<br />
puntos <strong>de</strong> moral. Entrelas diversas instrucciones que dió<br />
al pueblo, se eslondió mucho sobre el juicio úllirao, y les<br />
hizo <strong>de</strong> él una pintura muy viva. En aquel gran dia, les<br />
<strong>de</strong>cía, el que ahora no parece mas que hijo <strong>de</strong>l hombre,<br />
será reconocido Hijo <strong>de</strong> Dios, porque vendrá con todo el<br />
resplandor <strong>de</strong> su gloria, acompañado <strong>de</strong> sus ángeles. Se<br />
sentará sobre el trono <strong>de</strong> su majestad, y todos los pueblos<br />
do la tierra comparecerán <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, como <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />
su Rey y <strong>de</strong> su Juez. ¡Qué diferencia, buen Dios, entre<br />
Jesucristo naciendo en un establo y muriendo en una<br />
cruz, y Jesucristo revestido <strong>de</strong> gloria, acompañado <strong>de</strong><br />
todos los ángeles, sentado sobre una nube rosplan<strong>de</strong>cicnla<br />
q le le sirve <strong>de</strong> trono, viendo á lodos los hombres á sus<br />
piés, q ¡e esperan su <strong>de</strong>cisión sobre su eterna suerte! Nosotros<br />
reconocemos dos venidas <strong>de</strong> Jesucristo, que la Iglesia<br />
n )s propone como dos gran<strong>de</strong>s objetos <strong>de</strong> nuestra fé,<br />
ysoVe las cuales ruwl i, por <strong>de</strong>cirlo así, toda la religión<br />
c.is'.ian.i. II) venid > esto Diosdionibre en el misterio adorahlc<br />
<strong>de</strong> su Eacarnacion ; y <strong>de</strong>be todavía venir en el dia<br />
terrible <strong>de</strong> su juicio universal. En la primera venida ha<br />
tomado la cualidad <strong>de</strong> salvador; pero en la segunda tomará<br />
la cualidad <strong>de</strong> juez. Si la justicia humana inspira tanto<br />
pavor, ¿qué no <strong>de</strong>be temerse <strong>de</strong> la justicia divina? En aquel<br />
momento los hombres, <strong>de</strong>sengañados<strong>de</strong> las ilusiones <strong>de</strong> la<br />
mentira, abriendo en fin los ojos á la verdad, libres <strong>de</strong> las<br />
preocupaciones que retienen á la fé y la razón como esclavas,<br />
verán brillar sobro las nubes la majestad <strong>de</strong> su<br />
Juez soberano. <strong>Los</strong> gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo, confundidos entonces<br />
con sus mas viles vasallos; los dichosos <strong>de</strong>l siglo<br />
mezclados con el pueblo mas abyecto, <strong>de</strong>scubrirán el vacío<br />
y la nada <strong>de</strong> todas las gran<strong>de</strong>zas <strong>de</strong> la tierra. Entonces el<br />
hereje convencido do sus errores; el mundano <strong>de</strong>sengañado<br />
<strong>de</strong> sus falsos placeres; el libertino persuadido <strong>de</strong> su<br />
quimérica felicidad; todos cubiertos <strong>de</strong> una amarga confusión,<br />
todos espantados con la memoria opresora <strong>de</strong> sus<br />
crímenes/ se estremecerán, crujirán los dientes, <strong>de</strong>searian<br />
no haber existido jamás, ó haber sido aniquilados antes<br />
<strong>de</strong> este dia terrible <strong>de</strong> cólera. Pero ánles <strong>de</strong> pronunciar la<br />
sentencia <strong>de</strong>cisiva do su felicidad, ó <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia eterna,<br />
continúa el Salvador, este soberano Juez los separará á .<br />
todos tos unos <strong>de</strong> los otros, lo mismo que el pastor que teniendo<br />
reunido su rebaño, pone las ovejas á una parte, y<br />
los cabritos á otra. Colocará los buenos á su <strong>de</strong>rocha, y á<br />
estos llamará ovejas suyas, á causa <strong>de</strong> su inocencia. A su<br />
izquierda serán puestos los malos, á quienes compara con<br />
los cabritos, animales sucios y lascivos, á causa do la corrupción<br />
<strong>de</strong> sus costumbres, y <strong>de</strong> la fealdad <strong>de</strong> su alma.<br />
«Contad, pesad, separad,» <strong>de</strong>cia aquel <strong>de</strong>creto mudo quo<br />
el impío Baltasar vio grabado en la pared <strong>de</strong> su palacio,<br />
cuando se entregaba á su mas suntuosa glotonería: hó<br />
aquí la forma y como el compendio <strong>de</strong>l juicio último. Durante<br />
esta vida, ignoramos el número <strong>de</strong> nuestros pecados,<br />
le disminuimos, los confundimos aun con nuestras<br />
virtu<strong>de</strong>s aparentes; en el tribunal <strong>de</strong> Dios, á los piés do<br />
este soberano y temible. Juez, nuestros pecados aparecerán<br />
con loda claridad. Al presento ignoramos su número;<br />
entonces ni uno solo escapará á este severo examen, quo<br />
será como la primera parte <strong>de</strong>l último juicio. «Contad.»<br />
Disminuimos su peso y su gravedad ; «pesad,» dirá el<br />
Juez, y compren<strong>de</strong>d toda la enormidad y la malicia do<br />
ellos. Confundimos al presente los pecados con nuestras<br />
pretendidas virtu<strong>de</strong>s, para cubrir los unos con las otras, y<br />
tranquilizarnos con esto. Entonces, «separad,» dirá el<br />
Juez, lo que habéis confundido hasta aquí, tiempo os ya <strong>de</strong><br />
que se quite á los pecados la máscara, y sean <strong>de</strong>spojados<br />
<strong>de</strong> las esteriorida<strong>de</strong>s hipócritas. Job nos representa á Dios<br />
como un acreedor severo que no <strong>de</strong>ja escapar nada, y nosotros<br />
unos <strong>de</strong>udores <strong>de</strong>scuidados, insensatos, <strong>de</strong> mala fe;<br />
da dia en dia acumulamos <strong>de</strong>udas, sin apurarnos por satisfacerlas;<br />
y midiendo la ostensión infinita <strong>de</strong>l entendimiento<br />
<strong>de</strong> Dios por la flaqueza <strong>de</strong>l nuestro, porque nosotros<br />
per<strong>de</strong>mos la memoria <strong>de</strong> nuestros pecados, nos figuramos<br />
que Dios los olvida, ó que no los mirará sino como<br />
nosotros los miramos. No se duda, conforme al pasaje do<br />
Joel, que el teatro do este dia terrible <strong>de</strong>be ser el valle do<br />
Josafat. «Yo juntaréundia todos los pueblos,.) diceelpi"0'<br />
feta, «y los llevaré al vallo <strong>de</strong> Josafat, en don<strong>de</strong> eatrtjj<br />
en juicio con ellos.«<strong>Los</strong> Setenta leen el valle <strong>de</strong>l juicio. B»<br />
venerable Reda coloca este valle entre Jernsalen y el morí'<br />
te <strong>de</strong> las Olivas. Allí en m.'i¡io <strong>de</strong>l silenei» profundo y 1)0